Cuando se empezó a hablar de la crisis, en una tertulia de hace un par de años (porque lo veíamos venir) comenté, aprovechando que se terminaba la navidad, que no era capaz de entender cómo se estaba quejando la mayoría de la gente y el producto que estaba precisamente acabado en todas las tiendas era la Wii. (Que, como todo el mundo es capaz de comprender, resulta un producto de primera necesidad)
Esta semana se puso a la venta el iPad en España con precios entre 479 y 799€. Las previsiones de venta el primer día en algunas tiendas superaban las 200 unidades para un producto que no es un telefono ni un ordenador y sí es el principio del gasto contínuo en el "universo manzanero" pero resulta, por alguna razón que no llego a entender (y porque tablets hay desde hace años) un objeto de deseo para demasiadas personas.
Cuando llegó el iPhone, que desembarcó como quien hubiera inventado la telefonía móvil y trajera consigo la luz de la verdad a nuestras analógicas manos, hay quien aprovechaba cualquier ocasión para sacar su aparatito como quien sacaba la visa oro la decada pasada en un alarde infantil de "yo lo tengo y tú no".
Por eso el iPhone dejó de tener gracia cuando hasta un tipo vulgar como tú podía tenerlo.
Existen actividades o actitudes extrañas en el ser humano contemporáneo:
Llevar el movil en una funda sujeta con el cinturón
Ir de novia a bailar a una discoteca el día de su boda
Vestir un traje y no llevar calcetines (o calcetines blancos)
Salir de marcha con la camiseta de tu equipo de fútbol
Ir de novia a bailar a una discoteca el día de su boda
Vestir un traje y no llevar calcetines (o calcetines blancos)
Salir de marcha con la camiseta de tu equipo de fútbol
Son actitudes que generan en el usuario una extraña excitación como quien vuelve a tener una erección olvidada desde hace días o como la imagen que ve de sí misma la señora mayor al ponerse ropa de adolescente. (O adolescente con ropa varias tallas inferior a la necesaria). Esa excitación no es mala, en absoluto. ¿Ridícula vista desde fuera? Sí.
Pero al usuario no le importa. No le importa que no le haga falta, no le importa que con un desembolso inferior pudiera realizar las mismas actividades, no le importa que no le aporte nada, no le importa que dentro de unos años, como quien recuerda las hombreras excesivas de los 80, lo recuerde con rubor.
Hace algún tiempo aparqué el coche cerca de un restaurante de las afueras. Al lado, en un Jaguar enorme, una pareja de personas de edad (y probablemente cuenta corriente) avanzada copulaban como adolescentes. Pensé en la frescura y envidia de su vida deseando seguir teniendo esa manera de poder sentir la magia de "los polvos traviesos" dentro de unos años.
En realidad se envidia la capacidad de disfrute con las cosas sencillas. Esa es la iModa. El problema es que intentan venderlo en las estanterías disfrazado de placebo tecnológico que despierta en adultos la misma excitación que un niño cuando descubre los juguetes de navidad (...y me parece tan ridículo)