En todo el mundo hay disturbios y saqueos.
En realidad, salvo excepciones, empieza con un grupúsculo de quejumbrosos que gritan su ganado derecho a ser libres. ( Que digo yo que si el suicidio o la eutanasia debería ser legal tampoco es mala idea hacer campos de negacionistas sin médicos y que sea lo que tenga que ser). Y después, por algún motivo desconocido, empiezan a tirar piedras a la policia, le cogen gusto y lo hacen contra comercios.
Y los saquean.
Pero, y ahí viene la gracia, no saquean un chino lleno de bolsas de patatas Matutano. Entran en el Decathlon y se llevan las bicis y los patinetes eléctricos. Se arremolinan delante de la tienda de Lacoste de Logroño y arrasan con todos los polos de moda. Si entran en un comercio tecnológico no cogen los cartuchos de tinta de la Hp f4820 , sino las televisiones smart 4k. Saqueadores sí. Antisistema también. Por la libertad de los pueblos por supuesto. Pero con criterio. No sea que para una vez que robas te vayas a llevar un truño inservible.
Ser un ladrón que solamente roba mierdas tiene que ser muy decepcionante.
Curiosamente los saqueos no son algo español y muy español. Suceden en cualquier parte del mundo. Vienen a ser, a la ideología, lo mismo que la subida de salarios de los políticos: todos están de acuerdo. Da igual que se proteste por los sueldos de los viticultores de la Patagonia, los confinamientos perimetrales, el precio de la gasolina o la presunción de culpabilidad de algún hombre: si se rompe un escaparate, que sea uno bueno. Que sea de cosas bien caras y que me las pueda llevar a casa corriendo. Nadie roba muebles de cocina porque ¿Dónde coño te metes tres metros de Silestone bajo la sudadera?. Llévate un buen teléfono, una chupa de cuero molona, un portátil ultraligero, unas deportivas con cámara de aire.En 13 rue del Percebe, en uno de los pisos, vivía un ladrón llamado Ceferino que llevaba cosas robadas a su mujer. El problema es que era un ladrón torpe. Robaba la silla de montar ( con jokey) de un caballo, la dentadura postiza de las viejas o cosas inservibles. Obviamente los delincuentes de hoy en día no son Ceferino: tienen criterio y revisan los comentarios de Internet antes de llevarse algo a casa.
Mantengo la teoría, loca seguramente, que una cosa es la queja y que otra es que después llegan los alborotadores profesionales, los Ceferinos 2.0 de los disturbios. Veinte minutos después de terminar la manifestación ahí están, como si fuera su modo de vida, lanzando piedras contra el escaparate que toque para trincar el regalo del mes. Mantengo que no tienen ideología, que son los Cojos Manteca del siglo XXI, movilizados por la escolarización sin haber pisado una escuela en años.
Supongo que tienen su excusa igual que cuando algunos hacen política para los trabajadores y la gente de la calle sin haber trabajado ni pisado la calle en su puta vida.
Y, al igual que los anteriores, si tienen que trincar, no trincan de lo malo.
A todos nos gusta lo bueno.
No se ocupan chabolas. No se roba en el chino. No se atracan las pollerías. Te metes en un chalet, arrasas Louis Vuitton, te subes el salario a costa de los impuestos de los demás.
Si hay que robar que sea con discreccionalidad.
Y, ojo, no es saqueo, es justicia social. ( excepto si la franquicia de Lacoste es la tuya, excepto si al que le roban es a ti)
Pd: nótese que intento hacer la similitud entre el chorizo cabrón ladrón hijo de puta que cuando le pillan llevándose el patinete eléctrico dice que lo hace porque el capitalismo es muy malo y tiene a los niños sin poder comer, con el político cabrón que va por la vida diciendo que es solidario con la mujer maltratada y el trabajador en la calle pero se sube el salario ( algo muy español cuando el sueldo te lo pones tú) y dice que es que el sistema es malévolo aunque el sistema lo ponga él. Voy a empezar a admirar al ladrón que admite que ha robado y al político que asume que tiene mucha caradura. La hipocresía debería ser agravante del delito. Cojón ya.