Mal dia para buscar

23 de julio de 2024

Incomprensibles ingredientes innecesarios del ocio.

Las virtudes que le concedemos al ocio son, en este mundo moderno, extrañas. Si dices que te has ido de vacaciones a montar en barco por el Adriático todo parece ser maravilloso y si te has ido a Gumiel de Izan aparenta que vienes impregnado a olor de vaca. No puede ser, porque no puede, que te hayas mareado y todo tu tiempo lo hubieses empleado en vomitar por el mediterráneo. Tampoco puede ser que hayas comido riquísimo, hayas aprendido sobre la vida y la meseta te ponga la piel con el punto cobrizo y dorado que tiene la buena vida. Hay quien, de la misma forma que ya se lo ha pasado de fábula antes de llegar a su lejano destino, desprecia todo aquello que ha presupuesto inferior a lo merecido.

Un hotel de dos estrellas siempre le parecerá despreciable frente a un coloso lleno de luces de Las Vegas, aunque esté lleno de imitadores de Elvis y cocainómanos ludópatas.

Un coche será mejor si te saluda al entrar que si simplemente te lleva. Hoy tuve una curiosa conversación sobre lo bueno que es un Tesla en la que yo argumentaba sobre la frágil ingeniería de los frenos y las tolerancias de acabados. La otra persona me decía "pero si es un Tesla" casi como si al llegar a Ibiza, por arte de magia, vayas a ser feliz. Por supuesto que eso implica lo contrario: si entras en un bar de Villanueva del Bierzo, te han comido las chinches por mucho que Carmiña sea una mujer limpísima.

Como todo en la vida el sexo vale como ejemplo extremo. Puede ser que estar acurrucado en el sofá sea maravilloso, pero hay quien considera ( hombre y mujer) que si no la atas, la azotas hasta que se le pone el culo rojo y te terminan doliendo los huevos como en erecciones adolescentes, no te lo has pasado bien.

Nunca he sido un gran trasnochador. Cuando tenía sueño, me iba a casa. Alguna vez he visto amanecer pero son veces que las puedo contar con los dedos de una mano. En absoluto ha sido, jamás, un objetivo primario. Todos conocemos a alguien que, llegada una hora, se va al baño y reaparece con los ojos muy abiertos porque hay que aguantar todo lo que se pueda. Es como si el número de horas despierto fuera directamente proporcional al goce de la noche. Que cuando te lo estás pasando bien estés más tiempo no significa que estando más tiempo te lo vayas a pasar mejor. Tampoco significa que si tienes marcas en el cuerpo el sexo haya sido más satisfactorio.

Alberta, Canadá, no tiene por qué ser mejor que Jacinta, Mejorada del Campo.

Reivindiquemos la capacidad de encontrar la felicidad en lugares insospechados y con placeres comprobables. Suele pasar.

Mojar pan en un huevo frito en vez de una deconstrucción al vapor de almejas salvajes australianas.

Cada uno disfruta de lo que quiere y a nadie le tienen que obligar a entretenerse con lo que no le entretiene. Jersey es la prenda que me pongo cuando mi madre tiene frío. Ese hotel es al que vamos cuando tú quieres decir que te lo pasaste bien, pero te chupabas los dedos con las alitas de pollo. También es cierto que alquel dia, después de colarnos en un bar lleno de adolescentes con capucha, vislumbré la luz de la felicidad llegando a casa riendo.

Pd: intentar que cada día fuera algo nuevo y algo emocionante aurrinó una parte de mi vida. Sabes por qué lo digo.

19 de julio de 2024

Las fotos de verano y la respuesta buscada.

Poseo muchas taras. Afortunadamente las conozco casi todas pero eso no significa que las haya eliminado de mi vida sino que, como quien ha aprendido a vivir con sus disfuncionalidades, las dejo asomar si es medianamente conveniente.

El problema es que también sé que favores precisamente, no me generan.

Hace muchos años estábamos recuperando datos de un ordenador. Es curioso como la vida de las personas se puede imaginar con unos cuantos detalles que pasen por tus ojos. Primero sale en las fotos de fiesta, luego aparece siempre un muchacho, más tarde están los dos, después pasean a un perro, luego hay imágenes del embarazo, una niña muy mona jugando con el perro, de golpe él ha desaparecido, la niña crece, el perro se hace mayor y la protagonista vuelve a poner fotos de fiesta. No hay que ser Sherlock para unir los puntos de la historia.

El caso es que mi compañero no es ciego, al igual que los médicos, los fruteros o los bomberos. Comentó que la chica que aparecía en las fotos aparentaba ser tremendamente atractiva. En realidad no ese atractivo infinito y elegante de Linda Evangelista en 1989 sino algo más Samantha Fox en las paredes de los talleres mecánicos de la misma década. Algo me extrañó porque ese equipo lo había traido una familia convencional con padres del mismo atractivo que yo e hijos de bastante poca edad. Tomé la decisión, una vez recuperada la información y realizado con prestancia y calidad nuestro trabajo, de pedir a los padres que vinieran a una hora específica y sin los hijos. Así se lo hice saber. Cuando llegaron les llevé al taller. Al igual que hacemos con todos los clientes, encendí el equipo para mostrar que todo estaba en orden. "Sin embargo"- les comenté- "hay algo que creo que deberíais de saber". Me fui a las carpetas recuperadas. "Obviamente cuando recuperamos la información ésta pasa a ser visible y aunque nos importa muy poco lo que haya creo que como padres deberíais saber las fotos que guarda vuestra hija". Me miraron como si yo fuera un purista de 1949 que se hubiera escandalizado por verle el tobillo a una mujer en el autobús. "Ya sabes"- dijo la madre- "que estas niñas se hacen miles de fotos. Es normal". Entonces abrí una de las fotos en las que la "niña", a sus no más de doce años, aparecía en tanga, a cuatro patas sobre la alfombra, con un pecho que no tiene una senegalesa con tres hijos y con un chupete en la boca.

Llegados a ese punto los padres cometieron lo que me parece un error. Me pidieron que dejara el equipo ahí y fueron a buscar a su hija. Volvieron con ella y pasaron al taller. "Enséñaselo"- me pidieron como si yo fuera un verdugo. Yo abrí alguna de las fotos y me quedé callado. Ella puso la misma cara que ponen los perros cuando saben que han hecho algo mal. Sin embargo, como un primer ataque de adolescencia, quiso justificarse. "La verdad, mamá"- empezó buscando complicidades- "es que con las fotos del uniforme o jugando con mis amigas no me hacía caso nadie y con estas fotos tengo cientos de likes". Supongo que es algo parecido a las chicas que se subían las faldas de tablas un poco más allá de la rodilla y los del colegio de chicos les prestábamos un poco más de atención, pero en su versión 2.0.  A una determinada edad el reconocimiento, por el motivo que sea, es más importante que uno mismo.

Cuando me encuentro cientos de perfiles hipersexualizados en internet me acuerdo de aquel día.

Cuando llega el verano y los bikinis que dejan ver un poco pero no del todo aunque mi cerebro heterosexual juegue a completarlo, vuelvo a ese instante.

Y me doy cuenta que más de uno y de una, que han dejado atrás la adolescencia, quieren buscar la misma popularidad de aquella niña. Usan los mismos métodos. En Instagram, en Tinder, en Facebook, en una foto que te llega por whatsapp pidiéndote que te fijes en el paisaje.

Es mucho más popular una buena forma que un título de Harvard, sobre todo en estos tiempos de inmediatez.

Luego ya, si eso, puedes decir que la sociedad patriarcal te hipersexualiza pero si te lo estás haciendo tú, no te quejes.

Ahora ya podeis empezar a haceros las fotos vacacionales.

Y me las enviais, que estoy muy solo.

18 de julio de 2024

Gente a odiar.

Gente (por la calle) que odio:

- Los que van por la calle hablando ( fuerte) a su teléfono como si fuera una tostada antes de metérsela en la boca.

- El conductor que te mira de reojo en el semáforo pero se queda mirando al frente como si no lo hubiera hecho.

- Los ciclistas daltónicos.

- Las madres que te miran mal porque su niño se ha tropezado contigo o te ha atropellado con la mini bici.

- Los repartidores de Amazon que aparcan en medio porque están trabajando y los demás nos estamos tocando el orto.

- Las personas que van con paraguas pegados a la pared obligando a esquivarles cuando llueve (y no tienes paraguas)

- Los grupos que caminan ociosos ocupando toda la acera

- Los que están más de diez minutos tocando cosas en el cajero y dicen que está roto.

- Los que sueltan al perro y se ríen mientras viene a olerte los genitales.

- Los que se acercan, beodos como un irlandés, a convencerte que necesitan 50 céntimos para el autobús

- Los que se hacen los condescendientes con los negros que venden pañuelos pero no les compran después de quince minutos de conversación

- Los que te dan golpecitos en el brazo mientras te hablan

- Los que se quedan en el semáforo mirando el móvil y cuando les pitas levantan el brazo gritando y diciendo "!que ya voy, pesaU!"



José Ramón: jaque mate desde el ayuntamiento.

Tres de cada cuatro españoles quiere ser funcionario

Hace muchos años, cuando te salía un hijo que no sabías donde meterle, le mandabas con los curas. En realidad era una forma de buscarle un medio de alimentación para alguien que suponías poco capaz de valerse por si mismo.

Para que te echen, tanto de la Iglesia como de un organismo público, hay que liarla muy gorda. Con poco que se me conozca puedo afirmar que eso, precisamente, es el origen de problemas endémicos. Si desaparece la meritocracia, la multa, el despido, la ruptura, la flagelación moral y pública o la amputación de una mano, dan más ganas de robar, vaguear, cometer infracciones de tráfico o esforzarse.

Acabábamos de cenar y los fumadores nos escondimos en el colgador de la ropa que hay al final de la cocina. La rubia adolescente me pidió un cigarro. En esos momentos, casi como si fuera un grupo de yonkis a las puertas del bar unidos por sus adicciones, se abre la puerta a la sinceridad. Ella, aprovechándose del miedo que todas las madres protectoras poseen, había conseguido establecer un modo de vida aparentemente envidiable: casa en el centro con todo pagado, coche, móvil de los caros, dentadura perfecta, tiempo libre, vacaciones a elegir. -"¿No te das cuenta"- dije- "que nada de lo que disfrutas lo has conseguido tu?". Ella dió una calada larga como si estuviera esperando esa pregunta y se sinceró. "Veo a mis amigos en la misma habitación en la que nacieron, estudiando. ¿Qué quieren?. Tener un piso, un móvil, irse de vacaciones y disfrutar sin saber el dia de la semana en el que viven. ¿No?. Pues eso ya lo hago yo. Que lo haya logrado sin ese sacrificio es, sencillamente, que soy más lista". Puso, en ese momento, cara de jaque mate.

Si algo explicaba Eric Fromm en "el miedo a la libertad" es que todas las sociedades humanas necesitan de una figura superior. Puede ser un Dios, un Padre, un Jefe o incluso un Estado. Las características que se le suponen es la protección, capacidad de premio y de castigo, respuesta última a lo incomprensible y manutención. el "Dios proveerá" se ha convertido en "alguna ayuda habrá" o en "lo pagarán mis padres".

Probablemente hay mucho de cultural en todo ese funcionariado aspiracional que contagia a la sociedad actual. No es algo exclusivo de la juventud porque me encuentro a decenas de arrepentidos del sacrificio que, con sus sueños rotos, tienen sobre la mesa de su comedor de soltero infinidad de temarios públicos. Se cree que aquello es un mundo de ilusión en el que una vez que se es aceptado sólo queda sentarse a pensar en qué tipo de ocio popular gastarse las prevendas. Un club exclusivo donde los bienes llegan de manera mágica y son infinitos. Una empresa que no puede quebrar por muy mal que se haga el trabajo. Un jolgorio en el que nadie te va a mirar mal por una baja poco elegante fruto de la resaca o simplemente la desidia. Visto así es una bicoca, fantasía sexual de procrastinadores y progenitores de estúpidos.

Es no quita que haya funcionarios de vocación. Mari Carmen, que disfrutaba preparando formularios para organizar el uso del baño de sus hermanos pequeños. Alguno habrá y será eficiente hasta el extremo. Lo que habrá, y no lo pongo en duda, es algún tipo de profesional que, incapaz de enfrentarse al reto de demostrar su valía, haya decidido jugar con red al juego de la profesión. Es la misma diferencia que hay entre la intensidad de una final del campeonato del mundo y un partido playero de solteros contra casados.

Sin embargo el principal problema que tenemos en nuestra cultura occidental es que hemos asumido como verdad que quien se la juega, quien arriesga, quien se esfuerza, quien pierde, quien intenta hacerlo cada dia mejor y para el nunca es suficiente el grado de calidad de su resultado laboral, es un idiota.

Nadie quiere ser idiota.

Y José Ramon, que te envía memes mientras se toma el tercer café en el bar subvencionado del ayuntamiento, te quiere convencer que es feliz y más listo.

Así que quieres ser José Ramón porque te ha hecho un jaque mate.

Otra cosa es que un país relleno de funcionarios solamente puede terminar muriendo porque si eres un servicio, no hay a quien dar servicio y, sobre todo, de quien sacar para tu paga extra, el chollo termina. Pero claro está, es lo mismo que el ecologismo: ya solucionaran eso nuestros vuestros hijos. Que ese envase lo recoja otro. La productividad no está en mi convenio.

Tres de cuatro españoles quiere trabajar menos y ganar más sin riesgo a ser despedido.


Pd: Ultimamente, al menos en España, existe una pandemia de pequeñas huelgas y reivindicaciones que tienen un elemento en común: son semifuncionarios ( médicos, bomberos, policías, conductores de aurtobús, limpiadores de polideportivos municipales...). No verás una huelga de fruteros autónomos.

12 de julio de 2024

Coldplay, Segovia y aquello que fuimos.

Supongo que lo he contado alguna vez. Conocí a Coldplay en un bar de Segovia. No a ellos, como es lógico, sino a su música. Bajaba a Madrid en coche, probablemente en invierno. En aquella ciudad que te pilla de camino si haces un desvío estudiaba una mujer frágil y energica, que dicho asi parece un oximorón pero es real en ella. Hace mucho que no la veo. Estaba perdiendo peso casi hasta ser un cadáver de lo que era. Yo tenía una herida en el labio superior, que es la forma en la que tiene de marcarme el frío y la soledad. Por una parte llevaba alimentando, todo el viaje, las ganas de besarla pero me podía la vergüenza de una más de mis taras físicas.

Cuando nos vimos nos abrazamos de esa forma que hacen los que no saben cómo comportarse y buscamos un lugar neutral donde dejar que la forma que tienen los adultos de poblar el silencio nos llevara a algún lugar mágico en el que ya hemos estado anteriormente. Hay personas con las que solamente estar, incluso en silencio, proporciona calma y cariño en proporciones similares. Supongo que lo que nos pasaba, sobre todo a ella, es que nos sentíamos libres cuando estábamos juntos. En mi caso, aunque tenga cara de malote, casi nunca hay nada emocionante que contar. Mi formalidad cristiana me puede y me castra. Sin embargo ella, colorista y elegante, me empezó a contar con un tono que podría ser hasta tildado de coqueteo, que Segovia era una ciudad extraña. Parece un castillo en medio de la nada pero en cuanto lo recorres aparecen las mazmorras y las habitaciones ocultas. "He descubierto"- me dijo- "que soy un mujer débil". Se sonrió como si viniera una maldad detrás. "He conocido a mucha gente que está aquí estudiando y curiosamente me he topado con dos chicos a los que les falta un dedo de la mano. Es raro, ¿verdad?". Yo hice un cálculo estadístico y me acordé de Gil, un compañero de clase , muy listo por cierto, que había nacido con dos dedos pegados. "Es raro, si"- acerté a responder. "El caso"- continuó- "es que parece que no puedo evitarlo y aunque son dos chicos normalitos, es como si me dieran pena". Yo puse la cara de alguien que se intenta demostrar empático con los sentimiento ajenos. "Y no puedo evitar tirármelos"- concluyó.

Uno de los problemas que tiene dejar, abiertamente, que la otra persona haga uso de su libertad porque te gusta mucho pensar que siendo una mujer maravillosa va a elegir quedarse contigo es que estas cosas , pasan.

Así que durante un silencio de estupefacción en el que ella esperaba que sonriese por el mutilado y prolífico sexo casual mi cerebro buscó datos en el entorno a los que poder agarrarme y fui consciente, por primera vez, de Yellow. que era el segundo single de ese disco más que fantástico titulado Parachutes que habían sacado los chicos de Coldplay en el 2000. Me giré a preguntarle al tipo del bar qué era lo que estábamos oyendo y cambié de tema afirmando que sonaba muy bien. Luego nos puso Shiver y puedo empezó Trouble ya había llegado a la conclusión que eran una mezcla entre el U2 que me gustaba y el RadioHead que me apasiona. La diferencia, que eso no se sabe con un primer disco pero sí viéndolo en perspectiva, es que los más grandes evolucionan ( Zooropa no se parece a War y The Bends es tan acojonante que cuando los puristas me hablan de Kid A, pongo caras). Me compré el segundo disco de Coldplay. El single, In my Place, todavía sonaba al disco anterior, pero con más medios. Les buqué en The Scientist pero algo decía que ya no era lo mismo y no creo que fuera por la influencia malévola de Gwyneth Paltrow, novia de Chris Martin justo en ese disco. Ella, por retomar el anecdotario anterior, es físicamente muy parecida a la chica de Segovia. Ambas son capaces de parecer princesas abandonadas en almenas y hacerte sentir culpable por no estar en algún momento mientras te cuentan la violencia del sexo con el chico que limpia las caballerizas. 

Luego sacaron Fix You. La letra dice: "Cuando lo intentas todo Pero no tienes éxito, Cuando obtienes lo que quieres Pero no lo que necesitas, Cuando te sientes tan cansado Pero no puedes dormir, Atascado en marcha atrás. Cuando las lágrimas Caen por tu rostro, Cuando pierdes algo Que no puedes reemplazar, Cuando amas a alguien Pero se desperdicia, ¿Podría ser peor? Las luces te guiarán a casa ,encenderán tus huesos. Y yo intentaré arreglarte. Bien arriba o bien abajo Cuando estas muy enamorado Como para dejarlo pasar. Si nunca lo intentas nunca sabrás Lo que realmente vales. Las luces te guiarán a casa Y encenderán tus huesos. Y yo intentaré arreglarte. "


A partir de ahí, musicalmente y para mi gusto, Coldplay se murió.

Sin embargo, como casi todos los fenómenos publicitarios, alguien les ha buscado un hueco en el que reinar. Coldplay lleva, más de unos años, intentando convertirse en un referente molón, eco resiliente, bondadoso, integrador, amistoso y que haga que la gente regale abrazos por las calles a los demás porque los seres humanos somos personas amables, empáticas y generosas. Los conciertos, con sus pulseras y mensajes incuestionables sobre quererse mucho y salvar el planeta, se han ido convirtiendo en algo parecido a telepredicadores con dinero que hacen un espectáculo que intenta llevarte al éxtasis para hacer un poco más de caja. Como todo milagrero, la forma de llegar a ello es una mezcla entre dejarse sorprender, hacer grupo férreo alrededor del nuevo Dios y no poner en duda las escrituras. Probablemente, a falta de música, el espectáculo es el que manda. Eso no quita que te digan que sus conciertos reducen las emisiones de carbono, que te expliquen que los escenarios son de bambu y que ponen bicicletas que generan energía eléctrica para que los pedaleos de sus asistentes alimenten la luces. Que pidan a sus espectadores que no vayan en coche y usen botellas de agua rellenables. Nada de ir en coche, ponerse macareno a cerveza y tirar los vasos al suelo como hacen los heavys. Si vas a un concierto de Coldplay puedes hacerlo por la música o salir con la sensación de que hay un arbol más después de pagar la entrada. Todo eso independientemente de los 500 millones de dólares (estimados) que se sacan por gira. O que te rompan el corazón por darle una oportunidad a unos muchachos a los que les falta un dedo.

Supongo que Coldplay es uno de esos conciertos masivos a los que vas porque dices que te gusta la música pero gastas más tiempo en elegir la ropa que en oírte los discos. Esos instantes en los que haces algo porque quieres sentirte bien tú y luego te pones digna contándome no sé qué sobre el ecologismo. Vamos, como tener un coche eléctrico pero no hablar jamás de los pueblos africanos donde se sulfatará la batería que ya no uses.

Es un reflejo de nuestros tiempos.

No sé qué será de ella pero cuando oigo el mejor disco de estos chicos, que es cuando soñaban con la música, yo sueño con una taberna irlandesa vacía de Segovia.

3 de julio de 2024

No te toques ( por tu bien)

Si algo tiene el ser humano actual es la innata capacidad de repetir los esloganes publicitarios. Tu puedes pasar el pronto y yo el paño. Hola, soy Edu, Feliz Navidad. Qué suave, ¿es nuevo?.

Por supuesto que la publicidad jamás es algo exclusivo de los productos a la venta. Sabemos, y para eso no hace falta pensar mucho, que las cosas "gratis" suelen ser mucho más caras porque la moneda eres tú. Sin embargo y por alguna oscura razón escondida en los maquiavélicos engranajes del cerebro, nos encanta esa sensación de ser especiales, únicos y estar por encima de la media cuando hemos logrado un gambusino que no necesitábamos gratis ( o de oferta) a cambio de traer un paquetito desde Marruecos. Es un ejemplo. También me vale ver diez minutos de anuncios, regalar mi ubicación o contárselo a mis contactos. Si algo tiene la tecnología, en su aplicación real, es la cesión de algo a cambio de algo. Comercio de toda la vida pero cambiando las palabras.

En una sociedad mucho menos social y tamizada por las pantallas hemos llegado a un punto en el que la manera de entrar en tu casa es a través de tus dispositivos. También, como siempre, a través de la publicidad y sobre todo a través de la publicidad institucional. No es baladí que el primer anunciador sea el estado. Una de las principales cosas que ha descubierto el estado es que con tu dinero te pueden bombardear hasta intentar cambiar tu percepción de la verdad y, sobre todo, fiscalizar todo aquello que hasta hace nada se correspondía a tu propia libertad.

Porque aunque nos quieran convencer que vivimos en la sociedad más libre de la historia eso no deja de ser un eslogan. Podemos ir donde queramos con nuestra aplicación de mapas pero me dice los bares que están cerca. Podemos usar nuestro coche eléctrico siempre conectado aunque le den los datos de nuestra forma de conducción a los seguros para que nos cobren diferente en la próxima cuota. Podemos pagar con tarjeta aunque el banco le diga a los anunciantes en qué nos gastamos el dinero. Podemos consultar cualquier cosa en Internet a cambio de que el algoritmo nos catalogue en una determinada categoría. Los ejemplos de esa libertad son infinitos. Al fin y al cabo solamente hay que hacer una triangulación de las antenas de telefonía para saber a qué velocidad andamos, en qué medio, con quien y por donde. Si algo tiene la modernidad es la infinidad de excusas que hemos aceptado como correctas a cambio de pequeñas cositas que no parecen importantes. Los granos de arena terminan poblando desiertos.

Cuando ya hemos aceptado todo aquello como válido pasamos a un segundo grado legislativo. Poner cámaras por tu seguridad. Prohibir pagar con dinero para controlar el blanqueo. Controlar el tiempo que pasas fregando los cacharros por la liberación de la mujer. Limitarte la masturbación a 30 veces al mes para que los niños no vean pornografía. Señalarte de alguna forma si no votas lo correcto. Obligarte a contratar a la prima coja del vecino. Poner la lavadora a las tres de la mañana porque es una hora valle de la compañía eléctrica y hay que proteger el planeta. No me extrañaría que cualquier día aparezca un funcionario (que no esté de baja) disfrazado de mi madre obligándome a peinarme y a sentarme bien por la salud de mi espalda.  El término "es por tu bien", en esta sociedad mucho menos familiar, se ha convertido en un concepto institucional.

Si hay algo que me enoja soberanamente es que me traten como si fuera gilipollas. No porque no lo sea, que eso es más que discutible, sino porque se presuponga, de la misma forma que hacen algunas feministas con mujeres biológicas, que el ser humano necesita ser guiado por los pastores de la verdad disfrazados de legisladores. Esos mismos legisladores que, incapaces de solucionar los problemas de verdad, han decidido meterse en tu casa para imponerte la tele que ves, la ropa que planchas, los residuos que reciclas y las veces que te tocas. En cualquier momento usarán el mismo argumento que usaban los curas conmigo cuando la adolescencia me llegaba: "Te vas a quedar ciego". Los curas, que fueron los primeros en decirte cómo follar, como querer, como vivir y cómo alcanzar la santidad. Ahora, en cierto modo, el estado quiere ser la nueva iglesia. Sin hábitos pero con coches oficiales. Con impuestos en vez de pasar el cepillo. Igualmente intrusivo.

Un ejemplo de la obvia pérdida de libertad está en que algunos procuran no decir cosas políticamente incorrectas cuando hablan, aunque no haya maldad en sus palabras. Si en nuestro grupo hay un tipo especialmente obeso y nos piden que identifiquemos a José Ramón, no podemos decir que es "el gordo" porque eso está mal visto. Otro ejemplo es lo infantil y maniqueo (tendencia a reducir la realidad en bueno y malo) de las letras de las canciones mainstream.

Así que ya lo sabes:

"Haz uso de tu libertad, pero haz un BUEN uso". 

Dios está en todas partes. Tu gobierno también. 

No es magia, son tus impuestos.

Y no te toques.

Pd: ya verás como alguno, en una tertulia, termina afirmando que como para masturbarse hay que ver porno y en el porno se simulan violaciones, masturbarse es lo mismo que violar. Porque de la misma forma que el amor es ciego y Dios es amor, Steve Wonder es ciego y se puede deducir que Steve Wonder es Dios. 

28 de junio de 2024

Joderse la vida

 


Joderse la vida no es, precisamente, nada nuevo ni nada generacional. Cuando los alisios de la desesperanza soplan desde alguna dirección nunca, absolutamente nunca, tienen el mismo olorcillo a conflicto que se huele en las películas. El móvil de un crimen, aunque sea onanístico, no tiene por qué existir. Las sensaciones, que se parecen al amor en lo incontrolable de sus términos, van y vienen. Son incuestionables y no tienen que vivir en el mundo reglado de la lógica.

A veces es algo parecido al hambre. Aparece sin hacer mucho ruido hasta hacerte cambiar el comportamiento como un perro famélico. A veces es la desgana, entumeciendo los músculos de la espalda. La mayoría de las ocasiones, probablemente, es un espacio del que se desea escapar pero no se sale nunca. Es entonces, agotado de correr hacia la puerta de una habitación infinita, cuando la opción de joderse la vida se hace plausible.

Quizá porque cada uno tenemos nuestras preferencias a la hora de elegir equipo, yo soy de aquellos que considera que quienes se joden la vida disponen de un grado de conciencia superior a los instagramers de la existencia. No dudo, por supuesto, que en el escalafón hedonista siempre son más felices los mediocres porque no son conscientes de sus limitaciones. Es por ello que más de uno, de la misma forma que está de moda quitar titulaciones a los curriculum, procura convertirse en estúpido. Los grandes atormentados, si es que me los imagino, tienen un aire a Tom Waits disfrazado o fumando con Bukowski borrachos como Hemingway y atormentados como John Kennedy O´toole antes de suicidarse. También es "ojotrueno" Yorke grabando The Bends o la noche en la que Djuick habia fallado el penalty con el que el deportivo de La Coruña perdió la liga. O Prada fallando, con el tiempo cumplido, tres tiros libres seguidos en la final de la copa de Europa del 79. Todos tienen en común que nos hubiésemos cambiado por ellos sin dudarlo pero, en ese instante, se sentían parte de la peor faceta del mundo y estaba justificado joderse la vida. ¿El motivo?. Son conscientes que podrían hacerlo mejor. Es eso, que no es más que un síndrome del impostor latente, lo que nos lleva, más de una vez, a escondernos detrás de una copa, un diazepan, una canción deprimente que nos arañe el alma o simplemente a irnos de la fiesta sin hacer ruido, como un amor que se difumina porque sabes que puedes querer de una forma mejor. Hay veces que si no hay un dolor presente tienes la sensación de estar muerto. Al fin y al cabo la muerte se puede fantasear como la ausencia de dolor.

Joderse la vida es el tránsito o la forma de saber que si no vamos a llegar a donde creíamos, reducir el tiempo de espera.

Y lo ha hecho la humanidad desde que se tiene constancia.


25 de junio de 2024

Los protestones

Ya no es nuevo ni nos sorprende, pero de vez en cuando hay que reflexionar sobre algunos desparpajos modernos.


Básicamente, y para el que no tenga paciencia para el minuto que dura, una mujer que decidió tener un hijo con su pareja resulta que se queda sin pareja y decide que, dado que fue producto de una donación de esperma, el donante debería de pagar la manutención del hijo porque ella no está en disposición de trabajar. Y ya está. Obviamente si el devenir del amor hubiese sido diferente y el donante quisiera hacerse cargo de su hijo biológico en contra del deseo de esta buena mujer, le estarían acusando de intento de robo de niños. Sabemos con certeza contemporánea que las reivindicaciones son discursos victimistas con tono de drama apocaliptico en los que se deduce que lo que digo yo debe ser subvencionado y todos los demás son intransigentes a los que hay que aplicar la fuerza de la ley.

El problema reside en que llega a la edad adulta un grupo de personas que se creen sus propias cositas. Yo que sé, los microracismos de preguntar a un negro si es verdad que es de Albacete o de Vox. ( Que puede serlo, pero estadísticamente no es lo más habitual). Pasa lo mismo con el cartel del orgullo de Madrid. No sé si alguna vez habrás estado en una fiesta del orgullo. Normalmente, y lo digo también de manera estadística, un grupo de locazas entaconadas se suben en carrozas acompañadas de musica pop adoptada como himno, hacen ostentación de su legítima sexualidad y se toman unas copas por las noches intentando ligar todo lo que puedan. Así que han hecho un cartel con copas, tacones y preservativos. Como el ayuntamiento no es del partido que debe ser ( aunque sí del que han votado los madrileños) han  montado en cólera porque "se les estigmatiza". Todos sabemos que la celebración del orgullo consiste en una reunión de todos aquellos que aman a Laura reciclando envases antes de ir a misa, claro.

Soy de los que opinan, no sin polémica aunque con ningún problema porque haya quien opine lo contrario, que los actos de exaltación de la sexualidad propia son igual de anacrónicos que un grupo de obreros de la construcción en camiseta escupiendo al suelo y siendo soeces con muchachas en flor que paseen cerca de la obra.


Y aunque personalmente me la pela, cuando hay que quejarse, algunos lo hacen siempre. Incluso cuando les ponen un espejo delante. No son los gays, las lesbianas o los adoradores de Satán. Es toda una clase social. La clase social de los protestones.

De todos es conocido que la mejor manera de conseguir algo en una sociedad occidental es indignarse muy fuerte, aunque ni siquiera se sepa lo que se quiere.

El resultado final ante tanta soplapollez es que cuando alguien tenga, realmente, un problema, no sabremos diferenciarlo y se quedará hundido bajo kilos de impostura. Por otra parte nos hemos acostumbrado a determinados discursos y , como las drogas, cada vez hace falta una dosis más fuerte. En las ultimas semanas hemos considerado normal que bajo el paraguas de la igualdad se elimine el porcentaje de hombres o que los eventos solo para mujeres sean buenos para que seamos todos iguales. Hemos vivido con indignación extrema que unos militares de Israel lleven a un palestino en el capó del coche pero se nos ha olvidado que llevaron a una alemana violada medio muerta como trofeo el 8 de octubre, los otros. Volvemos a las polémicas por los dictadores muertos y estamos a veinte segundos de hablar de explotación calórica porque llega el verano y, oh casualidad, hará calor.

Pero no pasa nada porque hay Eurocopa y seguramente nos pitarán un penalty injusto por la conspiración que existe contra nosotros. Bueno, excepto si es a favor aunque haya piscinazo.

Un okupa llamó a la policía enfadado porque le habian okupado el piso. Un tipo que me robó me dijo  la semana pasada, al localizarlo, que lo que no va a hacer es robar para pagarme porque yo sería cómplice de un delito.

Será cosa de los vientos modernos.

3 de junio de 2024

Six Feet under

 Debería de ser de visión, en orden y completa, obligada. LA serie.


20 años después todavía hay días en las que necesito que me recuerde muchas cosas que aprendí.

2 de junio de 2024

Argentina, El Salvador, la economía y el catenaccio.


Hace años alguien descubrió que, casi en cualquier deporte, gana el que mete más puntos pero también el que consigue que no le metan ninguno. Los italianos, que para soluciones determinantes tienen un gen dedicado, inventaron el  catenaccio  y ello nos llevó a aburridísimos partidos de futbol donde ganaban ellos , excepto si jugaban contra alemanes. También pasó en baloncesto (obviamente sin alemanes pero con el Maccabi y los yugoslavos) , lo cual me lleva a las defensas salvajes de Dino Meneghin que siempre recuerda como , con 31 años, se enfrentó a un joven de 19 llamado Fernando Martin. Eso es otra historia.

El caso es que en una sociedad en la que el resultado prima sobre los métodos utilizados para ello ( siempre y cuando se actúe dentro de las normas) aquello era una posibilidad de ganar y ya sabemos bastante bien que el triunfo, desafortunadamente, no siempre va de la mano de la ejecución más precisa, la más estética o la más elegante.

Muy por encima del deporte y como juego máximo creado por los humanos está la economía. 

De todas formas, tal y como sucede con los ganadores históricos en ciertos deportes, también hay potencias variables en los ciclos económicos. Fenicios, vikingos, persas, los europeos,  americanos del norte, quizá los chinos... todo son fases del juego y en cada una de ellas se pone de moda una forma de jugar: La invasión, el capitalismo, las regulaciones legales, el terror o la ciencia como elemento colonizador.  Cada época ha tenido su forma de jugar y grandes ganadores y perdedores. Los romanos te hacían un acueducto y unas cuantas calzadas para poderte cobrar más tributos y los alemanes generaban unas deudas a Grecia que se cobraban poniendo sus empresas de gratis, con mano de obra barata, hace 10 años. Los americanos echaron una mano en la  segunda guerra mundial a cambio de vendernos sus cositas durante más de 50 años. Cada uno ha usado las variables de su época para ir ganando fases de ese juego. A nosotros nos tocó traernos cositas de América como quien hace dropshipping desde su cuarto.

Una cosa es cierta: las fases cada vez parecen más cortas. Los imperios no duran siglos. A veces ni siquiera décadas. Y como buenos humanos que viven con un ojo en el pasado y otro en el futuro, sin mirar al presente, sabemos que el cambio está a la vuelta de la esquina. Casi como un deportista que entrena, nos preparamos para la próxima competición.

Comparto la idea que se basa en que al final, fruto de la tecnología y de los competidores, del patrón dolar muere. Los chinos (y los rusos), que saben de esto, han ido acumulando materias primas (básicamente oro) desde hace tiempo porque hasta que nos pongamos de acuerdo con el próximo patrón, pasaremos por ahí. El terremoto mundial que fue la pandemia, si algo nos hizo ver fue el poder infravalorado que tienen las cosas que eres capaz de tocar, comer o transformar. En una sociedad sobre tecnológica se nos había olvidado el poder de nuestra tierra y que todo deriva de ella. Para un bitcoin hace falta un ordenador y para un ordenador silicio y para tener silicio hace falta alguien que lo extraiga de algún sitio. Ese sitio, por cuestiones lógicas, será Africa y ahí hay dos maneras de llegar: los chinos les hacen las carreteras a pagar en cómodos plazos ( al estilo romano) y los rusos les echan una mano para dar golpes de estado y arrasar un poquito ( al estilo Persa). El resto del mundo está muy ocupado mirándose el ombligo (basicamente europa) o tienen demasiados problemas como para meterse en los de los demás. Esos últimos son las ligas menores y es ahí, como en los campos de futbol de Brasil o de los barrios de Buenos Aires, donde aparecen curiosas y nuevas formas de jugar. Al fin y al cabo cuando uno no tiene nada que perder, la innovación o el atrevimiento loco es el camino.

Nayib Bukele, salvadoreño de origen palestino ( que ya determinó a Hamás como bestias salvajes) , llegó a un pais arrasado por la violencia y, ayudado por su conocimiento publicitario, sin que pareciera un dictador del siglo pasado, ha sido reconocido como alguien que ha reducido esa violencia en un tiempo record utilizando unos medios discutibles pero eficientes. Eligió el bitcoin como moneda nacional ( mala idea) y adoptó como suyas políticas liberales en lo económico que han llevado a este pequeñito pais a mejorar su posicion en el tablero mundial. Quizá pasar de 140 homicidios por cada 100mil habitantes a 2.4, ayuda, Parece que el pueblo, por ahora, le respalda y le tolera muchas de las cosas que hace porque va ganando partidos.

Otro al que el pueblo le ha elegido como entrenador es a Milei. Ya no es un pais pequeñito. Aunque considero personalmente que es un payaso hace años ya, cuando no era más que un señor que gritaba en las tertulias, captó mi atención. Aquí teníamos a Pablemos y allí al Pelanas. Este tipo está firmemente convencido que Argentina es un gran pais y que, como un club de gran cantera hundido en tercera división, la forma de hacerlo volver a primera es gestionarlo bien. El principal diagnóstico de Argentina, como era la violencia en El Salvador, reside en la inmensidad del estado. Una sociedad dependiente del estado lo único que consigue es perpetuar al propio estado. Los votantes volverán a votar a los mismos porque son quienes les proporcionan trabajos, dinero o mera subsistencia. Sin embargo cuando las empresas son estatales y carecen de comperencia o incentivo para realizar mejor su labor, no tiene pinta que lo harán especialmente bien. Así que la línea de actuación principal es adelgazar el estado al máximo y aprender que hay que trabajar y trabajar bien para salir adelante. Quitamos el ministerio de fomento y buscamos quien nos haga las mejores carreteras. El estado pasa a ser la grasa necesaria para que funcionen los engranajes de la economía. De la misma forma que en El Salvador aparecía el gobierno para meter a tu hijo pandillero en la cárcel, en Argentina tienes que ir a buscar trabajo porque se te acabó el chollo de ser funcionario.

Ahora ya, si eso, desde la visión occidental del estado del bienestar y como apelativo global puedes llamar fascista a estos dos sin saber definir exactamente qué es el fascismo, por supuesto. El problema es que, por ahora y como los italianos con su futbol de mierda, están ganando partiditos. Al menos en la liga de la economía.

El problema, obviamente, es qué sucede si les va bien. De la misma forma que vivimos en Europa el ansia de que el Reino Unido se vaya un poco al guano sin nosotros, miramos de reojo a éstos por si resulta que hayan acertado en algo. En un pais, como es España, donde más de la mitad de los jóvenes suspiran por ser funcionarios y los políticos, sobre todo los del gobierno, se aburren de prometernos pagas a realizar con nuestro propio dinero y a base de endeudarnos más ( porque eso será un problema del que venga después), me pregunto si no vamos de cabeza a una situación en la que el único destino sea convertirnos en Argentina. Zelenski era un actor de comedia cuando llegó al poder en Ucrania. No es tan diferente de un payaso ( y dadas las circunstancias no lo hace nada mal). La diferencia es que nuestros políticos actuales son payasos y comediantes, pero te intentan convencer que no lo son y, por supuesto, que quien no juega como ellos dicen es el enemigo diabólico del deporte.

Nunca me gustó el balompié italiano de aquella época pero ha ganado cuatro mundiales.

(Deneuve hizo  un disco delicioso que se titulaba "El codazo de Tassotti")


1 de junio de 2024

Los viajes rápidos y los pocos sabores abundantes.

Cuando, en las crónicas deportivas, hablan de algún ganador de velocidad, le asocian a ser "el más rápido". Visto así el triunfo consiste únicamente en una obra de ingeniería extrema denominada vehículo y un loco sobre él que es capaz de apretar el acelerador el mayor tiempo posible. Obviamente y basándonos en ese simplista punto de vista el humano en cuestión no es más que un idiota dispuesto a morir.

En los años 50 y 60, en Estados Unidos, intrépidos caballeros se subían en cohetes experimentales y eran catapultados sobre raíles para valorar la resistencia humana a la aceleración. Si seguían vivos o conscientes después del acelerón, se ponía una turbina más. La mejor manera, lógicamente, de conocer los límites es alcanzarlos.

Sin embargo, y esto es válido para cualquiera que haya conducido alguna vez, llegar antes a un determinado destino consiste en saber frenar. Los coches de formula 1 no son los más rápidos por correr más sino por conseguir un paso por curva a mayor velocidad. Si alguna vez has conducido una moto sabes que si vas muy despacio te caes y que si entras en una curva muy rápido, te sales. Eso se llama subviraje. Ascender una carretera de montaña repleta de curvas como serpientes exige cuidado, destreza y tener los ojos puestos en la siguiente mientras intentas adivinar si se cierra al final.

Por supuesto que, en estos tiempos modernos, los destinos están unidos por amplias y seguras autopistas, pero se pierde el paisaje. Viajar miles de kilómetros es mucho menos enriquecedor que perderse en una camino rural a quince minutos de casa. Conozco a decenas de personas que marcan, en los mapas, las decenas de países recorridos aunque no hayan salido del resort. Tuve una novia que, tiempo después, fue azafata de vuelos de larga distancia y me aseguraba que aunque había estado prácticamente en todos los lugares del mundo, no conocía ninguno. En el otro extremo estoy yo, que me sorprendo volviendo a casa por calles diferentes.

Esa forma de viajar se parece bastante a la forma de vivir, trabajar o pensar. Tener media docena de títulos ya no es saber y repetir argumentarios tampoco es lo mismo que disponer de una opinión. Curiosamente las cacatúas sociales aplastan la reflexión con su ruido, continuamente. Anteayer un titulado me afirmó que su dispositivo estaba defectuoso y se enfadó cuando descubrí que el problema residía en que no lo había enchufado. "Ya está hecho"- asegura un operario ufanamente delante de su trabajo y al ponerlo a prueba, revienta. "Pero yo lo hice"- y eso no es verdad porque no funciona. A veces has llegado a tu destino pero no has sido capaz de viajar porque el viaje implica perderse, sentirse pequeño ante las ingerencias climatológicas, oler el paisaje, pararse a rebuscar en el mapa, respirar delante de una estampa, buscar en el cielo las horas de luz que te quedan, no saber donde estás por la mañana e incluso decidir que ese lugar, diferente y apartado, es el destino real.

Hace no demasiados años podías bajar a por el pan y terminar tomando un vermut con tres vecinos, quedarte en el bar de la esquina hasta que empezara un concierto con el que no contabas, hacer chistes con tres polacas que se habían perdido y terminar , borracho pero simpático, durmiendo en su casa como un errante. Al contarlo, con el tiempo, explicabas que te habías tirado a una polaca borracho mientras no dabas muchos detalles del camino que te había llevado a esa situación. Entonces alguien, simple y banal, llegó a la conclusión de que lo importante era estar macareno en cama ajena. Y el día que, baboso y enfermizo como un adolescente obeso tambaleante mandando mensajes a las tres de la mañana desde la esquina de la discoteca, se despierta con resaca junto a Luzdivina de la Encarnación, afirma que su experiencia fue tan buena o mejor que la tuya. Eso sin conocer los detalles de cómo llegó allí ni lo que hizo por el camino. Quizá por eso algunos afirman que antes se socializaba bebiendo y ahora se bebe para socializar.

Cuando bajo la basura veo a personas sacando al perro. También veo a progenitores llevando o trayendo a sus crías hacia alguna de las actividades que realizan. En los semáforos van y vienen seres humanos ajetreados con la vista puesta en su siguiente actividad necesaria para acumular en la agenda de lo realizado. Sin embargo, por carretera, cada vez la soledad es mayor. Mirar a la siguiente curva no evita el hecho de saber que si por casualidad derrapa la rueda de delante, moriré en la cuneta. A pocos metros van y vienen viajeros por las frias autopistas y los trenes de altísima velocidad, esa misma que hace que el paisaje sea borroso. Son más rápidos, no lo niego. "Aquí murió Fernando: visitó treinta países". "Ahí fallecí yo: un día comí en un bar de Almendralejo". Hay ventajas y desventajas en todos los casos pero como curriculum tengo todas las de perder.

En la forma moderna de existir no se saborea la comida pero se tienen en cuenta las calorías consumidas. Cuando me comparo con los demás se me escapan los sabores.

28 de mayo de 2024

Los pájaros no existen

 


Peter McIndoe lo lleva advirtiendo desde 2017. Los pájaros fueron exterminados por el gobierno de los estados unidos para ir sustituyendo su presencia por una serie de robots que nos vigilan. Las pruebas son claras: son drones con cámaras que se recargan en los cables de alta tensión ( motivo por el cual no se fríen al hacerlo). Además, las palomas en las ciudades siempre son grandes y no se ven pichones, prueba más que clara de su creación por parte de técnicos disfrazados de ornitólogos. Cuando un "pájaro" de estos te caga en el coche resulta desastroso para la pintura porque lo que expulsan es el ácido de las baterías. Qué mejor forma de controlar a la población que teniéndolos continuamente monitorizados y, si es necesario, estos dispositivos voladores pueden rociar con agentes químicos a los humanos para, de esa forma, propagar enfermedades. El Covid no resultó más que un experimento para contrastar el poder que tienen.

Irrefutable.

Sucede lo mismo que con los chemtrails, la tierra plana, el Jess extender o el geocentrismo: es mucho más entretenida la teoría que someterse a las pruebas científicas de la verdad. En realidad hoy en día resulta mucho más importante la exención de la responsabilidad que cualquier otra cosa y todas estas teorías proporcionan una excusa maravillosa al ciudadano para justificar sus incompetencias. No hay mejor excusa para justificar comportarse como un gilipollas que intentar probar que se hace drogado por un poder mayor magnánimo y sin escrúpulos que, utilizando sus malévolos medios, altera la innata bondad del delincuente. La mejor forma de luchar contra la meritocracia es aceptar que resulta imposible avanzar con esfuerzo y, por tanto, esforzarse es un error y un gasto innecesario.

Lo que tienen la inmensa mayoría de las teorías conspiranoicas es que nos justifican y nos protegen bajo el manto poroso de sus verdades a medias. Me da lo mismo justificar que vivimos en una simulación informática creada en un laboratorio alienígena que afirmar que todos los jueces son machistas dispuestos a acabar con las mujeres del mundo, sometiéndolas al patriarcado. En realidad nadie se preocupa de lo que desayuna el señor Soros pero nos vale para echarle la culpa de bastantes de nuestros males. Probablemente el bien y el mal atribuído a un ente celestial o demoníaco es la primera teoría conspiranoica de la historia. Los incas no sacrificaban a los hijos de los demás porque odiaran a sus vecinos sino porque se lo mandaba el dios Viracocha, creador del universo.

Si algo quería probar McIndoe cuando se sacó de la manga la chaladura de los pájaros era que la sociedad moderna es tremendamente permeable a las locuras siempre que ellas le den un argumento más para seguir siendo un imbécil. Curiosamente hay quien defiende esas teorías con la misma fortaleza "científica" que se defienden otras muchas, ciertas o no. La certeza es algo secundario en estos casos. El problema reside en que hay bulos que pasan por válidos porque ya nada nos sorprende. Cuando se comentó que el ministerio de igualdad español se había opuesto ferozmente a que el primer premio de la lotería de navidad se llamara "el gordo", porque era machista y gordofóbico, más de uno pensó que podría ser verdad.

En una sociedad rendida ante el reto que supone simplemente sobrevivir y la exposición continuada a la felicidad y el lujo extremo (y falso) de los demás, es más sencillo buscar los motivos por los que yo, que soy merecedor de todo, no he llegado a ello, que aprender a aceptar las limitaciones propias. Entonces solamente hay que asumir como propia la teoría que te venga mejor. Que los pájaros no existan es solamente una de ellas.

23 de mayo de 2024

Calidad de circunstancia

Durante los años en los que se adquiere conciencia de la vida uno descubre que las enfermedades son algo circunstancial. Ese dolor, simplemente,  pasará.

Sin embargo hay un dia en el que esa circunstancialidad desaparece y hay que asumir que va a estar ahí siempre. Puede ser una enfermedad, un vacío, unas agujetas fruto del desgaste o la certificación de la imposibilidad de los sueños.

En ese instante la enfermedad deja de ser circunstancial y le ponen el apellido de crónica.

Algunos, la mayoría, ni siquiera tenemos el rédito que poseen los artistas olvidados que una vez fueron grandes.

18 de mayo de 2024

Los Jueves.

 Descarte del libro "Dame CuerdaDame Cuerda"

Tenían costumbre de follar, los jueves.

Con el paso del tiempo ni siquiera sabían por qué, pero era los jueves. Daba exactamente lo mismo que lloviera o que fuera uno de esos días de invierno en el que el primer soplo de aire enmohece la nariz. A veces tenían que dejar las ventanas abiertas porque el calor golpeaba, más fuerte que un fugitivo en la puerta de la iglesia, los cristales. No había excusas ni motivos especiales, solamente el día de la semana.

No hablaban de nada en especial. No existían los hijos, enfermedades, los miedos ni las decepciones de los trabajos. No pasaba el tiempo por sus cuerpos ni había un ápice de vida anterior o de futuro. Ese instante, fugaz como son las pasiones, era el sobrecillo de azúcar que, grano a grano, les iba endulzando. A veces, y cuando sucedía siempre lo negaban, él se quedaba casi dormido sobre sus piernas mientras ella jugaba con su pelo sin decir nada. En ocasiones ese sopor que se hace fuerte entre las sábanas, aún con la forma de su mano arrugándolas, les poseía sin darse cuenta que pasaban los minutos pero nunca las horas.

Eran capaces de verse a si mismos tal y como se desvistieron, probablemente en jueves, muchos años atrás. Se habían hecho más viejos, murieron personas a su lado, creyeron haber encontrado a alguien en algún momento, leyeron libros de los que no hablaron, discutieron con el mundo, estuvieron tristes y bailaron en la fiesta de algún pueblo con pajar. Sin embargo cuando llegaba el jueves volvían a ser los mismos de la primera vez. Aunque, si hicieran el esfuerzo de pensarlo, sabían que no era igual, lo era. Ella seguía soltando un suspiro fuerte y entrecortado mientras le tiemblan los labios y al entreabrir los ojos parece que siente vergüenza. El sigue extendiendo la mano por su espalda como queriendo alcanzar el infinito y le gusta quedarse mirándola como si se fuera a dormir en diagonal sobre la cama.

Por alguna razón, los jueves, el tiempo y el espacio se habían quedado parados. Siempre. Todos y cada uno de los jueves. Sin obligación ni contrato, solamente costumbre.

Aquel día, probablemente, era martes. Alguien hizo café y alguien habló de los hijos. Uno se quejó de la espalda y otro comentó que estaba preocupado por quedarse sin trabajo. Los padres estaban enfermos y el coche parecía no querer arrancar. -¿Tú sabes donde hay un taller barato de confianza?- le preguntó. Un instante después explicaba cómo aquel tipo parecía un buen tipo pero no era tan buen tipo después de pasar por su cama. O era eso o que aquella mujer no supo cómo entenderle cuando debían de entenderse. Se hizo una pausa y la cama se había ido a vivir a otro continente, como una toma de esas en las que todo se aleja. Un plano secuencia de unos segundos en el que pasan años y en el que, delante de ese mismo café, envejecen y se alejan porque se vuelven humanos y eso es lo mismo que imperfectos.

“Real, pero no perfecta”-pone si la buscas en whatsapp. Sigue jurando que los jueves no eran pausas perfectas en el tiempo y en el espacio. “El amor es cuando lo excepcional se convierte en costumbre”- le gusta decir a él cuando se empeña en conocer a alguien que tiene prohibido aparecer los jueves. “¿Por qué no los jueves?”- le preguntan sin que responda nada. Por supuesto que nadie aparece ningún día de la semana con esos condicionantes.

Asi que aunque llueva o haga un calor infernal, aunque la mañana se haga corta o el miércoles den una película a la tarde, se acuerdan.

Los jueves.

Cogieron la costumbre de recordarse, los jueves.


17 de mayo de 2024

La historia de Angel y el wokismo.

 Si no sabes hacia donde vas, cualquier camino es válido.

Aquel compañero de clase se llamaba Angel. Angel era un tipo rechoncho y jamás resultó especialmente brillante, pero eso no quita que no fuera alguien que se esforzaba y que intentaba hacer las cosas de la mejor manera posible. Cuando empezamos la universidad nos cruzábamos con él por los largos pasillos de la escuela de ingenieros y llevaba, como se debe, sus apuntes organizados en una carpeta y los subrayaba con diligencia mientras estábamos en clase. Tampoco es que fuera alguien de nuestro grupo pero sí una de esas personas que no te resultaban ajenas en la universidad. una de las grandes diferencias que tenía aquella universidad de lo que ahora parece que es, es que casi cualquiera podía cursar primer curso pero en primero teníamos 10 clases y en segundo 3. Eso nos da una explicación de la criba meritocrática a la que nos veíamos sometidos. Con superar una de las seis asignaturas valía pero eso no era sencillo. Obviamente no era necesario tener una gran ansia de ser ingeniero y desearlo fervientemente, incluso siendo cojo, mujer, negro o tuerto. Había que demostrar a lo largo de un año que uno era capaz. Eso, sumado a la desidia intrinseca que tienen los 19 años, hacía de aquello un reto que no éramos capaces de entender. Supongo que los principales retos de la vida son esos en los que nos sumergimos sin saberlo exactamente.

El caso es que Angel no superó ese reto. Tampoco eso es ningún problema porque ni Jorge, ni Borja, que eran de nuestro grupo, lo pasaron. Y Jon, que siempre ha sido un tipo listo e incluso yo mismo, que no lo soy, pasamos muy justitos. El problema es que cuando la madre de Angel, que siempre habia estado pendiente de su hijo rechoncho con problemas de socialización y necesidad de autoafirmación, le preguntó qué tal, Angel aseguró que ya estaba en segundo. Eso lo sé porque mi madre iba a la misma carnicería que su madre y un día se encontraron. Cuando estábamos en casa me comentó que se había encontrado con la madre de uno de mis compañeros y que estaba muy contenta porque compartíamos clase. Cuando mi madre le comentó lo mucho que me estaba costando sacar la carrera ella, ufana y orgullosa, le debió de poner cara de pena condescendiente y desear que me fuera tan bien como su vástago. En el momento en que, en casa, me indicó quien era solo se me ocurrió decir que había sido expulsado hace dos años. Así que mi madre, que es buena persona pero vengativa, se lo dejó caer la siguiente vez que se encontraron y fue esa la forma en la que la madre de Angel descubrió, tres años después, que su hijo le había engañado.

Primero contó que había superado primero y después, para no desilusionar, iba explicando lo grácilmente que aprobaba, incluso con nota, las asignaturas de los cursos superiores. Cuando uno empieza a mentir y no está en disposición de admitir sus historias, empieza a fantasear con ello hasta que se hace una bola descomunal porque va a reventar igual y las salpicaduras se parecen a las empapaduras e incluso a los ahogamientos.

Desconozco que fue de Angel a partir de ese instante. Estoy convencido que él deseaba aprobar tanto que adelantó el éxito que no tuvo antes de suceder y, más tarde, no quería decepcionar a su familia. Más que mentiroso o malintencionado resultó ser una disonancia peligrosa entre la verdad y el deseo.


Todo esto es una historia que me viene a la cabeza cada vez que aparece una noticia, como un saltito más, en aspectos de la cultura Woke. Cuando toda una generación se enfrenta al reto que por cuestiones de edad le toca aparecen por las oficinas y los pasillos de los organismos oficiales con sus carpetas y sus apuntes, presurosos e ilusionados. Empiezan, y no lo saben claramente, uno de esos retos que te marca la vida y desean, ansiosamente, hacer las cosas como creen que deben hacerlo. Entonces se sientan en sus despachos, esos por los que han opositado desde la habitación de casa de sus padres, y quieren hacer algo diferente. Así que, básicamente porque sus momentos de ocio han estado monopolizados por la televisión, piensan que este es un mundo lleno de conspiraciones y de machismos, de traiciones a las minorías y de desagravios históricos que todavía existen porque han vuelto a poner Bailando con Lobos en una reposición. Inicialmente empezaron a contarnos que hay que cuidar a las mujeres y la verdad es que no hay nada que rechistar a eso. También nos dicen que hay que respetar a los negros y los transexuales. La verdad es que yo nunca he insultado jamás a un negro ni a un chino ni a un gordo. Nunca, de verdad, me ha preocupado con quien se quiere acostar alguien excepto si se quiere acostar conmigo, así que les dije que me parece bien siempre que se respeten mis orificios. Pero como eso no fue suficiente y los problemas normales de la vida, casi como las matrices de números imaginarios o las integrales eulerianas, no se solucionan fácilmente, empezaron a buscar conflictos nuevos contra los que luchar. Entonces me intentaron convencer que el problema estaba en mi, que aunque no lo sé, soy un machista y un racista. Llegué a dudar de propia bondad pero luego me di cuenta que esa bola que estaban creando, crecía. Me di cuenta porque empezaron a gritar en contra de los dibujos animados de mi infancia. Dijeron que los Aristogatos eran racistas, que Campanilla mantiene viva la sexualización de la mujer, que los Huesitos discriminan, que yo debo de pagar por los delitos que cometieron los exploradores españoles. Casi como las excusas e invenciones de Angel para proteger su incapacidad, aquellas buenas intenciones se convirtieron en locura. Que si Friends era una serie que apartaba las minorías sexuales y que cualquiera que no fuera ellos mismos representaba el mal. Que Grease hay que prohibirlo y que el precio de los Kebab han de estar regulados por ley. La deriva Woke ha crecido hasta un punto en el que, como el cuento del pastor y el lobo o como las excusas de Angel, resulta ser una locura increíble con un punto de ser medianamente despreciable. Sobre todo cuando la realidad se impone continuamente como suspensos por mucho que se retuerza maniqueamente en las tertulias del régimen. No hay una gran diferencia entre acusar a todo del machismo lawfare o de una conspiracion comunista judeomasónica. Acuérdense que Franco era un antijudio convencido. Es igualmente absurdo esa broma del pobre de derechas como la del queer propalestino.

Si algo tiene una generación que ha aprendido que traer comida, trabajar, hacer la cama o bajar la basura es algo que sucede de forma mágica y sin su intervención, es que eso ya no es algo por lo que haya que preocuparse. Todos tienen derecho a sentarse a comer pero ninguno sabe cocinar. Si no aprueban la solución es localizar un nuevo culpable y rebuscan a quien no han estigmatizado aún. Probablemente terminarán haciendo una dramática huelga de hambre delante de un campo de naranjos quejándose porque nadie recoge la fruta y jurando que eso es culpa del capitalismo cuando solamente tienen que organizarse para cogerla con sus atrofiadas manos. Se darán besos delante de supuestos odiadores del amor pero jamás dentro de una mezquita, no sea que de verdad les revienten a hostias. Reivindicadores si, pero no gilipollas.

A Angel, si me lo cruzo por la calle y me cuenta que es registrador de la propiedad, no le voy a creer. Eso no quiere decir que no sea verdad pero ya me han saturados sus películas. Me pasa lo mismo con las soflamas woke. Por ambos tuve simpatía pero no les puedo dar más cancha. Han ido acumulando capas en la cebolla de su discurso sin saber hacia donde iban y por eso mismo cualquier camino les ha parecido válido.

Al único sitio al que se llega por cualquier camino es a Roma, pero a la decadente. 




6 de mayo de 2024

Los deseados trucos de magia.

Estábamos invitados en una fiesta privada. Lo más divertido de aquello es que sacaban los chupitos en unos vasos de barquillo y después de beberlos te los comías. Es ecológico y, además, te deja la sensación de que la bebida va con una tapa. San Sebastián en septiembre son las afueras cool de cualquier urbe cosmopolita con mar, aunque sea un pueblo con ínfulas. El clima te permite llevar chaqueta sin sudar y solamente dejar la vista caer sobre la bahía proporciona suficiente calma.

Si algo tienen las fiestas privadas de los festivales es que haber llegado hasta ahí, sin ser nada importante, proporciona la sensación errónea de exclusividad que tan bien alimenta el ego. Cuando salieron los aperitivos, un famoso cantante embutido en unos pantalones de cuero brillante que en cualquier otra situación serían látex, me proporcionó un codazo para robarme la última croqueta de una bandeja. Tampoco le guardo rencor aunque fueran de boletus.

En aquellos años, con la resaca que generaron en los medios la obra de arte que supuso Terminator2 por su utilización de los ordenadores, los efectos digitales eran la nueva ventana que se abría para sorpresa de los espectadores. Aparecían en anuncios y en el telediario, jugando con las transiciones y con giros de cámara imposibles hasta entonces. El señor Tsang, que en realidad era de Tres Cantos, me estuvo contando la manera adecuada de jugar con la realidad. -Podemos hacer lo que queramos- contaba -Podemos dibujar una silla y hacer que vuele, movernos por las patas y dar la sensación de estar cómodamente sentados en ella, antes de girar la toma y sorprendernos con que es un dragón, y montarlo por encima de Nueva York echando fuego al Empire State.- Entonces dió con la clave -Lo que es un error es que sea demasiado real porque si hacemos algo real nos quedaremos sin trabajo y grabarán una silla. Así que el truco es que siempre sea algo mágico o imposible. Cuando un artista es tan bueno que hace un cuadro hiperrealista, le cambian por la foto, que la puede hacer el sobrino del productor- . Obviamente uno puede ser un gran artista pero tiene que comer. A veces es mucho más fácil y rentable ser el único que hace algo que esforzarse por ser el mejor en algo que hacen muchos.

Mirándolo con perspectiva aquella fue una afirmación válida y bien formada pero incorrecta. El señor Tsang estaba trabajando con Chillida en una escultura virtual. Es decir, algo que no existiera pero que se pudiera observar y valorar desde cualquier perspectiva. Me había presentado, unas horas antes, a ese hombre de pelo blanco, apariencia de estar deshubicado, alto y vestido como un tipo de Hondarribia que ha salido a por el pan y ha terminado de txikitos. Me contaba lo apasionante que le parecía crear algo que pudiera parecer real sin existir. Supongo que aquello nunca fructificó porque el artista tuvo la mala suerte de morirse. Sin embargo todo ello ha derivado en un mundo demasiado poblado de realidades inexistentes. Las imágenes 3d de los coches, los teléfonos e incluso de las sillas existen mucho antes de lo que hacen sus parientes de verdad. Los asistentes virtuales, los bots, las inteligencias artificiales que se entremezclan en nuestra cabeza con las cosas y seres reales, hacen muy fina la línea entre lo que existe, lo que creemos que existe y lo que desaparece cuando se va la luz.

El éxito no estaba en hacer algo mágico sino usar la magia como ha sido siempre: para engañar ilusionando al espectador con algo que quiere creer que existe.

Un rato después Javier, relaciones públicas, me preguntó si quería acompañarle. Salimos de la fiesta y montamos en su deportivo blanco. Conducir por la carretera de va de Ondarreta al centro, a determinadas horas, es sencillamente delicioso. -¿Donde vamos?- le dije. -Tenemos que hacer un par de recados-. Paró en un portal del centro. Después recogimos a dos chicas sencillamente espectaculares que se terminaban de maquillar en los asientos de atrás. Al volver a la fiesta y entrando sin hacer cola, que es como lo hacemos las estrellas, yo volví por otro de esos chupitos. Un momento después, sin las chicas, salimos a la terraza a fumar. -¿Quienes eran?- pregunté porque si sale alguien a buscar a alguien es porque son Vip. -Putas-. Javier me explicó, con aplastante lógica, que su trabajo es hacer que los clientes estén contentos, que nunca ha ido de putas, pero sabe donde están las mejores. Y que la coca que habíamos ido a recoger era la mejor de la costa cantábrica, aunque aborrece las drogas. -Es mi trabajo- y tenía razón. Su labor era convertir en real los deseos de sus clientes y hacer magia. Si su cliente quiere engañarse con su éxito sexual o una sensación de ebullición física, se lo da. También - pensé- es un tipo de mago.

El principal truco de magia sucede cuando el espectador desea ser engañado y, como yonkis de lo que queremos creer, pasamos el tiempo esperando que venga el artista o el relaciones públicas para jurarnos que lo que está pasando, es verdad.


Los arquetipos no existen

Los judíos, que son muy malos y comen niños palestinos para desayunar, han de ser represaliados por la bondad humana que es incapaz de entender tanta violencia y muerte. Hay que cuidar a los palestinos.

Los nazis, que eran muy malos y contaminaban el planeta con las cenizas de los judíos, han de ser exterminados de la historia y borrados porque toda la maldad reside sobre aquellos. Hay que cuidar a los judíos.

Obviamente hay que ser solidario con todas aquellas personas que desean amar a quien quieran y ser drástico a la par de defensor de las libertades para con aquellos que, como neandertales, no son capaces de entender la diversidad de nuestro mundo. Así que hay que enfrentarse a países, basicamente árabes, que apedrean homosexuales. Irán y Yemen, por ejemplo. Curiosamente los mismos paises en los que, de una manera fortuita y casi al estilo ruso, aparecen sospechosamente muertas las mujeres que piden tener los mismos derechos que los hombres. Una de las cosas que tienen los rusos es que son mucho más igualitarios porque cada vez que hay un opositor, se cae por un balcón como un turista británico. Hay que cuidar a los homosexuales, a las mujeres y a los opositores.

Qué buena es la discrepancia. Tener disponible para el ser inteligente que yo soy alguna cantidad de opiniones disruptoras. Sentir el contrapeso intelectual al orden establecido. Claro que lo que no puedo tolerar son las opiniones retrógradas porque esas son el lastre involucionista que, casualmente, nunca soy yo. Hay preservar el pensamiento correcto y protegernos de los malísimos poderosos.

Porque los poderosos, que son un grupo de grises hombres blancos heterosexuales ricos a costa del trabajos de pobres como yo, son los terribles enemigos del bien común. Si no existieran seríamos todos ricos, pero no malvados. Nosotros, que sabemos compartir y que jamás criticaremos al vecino que nos quita la wifi porque el acceso a la información es un derecho. Cuidemos a los pobres generosos, sobre todo cuando la bondad nos sale a devolver.

Hablemos mal de los curas, porque violan a los niños, pero un jesuita que da cobijo en épocas de lluvias a los menos favorecidos de las selvas de Venezuela es bueno. Hablemos bien de los inmigrantes porque vienen a buscarse la vida, pero cuando se te acercan en una terraza buscas el móvil encima de la mesa por si desaparece y le has dicho a tu hija que tenga cuidado si encuentra un grupo borracho a las tres de la mañana. La gente tiene derecho a divertirse, excepto si estas en casa intentando estudiar y el ruido no te lo permite. Las procesiones son anacrónicas pero los macro conciertos te parecen pocos. Hay que conseguir que las personas de bien tengan tiempo libre sin explotarles pero te jode que el repartidor llegue tarde un domingo de lluvia por la tarde.


A lo que voy es que el primer paso es admitir que todos somos el hijo de puta que criticamos y que cada vez más queremos vivir en mundos imposibles por los que vamos saltando como bienhechores. Que una vaga de baja laboral falsa lesbiana se manifiesta, llegando en su coche de combustión y haciendo fotos con su teléfono cargado de coltán, por la defensa de los buenos pero que son, también, aquellos que matan judíos, mujeres y homosexuales. Se va a casa satisfecha con su moral a comer tofu y a luchar contra el franquismo jurando que Artapalo era un defensor de la paz obligado a matar por la represión. Da lo mismo que ese discurso no se sostenga de la misma forma que algunos quieren creer que todos los gays se meten popper y tienen el culo como el túnel de Guadarrama.

Los arquetipos no existen.


Cada día mantengo más la teoría de que los que luchan contra determinadas injusticias desean, en su interior, ser ellos los malvados porque envidian a sus enemigos. No hace falta hacer el experimento de Stanford para descubrir que cuanto más militante es alguien contra "las injusticias", se convierte en un hijo de puta injusto en el momento que toca poder.

Y siempre es culpa del arquetipo que has comprado. El que no existe.

Por supuesto que cuando alguien te pone la obviedad contraria delante de los ojos, jurarás que es un bulo.

1 de mayo de 2024

Los mentirosos invisibles.

Hay cosas de las que, por alguna razón extraña, no se habla.

No se habla de los miedos, de las infecciones gastrointestinales, del 83% de los fracasos, de la muerte y del suicidio. Más de una vez nos negamos a hablar del miedo a la oscuridad para que no nos apaguen la luz. Quizá, de una forma anclada en el cerebro de la supervivencia, nos protegemos de aquello que nos parece que hace ser más débiles en un mundo de depredadores.

Cuando aparece esa noticia de un jubilado al que encuentran en casa, sentado y muerto, delante de la televisión encendida y apestando a putrefacción, una parte de mi piensa que se sintió mal pero, por orgullo o mala educación, decidió no pedir ayuda pensando que se iba a pasar. Que la sombra con guadaña detrás del sofá solamente era un dolor contractural que se soluciona con tiempo. También es cierto que, después, considero que la vida es un elemento sobrevalorado y que vivir sumergido en dolor, soledad, silencio y serotonina en nivel neutro es lo mismo que estar muerto como un coche abandonado en el garaje. Arranque o no, con los papeles en regla o la itv pasada. Hay una yamaha roja que lleva aparcada en el mismo sitio desde hace más de un año y que veo cada dia. Solamente los detalles y los discos de freno oxidados gritan abandono.

Protegernos es algo natural. Hay quien parece que disfruta siendo el lastre del que tirar y quien vive sin jamás pedir un ápice de ayuda o compasión. Son diferentes estrategias aprendidas en la infancia. A algunos les dejaron abandonados en el bosque para que aprendieran a volver solos a casa y otros no son capaces, a sus treinta, de cruzar la calle sin ir de la mano de un adulto. Ni uno ni otro es capaz de decirlo. Probablemente, igual que algún tipo de loco, ambos creen que esa es la verdad y son perfectamente capaces de considerar que su locura es lo real. No hay peor enfermedad que aquella mental no reconocida en la alguien es capaz de retorcer las cosas hasta que encajan en sus paranoias. Pasamos demasiado tiempo explicando la obviedad de lo que creemos verídico a quienes se empeñan en vivir en sus fantasías aprendidas.

Sin embargo hay momentos en los que, quizá solo de manera interna y como una luz que deslumbra a través de la ventana del mundo exterior, podemos llegar a poner en duda el constructo en el que nos hemos acostumbrado a vivir. Dejarnos caer en el pelotón ciclista de la vida y convertirnos en un punto más de la serpiente multicolor que hace abanicos hasta la próxima meta volante. En ese instante somos conscientes. De nuestros miedos, dolores, errores e incluso de las formas en las que jugamos a esconderlos para representarnos como la persona que creemos ser y no como la que somos. Nunca sé si dejamos de vernos porque se topó con mi yo real o con el espejismo de quien yo había creado para mi, como la ropa del emperador. Desconfío de quienes hablan continuamente de lo bien que les va todo y lo felices que son en su mundo de piruletas casi lo mismo que me saturan los victimistas orgánicos que unicamente hablan de sus malísimos males pero no se mueren nunca. Probablemente ambos mienten mientras se les llena la boca de lo que hicieron o lo que van a hacer sin demostrar ni admitir lo que hacen en ese mismo instante, que es decorar el pasado y fantasear con el futuro. Es, sin lugar a dudas, una forma de escapar del presente tangible.

Seguramente no se habla de determinadas cosas porque te humanizan en este mundo en el que parece que todos debemos ser algún tipo de superhéroe que no teme a nada, no fracasa, no se rinde y jamás enferma. Es un mundo en el que jugamos a ser Clark Kent pero confesar en bajito que también somos Superman.

Y no eres ninguna de las dos cosas, solamente eres tú. En el 99% de los casos eres invisible y en el 80% no sabes ni siquiera quien eres en realidad porque te crees tus propias excusas. Cuando un dia te despiertas dolorido y viejo, casi sin conocer ninguna canción en la radio, con deudas a las que parece que no vas a llegar y la certeza que no lograrás alcanzar ese sueño que tuviste en la adolescencia para tu futuro, ese dia puedes seguir mintiendo hasta la invisibilidad o aceptar que los vecinos pondrán cara de pena diez minutos pero luego se preguntarán si quien ocupe tu lugar va a pagar la comunidad.



6 de abril de 2024

El perdón moderno

En cierta ocasión escribí, de manera pública: "yo no pedí perdón jamás por ser euskaldun y no creo que deba de pedir perdón ahora por ser hombre". Como es de esperar, no hice amigos, mucho menos "lagunak" y ninguna amiga.Probablemente es porque la visceralidad lo puede todo, resultando mucho más sencillo pensar que todos los euskaldunes matábamos a gente por pensar de forma incorrecta y que todos los hombres son, en esencia y como asegura cierta ex secretaria de estado, violadores.

Hoy contaba en la radio un buen actor de 58 años que se sentía en la obligación de disculparse, como hombre, por todo lo que han hecho históricamente a las mujeres. Aunque fuera la cadena Ser yo sigo pensando que uno ha de disculparse de lo que sea directamente responsable pero no está bien que yo tenga que sufrir un castigo porque mi bisabuelo hubiera sido muy malo con mi bisabuela. Hay  quien considera que la disculpa implica resarcimiento y, casualmente, al final de la cuota o de la prevenda suele estar el/la victima. A veces ni siquiera la víctima sino sus herederos. En EEUU se plantearon pagos a las personas de color porque fueron esclavos hace cien de años. Claro está que si te dicen que por indignarte te dan un dinerito vas a convertirte en la persona más racializada del país. Es exactamente lo mismo que jurar que eres mujer porque de esa forma es más facil ascender en tu profesión de bombero/a.

No es extraño llegar a la conclusión que si una empresa ha de contratar a un equipo que diseñe puentes debería de buscar el mejor puente posible. Pero en ese equipo, por lo políticamente correcto, habrá de haber alguna mujer, algún negro, tres árabes, dos gays, uno que hable euskera, otro minusválido y ya, si eso, una arquitecto y un ingeniero. Llámame loco pero con quien te acuestas, el Dios al que reces, tu cojera o si tu tatarabuelo vino en barco, me la debería de pelar. Y no es así porque los defensores de la moral no pagan las obras ni, como demasiados políticos, han pensado veinte segundos que es mejor hacer las cosas bien que hacerlas inclusivas. El puente quiero cruzarlo, no me lo voy a tirar. A ver si voy a tener que pedir perdon por haber estado demasiados años en la escuela de ingenieros mientras tú tocabas la guitarra en una comuna hippy transexual.

Ojo, que si haces un trabajo perfecto, para mi como si te metes fentanilo por el culo los martes disfrazado de gato.

Pero lo que no se puede exigir y mucho menos considerar como adecuado es que si hoy me levanté con muchas ganas de ser futbolista le quiten el puesto a uno que lleva años entrenando, me lo den a mi que soy tuerto, y además me pidan perdón porque su vecino no me pasaba el balón en el recreo por esa histórica discriminación que hemos tenido los tuertos de la malvada gente con dos ojos hábiles.

Existe un discurso, miserable, mediocre e indigno, en el que demasiadas personas han de pedir perdón. Unos por esforzarse, otros por ser mejores, algunos por ser más listos o más cultos e incluso, lo que es profundamente malévolo, haber nacido. Exigirme pedir perdón por ser hombre, heterosexual y blanco es señalarme. No se diferencia mucho de señalarme por ser mujer, negro o marica. Solamente cambian los señalamientos pero el resultado es idéntico. Alguien descubrió que ser víctima en países desarrollados es mucho más rentable que el esfuerzo, sobre todo con estructuras públicas con dinero de otros que se empeñan en quedar bien más que en hacer mejor las cosas.

-Te llamas Toby

-Me llamo Kunta Kinte.

Pedir perdón por algo de lo que no eres culpable es ser un cobarde y un miserable.

No voy a pedir perdón por mi raza, mi sexo, el idioma en el que me comunico, los libros que haya leído o si una vez me tomé una cerveza con alguien malvado. Solo seré culpable y responsable de mis delitos. Hay un riesgo de convertirnos, no dentro de mucho tiempo, en las nuevas señoras Parks de la lógica social en la que, como decía Luther King, todos seamos iguales y se nos juzgue por lo que somos capaces y no por nuestros componentes accesorios.

Cuando a José Ramón le atracaron a punta de navaja un grupo de sudamericanos cerca de la plaza Callao, le dijeron que lo hacían porque Hernan Cortés se acostó con una indígena. Asi que le exigieron arrodillarse y pedir perdón. No lo hizo y le acuchillaron. Es una metáfora que sucede cada día. Haber pedido perdón, José Ramón, te hubiesen robado igual pero estarías vivo.