Mal dia para buscar

30 de mayo de 2017

El odio a lo antiguo

Hay un mismo esquema mental que responde a parte de la furibunda oposición hacia todo lo que tenemos. Es algo similar a una adolescente enfadada porque la vida no es como le habían prometido que se merecía y, entonces, desprecia a sus padres. 

El esquema es fácil: como no me gusta lo que tengo o lo que soy y no soy capaz de asumir mi parte de responsabilidad o que hay cosas buenas entre lo que me ha llevado a donde estoy, todo lo de atrás es una mierda y todo lo nuevo, aunque desconocido , es maravilloso.

Es la respuesta en la que se basan algunas de las ideas no contrastadas y locas que suenan a contemporáneas.

Hay quien dice que los taxistas son unos malvados especuladores que se aprovechan de sus usuarios en sus sucios taxis porque creen que todos los de Uber huelen bien y van en Teslas para hacer el bien al mundo y cobrar menos.
Hay quien, convencido como un gruppie, cree que si no tiene trabajo es porque España le roba y que si Cataluña es independiente vendrá Puigdemont a hacerle una tortilla de patata catalana todas las mañanas.
Hay quien asegura que las multinacionales le sacan las monedas de la cartera por las noches y que los carniceros insultan a las vacas antes de matarlas para que sufran más. Pero que Google y Amazon han venido para salvarle (pagando impuestos en Irlanda y Luxemburgo).
Hay quien cree que en la guerra civil sólo mataban unos, que el presidente de la república no dijo que "todos los conventos de Madrid no merecen la vida de un republicano", mientras quemaban iglesias con curas dentro sin ser todos pederastas.
Hay quien está seguro que arrasar con todo lo que nos ha llevado hasta aquí es la manera correcta de conseguir el Nirvana aunque Kurt Cobain se pegara un tiro.
Hay quien cree que un presidente de gobierno tiene que ser alguien que no ha sido ni presidente de su comunidad de vecinos, que es como poner de portero en la final de la copa de Europa al tipo de la tercera fila del fondo sur porque jura que parará todo.
Hay un ejemplo en el que una pareja discutiendo siempre termina con el hombre castigado.
Hay quien considera fehacientemente que creer en algo parecido a un Dios es ser peor persona.
Hay personas que gritan por la calle la necesidad de una revolución, pero que la hagan sin rayar su Opel Corsa aparcado en una plaza de minusválidos que juran que no deberia de estar ahí
Hay quien cree en la libertad democrática de todos los que piensan como él.

Soy capaz de entender la esperanza en lo nuevo pero no el odio a lo antiguo.

¿Hicimos cosas mal?. Si. Pero no todas.
¿Haremos cosas buenas en el futuro?. Si. Pero no todas.

Ser ecuánime (imparcialidad de juicio) es muy poco moderno.

29 de mayo de 2017

Copilotos

Somos de mundos distintos, tú con tanta gente, yo siempre me despisto. No tenemos prisa, no tenemos pausa, no pensemos que no sabemos qué nos pasa. Hicimos viajes tan dispares. Tú estabas en Marte y a mi Saturno me distrae. No tenemos norte y en el sur hay una calle que cruzamos como locos para ver quien llega antes. Con el ánimo elegante. Con las ganas de estandarte. Que la vida es un instante.
 Todo lo que tienes , lo que es, lo que sabes, lo que ves y me sigue la corriente. Besos que no pierden interés, que te llevan de una vez al camino que te pierde. Somos de mundos tan raros. Tú vas sobre la marcha y yo calculo demasiado. No tenemos nada y aún así lo damos todo. No pensemos, no cambiemos. Seamos copilotos. Seamos copilotos. Cagándola, como todos.
 No pensemos, no cambiemos. Seamos copilotos.. Somos de mundos distintos. Hicimos viajes tan dispares. Siempre seremos los mismos. No hay ni Dios que nos cambie.

23 de mayo de 2017

Nameless but a lover

Fragile goes the lakeside / And fragile goes the moon / Endless on the riverbed / Where we left it all too soon / And I walked you many places / And thought about you in between / You were shaken in the aftermath / In a sleepless kind of sheen / Finally easing off the secrets / And moving with the days / You staggered all your visits / And there was a new warmth in your face / And you said: “Something too familiar / Can sometimes be the bane… / You are nameless, but a lover / And you are completely my terrain.
Algunas canciones son casi perfectas. Son para oir de noche por la autopista, para dejar que lo llenen todo, para que pongan en alerta los sentidos o para recibir un mensaje preguntando cual era, antes de desvanecerse, como un espejismo acústico o eléctrico.
Fragile va a la orilla del lago / Y frágil va la luna / Sin fin en el lecho del río / Donde lo dejamos muy pronto / Y te paseé por muchos lugares / Y pensé en ti en medio / Fuiste sacudida en las secuelas / En un tipo de desvelo de brillo / Por último, aliviar los secretos / Y moviéndose con los días / Cambiaste todas tus visitas / Y había una nueva calidez en tu cara / Dijiste: "Algo demasiado familiar / A veces puede ser la perdición ... No tienes nobre, pero eres un amante / Y eres completamente mi terreno.

22 de mayo de 2017

El efecto Marc Parrot (no existe)

Puedo explicarlo casi todo con dos cosas: sexo y música. Es un don. Hoy toca música.

Marc Parrot es un músico interesante. Podría ser hasta brillante. En el 2014 escribí: "Marc Parrot, cansado de ser silvestre, se inventó al chaval de la peca para hacer caja. Captó un anuncio, hizo un vídeo, se puso gafas grandes y lo reventó todo."
En ese momento creía que el consumo de productos de baja calidad, y me resulta indiferente que sea leche de vaca, música, informática, gasas o pechuga de pollo, era debido a la vagancia y que cuando existe una necesidad se coge lo primero que aparece al extender la mano. El Amazon de las necesidades, el just Eat de la gastronomía, los apellidos vascos de la cinematografía. (son tres oximorones bien gordos)

Dada esa obviedad Marc, cansado de ser un músico poco reconocido, se inventó al chaval de la peca, hizo unas versiones de abanibi aboebé (canción ganadora de eurovisión en 1978) y se puso a vender discos como un campeón. Casi como Emilio Aragón con lo de Cuidado con Paloma que me han dicho que es de Goma. Los dos, y mal está que lo diga yo, demostraron que se puede ser músico de los de verdad y llegar al número uno dejando atrás unos cuantos prejuicios. En realidad es como saber que algo se puede hacer mejor pero como hay que comer se hace de una forma que pueda ser entendible hasta para usted.
En este primer caso tenemos a alguien que puede hacerlo mejor pero convierte su mensaje en asequible para las masas porque presupone que las masas son un poco más torpes o menos exigentes. Ese es el efecto Marc Parrot.

Sin embargo aquella teoría mantenía latente el hecho de que en el momento que alguien, supuestamente inteligente, necesitara de verdad una buena canción, unos acordes que fueran capaces de revolverle el alma, entonces sería capaz de encontrar la calidad y la verdad, lo bueno. Lo indiscutiblemente bueno. Hay cosas que lo son y no tienen discusión, no es una cuestión de gustos. Prince haciendo funky con Maceo cerca es bueno. Miles Davis es bueno. El Love Over Gold del 82. El Dadnos Prejuicios de Egon Soda es un discazo y Escápula una barbaridad. Puede gustar más o menos pero, joder, es bueno. Y no es bueno Enrique Iglesias, ni Juan Magan, ni Pablo Alboran, ni los primeros discos de Los Piratas o las actuaciones brutales de los Toreros Muertos que no eran buenas pero sí muy divertidas. A mi me gusta pero reconozco que de calidad no hay mucho. Lo reconozco y sin embargo discuto cuando alguien me dice que Despacito es bueno porque vende. Yo respondo que es una mierda pinchada en un palo y pongo, no sé, "Shoul I Stay or Should I go" para ir sobre seguro pero no, ya no hay posibilidad de que nada entre en algunas cabezotas. Ya no hay posiblidad, no hay arreglo, no hay perdón ni redención. Empieza a desvanecerse la posiblidad de poder llegar a un lugar superior, a un producto mejor, a un sublime reconocimiento del esfuerzo y la calidad.

No voy a hacer amigos con esta afirmación pero hay políticos muy listos y muy capaces que se sientan con sus adversarios para ver si son capaces de llegar a puntos de acuerdo. Y a veces ceden porque saben que no siempre tienen razón. Eso lo venden como debilidad y les quitan de los gobiernos. Hay políticos muy gilipollas que se dedican a insultar a sus adversarios y de esa forma los fans les creerán más duros, más fuertes, más cercanos a una verdad absoluta. En el debate del Psoe no importaban las ideas sino esperar a que Pdro, el púgil fuera del aparato del partido, se tirara en plancha hacia Susi, la púgil del aparato, y se arrancaran los pelos. (Patxi, en su línea, no hacia ningún ruido para ver si ganaba por aburrimiento). Con los tipos inteligentes que hay en el socialismo español se ha tenido que elegir entre la nazi y el nazi para ver si se ponen de acuerdo con el nazi de la coleta contra el nazi de la barba. Tenemos un país de mierda democráticamente elegido (no somos el único). Para querer poner una gran canción se ha tenido que elegir entre Malú, Melendi o Los Gemeliers. Nadie ha pedido a Sabina (o al lichis) hacer una letra fácil de entender junto con algún arreglo de Rick Falkner, la voz de Bunbury, el hermano de Coche Malla poniendo una orquestación por detrás y el señor Raya a la guitarra. Quiero decir que no es que no tengamos de lo bueno sino que no nos importa, que ya no hay cancha para que nos demuestren que pueden ponerse a nuestro nivel sino que estamos tan metidos en la mierda que si no nos dan mierda generada por alguien que sólo es capaz de producir mierda, no lo queremos.

La calidad, la razón y la inteligencia terminará escondida en un cajón si queremos sobrevivir en un futuro no muy lejano. Habrá guetos de personas con capacidad de empatía, con ganas de aprender y que razonen sus decisiones teniendo en cuenta a los demás.

El efecto Marc Parrot, eso de que la gente con capacidad se baja a nuestro nivel para intentar hacernos ver que hay algo más allá, ya no funciona. Cela hablaba de pedos y absorción anal, pero era un puto premio nobel con más capacidad intelectual en sus cejas que un servidor redundante hecho con todos los cerebros de los participantes en un prime time de Sálvame.

Porque el nivel al que hay que descender es muy bajo.
Porque no hay ninguna intención de reconocer lo bueno
Porque las papilas gustativas del arte se quemaron viendo tele5.

Alguno cree que es un alarde tecnológico el candy crush.
Alguno cree que hacer gorgoritos frente a Alejandro Magno (esto es un chiste sutil) es ser Maria Callas.

20 de mayo de 2017

«Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano» 


cita original «Mit der Dummheit kämpfen Götter selbst vergebens», de Friedrich Schiller (1759–1805).


Pd: https://es.wikipedia.org/wiki/Principio_de_Hanlon

18 de mayo de 2017

Paz, amor, comodidad, mentira, confrontación y verdad.

El cerebro humano es un elemento vago y cómodo. Brillante en algunos casos y desconcertante en la mayoría. Es capaz de generar recuerdos falsos en lo que se refiere a la conciencia global (Efecto Mandela) y de generar falsos recuerdos. Algunos comentan que vivimos en una alucinación controlada y otros están convencidos que jugamos a convertir el entorno, el pasado y la verdad en algo que nos tranquiliza y que nos hace sentir más cómodos.

La gestión de las sensaciones es una mentira que necesitamos creer. Necesitamos, si somos unos modernos incomprendidos, aceptar las conspiraciones de los otros como las barreras que nos impiden ser los grandes que teníamos que ser. Necesitamos saber con certeza mentirosa que no llegó lo que nos merecíamos porque se empeñaron, en una sala oscura y húmeda, un grupo de poderosos que disfrutan con nuestra pena. No fui yo, eran todos los malvados. Y vivir en estado de alerta, que eso es muy preocupante. Cuando yo intenté que fuéramos dos, una suma, insistió en que la hacia de menos porque no era todo lo que esperaba de la verdad. Me dijo que si acaso yo era un machista que la cosificaba para hacerla parte de mi sueño y yo me quedé callado porque en ese momento mi sueño se componía de los dos y no, nunca he sido nada perfecto sino todo lo contrario. Si nos elegimos también tenemos que renunciar, pero eso no es malo. Ella se fue convencida de mi culpabilidad y la historia siempre se cuenta con una parte en la que no la tuve en cuenta, que fui un idiota (y hay un porcentaje de razón). Tenemos tantas ganas de encontrar todos los detalles y la completa consecución de nuestros ideales que nos dejamos los éxitos intermedios. Yo estaba pensando en hacer una copia de las llaves pero eso no lo dije porque soy un cobarde orgulloso y un mojón clavado al borde de la carretera por la que pasan vehículos: unas veces rápido, otras veces a la velocidad adecuada y en algunas ocasiones alguno se rompe a mi lado, normalmente porque ya venía averiado.

El realismo depresivo es una idea que establece que la verdad se encuentra más cerca de la depresión que de las artimañas con las que nos apasiona convivir y que, en realidad, nos alejan. Situarse en un mundo feliz , bondadoso y cortoplacista está bien y se ha demostrado que ser positivo alarga la vida y que incluso se liga más. No digo que no pero el optimismo también puede ser tóxico y contagiable. Hay momentos, que son la mayoría, en la que la ordinariez de la vida está ahí, fumando un cigarro con la luz a medias cuando llegamos a casa, para ponernos a prueba.

Tengo un coche. Me lleva. Me trae. Es confortable. Miro con deseo a otros vehículos en los semáforos pero éste está conmigo y no se rompe. El asiento, y eso no lo tiene ninguno, lleva impresa la forma de mi culo. No tengo que pensar donde están los controles porque mis manos van directas a los mandos sin mirar. Es algo parecido a saber reconocer las curvas con la luz apagada. Saber que en ese tema discutiremos y que lo arreglaremos después. No tener que preguntar cómo preparar el café o tener un bote de nesquik casi como si fuera una manera de agarrarse a la infancia. Abandonar el efecto Cooligde para siempre. Puede que mi cerebro me grite cosas pero ahí estoy yo para saber que lo que cuenta y la verdad son dos cosas diferentes. Es una labor de la que mi psiquiatra está muy contento. No es tan malo ni tan bueno aunque, como ese dicho que dice que cada uno se acuesta con quien merece, yo me acueste solo. Es mi vagancia mental.

La comodidad y la felicidad no está donde crees que está. Creo que llega un día y descubres que algo te complementa y te hace sentir. Hostias, y ademas es verdad.

Y que se queda sin darte cuenta, sin esos melodramas que tienen las relaciones resquebrajadas, como una sensación de casa recíproca y que aparece en el mismo espacio-tiempo de forma bidireccional.

Paz, amor, comodidad, mentira, confrontación y verdad. Y redesayunar.




Pd: en las tapas de yogurt pone: sigue buscando , hay miles de premios.
Extra "sinsentido": Locus de Control

17 de mayo de 2017

Analfanauta- Antilopez.

Tengo ganas de arreglar el mundo. Empezaré dando de baja mi cuenta en Tuenti. Después en Facebook. Renaceré en el momento exacto en que suprima de Gmail todos mis contactos en el acto. Dejaré de controlar el ratón que controlaba mis dedos. Dejaré de utilizar Photoshop para arreglarme los pelos. Formatearé la flor de mis neuronas. Reiniciaré para instalar mi nueva persona. Sin silicona. Navegaré por bucles y algoritmos recuperando la mejor versión de mi mismo: sin pesimismo. Dejaré de utilizar Internet para buscarme la vida. Dejaré de preguntarme por qué no hay más llamadas perdidas. Buscaré entre tanto medio de comunicación la manera en que este arcaico corazón conecte contigo.
Detecto un fallo en el sistema. Tú y yo somos parte del dilema ¿Cómo arreglamos el mundo a 12 megas por segundo? Hay saturación de información sin conexión con los humanos Y no hay manera de ponerse de acuerdo. Nunca hay forma de entenderse bastante Y no sé cuando eres tú, no sé cuando soy yo. No recuerdo como éramos antes. Y no hay manera de ponerse de acuerdo, nunca hay forma de entenderse bastante y no sé cuando eres tú, no sé cuando soy yo, no recuerdo cómo éramos antes, cómo éramos antes tú y yo.
Quizás quiso decir salvar su mundo. Quizás quiso decir salir del coma profundo en el que me hundo. Dejaré la soledad virtual por la ciudad y el jaleo. Dejaré de utilizar mi webcam como el ojo del deseo. Buscaré entre tanto medio de comunicación la manera en que este arcaico corazón conecte contigo. Detecto un fallo en el sistema. Tú y yo somos parte del dilema ¿Cómo arreglamos el mundo a 12 megas por segundo? Hay saturación de información sin conexión con los humanos. Y no hay manera de ponerse de acuerdo. Nunca hay forma de entenderse bastante. Y no sé cuando eres tú, no sé cuando soy yo. No recuerdo como éramos antes. Y no hay manera de ponerse de acuerdo, nunca hay forma de entenderse bastante. Y no sé cuando eres tú, no sé cuando soy yo. No recuerdo como éramos antes. Y no hay manera de ponerse de acuerdo Nunca hay forma de entenderse bastante. Y no sé cuando eres tú, no sé cuando soy yo. No recuerdo como éramos antes. Como éramos antes. Como éramos antes. No recuerdo como éramos antes tú y yo.
Tengo ganas de arreglar el mundo.

11 de mayo de 2017

Bruja, burbuja y brújula.

Conozco a más de uno que cuando le pasa algo malo siempre tiene a mano una excusa grandilocuente. Le pasa por ser un trabajador precario esclavo, por ser gay, por ser mujer, negro, gordo, vasco, catalán, pepino o melón. El 74% de las veces en las que suena esa excusa es porque es gilipollas. Más de esas 26 restantes suele ser por alguno de esos motivos pero nunca suele oírse eso de "a lo mejor yo me he equivocado". ¿Por qué? Porque todos creemos de nosotros mismos que somos la hostia.

La gestión de la culpa propia no está de moda. Ni de forma individual ni grupal. Los portavoces defienden a todos y cada uno de los que tienen carnet de socio del mismo club como si un trozo de plástico fuera un eximente. Hacer piña significa que todos los piñones son santos o demonios.

Resulta ser la antiquísima división del mundo en buenos y malos. Me cansa casi tanto como change.org, brújulas de la verdad. Es curioso que brújula y bruja sean palabras similares.

A veces, sólo a veces, tengo la tentación de no pensar, inicialmente, que es un error de mi imperfección. Tenía la competición ganada pero me tropecé un metro antes de la meta porque me pisé los cordones que no me até como debía, siguiendo los sabios consejos de mi madre. Entonces ella aparece con su dedo acusador haciendo un "te lo dije". Eso es algo parecido a echarme la culpa. Creer que se fue porque no lo hice bien. No hubo éxito por la incompetencia personal. "No estar a la altura" es un miedo que me bloquea desde siempre que aprendí que no lo puedo todo, que no soy Batman.

Cuando me fijo en las obvias necedades de algunos les veo jurando con que el problema es del gobierno, de un alemán loco, del heteropatriarcado o del racismo innato de los hombres malos para con los seres justos que, casualidad, son ellos mismos. Y se van a la cama calmados y tranquilos, mucho más serenos que yo mismo cuando me regodeo en mi culpa.

Esto es como ver a un antiguo albañil con tres hipotecas y un bmw diciendo que si dejó de estudiar y se metió en todas esas deudas es culpa del gobierno y los bancos que le engañaron porque él no tiene la culpa de ninguna burbuja (ni de haberse ido a Brasil de vacaciones seis años seguidos con su pulsera all included). !Qué bien se vive creyendo en las conspiraciones!. "Yo no soy un ladrón, es que no había policía cerca". "Me echaron droja en el Cola Cao"

De todas formas lo jodido es reconocer que nos equivocamos los dos. Yo no soy culpable ni responsable de la cantidad de mierda que hay sobre mi chepa pero tampoco debo de poner cara de pesuroso apaleado por una sociedad injusta cuando huele mi espalda. Y, ojo, tampoco es mi culpa la mierda que tienes tu. ¿Por qué? Porque aunque sea blanco, occidental, carnívoro, heterosexual, hombre y conduzca un vehículo a motor de combustibles sólidos no la he puesto yo. Mucho menos de una manera consciente.

Asumo el 50% de la culpa y ya es más de lo que creo que me corresponde. Si se fue, si se desvaneció, también fue porque eligió desvanecerse de la misma forma que aparece, como un huracán en mi cabeza, algunos días nublados impares de meses divisibles por tres.

Nunca he firmado en change.org porque se hacen más buenas obras actuando que firmando. Se cometen más errores por omisión que por acción. Se es mucho más idiota quejándose de lo mal que está todo que remangándose y diciendo que saldremos juntos de ésta. Yo no te eché y me ha costado mucho no sentirme mal cuando te veo protestar, que se parece a progresar pero no es igual. Culpa, culpable y nosotros no se divide en tercios.

Bruja , burbuja y brújula no son lo mismo.
(No lo eres, no lo fue, no sé donde apunta)


Pd: no es direccional. Es un poco de literatura, como Reverte cuando se toma tres copas.

4 de mayo de 2017

Complejo de jubilado en la obra. S XXI

Hay un chiste que dice que en un barco que se hunde gritan "Las mujeres y los niños primero" y entonces alguien inicia un debate sobre lo que es una mujer y lo que no, se convierte en algo muy intenso y al final mueren todos.

Ayer me insultaron un poco por facebook. Nadie conocido, como son los insultos en las redes sociales. Me fui a su perfil. Ahí estaba el fenómeno. Voy a intentar resumir las proclamas de su perfil: 1- Por una sociedad laica. 2- Antitaurino. 3- Republicano. 4- A favor del LGTB. 5- Contra el TTIP 6- Contra los recortes 7- Mi coño, mis normas. 8- La sanidad no se vende, se defiende 9- No más violencia de género. 10- Antimonárquico 11- Contra las nucleares. 12- No a la religión en la escuela. Le falta el bulling y algo del fascismo en general pero no entraba más. No tengo nada que reprochar de las ideas de cada uno pero he de reconocer que tanta reivindicación me resultó contraproducente sobre todo cuando se define como un referente de las libertades (excepto si te gustan los toros, eres creyente, heterosexual, no tienes coño... ya se sabe, todas esas cosas). Hay una cosa preocupante: creerse algo suele implicar directamente lo contrario. Hitler creyó liberar a los polacos, mira tú (Godwin)

Empezamos a tener el "complejo del jubilado en la obra" cada vez a edades más prematuras. A ver si lo puedo definir: un jubilado se apoya en una valla de obra, mira al obrero y está esperando a ver qué hace para decirle lo mal que lo está haciendo e indicarle el camino correcto. El obrero, enfadado, le dice que si lo puede hacer mejor que coja una pala y el jubilado dice que ese no es su trabajo, pero sigue dando por el culo al obrero. Pues bien, vivimos en un país en el que las personas se sientan detrás de sus teclados a dar por el culo a los que crean, opinan o hacen cosas. Entonces cuando al que está haciendo algo se le hinchan las pelotas (hipotético porque no es un asunto de sexo sino de metáfora) y le pide al crítico que lo haga él, entonces le dice que no es su asunto, pero se queda ahí para seguir fastidiando todo lo que pueda, procurar que el trabajo salga mal y esperar a que en el barco mueran todos, él incluído.

Y luego pone en facebook alguna mierda de esas de "mira este vídeo y no te podrás imaginar lo que pasó después".

He dicho y he comprobado.

Afortunadamente hay menos jubilados en las obras pero mucha, mucha, mucha más gente que sabe de todo pero no hace nada más que criticar. (Excepto si tiene que ver con su culo, que entonces van al médico).

3 de mayo de 2017

otras tres historias de amor para leer en el water

(Como los feed back del primer libro no son muy positivos, sigo con el segundo, que podría ser "56 apellidos sentimentales". Es decir: algo pueril, anecdótico y tonto contado por un hombre con una poderosa mujer en su interior y poca capacidad literaria. Son bocetos a sumar a lo anterior)

2-IUS (y mi primera EP)

Yo venía de un colegio en el que sólo había chicos. No sé si eso es bueno o es malo pero la verdad es que no tengo constancia de ninguno de mis compañeros que se haya tirado a un carnero o que sea un sistemático maltratador de mujeres. Sin embargo hasta los catorce años las chicas eran esos seres inciertos con faldas grises de tablas que pasaban por delante de nuestro colegio cuchicheando con sus carpetas forradas de fotos del super pop con el George Michael de la época del Faith. Un misterio que de repente se sentaba entre nuestros pupitres cuando llegamos a BUP. No eran muchas, para qué nos vamos a engañar. Lo que sucedió es que en el camino a casa algunos coincidíamos. IUS tenía un alborotado pelo moreno, unas buenas calificaciones y una manera poco convencional de sonreír. No quiero decir que hiciera muecas o que tuviera espasmos al expresar felicidad pero sí que no era una de esas sonrisas cinematográficas que lo llenan todo sino una de esas que te deja, si tienes catorce años, queriendo saber lo que hay detrás, lo que esconde esa cabeza. Mi mejor amigo decía que tenía cara de mandona.
Al salir de clase teníamos por delante una campa empinada que nos subía a casa y ella vivía a dos manzanas de mí en el único edificio que tenía piscina en la azotea. Dicho así suena tan glamuroso como parecía pero la realidad es que era una bañera grande con gresite azul junto a unas cuerdas que algunos vecinos utilizaban para colgar la ropa porque ese edificio resultaba ser la modernidad de los años 70: no tenía balcones o posibilidad de colgar la ropa en alguna ventana interior. También tenía algo que se nos olvida y que ya no existe: nadie te robaba la ropa si la dejabas en la azotea. No sé durante cuánto tiempo nos miramos al ir y volver del colegio. No sé si coincidimos bajo algún paraguas en un día de lluvia porque en ese caso había que dar un rodeo a la campa que, embarrada, era una trampa mortal. Yo nunca he tenido un paraguas y si lo he tenido se rompió o lo perdí. Es una de esas cosas que abandoné por imposible antes de la mayoría de edad. Cada uno tiene sus asuntos pendientes con los accesorios habituales del humano contemporáneo.

En esos meses de inicio de curso, con el calor y la lluvia del mes de septiembre, al subir la campa, yo me acerqué a IUS y le dije, con el miedo escénico que se tiene de forma irracional a esas edades, que si, no sé, a ver, quizá, quien sabe, que si quería salir conmigo. Se lo pensó un día de forma burocrática y correcta, como quien hace esperar para dar una calificación. El día siguiente nos cogimos la mano para pasar por la puerta que se hacía en el muro que separaba lo asfaltado del campo por el que subimos. Desde arriba de la campa la luz era mucho más fuerte y es que al salir, por la tarde, el sol se ponía a nuestras espaldas. Luego se fue con KA, que era un tipo alto y delgado más listo que yo pero con peores notas. No había nombres en el colegio, sólo apellidos. Pero ella tiene nombre. Todo lo que hicimos fue cogernos la mano un día pero fue suficiente.

Después reconozco que mi ego se hinchó, que perdí el miedo, que algo de todo eso me gustaba y le cogí el gusto. Así que me fije en la chica más espectacular de mi curso. EP. Era muy alta y era prácticamente una mujer. Años después la vi tras la barra de un local de moda durante el verano y con una tarjeta de abogada especializada. Era de otra clase pero coincidíamos en los pasillos entre la música que marcaba el final de una clase y el principio de la siguiente. Su mejor amiga, curiosamente, era una chica muy bajita llamada BA, que era un encanto. BA era amabilidad y EP era como una aspiración imposible. Me hice amigo de BA, lo reconozco, para llegar a su amiga y un día, entre matemáticas y pretecnología, me acerqué y le pregunté con mucha determinación y voz profunda si quería salir conmigo. Dijo rápidamente que no.

Tampoco sé cómo pero unos días después, un viernes y llevando un jersey negro de cuello vuelto, invité por primera vez a una chica a cenar. Fue en un restaurante italiano y detrás de mi había, a forma de cuadro, una escultura de una espalda con un culo que me quedaba a la altura del cogote. Ahora me resulta irónico pero me hizo sentir violento saber que BA, cada vez que me mirase, vería mi cara entre los glúteos de madera de la pared. Nos reímos, comimos pasta y volvimos a casa en autobús. Creo que nos hicimos amigos. EP está casada con un tipo tan excelente como ella y juegan con sus hijos en el mismo hueco de playa en el que yo suelo estar. Son una pareja que aparenta perfección y, curiosamente, me caen bien aunque yo sea de esos tipos que aborrecen la felicidad ajena.


3-ELB

En el colegio, como es lógico, se hacían grupos. Ellas en un lado, nosotros a otro. La adolescencia es tan curiosa y tan permeable que pronto hicimos grupos mixtos. En el nuestro estaba IUS, cuando no quedaba con KA, AA y ELB. ELB era, y sigue siendo, una niña sonriente y también con una aparente determinación para el ocio. Creo que está divorciada y que ha sufrido una de esas separaciones traumáticas de las que se aparenta salir sin heridas pero que deja cicatrices de las que se ven al salir de la ducha.

Por aquella época algunos cines tenían sesiones continuas. Ponían la misma película una y otra vez y eso nos permitía irnos en grupo, pagar una entrada y ver el final y el principio de la película, porque lo importante no era la trama sino ir al cine. No recuerdo quienes fuimos aquel día pero ELB estaba sentada a mi lado y en la pantalla se proyectaba Fx Efectos Mortales, una peliculita bastante pueril de la época de los Goonies de esas en la que los efectos especiales eran muñecos y que bien podría ser una de esas que ahora ponen después de comer. Como buenos adolescentes nos sentamos en la parte de atrás del cine mucho antes de que lo cantara Sabina y lo que recuerdo es el sabor a dulce de ese primer beso. Dulce. Es lo único que tenía en la cabeza al salir del cine. Más tarde quedábamos los dos solos. ELB, que ya había salido con un tal Johnny, me llevaba a la parte que había detrás de nuestro colegio. Bilbao era una ciudad que se estaba despegando del pasado industrial pero ahí, entre el patio y la ría mugrienta del Bilbao de los 80, quedaban contenedores abandonados en los que nos refugiábamos de la lluvia y de las miradas. Para mí era casi caminar por el Bronx pero una noche, entre besos y entre atrevimientos, me atreví a pasar de tocar su cintura para tocarle un pecho. Pequeño, redondo. Creo que primero pasé la yema de los dedos haciendo la forma y luego puse la mano encima como si fuera una cima de una montaña a la que sólo había soñado con llegar. Tampoco sé lo que sucedió las semanas siguientes. No soy capaz de recordarlo. Sé que ella se cortó el pelo y vino a clase con una especie de casco de ciclista como cabeza. Los ochenta eran unos tiempos de atrevimientos y desmanes estéticos fuera de lo común y para eso están las portadas de los discos de Spandau Ballet para demostrarlo. Al subir desde el patio a clase por las escaleras la miraba de lejos y no, no me gustaba. Lo cierto es que esa tontería fue el motivo por el que dejamos de vernos entre los contenedores o simplemente es que todo sucede muy deprisa entre los 14 y los 15.
Unos años después, en realidad 23 años después, hicimos una cena de antiguos alumnos del colegio. Yo llegué antes. ELB llegó más tarde. Al entrar en el lugar de la cena me vio. -¿Te acuerdas de mí?- me dijo nombrándome por mi apellido. Me sorprendí porque hasta ese instante tenía muy claro que yo debía ser tan importante como era ella para mi historia. –Claro- respondí con obviedad en el tono– Tú eres la primera chica a la que le toqué las tetas. Es imposible olvidarte-. No me volvió a dirigir la palabra en toda la noche y reconozco que debía haber hablado del beso pero lo sentimental parece mostrarte siempre más débil y en las cenas de antiguos alumnos se vuelven a tener quince años. 


5-MON(A) 

Sé que fue una semana Santa. Sé que fue en Laredo. Lo que no sé es cómo fue. Creo que, en realidad, a mi me gustaba su amiga. No es un buen principio, la verdad. También que todo lo que pensamos a priori no se ha de convertir en cierto pero hay que elegir y elegir, en algunos casos, no es exactamente lo mismo que renunciar. MON fue, de golpe, un soplo de aire fresco. Algo así me queda en la memoria. Fue una conversación amable, unas risas de esas que pasan de ser complacientes a ser verdad. Era una chica marcada por cierta tempestad de esas que pasan entre los progenitores y que dejan heridas. Estaba con su madre en un apartamento muy cerca del mío. Volvimos andando por la playa los cinco kilómetros que llevaban de los bares a casa y que son el camino perfecto para que pasen los efectos del alcohol y, supuestamente, el olor del mismo. Ella se marchaba pronto y no soy capaz de recordar si nos besamos pero sí que nos cambiamos las direcciones. Eso, sin teléfonos móviles ni internet, era casi dejar las llaves de la puerta de casa.

Tengo en el trastero de mi casa una caja llena de cartas. Con una goma grande se amontonan las cartas de MON. Eran amigables y nos contábamos cosas. Nos contábamos historias de los universos que teníamos, de los amigos que cada uno mantiene en el sitio cercano. Hacer el trabajo de teatralizar la realidad lo vuelve mucho más emocionante y, como todo en lo que se refiere a la comunicación, poder sesgar lo que os nos gusta hace de nuestra vida un sitio mucho más chulo. Las cartas fueron caminando desde la amistad al amor, a ese amor adolescente con muchas palabras y, quizá, dibujos en los bordes de los folios e incluso creo que perfume en algún sobre. Nos dijimos cosas muy bonitas. Nos echamos de menos. Nos enamoramos de lo que nos contaban las cartas. Estoy convencido que todo eso pasó porque no nos veíamos. Estoy convencido porque un día, casi como un acontecimiento tembloroso, nos vimos y nos dimos miedo. “No, no, no” decía yo en mi adolescencia más tonta “No puede ser esta chica, era mucho más guapa”. Creo que ella pensó lo mismo y supongo que hicimos mucho el tonto sin ser capaces de verbalizar lo que estaba sucediendo que no era más que la idealización de la persona estaba muy por encima de la persona.

Muchos años después volvimos a tener contacto. Ella me contó que su madre las había abandonado a su hermana y a ella pero que ella, después de ese golpe, había salido hacia delante. Me dijo que estaba trabajando de camarera en un Cabañas de la Sagra, Toledo. Yo, aquel año en el que EPA se había ido con German (ya llegaré a eso), conduje sin rumbo cerca de Madrid sin llegar a entrar en una ciudad con demasiadas referencias personales. Vi el pueblo. Paré. Busque un bar, no era difícil porque sólo vi uno, de esos que tienen un parking de tierra y se apostan junto a la carretera. Entré. Ella estaba detrás de la barra. Casualidad, supongo. Me reconoció y yo la vi muy alta pero es que es de esas barras en las que los camareros tienen un altillo por su lado. La esperé al salir y me llevó a su casa. Abrimos unas cervezas y yo dormí en un sofá. No nombramos nuestras cartas pero estoy seguro que las guarda en algún lugar. Cuando fui al baño vi que la cisterna perdía y cuando se lo comenté me dijo que también fallaba un fuego de la cocina. El día siguiente ella se fue a trabajar y yo desmonté el quemador, limpié los conductos de la grasa seca que tapaba las salidas de gas y arreglé la cisterna. Ella volvió y nos reímos. Me llevó a conocer Toledo y me subió a la venta del Alma. Creo que nos sentimos cómodos e incluso yo pensé en que podíamos dormir juntos. Ella también. “Mañana te tienes que ir”- me dijo. “Mi novio viene y no sé cómo explicarle que el chico con el que me mandé cartas hace veinte años está en mi casa arreglándome la cisterna del wáter”. Por la mañana me fui y nunca más supe nada. Quiero pensar que vio por la ventana el polvo que levantaba mi coche al salir a la carretera. Tengo las cartas. Una vez escribí una historia de amor con parte de ellas.

Ella de with or without you, yo de running to stand still.