Mal dia para buscar

30 de mayo de 2013

Virales culturales (Fans de Rihanna)

Se me acerca un amigo, joven y glamuroso, para decirme que, entre todas las actividades de su fin de semana ha estado, casi como punto álgido y en una erección de satisfacción, en el concierto de Rihanna. "!Qué espectáculo!"- me dice. "!Qué manera de bailar!"- afirma como si no hubiera visto bailar a nadie jamás.

Yo sonrío por no llevarle la contraria y con el desconocimiento completo de la concepción de espectáculo disfrazado de culturilla musical que tienen las beyoncés, las rayanas, las gagas, las espears y toda la troupe similar. Reconozco que son las réplicas, casi como terremotos, de aquel fenómeno mundial que supuso ser Madonna.

En cierta ocasión un crítico musical afirmaba que las grandes estrellas son aquellas que han hecho algo, lo que sea, por primera vez. Ponía como ejemplo a Bowie porque, en realidad, fue quien inventó el glam y el fenómeno de fans adoradoras de alguien casi de otro planeta (Véase Starman). Ponía como ejemplo a Michael Jackson, a U2 (con reservas), a Madonna y, por supuesto a esos dos grandisimos que murieron el mismo año y a la misma edad como fueron Janis Joplin y Jimmy Hendrix.

En realidad la música, como cualquier otra actividad cultural, se compone de genios y de imitadores. Luego, como en la cartelería comercial, están aquellos que hacen negocio usando las técnicas que dan dinero.

Recuerdo una conversación con el mismo muchacho en el que, afirmando que la visita de RadioHead era un acontecimiento, tuve que explicar el motivo por el que resulta ser un grupo TAN grande. También he de reconocer que el hecho que Iron Maiden tocara el dia siguiente en el mismo lugar produce un fruncido de ceño apercibible de repulsa en ese riahnoso seguidor musical que no sabe diferenciar a AcDC de los maiden o a los Rolling de los Beatles.

Y es que muchas veces la incultura es la base del atrevimiento.

A mi no me ha gustado Prince, pero reconozco que es un genio. Maceo Parker es un semidíos pero nunca tendrá el éxito que se merece. Yo veo programas de televisión y consumo música que sé positivamente que es una bazofia. Eso sí: lo admito. Supongo que es un paso.

La verdad es que nos resistimos a admitir cosas que suelen ser obvias. "Soy viejo", "Mi novio es feo", "Telecinco es escoria", "Uso internet para ver pornografía". Por el contrario el 99% de los adolescentes que van a comprarse un ordenador con sus padres de la mano afirman que lo quieren para poder estudiar y después, cuando aparecen con cinco toolbars y cincuenta troyanos, tienes que quitar el utorrent y el ares de la secuencia de inicio, tienes que recordarle que badoo no es precisamente un lugar en el que preservar la virginidad y, aún así, siguen pidiendo que lo arregles con urgencia porque tienen exámenes. Más o menos como intentar defender que Rihana es un faro musical que todo lo guía.

Es curioso admitir que en estos tiempos de sobreinformación tenemos muchos más medios para poder llegar a conclusiones ciertas sobre cultura, política, educación y arte. Sin embargo ese hecho de que sea fácil nos ha convertido en fanáticos de los virales culturales haciéndonos olvidar, como se olvida un favor debido, cual es la verdad y la historia que llevamos a las espaldas. Se nos olvida donde está lo genuino y donde los imitadores comerciales del arte verdadero.

Y, aún así, no nos da la gana admitir la verdad.

Ni en música, ni en lo demás.

24 de mayo de 2013

90% de mierda

El 90% de lo que consumimos es una auténtica mierda. No es un consimo físico, pero es un consumo. Es publicidad, son los estados de facebook, las soplapolleces de twitter, los whatsapp vacíos, las fotos de tuenti. El grado de tolerancia para con esa mierda es enorme en el ser humano contemporáneo que ha sido entrenado por los anuncios de la televisión para preparar la mente en ese estado casi hipnótico donde todo rebota y se queda, como si fuera un estado de opinión global.

Para crear un estado de opinión ya no se actúa de una manera legal y ética. Se convierte en noticia que los árabes no se lavan y que matan a sus perros para, después, no encontrar oposición pública en invadir sus paises. Da igual que sea verdad o que sea mentira porque lo que realmente importa es lanzar esa mierda para justificar lo que haya que justificar después. Por eso mismo los americanos hacían películas con alemanes malvados en la segunda guerra mundial. Por eso mismo se mandan mensajes aparentemente sin sentido, porque nos hemos convertido en publicistas de andar por casa.

Sin embargo, quizá por el miedo a poner las cartas sobre la mesa, lo que lanzamos y lo que nos lanzan las empresas y los medios es mierda. "Te ha tocado un premio". "Hola, me llamo Laura y quiero ser tu amiga, pulsa aqui". "Vamos a nuestra mesa de debate". "www.youtube.com/...". Todo es parte de una mierda.

En realidad el ser humano está siempre ansioso de recibir información, aunque esa información no sirva para nada. Es más, nos encanta consumir basura como si fuera una comida embriagadoramente adictiva que solamente engorda nuestro cerebro. Creemos, de una manera errónea, que nos evade. Es un placebo informativo. Es un reality para las neuronas.

Cuando, de noche y justamente antes del sueño, el teléfono pita o ilumina un led que alumbra el techo de la habitación, existe un imán que te aleja de la primera ensoñación para ver qué has recibido, por si fuera importante. Nunca lo es. Nunca es un "tengo ganas de verte" sino un nuevo comentario en un blog, un mail de premio, un phising de un banco o una actualización de linkedin que nunca he desactivado.

Cuando nos sentimos poseídos por la noticias terminamos comentando la última tontería del famoso de turno o la nueva indignación casi como si fuera el hallazgo para dejar pasar el tiempo. Y ahora que nos creemos responsables de la creatividad, que intentamos sentirnos un faro que guía la opinión público de nuestro grupito de seguidores, lo que hacemos es vomitar la misma mierda que hemos aprendido a adorar.

Hay un 10% de creadores y un 90% de copiadores. De ese 10% hay un gran porcentaje que cree que con la exaltación del número de visitas se ratifica su capacidad creadora y estoy convencido que los freaks se agarran a las estadísticas de sus videos en youtube como las cadenas de televisión a sus índices de audiencia.

Pero, no nos engañemos. El 90% de lo que consumimos intelectualmente es mierda.

Creo que esto mismo, también. Nunca estuve en el 10% de los mensajes de verdad, sólo en las libretas de direcciones erróneas.

22 de mayo de 2013

Musica independiente 2013

Las cinco canciones nominadas a ser la mejor independiente del 2013 son:

LA BIEN QUERIDA A veces ni eso (Elefant Records)

LA HABITACIÓN ROJA Ayer (Mushroom Pillow)

ESPANTO Rock’n Roll (Austrohúngaro)

NAPOLEÓN SOLO Antes de que ocurriera (El Volcán Música)

JOHN TALABOT Destiny (Permanent Vaction)

21 de mayo de 2013

Mi madre no es falangista.

Mi madre siempre cuenta que, cuando era pequeña, quiso hacerse de la Falange porque le encantaba el color azul de aquellas camisas. Mi sobrina juraba que Tokio Hotel era el mejor grupo de la música, casi con la misma excitación que ahora las preadolescentes sienten por One Direction. Conozco a mujeres que casi se afeitaron la cabeza para acompañar a las chamarras de cuero con hombreras durante los años 80 y quienes lucían una permanente rubia en las fotos grupales de las primeras borracheras.

Nadie llama a mi madre falangista porque eso, a dia de hoy,  es otra cosa.

En los tiempos que vivimos existe un motivo histórico por el que despreciar al contrario. El caché de Internet, que es un miserable, resulta ser la hemeroteca infinita donde todos hemos metido la pata alguna vez y, si no lo crees, busca a Toni Cantó, busca a Alejandro Sanz, a Bisbal, a un mitin preelectoral de cualquiera o en las fotos antiguas que te queden en facebook. Juzgarte por ello es como juzgarme a mi por haberme comprado el primer disco de Whitney Houston que aún está, con esa cubierta anaranjada, en forma de vinilo cerquita del directo doble de Ramoncín en el que también dejé los cuartos durante alguna época anárquica de mi vida musical.

Existen dos maneras de meterse con la monarquia española. Una es decir que Franco, en uno de sus últimos estertores, decidió que JC fuera rey y como Franco era muy malo, JC también lo es. Otra es desglosar los elefantes muertos y los polvos subvencionados que aún están recientes. Hay que reconocer que uno es un dato actual y otro de un tiempo en el que la televisión era en blanco y negro. Existen casos de personas muy malas que se han vuelto buenas, al menos eso dicen los amantes de la reinserción y los que creen en la base innata de la bondad humana. Solamente el emperador Palpatine está convencido que no hay camino de vuelta cuando entras en el lado oscuro, pero para eso hay que ser un Lord Sith.

Por alguna razón nos encanta creer que quien ha sido malo lo será siempre. En este momento de desconsuelo hemos aprendido a regodearnos en todos y cada uno de los motivos por los que las cosas van a salir mal, como si fuera una negativa ley de Murphy. Un cura abusará de un monaguillo y ella te recordará lo mal que te comportaste el ocho de abril. Un político robará de la caja y  un empresario explotará a inmigrantes sin papeles. Para eso tenemos los datos de antiguos abusos, los titulares de los periódicos de entonces, un mensaje guardado en el móvil o las fotos del Ere en la carpeta de "mis imágenes".

Desconozco la razón por la que, aunque la memoria humana tiende a olvidarse de las cosas que hacen daño, utilizamos la tecnología para castigarnos con la imposibilidad de tener un futuro mejor o, al menos, que contenga un mínimo de ilusión.

Nadie es bueno siempre de la misma forma que nadie se equivoca en todas las ocasiones. Yo cometo errores todas las mañanas pero me resulta imposible vivir pensando en la próxima vez en la que me vaya a equivocar como si resultara imposible ir por la senda correcta porque esa sensación de ser un incapaz es la misma que nos bloquea como sociedad. Existen políticos que siguen castigados por un Yak42 o artistas sometidos por un twitt desafortunado. A mi me han tirado a la cara algún post de este mismo blog como si lo que pensara en aquel momento fuera la misma opinión que tengo ahora, como si el presente se pudiera estirar en el tiempo de manera infinita, sobre todo si sirve para condenarnos.

Las condenas se asumen y se cumplen. Luego se olvidan y se marcan como lugares a los que no hay que volver y que se quedan como cicatrices. Hay veces que las cicatrices nos recuerdan donde no hay que volver o qué cosas sientan fatal.

Porque no hay motivo por el que volver al lado oscuro.

Por eso mi madre, que nunca fue falangista más que por las camisas, es la única que me dice que mañana será mejor. Será porque no sabe usar el facebook o porque no ha aprendido a leer mensajes del movil o buscar el google y creer que los resultados son de ahora. O porque es más lista. Dicen que ahora somos más tontos que hace dos siglos.

14 de mayo de 2013

Los que nos quedamos

Muchas veces tengo la sensación que los jovenes que se van son todos premios nobel y que los que nos quedamos a trabajar en España más o menos somos los asesinos de Marta del Castillo.

Podemos lanzarnos al abismo de las cifras y comentar cómo más de un pais se ha preocupado en acaparar investigadores y cómo les hemos cambiado a los paises del norte de europa a nuestros licenciados por sus borrachos. Podemos hablar de cómo las madres hablan orgullosas de sus hijas "que estudian en Wisconsin" y hacen callar a las que "trabajan en Almendralejo" como si aquella premisa que establece que "cuanto más lejos es mejor" fuera verdad, como si los españoles por el mundo nos estuvieran llamando tontos desde la televisión de nuestro salón.

Se han ido muchos jovenes. Tan inteligentes como los que se quedan porque cualquiera sabe que un título universitario en este pais de risa nunca significó que pudieras ser un tipo capaz de hacer algo provechoso para el mundo. En la universidad nunca me enseñaron a servir café en un Starbucks de Oslo. Reconozco que tampoco me explicaron que existía una posibilidad de no ejercer, de una manera obscenamente remunerada, en aquella profesión para la que me estaban aleccionando. Tampoco estoy convencido que los saharianos, los ecuatorianos o los alemanes que vienen a España sean ni lo mejor ni lo peor de su pais.

También emigraba, con el pañuelo de cuatro puntas en la cabeza, Alfredo Landa.

Discriminar a quien se queda o a quien se va es una simplificación digna de un habitante de la casa de gran hermano. Llamar estúpido a un joven universitario que ha decidido esforzarse el doble para salir adelante en su pais natal es darle una patada en la boca. Decir tres veces la palabra Bitelclus hace que aparezca Bitelchus Lampreave.

Seguimos viviendo en esa concepción rural y arcaica en la que el césped del vecino es mucho mejor que el nuestro, sobre todo si es americano, británico, alemán o francés. Seguimos fantaseando con los pechos de la vecina sin darnos cuenta de lo maravillosamente perfectos que son los que se acuestan a nuestro lado o las imperfecciones quirúrgicas de los de Angelina Jolie.

Bombardear diariamente desde los medios con lo buenísima que es la materia prima española que se va deja en muy mal lugar a los que un dia decidimos quedarnos como si fuéramos las ratas que ni siquiera abandonamos el barco.

De España se van científicos y se van porreros. Se va Diego el Cigala, se fue Yola Berrocal y se va Willy Toledo. También volvió Mariano Babacid. Se van parados cansados de no encontrar trabajo y se van algunos por amor mientras otros se van, casi como ha pasado siempre, buscando aventuras. De España se van jubilados buscando otras playas y algún que otro prófugo de la justicia como los pederastas británicos que pasean con calcetines por las costas de Málaga.

Fuera de nuestro pais hay algunos que viven como soñaron mientras otros se arrastran como mochileros eternos. "El alquitrán del camino embriaga más que el suave vino del hogar"- cantaba Sabina para describir la sensación agridulce de no atreverse a volver a casa sin haber ganado alguna guerra, como un indiano chulesco. Pasa exactamente lo mismo con la gente que decide quedarse a cuidar de su madre. Nadie es mejor ni peor por decidir irse, quedarse o dejarse los pelillos de la nariz largos.

Quienes se fueron siguieron sus sendas, no son mejores. Pensar lo contrario es lanzar piedras contra el tejado de quienes, ahora, sacan este pais adelante.

Estoy muy cansado de que por ser universitario, empresario, español y luchar cada dia por trabajar y dar trabajo pagando los impuestos con los que pagar a los médicos y los profesores estupendos que tenemos venga un medio de comunicación a decirme que, además, soy tonto por no marcharme.

Cuidarnos un poco, joder.

8 de mayo de 2013

Desparpajo 2.0

Hace un par de dias un ciudadano medio apareció en mi negocio. "Hola, buenas. Estoy buscando un cable para conectar mi televisión al ordenador". Dicho así no es una petición extraña en estos tiempos de multimedia digital que nos atañen. "Correcto, caballero"- le respondí- "¿me puede indicar, por favor, el tipo de conexión que tiene en dichos extremos y lo que quiere hacer con ello para que le de el cable idóneo?". "Si. Quiero, conectando la cámara betacam al dvd antiguo de la televisión, poder editar los videos que tengo grabados de mis hijos con el pc y subirlos a internet para que los vea mi cuñado".

Tras unos segundos de estupor máximo sentencié: "Lo siento, señor. Lo que me pide es imposible".

"¿Como va a ser imposible si el dvd tiene usb y en el ordenador me queda uno libre?"

En ese momento estuve muy tentado en explicarle que por mucho que le entre el prepucio en un vaso de tubo no quiere decir que pueda tener hijos con el síndrome del niño de cristal. Estuve tentado de hacerle entender que un agujero no tiene la función que queramos, sino la que tiene, aunque nuestros deseos irracionales infantiles, aquellos que creen que existen los gallifantes, le quieran hacer fantasear con lo contrario.

Hace unos años la tecnología era algo a lo que las personas de bien tenían respeto. No metían los dedos en el enchufe porque sabían que les iba a dar corriente. No pensaban, ni en sus sueños más húmedos, que un dia la tecnología les permitiera hacer la mitad de las cosas con las que soñaron pero el marketing tiene la culpa de que ahora, con tanto anuncio diciendo y jurando que algún ingeniero loco ya ha pensado por ti lo que se te podría ocurrir, alguno piense que la modernidad es infinita.

No pongo en duda que más de uno cree que, ya que su coche es tan seguro, puede reventarlo contra una pared sin miedo a romperse una uña. Tampoco me extraña que, entre una y dos copas de un after, alguno jure que realiza transposiciones genéticas de la trócola de su coche con un software pirata que ha instalado sobre el android de su teléfono. El problema está cuando hay alguien que se lo cree viene a quejarse de no ser capaz de hacerlo después de comprar un ratón inalámbrico y exigir que le digas donde está la tecla mágica que todo lo puede.

Una vez entró un cliente enfurecido con una torre en el servicio técnico. Enfadado como un mandril se fue al mostrador "este ordenador está mal" y lo puso sobre la mesa "porque cuando me bajo una película no es la que yo quiero, es porno".

¿Cuando empezó la era del desparpajo 2.0?. ¿Cuándo y cómo hicimos creer a alguien que con tener una pala y un rastrillo podían hacer el Empire State Building?. ¿En qué maldito momento se perdió el respeto por la experiencia y la lógica, por lo posible y lo imposible?. Bricomanía, algún cuñado mentiroso y esos anuncios en los que las personas sonríen mientras un ordenador hace todo por ti son los responsables de la decadencia de lo mágico y la insolencia de la irracionalidad.

Hace unos minutos alguien me dijo que su tablet (de 100€) estaba mal porque no podía instalar el Battelfield 3 pirata que había descargado su sobrino con un torrent. Ayer alguien se alteró porque su ipad no era capaz de adivinar las claves de las wifi a su alcance porque "si me he gastado 600€ debería de conectarse solo"- sentenciaba. La semana pasada me pedían cambiar un panel roto de un portátil por menos de 30€ "porque no estoy dispuesta a pagar más" y porque "no entiendo cómo se ha roto si se me ha caido un par de veces". Hace tiempo un cliente se enfadó porque había aparecido una foto de su cuñado entre los documentos recuperados de su disco duro "y no le aguanto" (era su excusa). Existe quien cree que escaneando las facturas aparecen solas en una tabla de excel y hasta hay alguno que mantiene que conectando el ordenador a internet te sale novia, voluptuosa y turgente, en menos de diez minutos.

A alguno se le pone cara de hacker cuando es capaz de desinstalar la babylon toolbar, cara de Fernando Alonso cuando derrapa un poco al salir del semáforo, cara de Nacho Vidal si le dura la erección diez minutos.

Estúpido caradura, cuando se lo cree. Más de uno está convencido que si hace cosas en "la nube" es que es un semidios y no un mortal con experiencia y carrera al otro lado del mostrador.

Pd: todas las anécdotas son verídicas y de este último mes.

6 de mayo de 2013

A la crisis: campos de fútbol.

Lo siento, no soy un tipo futbolero. Mis amigos amantes del balonpié juran que en algún lugar existe un estudio tremendamente serio que es capaz de afirmar el impacto sobre el producto interior bruto que tienen los eventos deportivos. Afirman, y no lo quiero poner en duda, que esas manadas de borrachos que necesitan beber antes y después de un partido son quienes mantienen la hostelería y no los parados que se sientan a tomar un vino para pasar los lunes al sol. También me comentan que los hoteles y el turismo se benefician de todos esos personajes con bufandas y camisetas de colores que disfrutan del arte tradicional y contemporáneo que es capaz de ofrecer el modernísimo Bilbao. Los hinchas del Liverpool (que vino tres o cuatro veces) y los del Getafe saben apreciar las esculturas de Richard Serra y los cuadros de Zuloaga. Aquellos parados de Madrid que no se han gastado todo su dinero en la camiseta oficial de Cristiano Ronaldo pagan religiosamente las entradas de nuestras exposiciones y admiran sorprendidos esa amalgama de arquitectura tradicional y modernista que hace de esta una ciudad sorprendente.

Una ciudad tan sorprendente que firmó unas cuentas públicas sin déficit pero que, aún con ello, ha reducido su ayuda social a todas esas asociaciones que se dejan la piel con quienes, incluso aquí, no tienen medios. Ha subido los impuestos porque los tiempos van a ser complicados. Ha incrementado las multas por estacionamiento controlado de 12 a 60 euros. Sigue manteniendo un puesto en el podium de las ciudades más caras del estado y, para demostrar que somos los más chulos, se ha lanzado a la construcción de un campo de futbol  del estilo "que lo flipas" para demostrar poderío y valor. Estoy pensando en hacer una colecta urgente para que el próximo programa de Salvados sea desde el césped del nuevo San Mamés.

Adjunto foto realizada hoy mismo.
Insisto en que no soy futbolero, quizá por eso me parece una locura. Fíjate que me parece una locura incluso si lo pagara un saudí loco. Justamente enfrente estan las mismas aulas universitarias donde yo estudiaba hace 20 años. Creo que aún tiene, mi escuela, la misma mano de pintura y, para cachondeo, el Athletic, los mismos titulos.

Dime que los de Bilbao no somos chulos (y nos sobran 175 millones de euros. 100 públicos).

3 de mayo de 2013

Pide perdón y estás nominado

Se puede trabajar como un chino, pasarlas putas, cagarse en Dios, tener un futuro negro, ser más rata que un catalán, más vago que un andaluz, más chulo que un madrileño, más bruto que un vasco y más ambivalente que un gallego. Se puede, incluso, dejar que el bolso de Dior tire de la única neurona de tu cerebro y decir que los deshauciados son amigos de ETA. Por supuesto, sin pedir perdón jamás.

Entonces resulta que se puede retractar alguien ipso facto por decir que una vez se fue a una manfestación de ETA, pedir perdón inmediatamente, comprender públicamente que ha sido un comentario de mal gusto y que se arrepiente, con lágrimas en los ojos, de no controlar su lengua y saber ha hecho daño a todas esas personas que han vivido aquella escoria en sus carnes... y entonces, en este país de retrógrados que quieren apedrear a homosexuales por la calle y obligar a que niñas de 17 años den a luz a hijos no deseados, se le juzga y se le condena por twitter.

La sentencia se ejecuta antes que Bárcenas diga "sobre".

Y metemos en gran hermano a la AVT y su bien conocida tolerancia para gracia y regocijo de aquella mujer que antes era periodista.

Todo eso siendo la única vez que he visto a alguien, en televisión, pedir perdón. Ni Zapatero, ni Rajoy, ni Cantó, ni Otegi, ni Más, ni Merkel, ni su puta madre han pedido jamás perdón por hacer sangre de nuestras miserias y nadie les nomina y les expulsa.

Estoy convencido que simplemente es una estrategia para ganar audiencia a costa de más 800 víctimas. Un puñado de anuncios bien vale una expulsión.

1 de mayo de 2013

Ted Bundy, ministro de economía.

Las grandes empresas, los asesinos en serie y los porteros de discoteca carecen de sentimientos. Eso es lo que les hace peligrosos y lo que les hace triunfar en sus trabajos, si es que se supone que andan por la senda del éxito. El resto, ese universo publicitario o esa sonrisa antes de ser condenados a muerte, es postureo.

Ted Bundy, asesino demostrado de 36 mujeres, llegó a pedir matrimonio a una testigo justamente en el juicio por el que le condenaron a la silla eléctrica. Era un casanova, un embaucador, un Dios, según sus propias palabras cuando sentía el poder sobre la vida de los demás en sus manos. La incapacidad de sentir, de aferrarse a la empatía con el sufrimiento de sus victimas o de reconocer y controlar sus propios demonios, es lo que convierte a este tipo de excremento humano en una especie de estrella con película propia y entrada en la wikipedia.

Los seres humanos hemos aprendido abruptamente a controlar parte de nuestros sentimientos. "Tengo ganas de verte", "Ven", "Te necesito" son frases que ya no se prodigan porque, quizá, nos hace sentir que nos volvemos más débiles, que no se puede jugar enseñando las cartas.

Los ejércitos más poderosos desarrollan armas para poder matar sin ver al enemigo y eso precisamente es lo que les hace más peligrosos. Pulsar un botón no implica sentir porque es un frio escudo tecnológico.

Los gobiernos se sientan en sus mesas de caoba, rodeados de cifras, para ajustar de aquí y de allá sin pararse a pensar, excepto en las ruedas de prensa, que al final de una resta hay un despido. El gobierno alemán no es capaz de oir los llantos de un niño griego que se despierta a media noche con hambre,

Se ha demostrado que los hombres son menos empáticos que las mujeres y estoy convencido que cuanto mayor es la sociedad a la que creemos pertenecer menos nos involucramos en lo que le sucede a los demás. No hay mendigos abandonados sin casa en los pueblos y abarrotan las ciudades mientras pasan a su lado, sin mirar, mujeres de largas piernas y tacones de aguja con bolsas de Gucci.

Una de las cosas que hemos asimilado en el principio del siglo XXI es que nuestro mundo es global y que desafortunadamente hay males necesarios. Hemos aprendido que debemos sonreir y aparentar, que existen determinaciones que cumplir y que lo importante es ganar la carrera aunque demos un codazo al otro corredor para llegar por delante por mucho que después, recogiendo nuestro trofeo, alabemos al segundo. Hemos puesto nuestro destino en manos de grandes empresas y de gobiernos dirigidos como empresas que tienen en común lo mismo que todos los grandes asesinos: Se creen dioses y son incapaces de sentir.

Ted Bundy sería un ministro de economía feliz en este día del trabajo.