Mal dia para buscar

30 de diciembre de 2023

2023, el año de la happy hour.

Hay una línea muy débil entre ser bueno y ser un gilipollas. También la hay entre ser firme y ser un dictador, o ser inteligente y un aprovechado. Desafortunadamente también la hay entre ser incapaz y ser un caradura.

Cuando estábamos acabando nuestras carreras me comentaba un futuro (y ahora brillante) abogado cómo se había dado cuenta que podría dedicarse toda la vida a ir poniendo demandas aquí y allá para sacar rédito económico a la tergiversación de las leyes. No era necesario tener razón sino buscar la interpretación provechosa de la cuarta línea del noveno artículo de la ley en cuestión para retorcerla a su favor y sacarse unos dineros. No tiene que ser justo, ni lícito. En absoluto ha de ser moral pero sí sustentado en un texto escrito elevado a categoría de ley. Lo importante, como en algunas crónicas deportivas, es ganar.

Es perfectamente lógico considerar la necesidad de unas reglas que determinen de alguna forma la manera en la que nos relacionamos. Algo tan sencillo como que se va por tal lado de la carretera o que si el semáforo está en rojo no se puede pasar. Que no puedes llevarte la tele de tu vecino sin su permiso o violar a la oveja negra del rebaño del pastor. Sigo pensando, no sin más dificultad que antes, en la bondad primaria de las leyes. El día que alguien consideró que había que legislar lo hacía por una supuesta buena causa pero eso no quita que cuando nos vamos a la literalidad de las cosas se pervierta la causa.

Cuando el dueño del bar se dió cuenta que no venía nadie a las seis decidió poner una hora feliz pero los adolescentes se emborrachaban hasta las siete, y luego iban a buscar otra happy hour.

Con ese espíritu de maduración tardía algunos han llegado a la edad que se presupone adulta y, en un signo de falta de rigor, van buscando la oferta y la interpretación de las normas con el exclusivo criterio de su beneficio personal. Da exactamente lo mismo que el del bar tenga que cerrar, porque aparecerá otro. Da igual que sea necesario porque se pondrá en marcha un artificio mental en el que el/la/le/li/lo/lu será merecedor de esa ventaja porque si, porque es gordo, cojo, mujer, negro, chino, proletario, trabajador, contribuyente, porque no tiene netflix o porque tiene los huevos morenos.

Y cada año que pasa hay un nuevo derecho y una obligación maquillada. Vamos acumulando interpretaciones y saltando líneas hasta que , sinceramente, sea insostenible.

El año 2023 ha sido otro año de Happy Hour y conozco a más de uno que, en vez de desarrollar su sentido común, agota sus recursos en retorcer la forma en la que sacar ventaja mientras se justifica ante un enemigo malísimo. Conocí, hace muchos años, a un grupo de muchachos que vendían enciclopedias a las viejas en sus casas y me decían que podría decirse que engañaban a las señoras pero si no lo hacían ellos, lo harían otros después.

Ahora el gobierno, el vecino y el que aparca a tu lado en el garaje te están intentando vender enciclopedias. Al menos no te las venden otros, que son mucho más malos.

20 de diciembre de 2023

Los dolores perennes.

Existen grandísimas mentiras que nos gusta creer. Tampoco, como los decimales de pi, pueden escribirse todas. De la misma forma que existen juegos en los que la única forma de ganar es no jugar, hay obviedades que simplemente hay que admitirlas. Algunos lo descubren con el cuarto decimal y otros llegan al número un millón, pero el resultado es el mismo.

Durante muchos años quise creer que aceptar la verdad era una forma de rendición. Que, en el campo de batalla de la vida y entre las trincheras que son los momentos de calma que van llegando poco a poco disfrazados de armisticios, asumir que siempre habrá fronteras y enemigos con los que llegar a acuerdos era perder.

No lo es.

Si algo tienen los años es ir aceptando la certificación de lo crónico. Es su segunda acepción y dicho de una dolencia es: habitual. Uno se levanta con ello, se acuesta con ello y baja en el ascensor con ello. Por mucho que se vaya al fisioterapeuta, se haga un ejercicio de mantenimiento, se lea un libro de autoayuda o acuda a las drogas, está ahí. Nunca estuvo en nuestros propósitos e incluso podemos jurar y demostrar que no dimos pasos en aquella dirección pero está. Como las arrugas, como la calvicie, como un día de lluvia esperando delante de un semáforo en rojo.

Es cierto, absolutamente, que los amigos, la certeza de que alguien nos quiere, respirar los martes, los atardeceres frente al Cantábrico o simplemente dormir ocho horas es algo que está ahí y que muchas veces lo damos como algo que no tiene importancia aunque es un milagro que tenemos frente a nosotros cada día. De la misma forma hay dolores disfrazados de ausencias que están, perennes. Es un dolor que se vive como una punzada y una sensación de desamparo parecida a estar perdido en un camino desconocido esperando, en vano, esa mirada a la que recurrir cuando no se sabe el desvío que tomar.

Sin embargo, con el tiempo y los años, se vive con ello. Así que sé que todos los días duele y algunos, sin buscarlo, son un poco más intensos. Hoy es 20 de diciembre.

13 de octubre de 2023

La transmutación a polilla ( 50´s)

Existe una época de la vida en la que, simplemente, los niños se dejan llevar. Comen, lloran, duermen y se ríen cuando van descubriendo pequeñas cosas. Ni siquiera, según dicen, existe una concepción del tiempo y del espacio. Es por eso es que si les tapas los ojos dejas de ser, pero al quitar tus enormes manos de su pequeña cara vuelves a existir para ellos. Es Entonces cuando se alegran como si te vieran por primera vez.

Después, porque nos volvemos más listos y más cabrones, alguien aprende que es capaz de captar la atención con el lloro. Así que, y lo llaman "niño adaptado", se aprende que dando penita se logran cosas que de otra forma requiere espera o esfuerzo.

Más tarde nos aventuramos en todo ese periodo de aprendizaje maravilloso que llega poco a poco. Normalmente es una asignatura en la que alguien nos explica los recovecos desordenados con los que moverse por la vida. Son las primeras matemáticas, hacer la cama o limpiarse el culo. Pedir las cosas "por favor", saludar gentilmente, llegar a la hora e incluso adquirir destrezas deportivas básicas.

Entonces, de una forma mágica, empezamos a identificarnos con nuestros gustos y descubrimos que nos entusiasma una música, nos excita un tipo de persona o nos sentimos mejor con una comida o una actividad. Estamos aprendiendo lo que nos gusta a nosotros y que nos diferencia del hijo del vecino de abajo, que tiene nuestra edad. Es el tiempo de las primeras veces y desde lejos siempre parece apasionante aunque también sean parte de los primeros dramas. Puede que uno experimente o se deje llevar por las modas, que se ponga hombreras o diga que le gusta muchísimo el Gold de Spandau Ballet,.Pero, de forma inconsciente, asociamos unas cosas con otras y aunque tengamos la certeza artística de lo melosamente infumable de aquella balada. Es probable que lo asociemos a la impúdica vergüenza de besar a Ana en la esquina del patio del colegio. Esa misma noche, al llegar a casa, la cama está hecha y la nevera tiene zumo. Entras con cuidado de no hacer ruido y no sabes que por muy independiente que seas hay un paraguas parental que te acompaña desde lejos. Es, exactamente, la misma forma en la que empezaste a andar en bici mientras sabías que te vigilaban por si te caías. Caerse con protección, curiosamente, te hace perder parte del miedo. Es un miedo que se puede razonar que es a la gravedad pero , en el fondo, es al desamparo enorme que da el dolor en soledad.

Con el paso de los años todo se vuelve menos emocionante y algo más gris. Los huesos empiezan a doler y un día sucede que, aunque has comido sano y has dormido tus horas, aunque no te has drogado y has seguido un número más que aceptable de consejos beneficiosos, ya no saltas tan alto o simplemente las órdenes de tu cabeza no llegan a la misma velocidad a los músculos. También sucede que hay gente que desaparece e incluso algunos te dejan las heridas que produce la decepción. Una mañana de otoño, al llegar a la ducha, descubres que se ha pasado el plazo de convertirte en el que pensabas que te convertirías. Así que mientras la toalla se lleva la humedad de tu trasero debes de buscar algo para continuar. Murieron tus padres, desaparecieron los amigos, no te gusta lo que suena en la radio y te preguntas cual fue el momento en el que tomaste un desvío equivocado. Cuales fueron las decisiones, los trabajos, las parejas, la hipoteca, el viaje, los amigos o simplemente los accidentes que te llevaron a ese sitio que no te gusta o en el que matarías por no estar. Es ese instante en el que te miras en el espejo y no te pareces en nada.

Es ahí cuando algunos intentan volver. Volver a ser un adolescente para no equivocarse, comprarse los discos de Spandau en vinilo, sacar la camiseta con un smiley, hacer bricolaje, pedir un crédito para un descapotable y jugar a que el tiempo volvió a ese momento en el que idealizaron que eran felices. Vuelan, como una polilla, alrededor de una luz que han encendido y que se apaga con el interruptor de la verdad y del tiempo.


Onanismo reivindicativo.

Hace un par de semanas varios miles de jóvenes, firmemente convencidos de la importancia de la solidaridad entre los pueblos y en una representación simbólica de la paz y de la necesidad de llegar a acuerdos que tienen los que se ven como diferentes, se reunieron bajo el paraguas de la música y de alguna de esas drogas que te proporcionan las ganas de abrazar a los demás. Un ratito después el paraguas eran unos cuantos misiles y cuando se pudieron dar cuenta les estaban cazando con Ak47. El amor, la paz, las flores y los simbolismos se fueron por el retrete del desierto bastante más rápido que el efecto de los alucinógenos.

Ojo, que no digo que no sea bonito e incluso necesario el mantenimiento de acciones de onanismo bondadoso pero eso no quita que la realidad se impone y está en manos de los que hacen mucho más que los que manifiestan. Mantengo que en la mayoría de las ocasiones aquellos que, por decir algo, se disfrazan de flamenco para reclamar agua en Doñana, lo hacen mucho más por su satisfacción personal que el que se mancha las manos ayudando a reconducir los pozos de agua. Reclamar publicitariamente amor, paz, agua, comida, casa, igualdades o cualquiera de las bondades que se te puedan ocurrir no vale absolutamente para nada si nadie se pone manos a la obra. Podemos estar muy de acuerdo en que hay que eliminar las comisiones bancarias pero la solución es ir con dinero en metálico y no pagar con tarjeta, jodido vago de los cojones. En cierta ocasión una muchacha joven, con sus rastas y su ropa étnica, esperaba gentilmente a que personalizáramos el ordenador que nos acababa de solicitar. Durante ese tiempo me contaba, con una radicalidad aceptable, las maldades miserables de la banca convencional. Llegado el momento de pagar, sacó la tarjeta. "En la esquina"- le dije- "hay un cajero. Con lo que me has contado entiendo que recorrerás los 20 metros y sacarás el dinero, porque el banco se queda unos céntimos". "Ni loca"- respondió. Así que activó la tarjeta en su movil de marca cara e hizo ganar a la banca convencional. 

Vivimos en una sociedad de imagen, eso está claro. Pero también es una obviedad que por mucho que vayas con un pañuelo morado tejido por siete mujeres palestinas tuertas, lo seguirán estando después e incluso habrá más. Viene a ser lo mismo que rezar para que llueva con la salvedad que los creyentes están convencidos que hay un ser omnipotente capaz de escuchar sus plegarias.El activista, por el contrario, hace su reivindicación y se va a casa a poner frases copiadas e imaginativas en X, antes twitter.

Porque aquí hay mucho listo de los cojones concienciado con la paz pero no tienen los huevos de hacer un escudo humano en la frontera de Gaza o pelear por la salvaguarda de Ucrania. Básicamente porque se los van a cepillar desde uno u otro lado. Y no mola. No mola pasar hambre en Africa o defender los derechos de las mujeres en Iran. Eso no. Defiendes la paz desde tu casa en paz y las mujeres en un pais donde tienen hasta algún derechito más que el hombre. Publicas tu reivindicación grabada en horizontal desde un sitio donde estás a salvo de todo lo que te indigna. Eso te convierte en un hipócrita y en un imbécil.

Ese onanismo reivindicativo es la excusa perfecta para que las injusticias campen a sus anchas y, a veces, te pegan un tiro mientras sujetas un cartel de paz.


13 de septiembre de 2023

Ede

Un día, apenas a un metro, Rosa ( de España) cantó sin ningún instrumento y conmigo presente. Una de las voces más increíbles que he tenido el gusto de oir. (y no he oido pocas voces) Algo descomunal, excelente, impactante y a la vez, tierno e intenso. Sin embargo nadie le ha dado nunca una composición al nivel que su capacidad merece. Quizá, solo quizá, es porque solamente el talento no es suficiente. Quizá es porque en la suma de los méritos hay cosas que puntúan más. Y, lo digo con sinceridad, actualmente es una mujer atractiva pero para la memoria global es aquella gorda que cantaba como Aretha en un programa del que solo recuerdan las reposiciones.

Pues bien. Hay una artista con una voz, diferente pero embriagadora, a la que no le han dado las composiciones que quizá merezca. O que quizá no quiera. No lo sé. Pero es una voz ( como en su momento fueron las grabaciones caseras de Carmen Boza) que merece la pena porque no tiene más artificios que su propia capacidad.

Ella es Ede. Y canta asi:


Si queréis más:


12 de septiembre de 2023

Reunión tumultuosa ( 1987) revisado.

En 1987 se publicaba un libro donde se narra, muy al principio, la llamada a la policia para autoinculparse de un asesinato. El tema es que se produce en Sudáfrica cuando la gente de color era menos que los blancos. Dice así:


La señorita Hazelstone telefoneaba para informar que acababa de matar a su cocinero zulú. El Konstabel Els podía hacerse cargo perfectamente del asunto. Como agente de policía, también él había matado a tiros en sus tiempos a muchos cocineros zulúes. Además, había ya un procedimiento establecido para resolver estas cuestiones. El Konstabel Els inició la fórmula rutinaria.

—Usted quiere informar de la muerte de un cafre —comenzó.

—Acabo de asesinar a mi cocinero zulú —gruñó la señorita Hazelstone.

—Eso fue lo que dije —dijo Els, conciliatorio—. Que quiere usted informar de la muerte de un negro.

—Yo no quiero hacer nada de eso. Le he dicho que acabo de asesinar a Cinco Peniques.

Els lo intentó de nuevo.

—La pérdida de cinco peniques no constituye un asesinato.

—Cinco Peniques era mi cocinero.

—Matar a un cocinero tampoco constituye un asesinato.

—¿Qué es entonces un asesinato? —la seguridad de la señorita

Hazelstone en su propia culpa comenzaba a tambalearse ante el diagnóstico favorable de la situación del Konstabel Els.

—Matar a un cocinero blanco puede ser asesinato. Es improbable, pero puede ser. Pero matar a un cocinero negro no. Bajo ninguna circunstancia. Matar a un cocinero negro se considera defensa propia, homicidio justificado o eliminación de basura —Els se permitió una risilla—. ¿Ha probado usted a llamar al Departamento de Higiene? —preguntó.

Era evidente para el Kommandant que Els había perdido el poco sentido del decoro social que pudiera tener. Le apartó del teléfono y lo cogió él mismo.

—Aquí el Kommandant van Heerden —dijo—. Al parecer ha tenido usted un pequeño accidente con su cocinero.

—Acabo de matar a mi cocinero zulú —dijo implacable la señorita Hazelstone.

El Kommandant van Heerden ignoró la autoacusación.

—¿El cadáver está en la casa? —preguntó.

—El cadáver está sobre el césped —informó la señorita Hazelstone.

El Kommandant suspiró. Siempre igual. ¿Por qué la gente no mataría a los negros dentro de la casa, que era donde tenían que hacerlo?

—Tardaré unos cuarenta minutos en llegar ahí —dijo—. Y cuando llegue, encontraré el cadáver en la casa.

—No señor —insistió la señorita Hazelstone—. Lo encontrará usted en el césped, en la parte de atrás.

El Kommandant van Heerden volvió a intentarlo:

—Cuando yo llegue, el cadáver estará dentro de la casa —dijo, muy despacio esta vez.

Pero la señorita Hazelstone no parecía impresionada.

—¿Acaso insinúa usted que debo cambiar de lugar el cadáver? — preguntó furiosa.

El Kommandant se quedó sobrecogido ante la sugerencia.

—Desde luego que no —dijo—. No tengo el menor deseo de causarle molestias a usted, y además, podría haber huellas dactilares. Puede mandar usted a los criados que lo hagan.

Hubo una pausa, mientras la señorita Hazelstone consideraba las implicaciones de aquel comentario.

—Me da la impresión de que está usted sugiriéndome que altere las pruebas de un delito —dijo, lenta y amenazadora—. Me da la impresión de que intenta usted convencerme de que obstaculice la acción de la justicia.

—Señora —interrumpió el Kommandant—, yo sólo intento ayudarle a cumplir la ley.

El Kommandant se detuvo, buscando las palabras.

—La ley dice —continuó— que es un delito matar cafres fuera de casa. Pero la ley dice también que es perfectamente admisible y adecuado matarlos dentro de casa si han entrado ilegalmente.

—Cinco Peniques era mi cocinero y tenía todos los derechos legales a entrar en la casa.

—Me temo que en eso se equivoca usted —continuó el Kommandant van Heerden—. Su casa es zona blanca, y ningún cafre tiene derecho a entrar en una zona blanca sin permiso. Al disparar contra él le negó usted el permiso para entrar en su casa. Yo creo que puede enfocarse la cosa de ese modo sin problema.

Hubo un silencio al otro extremo de la línea. Era evidente que la señorita Hazelstone se había convencido. —Llegaré ahí dentro de unos cuarenta minutos —prosiguió van Heerden, añadiendo esperanzado—: y confío en que el cadáver...

—Vendrá usted en un plazo de cinco minutos y Cinco Peniques estará en el césped, que es donde lo maté —gruñó la señorita Hazelstone, al tiempo que colgó el teléfono.

El Kommandant contempló el aparato y suspiró. Colgó cansinamente y, volviéndose al Konstabel Els, le ordenó que preparase un coche.


Ahora le hacemos una revisión políticamente (in)correcta:


La señorita Mari Carmen telefoneaba para informar que acababa de matar a su marido. El asistente del 016 podía hacerse cargo perfectamente del asunto. Como agente de violencia de género, también él había goplpeado y degradado verbalmente con furia en sus tiempos a muchas parejas acosadoras. Además, había ya un procedimiento establecido para resolver estas cuestiones. El asistente inició la fórmula rutinaria.

—Usted quiere informar de la muerte de un hombre —comenzó.

—Acabo de asesinar a mi marido —gruñó la señorita Mari Carmen.

—Eso fue lo que dije —dijo el agente, conciliatorio—. Que quiere usted informar de la muerte de un hombre.

—Yo no quiero hacer nada de eso. Le he dicho que acabo de asesinar a José Ramón.

Lo intentó de nuevo.

—La pérdida de josé Ramón no constituye un asesinato.

—José Ramón era mi marido.

—Matar a un marido agresor tampoco constituye un asesinato.

—¿Qué es entonces un asesinato? —la seguridad de la señorita

Mari Carmen en su propia culpa comenzaba a tambalearse ante el diagnóstico favorable de la situación del agente

—Matar a una mujer puede ser asesinato. Puede ser. Pero matar a un hombre machista no. Bajo ninguna circunstancia. Matar a un hombre machista se considera defensa propia, homicidio justificado o eliminación de basura —Se permitió una risilla—. ¿Ha probado usted a llamar al Departamento de Higiene? —preguntó.

Era evidente que el agente había perdido el poco sentido del decoro social que pudiera tener. Le apartó del teléfono y lo cogió él mismo.

—Aquí la responsable del ministerio de igualdad —dijo—. Al parecer ha tenido usted un pequeño accidente con su marido.

—Acabo de matar a mi marido —dijo implacable la Mari Carmen.

La responsable del ministerio ignoró la autoacusación.

—¿El cadáver está en la casa? —preguntó.

—El cadáver está sobre el césped —informó la señorita Mari Carmen.

La ministra suspiró. Siempre igual. ¿Por qué la gente no mataría a los maridos dentro de la casa, que era donde tenían que hacerlo?

—Tardaré unos cuarenta minutos en llegar ahí —dijo—. Y cuando llegue, encontraré el cadáver en la casa.

—No señora —insistió la señorita Mari Carmen—. Lo encontrará usted en el césped, en la parte de atrás.

La ministra volvió a intentarlo:

—Cuando yo llegue, el cadáver estará dentro de la casa —dijo, muy despacio esta vez.

Pero la señorita Mari Carmen no parecía impresionada.

—¿Acaso insinúa usted que debo cambiar de lugar el cadáver? — preguntó furiosa.

La ministra se quedó sobrecogido ante la sugerencia.

—Desde luego que no —dijo—. No tengo el menor deseo de causarle molestias. Pero si está en casa y usted dice que lo hizo porque se puso violento, todo es más fácil.

Hubo una pausa, mientras la señorita Mari Carmen consideraba las implicaciones de aquel comentario.

—Me da la impresión de que está usted sugiriéndome que altere las pruebas de un delito —dijo, lenta y amenazadora—. Me da la impresión de que intenta usted convencerme de que obstaculice la acción de la justicia.

—Señora —interrumpió la ministra—, yo sólo intento ayudarle a cumplir la ley.

La ministra se detuvo, buscando las palabras.

—La ley dice —continuó— que es un delito matar hombres fuera de casa. Pero la ley dice también que es perfectamente admisible y adecuado matarlos dentro de casa si han acosado según su declaración.

—José Ramón era mi marido y tenía todos los derechos legales para estar en la casa.

—Me temo que en eso se equivoca usted —continuó la ministra de igualdad—. Su casa es zona morada, y ningún hombre tiene derecho a entrar en una zona morada sin permiso. Al disparar contra él le negó usted el permiso para estar en su casa. Yo creo que puede enfocarse la cosa de ese modo sin problema.

Hubo un silencio al otro extremo de la línea. Era evidente que la señorita Mari Carmen se había convencido. —Llegaré ahí dentro de unos cuarenta minutos —prosiguió la ministra, añadiendo esperanzada—: y confío en que el cadáver...

—Vendrá usted en un plazo de cinco minutos y José Ramón estará en el césped, que es donde lo maté —gruñó la señorita Mari Carmen, al tiempo que colgó el teléfono.

La ministra contempló el aparato y suspiró. Colgó cansinamente y, volviéndose al agente, le ordenó que preparase un coche.



Pd: si tuviera otro texto, os lo haría con Nazis y Judios.

8 de septiembre de 2023

Baizuo (y los tornillos de tofu)

El ministro de justicia belga, justamente el dia que celebraba su 50 cumpleaños, se echó una meadita en la calle y algunos de sus colegas habían orinado contra un furgón policial. Ninguna de las crónicas cuentan si el ministro es bueno o malo en su trabajo, si la delincuencia belga se reduce o si las sentencias y medios de la judicatura han sufrido avances o retrocesos a lo largo del tiempo de su mandato. Lo que cuentan es que es más que probable que deba de dimitir por ello. Lo llaman "pipigate"

En nuestro graciosísimo país, quizá por eso de homologarse con Europa, han despedido a un entrenador que ha logrado el campeonato del mundo porque su jefe besó a una jugadora y aplaudió ( de una forma no especialmente efusiva) en una charla. Han puesto a la primera mujer que estaba en la lista y que también dió unas palmas.

Vivimos una simulación en la que aquello que determina la continuidad o no de tu trabajo no es tu rendimiento laboral, sino lo que le salga del orto a la plebe del momento. Curiosamente si defecas sobre la tumba incorrupta del dictador te ascienden en el trabajo y si lo haces sobre la de la Pasionaria te tengas que marchar del país. Hace 40 años hubiera sido exactamente al revés y te hubiesen fusilado, admítelo.

Lo curioso es que aprendes a, digamos, fabricar tornillos. Haces unos tornillos cojonudos con una aleación fantástica que soporta la corrosión y la torsión. Los vendes a un precio competitivo y jamás ha colapsado una estructura montada con ellos. Pero estás arruinado porque aunque tenías un negro transexual en plantilla te denunció porque usaste un pronombre equivocado y los dragones saltaron sobre ti, embulléndote en una pelea legal que perdiste. Así que el que refundó tu empresa ya no hace tornillos increíbles porque ha cambiado el departamento de I+D por uno de relaciones laborales e inclusión, pero el ministerio le ha contratado por ecovegano resiliente. Son tornillos de tofu.

Existen demasiados casos de gente que admite que ha contado la verdad que interesa para poder ser publicado y así obtener réditos personales. Imagina que la realidad te impide ganar un sueldito. No hagas nada que te pueda perjudicar a la hora de pagar la carga de tu nuevo y flamante coche electrico de baterías que contaminarán a las generaciones futuras.

Richard Dreyfuss contaba, en una entrevista, que el hecho que las peliculas deban de cumplir unos parámetros de inclusión para acceder a los Oscar, le daba arcadas. Lo curioso e inquietante de esta ola Woke es que cuando toda la generación anterior desaparezca, cuando Spielberg, Lucas, Dreyfuss y todos sus contemporáneos se mueran nos encontraremos, al menos de forma inicial, con artistas más pendientes de cumplir cuotas que de hacer arte. Nos vamos a dar de bruces con una serie de limitaciones morales que, por su misma definición, cohartan la libertad de expresión. Curiosamente existen demasiados ejemplos de series y películas en los que el fracaso en taquilla ha estado directamente relacionado con poner lo correcto por encima del relato. Wonder woman, Harley Queen, Hulka son tres ejemplos en los que resulta que te sentabas delante de la pantalla a ver unos cuantos trompazos y terminabas hasta las narices de que te contaran lo malísimo que es un mundo patriarcal. No digamos nada de Ana Bolena negra. O del próximo 007. La nueva polémica de disney viene del remake de blancanieves. Los siete enanitos no pueden ser enanos , así que tendrán que ser inclusivos. Y ahí están: un negro, un trans, un gordo, un chino... no sé, hay siete. Jamas, en mi jodida vida, me preocupó una mierda si eran enanos o no. Ni siquiera tengo interés de saber con qué fantasías van cantando a la mina y ni se me ha ocurrido discriminar a un enano pero parece ser que ya que he mamado de esa cultura tan mala, soy un producto del satán intolerante. ( Os recuerdo que lo escribí en este post

Los chinos tienen una palabra, Baizuo, que viene a significar cómo solamente hay que esperar a ver cuánto de rápido la sociedad europea se va a la mierda.

Y justamente, mientras hacemos el gilipollas, eso es lo que va pasando. Puedes consultar las cifras de Suecia y asustarte. También hay quien mantiene que toda esta imposición moral genera exactamente lo contrario en la generacion que viene detrás de la que viene detrás.

Lo del ministro belga, el entrenador de futbol, aquel catedrático que fue destituido por decir que "si queremos igualdad, que vayan el mismo numero de mujeres al frente", la cultura de la cancelación moral y la reinterpretación de la historia ... son anécdotas. Conozco a quien llora desconsoladamente porque se le quema una camisa con la plancha y hace partícipe al mundo de su drama en muchas redes sociales mientras su vecino no tiene para comer. Existe un titular que dice:



Pd: El término baizuo (白左, literalmente: izquierda blanca1​) es un neologismo político surgido en foros en las redes sociales chinas, referido a la izquierda progresista de occidente. Está estrechamente relacionado con el término shèngmǔ, también chino (圣母, 聖母, literalmente «Santa Madre»), una expresión sarcástica hacia aquellos cuyas opiniones políticas son guiadas por el sentimentalismo, o por un alarde hipócrita de altruismo y empatía. Se usa para degradar a quienes apoyan el bienestar animal, el ambientalismo, la igualdad corporal, la igualdad racial, LGBT, el feminismo, el vegetarianismo y la inmigración, es decir, izquierdistas, demócratas y liberales en el mundo blanco de Europa y América.

7 de septiembre de 2023

Todas las máculas.

Una de las imágenes más devastadoras  que existe es un payaso triste. Tengo a Charlie Rivel muy serio y creyéndole apesadumbrado mientras se desmaquilla. Eso fue mientras el niño que habitaba en mi había llegado a esa televisión en blanco y negro buscando sonreir con aquel payaso y descubría que, debajo, habitaba una persona con días mejores y peores. Cuando alguien que, por lógica, parece que existe para hacerte sentir bien no lo hace, hay un golpe. Lo que debe ser y la realidad dejan de parecerse. Las piezas de los puzzles se separan. Aparecen las sensaciones enfrentadas. Si eres un caprichoso exiges: todo ha de ser como tú quieres. Si eres curioso te quedas esperando qué sucede. Si te posee el orgullo, adoptas el desdén mientras dejas aquello atrás. Sin embargo, cuando necesitas que el universo funcione como has aprendido que lo hace, y no lo hace, casi se pueden sentir las corrientes de aire de la decepción desgajándote por dentro. Capturar el aliento para no saber si va a salir como pragmatismo o sollozo, es una loteria de sentimientos.

Un payaso te debe hacer reir. Un progenitor tiene una solución. Un amigo sabe cuando debe de buscarte y hace de ambos los momentos de silencios que se viven juntos. Un superhéroe salva a la gente. Una pareja te hace ser mejor y llegar juntos a pequeñas metas, donde os cedeis el sitio para cruzar primero de manera alterna.

Con el paso de los años me he llegado a preguntar qué soy, cual es el papel que me toca interpretar. La primera vez que fui a televisión le pregunté al director del programa el motivo de mi presencia. Necesitaba saber qué se esperaba de mi para, de esa manera, poder valorar si acaso lo estaba cumpliendo. "Sé tú"-me dijo condescendiente- "con el tiempo ese espacio que será solamente tuyo se creará solo". Diecsiete años después unos días soy un payaso y otros el iracundo hombre blanco heterosexual pragmático que tanto se aborrece. Lo que no soy, jamás, es un superhéroe. Lo más parecido que tengo a una capa es un abrigo tres cuartos que casi no me pongo porque no es cómodo en la moto. Me sigo preguntando por mi sitio. No lo hago porque tenga claro cual es sino por no devastar a nadie que me importe, por no ser alguien que deba de hacerte reir y le encuentres llorando, no tener una respuesta, no ser lo suficientemente viril, no haber aprendido a callarme o simplemente equivocarme al ceder el paso.

Puede llegar a parecer que es importante lo que los demás piensen pero no es así. Me resulta fatuo si mi vecino del sexto cree que violo a gatos los martes. Es gracioso y si tuviera certeza de ello maullaría en el ascensor al coincidir con él. Le dejaría latas de atún en la puerta y me estiraría los pelos del bigote con dos dedos si me pregunta por el tiempo. "No me importa morir, vecino"- comentaría cómplice- "yo diría que me quedan cuatro o cinco vidas". 

Pero me importa muchísimo cuando no soy capaz de ser ese que necesita alguien que me importa. Es una decepción similar a la del delantero incapaz de rematar el pase perfecto del medio centro casi con la portería vacía. Ahí, justamente ahí, es cuando quiero lesionarme, que caiga un rayo en el campo y me fulmine, que me rompan la tibia de una entrada salvaje y aparezcan mil millones de naves llegadas de Ganímedes. 

Porque cuando vi a un payaso, que me tenía que hacer reir, llorando, me dejó el alma como un erial. Yo no quiero ser el hijo de perra responsable de ninguna sensación de decepción. Son tres dolores: no ser, fallar y que sea a alguien importante.

No soy capaz de acertar con el número de veces en los que me escondí porque no me veía capaz. No llevo la cuenta de las millones de palabras que he ido enlazando para encontrar las adecuadas y siempre creo que hay una forma de hacerlo mejor, así que habrá que seguir buscando. Hay un miedo escénico clavado en la parte alta del tabique nasal que me deja petrificado cuando, entre las butacas, veo a mi madre contemplando el show. Los diás que ella no está o que no estás, no sé por qué, la función es ( exclusivamente para mi) mucho más entretenida. Será que no me importa lo que piensen los demás pero demasiado lo (que creo) que piensas tú. Hay personas para quien no te importaría estar muerto y quien ha llegado a la conclusión que falleciste porque ya no estás. En realidad es la misma definición de cadáver.

Alguien me enseñó, bastante mal por cierto, que siempre se puede hacer mejor porque nunca es suficiente.

Conoces perfectamente la sensación de saber el temario y suspender una y otra vez los exámenes.La rabia, la angustia y golpearse con el listón del salto de altura de las expectativas.

Cuando, quien realmente importa, no me ve: no hay funciones, pero sí ensayos. Una y otra vez, recorriendo mi pasillo en voz baja. Tengo que aprender a decepcionar a quien no quiero que me abandone. Saber ser insuficiente. Que mi madre esté orgullosa de un hijo imperfecto. Enorgullecerme de todas las máculas.

(aquí venía Hurt, de Nine Inch Nails, pero es triste hasta para mí)

Pd: Los rolling han publicado, 18 años después y porque les da la gana y ya lo han conseguido todo.


4 de septiembre de 2023

After Crisálida

 


Ha vuelto a suceder, llegué al centro de la mierda.
La inspiración se fue junto al domingo y la resaca.
Tiré algunos papeles, había uno de un gimnasio y pensé en las dos veces que fui.
Estudiantes en la calle, menean sus carpetas, la rubia de perlas se cubrió las tetas.
Seréis sacrificados si fuera necesario, es tan divertido, ver a otros cruzar a ritmo de semáforos.
Quién vea por region en tu localidad piensa en leer el fósoforo.
Tú disapra la botella nadie te preguntará: ¿hemos venido a jugar? ¿hemos venido a jugar?
Hoy que la justicia se escribe en pegatinas, esas pequeñicas de las mandarinas.
Joder, qué suerte tengo otra vez, estar solo en casa.
Ya solo estoy triste si no mandas un whatsapp.
Si se va a cabar el mundo que avisen un día antes, si va a ser de mañana, más bien por la tarde me gustaría comprarme algo más elegante. Tu te fuiste y solo eso, algo más de Disney querías tú.
En un ataque preventivo.
Si ya no existe la URSS qué me ves haciendo tú.
Mientras llego a últimas cintas de Nirvana y Montley Crew.
Me bailo este vals.
A ver quien pierde hoy su zapato de cristal
Ya verás.
El miedo salva en la selva y te mata la ciudad
El mundo acaba en esta playa pero no ves el final.
No ves el final.
Pero no ves el final.
No ves el final.
La rutina mató mi amor.
¿Pueden a ayudarme aquí?
Pues para empezar fotocopie su DNI
Joder, qué suerte tengo.
Me hizo frío en el infierno las dos veces que fui.
Me hizo frío en el infierno las dos veces que fui.

1 de septiembre de 2023

Bienvenidos al septiembre español.

Bienvenidos a Septiembre, mucho más allá de la canción de Earth Wind & Fire. 

Bienvenidos a la gasolina a dos euros, al aceite con candados antirrobo, a las hipotecas más arriba que el ático. A la España con firmes posibilidades de tener y Pdro de presidente resistente, Puigdemont bailando en las ramblas con el pelo al democrático viento y Otegi siendo un ejemplo de tolerancia mientras Yoli nos intenta convencer que sin ellos una gran oleada de machismo, racismo, antiecologismo, misoginia y homofobia lo mancharía todo. Eso es España mientras un gallego está perdido, un matrimonio toma un martini junto a la piscina de un chalet y otros chalados se preocupan de si a alguna se le ve un pezón.

Bienvenidos a ese lugar en el que los extremos nos poseen. Aquel país que era libre y que ahora se ha encargado de que los pobres se peguen entre ellos por una paga que les den con el dinero que ya les han quitado. Un sitio donde es obligatorio odiar. Odiar al que triunfa y al que no piensa igual, responsables de todos nuestros males y a los que hay que culpar de todo: desde que no te llega la wifi al cuarto a que solamente puedas comer pan del dia los domingos. Un pais de inmediatez y de derechos pero con muy pocas obligaciones propias (pero todas en los demás). Un sitio extraño donde un macarra calvo, una folclórica borracha o un tipo cachas con adición a los cuchillos en Tahilandia son más importantes que la vida de tus vecinos y donde hasta el más tonto quiere ser funcionario porque cree que ganará, del infinito dinero público, más trabajando menos.

Bienvenidos a la vuelta al cole, a tener que pagar los créditos con los que te fuiste a vivir las experiencias que te mereces escapando del capitalismo con la tarjeta en llamas. Sé un buen anfitrión y saluda a los peajes, la subida de la cuota de autónomos, las ayudas con burocracias infinitas y la posesión infernal del marketing más miserable en esas empresas llamadas partidos políticos, que viven a caballo entre los directivos de las grandes empresas, las juntas de los equipos de fútbol y la familia Roy ( Succession).

Bienvenidos a la soledad de ver llover con la sensación de no ser nada clavada en esa parte de la nuca que no te ves pero te hace cerrar los ojos si la aprietas. Ese hueco debajo del cráneo que te suelta una descarga pequeña por la espalda.

Tienes que pasear por esas calles por las que no podrás ir en tu coche de gasolina que aún tienes sin pagar. Verás que es un gran país con grandes cosas que se va lentamente a la mierda porque somos idiotas. Porque yo no pongo  aquí ninguna canción en mi idioma.

Dentro de nada seremos Argentina. Al menos el cine será brillante.


27 de agosto de 2023

Las formas de morir en Suiza

Ella fue a la caja de seguridad del banco. Se había comprado un vestido para la ocasión.

Esperó a quedarse en intimidad con sus recuerdos y estiraba la espalda, digna, hasta que la dejaron sola en la aséptica sala.

Abrió la caja. Ahí, envuelto en un plastico transparente como se guardan las cosas que queremos que nos devuelvan al tiempo en el que las vivimos, estaba aquella carta. A abrirla aún era capaz de recordar su olor y el amor que nunca fue. Probablemente esos son los amores que más se desean, porque se han idealizado con lo imposible. En la caja metálica, delgada y con una llave de candado, tambien habita el billete de avión que nunca usó para ir con él. Tiene el logo amarillento de una compañía aérea que ya no existe.

Se vuelca sobre la mesa, derrumbada por el peso de la vida que no tuvo. Con una lágrima echa mano al fondo y saca lo último: una pistola, Allí mismo, con la carta sujeta en el pecho y manchada de la sangre de sus secretos, la encontraron cuando el siguiente cliente fue a recoger un pasaporte falso y unas joyas robadas.

26 de agosto de 2023

52

Existen ocasiones en las que sabes que tienes que ponerte con las obligaciones. Hay que recoger la ropa, limpiar los cristales, ocuparte por fin con el perezoso proceso de organizar las anotaciones, repasar el ultimo texto, aprender por fin a usar illustrator, adjuntar las facturas a contabilidad, fregar el suelo, pasar un trapo a la moto, terminar aquella serie, doblar la ropa, dormir para llegar al trabajo sin cara de bailarin de Thriller o dejar las botellas de agua con agua en la nevera. Son todos esos momentos en los que dices "un momento , que termino esto y ya estoy".
Entonces llega un día en el que, mientras sigues haciendo lo que crees que debes te detienes, de la misma forma que cuando llegas a un cuarto y no recuerdas lo que ibas a hacer, y ya no sabes qué es lo que venía después. Ni siquiera eres capaz de saber si te gustaba o incluso si era una pasión. Se te ha olvidado, completamente, cual era esa actividad satisfactoria y enriquecedora en la que alcanzabas la plenitud de sentirte libre y feliz. Ese tipo de cosas en las que la mente descansa mientras te sientes como el perrillo dando saltos sin criterio, y con la lengua fuera, en medio del parque.

Así que, con suerte, puede que alguna voz te diga que ya está todo preparado y tú, volviendo a lo que debes, expiras un "dame un momento y ya estoy" pero ese momento no termina nunca.

Y ya llevas 52 años haciéndolo. Lógicamente, sea lo que sea, se ha quedado frío.


Pd: luego ya está aquello de trabajar en equipo, pero es un camino que no ha salido especialmente bien. Lo bueno es que lo mismo te friego, te pongo bien la wifi, te hago unas pechugas de pollo con fouie o te explico lo de las capas del photoshop. Nada especialmente bien pero de todo un poco. Eso sí: sigo sin saber limpiar bien los cristales. Se me resiste casi tanto como lo de hacer croquetas.

Y mi regalo, justo entre las 23:58 y las 0:05 ha sido esta super joya en directo que he grabado así de mal


18 de agosto de 2023

La llegada de la generación cuñao.

No sé si recuerdas cuando no tenías ni un clavel y había que apañárselas para estirar, al máximo, el dinero de la paga ( en pesetas) con el que aguantar un fin de semana. La inmensa mayoría de nosotros hicimos cosas que ahora parecen locas A ver si recuerdo alguna: dormir en una playa tapado con el jersey. Mezclar alcoholes en una bolsa del supermercado para hacerle un corte abajo y beber cual  porrón. Jugar poniendo la ropa como si fueran los postes de las porterías. Volver andando más de diez kilómetros porque ya no quedaba para el autobús. Pedir un bocata a unos turistas porque me fui de ruta con la bici pero sin dinero. Llorar en una cuneta de Despeñaperros a las tres de la mañana. Aparecer en Madrid, unas horas después, clamando a refugio en casa de mi hermana para dormir. Fumar en un parque de Barajas con alguien que luego resultó ser un traficante. Escapar de dos alemanas del este con Borja y decidir que a esas horas no estábamos en disposición de volver a casa, así que dormimos en el coche. Colarme en bodas. Poner carteles, con 12 años, ofreciendo lavar coches para tener dinero y comprar unos colajet en el kiosko de la playa. No hay, en realidad, nada que se aleje demasiado de una cómoda adolescencia occidental. Estábamos mucho más cerca de los chicos de Porky´s que de ir a dar pan duro a las palomas en el retiro después de comer caldo con los huesos del pollo de ayer, que es lo que sucedía en la España de mis padres. Siendo boomers de manual nos tocó disfrutar de los hitos que habían logrado con esfuerzo nuestros padres. Así que muchos heredaron el Seat 124 pero teníamos coche.

Después, con un sentido de cuñado mucho más desarrollado, llegó una generación que tenia apuntado en un papelito la ruta adecuada donde ir de Happy Hour en Happy Hour para hacerse con todas y cada una de las ofertas. Bebían en la calle también, pero con mezclas más elaboradas. En vez de socializarse y acabar borrachos, alteraron el orden y se emborrachaban para socializar. Interrail y Erasmus. Bastante más formados. Más bocazas pero menos violentos, ya que la globalización tienen un efecto importante de hacerte sentir un mierdecilla en la inmensidad del mundo. Es probable que quisieran parecerse a American Pie pero los guionistas tenían eran boomers con zapatillas Converse y sus padres les regalaron un Opel Corsa nuevo. 

Y ahora llega la nueva evolución, casi como una generación de Pokemon. No tienen coche porque el sistema les castiga continuamente y son víctimas. El Uber lo puntúan con estrellas después de vomitar en él y exigir que lo limpie el conductor. Han dilapidado las pagas de sus padres separados en irse a Ibiza hasta que soltaron su último billete al que les pasó el próximo gramo porque tienen el derecho de divertirse. Siempre les llega un Bizum a tiempo para la botella de agua del aeropuerto donde hicieron la reserva on line del low cost que está más allá del Duty Free. Disponen de tantos datos y de tanta información que solamente el hecho de comparar les genera ansiedad. Llevan diazepanes en la bolsa, cargada de Outfits. Son cirujanos que dejan la operación a medias si les llega la hora de salir del trabajo porque se niegan a vivir explotados por el capitalismo, pero no firman un contrato de menos de lo dignificante.

Afortunadamente el relevo que viene es bastante más cabal y aquellos que rondan los 20 vienen cargados de sentido común, quizá porque ya les han explicado que el mundo no está para servirles. Aún así todas las anteriores convivimos.



No soy, en absoluto, de esos que piensan que las generaciones van repitiendo mantras según van acumulando años. Algunos sí, pero con variantes. Nuestros padres fueron educados en la nada. Nosotros ya sabíamos que había que esforzarse, pero había comida en casa. Algunos de nuestros hijos, únicos y criados en la abundancia de los 90, hicieron suyas las ideas de poderlo conseguir todo. Sus hijos han sido bombardeados con la idea de tener derecho a todo y, lo que es más peligroso, cargarles de herramientas para hacer digno su destino aunque por ello arrasen con todo lo demás. "Hay que salvar el planeta, así que tengo derecho a un coche eléctrico que me ha de pagar el estado". "Pagátelo tu". "Tú lo que quieres es que tenga que contaminar porque eres un enemigo del mundo". "¿Y los residuos de las baterías?". "Eso es problema de las grandes empresas". Tienen respuesta para todo, eso hay que admitirlo.

Desafortunadamente empiezo a estar convencido que los que vienen después se van a tener que comer el páramo que están empezando a dejar los que, recién llegados y con un cuñadismo loco, ya son adultos con la mente de la tercera temporada de una serie ecosostenible e inclusiva de Netflix. Se parecen mucho a la agenda 2030: los objetivos los compartimos todos pero, ¿de verdad que me estas diciendo que lo vamos a hacer así?. ¿Tás chalaU?. Muchos de los libertarios anarquistas a los que se les ha llenado la boca con derechos y reivindicaciones los ultimos 10 años se han callado en cuanto han encontrado la forma de tener dos coches, un piso con vistas y un plan de pensiones. Al final no era para todos sino solamente para ellos.

Se me olvida, segunramente, que es una cuestión de paciencia. Nuestros padres dedicaron una vida, nosotros los años laborales. Hasta hace nada la solución tenía que estar en un tutorial de youtube y ahora debe de estar en una Story de Instagram. Más allá de 20 segundos de esfuerzo, es explotación.

Bienvenidos a la generación cuñao. La que cuando ha trincado lo suficiente para la pensión vitalicia, se difumina mientras lo pagan los demás o los que vengan. Eso no importa porque ya encontré la forma de irme de fiesta a menor coste.

14 de agosto de 2023

El mono que publica en instagram

La naturaleza humana es caprichosa y obstinada. Muchas, quizá demasiadas cosas de las que hacemos vienen determinadas simplemente por el hecho de ser animales. Como animales que somos, irracionales y con instintos, nos inclinamos extrañamente hacia determinados lados. Un ejemplo, no determinante para el dia de hoy, es eso de sentir atracción por aquellas personas que nos parecen más fértiles o que disponen de las posibilidades adecuadas para algo parecido a la subsistencia en el tiempo de nuestros genes. Lo llaman "el gen egoista".

-Me acabo de separar- comentaba. -Mi exmarido - seguía como si estuviera despechada- ha dicho que mi adicción a la cocaína lo ha arruinado todo-. En ese momento es cuando, instintivamente pasé a sus brazos raquíticos, su dentadura amarillenta y no podía dejar de ver las fosas nasales. Seré un clasista, probablemente, pero se me quitaron las ganas que tampoco tenía.

Supongo que, de la misma manera que las yonkis acarrean algún punto negativo, el dinero y los posibles, así como irradiar alegria y jolgorio, puntúan en la otra dirección. Cuentan que los monos más idiotas son los más populares en sus comunidades. Claro que el concepto "idiota", en el estudio, se refiere a codiciosos y problemáticos. Yo siempre he pensado que el "idiota" era el cuñado, el que le decía a Sócrates que si sabía que no sabía nada, ya lo sabía él mucho antes.

Ayer oí en la radio que los seres humanos buscamos que alguien nos quiera (o se preocupe por nosotros) porque eso responde al instinto de supervivencia. No somos capaces de sobrevivir por nosotros mismos, aunque nos empeñemos en ello. Viene a ser lo mismo que buscar el reconocimiento y pertenencia a un grupo que nos acoge, porque en un grupo las posibilidades de subsistir son mayores. Llevo un tiempo que ni una cosa ni la otra, y reconozco que escuece. Esa búsqueda es de la que se nutren las redes, las modas y muchas decisiones que tomamos sin pensar. Llevar hombreras en los 80 o la mierda de foto del ala del avión responden a la necesidad de pertenencia a un grupo. Vamos, lo mismo que decía tu madre cuando te preguntaba que si tu amigo salta de un acantilado deberías saltar tú. La respuesta racional es que no porque tu amigo es un imbécil pero la natural es que si porque te hace sentir que eres uno más del grupo. La necesidad de pertenencia es mucho más poderosa de lo que parece cuando se racionaliza.

Si algo tiene el verano es que esa necesidad de pertenencia se acentúa. Nos hacemos amigos para siempre de gente que no estará en septiembre. Realizamos las mismas fotos de mierda que hacen todos los turistas y nos vestimos ridículamente. Ponemos la foto de la barbacoa y la del atardecer. La de los pies en la playa y alguna con las marcas del sol. Dos referencias a chiringuitos y alguna "in intínere" desde el paraíso hasta el edén. Todo ello son intentos ridículos, incluído el enfoque infame del concierto, de gritar que somos uno más. El mono que tenemos dentro hace click en "publicar".

Pero no solamente es publicar, sino dejar bien claro que somos personas resolutivas, resueltas ( que no es lo mismo) y válidas. Que a nuestro lado, queriéndonos un poco, podrás ser tan feliz como te estamos demostrando que somos. Te estoy diciendo que si me quieres tu vida será mejor porque irás en barco y verás campos de girasoles al atardecer. No hay alergias, ni resacas, ni colchones duros. Nadie que va de caravana te cuenta lo maravilloso que es cagar en una cuneta.

Así que en esas estamos: recibiendo una y otra vez fotos, publicaciones y maravillosas postales acompañadas de mensajes enriquecedores mientras dura el verano. De lo que no te has dado cuenta es que quien está disfrutando es el mono que llevas dentro. Ojo, que los "idiotas" publican más porque se sienten más populares. Porque el gen egoista permanece y el gen altruista desaparece.

Pd: Una cosa es que nuestra naturaleza nos intente llevar por determinados caminos y otra que los cojamos. Nadie te dice, a veces, que uno de esos caminos está lleno de dragones pero sí que es verdad que nos quieran sienta bien, casi igual que pertenecer a un grupo. Algunos aprendimos demasiado pronto que no había que tirarse del acantilado aunque lo hiciera tu amigo. Pero te quedaste sin amigo y quien te tenía que querer, porque lo hiciste fatal, se fue con un mono. Les va bien, supongo.


8 de agosto de 2023

12 años de estadística.

Este año Facebook me recordó que hace 12 años hice mi primera ruta importante en moto. Fui a Jaca. Hay una foto en Pamplona y otra al llegar como si hubiese alcanzado el Polo Norte a lomos de aquella Varadero a la que sigo teniendo un cariño infinito. Lo curioso de una foto es que te devuelve el olorcillo que tienen esos dias. No al del culo plano después de tantos kilómetros sino a quien me despidió al salir de casa, quienes me esperaban en Jaca y la sensación de aventura al bordear el pantano de Yesa. Curiosamente, salvo el pantano, hace años que no hablo con ninguna de aquellas personas. Cuando uno busca en su zurrón, dentro del compartimento de los amigos (e incluso de los amores), no recuerda cuando dejaron de estar y cuando o por qué, fuiste tú quien se marchó.

En aquellos días una década que se suponía de asentamiento y serenidad, se abalanzaba sobre mi. No lo fue. La gran enseñanza es que hay demasiadas pocas cosas que perduran y lo jodido es que no me soporto. Quizá por eso creo que más tarde o más temprano quienes están cerca llegarán a la misma conclusión y , una y otra vez, desaparezco antes de que suceda. Es un error, lo sé. Ni siquiera es porque tenga cosas más importantes que hacer, en absoluto. Simplemente me vuelvo a mi cueva madriguera buscando entre la biblioteca la canción adecuada. He salido de su casa como una fan a punto de desmayarse en un concierto por no avergonzarme de mi admiración.

En la decepcionante película de "nada en la nevera" él va a buscarla en su coche. Cuando la está esperando, nervioso y entusiasmado, se tira un pedo que atufa el vehículo. Justo ese es el momento en el que ella aparece bajo la lluvia. La mira, sonríe, no dice nada y arranca dejándola tirada. Ella lo vive como un grandísimo desprecio y él como un secreto del que arrepentirse siempre.

Es curioso cómo son los huecos que dejan las personas que nos desaparecen. Algunas ausencias simplemente te calman, otras terminan careciendo de cara y de nombre. Sin embargo hay agujeros que te quedas observando sabiendo que no volverán a llenarse. Eso pasa cuando algo te sucede y se lo vas a contar pero sabes que ya no puedes o no debes. Cuando descubres una canción que le gustará o va a tocar un grupo al que hubierais ido a ver juntos. Todas esas ocasiones en las que te apetece cocinar para dos. Los sitios en los que esperas encontrarte. La ropa que no sabes como combinar. Los miedos que no te atreves a confesar. Las ayudas que nunca te atreviste a pedir. Los hitos que deberías haber cumplido en común. Hay sonidos que aparecen cuando todo se llena de silencios.

Si he descubierto algo es que las cosas de las que te sientes orgulloso y crees que las has conseguido por ti mismo siempre, de una forma u otra, fueron fruto del apoyo y de la ayuda de alguien que, estadísticamente hablando, desaparece en algún momento. Un padre, una amante, un jefe, un profesor, una novia, un colega o el vecino de enfrente. Queremos creer que podemos ir hacia rutas salvajes y ser plenos estando solos, pero nadie nos dice que al final de la película el tipo muere.

Hace 12 años salí de casa solo, con mi 125, camino de Jaca. Allí estaban un par de amigos. Me hicieron una fotaza desde el coche de delante.

Ahora conduzco mucho mejor pero carezco de rumbo.

Es cosa de la estadística, de la vida y de mi mismo.

6 de agosto de 2023

Provocar bien no está de moda

Hay provocaciones o actos de valentía, según se mire, que son encomiables. También es verdad que muchos rozan la estupidez porque la línea que hay entre el valor y la tontería la marca el primer imbécil que salió de una trinchera, agitando una bandera, en dirección al enemigo.

También vivimos en una época en la que las reivindicaciones, con esa necesidad del marketing mal asimilado, pueden interpretarse malamente. En el libro "nadie se va a reir" se cuenta cómo en una marcha del 8m alguien desplegó una gran bandera española con la frase "por una España feminista" al paso de la manifestación. Algunos, algunas y sobre todo algunes manifestantes fueron, enfadadísimos, hacia la bandera y se encontraron con un ¿pero no es esto lo que se reivindica?. Quizá, que de eso va el libro, es que tenemos un país que quiere manifestarse pero solamente de la manera estandarizada.

De la misma forma estoy absolutamente convencido que más de uno, una o une se sienten ultra valientes publicando fotos besándose delante de pancartas de Vox pero ven con malísimos ojos y esperan un tremendo escarmiento físico y judicial si un tipo vestido de torero se pasea por delante de la sede del Pacma. Algunos creemos que viene a ser lo mismo y, pensándolo friamente, el torero tiene muchos más boletos para terminar en el hospital. Los que se besan delante del cartelito verde radical de derechas no van a darse el lote a la plaza principal de la capital de Iran ni de Zimbawe.

El caso es que, independientemente de los provocadores sin riesgo que vienen a ser los que nadan con manguitos de la reivindicación, cuando alguien hace alguna cosa valiente tiene que existir un riesgo y alguna posibilidad de éxito. Sin esos dos componentes eres un idiota. Puede ser por ganarte un tiro entre trinchera y trinchera o por pedir la paz mundial, que ambos carecen de posibilidad de éxito. También puede ser por reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres en un país que ya la tiene legalmente o hacer una manifestación por Alá en las calles de Kabul. En los cuatro casos eres un tonto a las tres ( o a las seis, que es cuando se hacen las manifestaciones que pueden acabar de bares)

Era una valiente Rosa Parks, Nelson Mandela, Martin Luther King, el Cid, Harvey Milk o incluso Blas de Lezo ( aunque éste se dejaba partes en cada batalla). En grados menores fueron unos valientes mis padres cuando se fueron de casa, con mi hermana bien pequeña, a ganarse la vida lejísimos. Todas esas personas asumieron un riesgo jugando con un éxito no asegurado. Soy capaz de admirar a aquellos que, aunque no piense igual, hayan luchado por sus ideas.

Pero desprecio con furiosa cólera a aquellos a los que se les llena la boca contando lo provocadores que son porque dicen que son gays en, y me enorgullezco por ello, la ultratolerante España del 2023 ( aunque menos que la de 1990). Aborrezco a los que creen que llevar una pulserita con la bandera (que debería ser de todos y me da igual la bandera que sea) son más que los otros. Me enerva ver a políticos fruto de la Eso que dan lecciones morales de concordia insultando al adversario. Samanta Hudson no es una provocadora, es un espantapájaros. Una pija progre haciéndose fotos con niños en favelas y seguridad privada a su alrededor. En psicología hay una figura que en algunos sitios llaman Backfire y no es más que la demostración de como se genera el efecto contrario cuando se es demasiado insistente. Quizá por eso viene la juventud menos tolerante de la historia apretando con fuerza.

Porque provocar ha de ser una especie de incitación a la reflexión en vez de una declaración de guerra.

No es provocación si no tiene riesgo y una férrea orientación a mejorar la relación entre el provocador y el provocado. Viene a ser como llamarte a las tres de la mañana diciendo que te echo de menos. No es provocación si me explicas lo bien que te empotra Ramón, aunque me ponga como un basilisco. Tampoco lo es si me haces un listado de todas las veces que me equivoqué o no estuve a la altura.

Por eso provocar bien es un arte que no está de moda.

Cuando yo intenté provocar pensé que lo hacía bien porque me caían hostias de todos los lados, pero solamente era un imbécil multilateral. El libro de Gora España ( Arriba Euskal Herria) ha sido censurado desde los dos lados. Por idiota.

4 de agosto de 2023

Porque no quieres.

Vivimos en una sociedad obsesionada con muchas cosas aunque luego, por eso de quedar bien, se niegue. Aquí a todos nos gusta disponer de fondos, estar ágil, saber disfrutar de míticos atardeceres, quedarnos relajados y felices después de un polvo complice y gratificante, comer rico y sin prisa, apurar la aceituna del martini o poder ser nosotros mismos con alguien que no nos va a pasar factura después.

Una de las grandes mentiras a las que se agarran los filósofos de bar y emisores de stories de whatsapp es que el esfuerzo tiene recompensa. Que podrás tener los brazos de Nadal y el vientre de Elle McPerson solamente con proponértelo. Que los 60 años de Brad Pitt están al alcance de tu mano y que una casa con terraza infinita es el fruto de disponer de una dirección en la que caminar, un poquito, cada día. Nadie,  mucho menos tu psicólogo, te va a decir que has de conformarte salvo que se empeñe en convencerte en que ya has llegado.

Así que muchos hemos vivido con la brújula puesta en un objetivo que no existe.

Es más que probable que nuestros padres o nuestros abuelos vivieron con el esfuerzo clavado en los músculos. También es verdad que su vida, sacrificada y localista, iba sumando ladrillo tras ladrillo a la casa que crearon para su familia.

Vuestros hijos, nacidos rozando el cambio de dígito en el milenio, pierden el culo por vivir experiencias. Estar borrachos en Magalluf, ver el atardecer en Santorini, comer un perrito caliente en la quinta avenida. Han aprendido que habitan un mundo, a su servicio, al que han de exprimir persiguiendo todo a lo que tienen derecho.

En medio, y casi como algo de manera cíclica, hay generaciones algo más grises. Sucedió la espectacular música de finales de los 60, con el Punk cerca del 77 y con el Grunge de 1992. Es cierto que el Punk culpaba al sistema y el Grunge se regodeaba en la miseria personal ( hasta que llegó Rage Against the Machine) pero no eran movimientos especialmente felices. Supongo, porque soy mucho de sentarme a ver lo que significa la música que me rodea, que mi vuelta al grunge tiene que ver con la certificación de aceptar que nunca seré lo que soñé ser. No seré rico, es imposible que vuelva a ser una gacela, necesito una chaquetita cuando entra el frio del cantábrico, cuido mi alimentación y no me atrevo a firmar los contratos que no estoy convencido que pueda cumplir sobradamente.

Quiero creer que, salvo los locos y los fanáticos, todos tenemos miedos. Es más, hay muchas más Creep que Walking on Sunshine. Hay más Black que Shiny Happy People. Y mucho Killing in the Name.

Si algo tienen las relaciones humanas enriquecedoras es que te proporcionan un espejo que te devuelve una imagen que te equilibra. Te mejora cuando te sientes un guiñapo y te frena, sujetándote, cuando te pones en la proa del Titanic gritando que eres el rey del mundo. Si es recíproco dicen que es la hostia. Desafortunadamente nunca he sido de barcos ni de chalupas y me han contado tantas veces lo espectacular que es la terraza con vistas al mar de aquel amante viril que siempre está disponible con las palabras adecuadas y el vino correcto, que el pedazo de monte que se adivina desde el sitio donde pongo a secar la ropa de la lavadora me lo guardo como el que esconde una cicatriz. Una de las grandes luchas es aquella que tenemos contra nosotros mismos y la punzada en el centro del orgullo que nos genera la posibilidad de habernos convertido en un fraude si nos vemos desde donde queríamos llegar.

También es complicado lidiar con esas imágenes de mil hijos de puta sonriendo, por supuesto de forma inmerecida, desde un lugar que parece uno de tus sueños. Ahí están, aparentemente sanos, aparentemente felices, aparentemente enamorados, aparentemente con los hijos perfectos, aparentemente sin problemas, aparentemente con un coche nuevo, una barbacoa caliente, una cartera llena y el puto atardecer que les hace quedar bien sin filtros. Será que han decidido pasarse al pop más facilón y esperan el momento en el que ponerse condescendientes para que sigas el camino de felicidad que ellos han emprendido. Se atreven a darte consejos como si hubieran encontrado el Parnaso y el Dorado, a la vez. Hay muchos humanos de mediana edad que se han olvidado de donde venían y quieren convertirse en sus hijos: vivir experimentando sin saber saborear las experiencias pero irradiando una luz que quema a los demás. Los festivales están llenos de jubilados y adolescentes. Es casi demoniaco ver a un abuelo pintón apurando un porro con su nieto influencer en medio de un concierto de regetton playero.

¿Hay envidia en esa visión?. Si. La misma de la hormiga viendo cómo se va de fiesta la cigarra. Sobre todo cuando, al llegar el invierno, la cigarra sigue de fiesta y exige que el gobierno le quite la mitad a la hormiga.

Llega un momento en el que si no mides un metro ochenta, sales a sitios cool, conduces un coche con extras, eliges bien el vino, eres imaginativo y sorprendente, follas como se espera de ti, viajas lejísimos, cantas las canciones de moda y te queda la ropa bien a la par que estás bien peinado, no eres nadie. Resultas invisible. Y oye, aunque mirándolo así invisibles somos todos, todavía hay quien te lo pone como condición. "Si no eres así es por lo mismo por lo que no eres una gacela: porque no quieres"

Después te envían una foto de un atardecer y te desean lo mejor mientras te explican que el paraíso huele maravilloso y todo está ordenadísimo. 

Llevo años difuminándome y escribiendo con tinta invisible de esa que se puede leer si le aplicas calor.

2 de agosto de 2023

Jose Ramon y el fin del mundo.

La lluvia ácida de la tercera guerra mundial parece que va terminando.

Algunos recuerdan aún cómo empezó todo: un grupo de activistas de greenpeace izaron (en defensa de la ganadería autóctona) una bandera con una vaca bien gorda frente al palacio del presidente y él, ofuscado con su obesidad, ordenó lanzar unos misiles sobre el rainbow warrior con la mala suerte de atinar en un depósito de combustible gibraltareño. Los americanos, intentando quedar bien con los ingleses y pensando que habían sido los españoles, atacan Mexico ( porque se han hecho un lío con el idioma) y los mexicanos bombardean con cocaina y fentanilo las calles de los Angeles, volviendo a la población zombie. Un grupo de dichos zombies entran por la fuerza, y puestos hasta las cejas, en un silo nuclear. Se hacen un tik tok pulsando todos los botones rojos que ven con la mala fortuna de lanzar un ataque nuclear contra Moscú ya que la contraseña de acceso era 1234. Y, más o menos así ya, se lió.

Antes de poner a buen recaudo a la población, fallecieron millones de personas. Unos porque directamente estaban convencidos que los hongos nucleares eran invenciones del gobierno. Otros porque tenían derecho a vivir una existencia libre y ese derecho estaba por encima de las emergencias apocalípticas. Fue noticia un grupo de adolescentes en manifestación porque en los refugios no había wifi. Se habla de un grupo de pacifistas que cogieron sus guitarras y muchas flores para caminar descalzos sobre las praderas austriacas. 3 megatones acabaron con las praderas austriacas.

Después, los que pudieron, se refugiaron. Algunos, con el poco tiempo para prepararse, escogieron aquello que les podría hacer sobrevivir:

Unos llevaron banderas y señas identitarias, sus teléfonos carísimos, tres juguetes y las claves de las suscripciones premium. Murieron.

Otros pusieron a buen recaudo las obras completas de Benito Perez Galdós, dos cuadros y semillas para subsistir veganamente. No cayeron en la cuenta de la falta de luz. Murieron.

Los refugios solamente de mujeres tuvieron el mismo destino que los que eran solo para hombres: se fueron a tomar por el culo.

Hubo un grupo de sindicalistas convencidos que exigieron, en un democrático referéndum, sus vacaciones. Al salir de los refugios camino de Punta Cana y en pantalones cortos, fueron desintegrados por la radiación.

En los refugios más grandes hubo facciones que se rebelaron contra la tiranía de los otros, se declararon la guerra civil y murieron todos.

José Ramón pilló un hornillo a gas, a Mari Carmen, y llenó la Renault Space de latas de fabada asturiana.


Adivina quien va a repoblar el planeta.


10 de julio de 2023

No éramos libres pero no lo sabíamos.

Leo a dia de hoy (año 2023) un articulo en el que, desde El Pais, se congratulan de que las adolecentes españolas no esconden que quieren ser ingenieras. Actualmente, según cuentan, hay un 27% de mujeres matriculadas. Mira tú que bien. Tengo la mala fortuna de haber estudiado ingeniería. No una cualquiera sino la de verdad, la pata negra, la industrial. En mi clase había, allá por los primeros años noventa, aproximadamente un 15% de mujeres. En telecomunicaciones había más, pero porque eran cool. Lo que yo no sabía, fíjate tú, es que les daba vergüenza y que algunas no se matriculaban y se iban a corte y confección porque los estereotipos sociales les señalaban por la calle. Es más, ninguna de mis compañeras hablaba de sus estudios como algo de lo que se estuvieran arrepintiendo. Ni una. Resulta que vivíamos en un mundo patriarcal y yo no lo sabía. Resulta que estaba mal visto que estudiaran lo que les saliera del orto siempre y cuando la nota les diera para entrar. Mi hermana, que tiene 10 años más que yo, no sabía que había hecho medicina en contra del machismo.

A veces nos cuesta reconocer que éramos mucho más libres y jugábamos a juegos menos absurdos en aquella época. Era una época puñetera con sus crisis y sus cosas pero la mera falta de ruido hacía que convivieran los mods, los rockers, los punkys, la movida, el rock radikal vasco, alianza popular, la falange, herri batasuna, los maricas, los tartamudos, el pce, uno que era muy alto y tenía pelo en la espalda, los amigos de mi abuela Carmen y tres señores de Bermeo con txapela que se sentaban en el banco que había enfrente de Ultramarinos Benito.

He de suponer que, como casi todo lo nostálgico, lo tengo idealizado. Catábamos "Sarri Sarri" y la de "Yo quiero ser torero". Alaska y Loquillo gritaban "sé que la mataré" y un Coque Malla con 16 años sacaba, con los Ronaldos, "Si, Si", hasta que digas si. Escorbuto con sus "cerebros destruidos" y Siniestro, una tras otra, canciones que hoy estarían prohibidas. También es verdad que, de la misma forma en la que no te das cuenta cuánto la querías hasta que eres consciente del vacío que tiene su ausencia, estábamos convencidos que no éramos libres cuando de verdad lo éramos. O quizá simplemente no nos levantábamos por la mañana pensando qué parte de la tercera línea de los estatutos de la escalera nos podían permitir joder al vecino o ganar una ventaja en la próxima reunión de la comunidad. Si el descansillo estaba sucio lo barríamos sin pensar con quien se acuesta el de enfrente, si es votante de otro partido o si se pone cachondo en la frutería.

Si volvemos a las decisiones que uno hace por si mismo tengo que hablar de mi señora tía. Josefina, un nombre que nos lleva a 1931, año en que nació. Una de las cosas que dijo, con la misma cabezonería que tiene ahora a sus 92, es que no quería depender de ningún hombre y allá que fue. Enfermera titulada, soltera convencida y autosuficiente en un tiempo ( antes de la guerra civil) en el que para algunos era imposible que existieran las mujeres autosuficientes. Tampoco podría haber existido mi abuela, que sacó adelante un negocio y a dos hijos con un éxito reconocible. y nació en 1902. O mi otra abuela que, casada con un auténtico vago, hacía camisas mientras criaba a 5 hijos. Yo vengo de una familia en el que las mujeres han sido determinantes y quizá por ello no soy capaz de aceptar como verdad que ellas no podían. Sencillamente porque todas pudieron. Jamás he vivido como algo excepcional que una mujer no hiciera lo que considerase de la misma forma que yo podría haberme ido a hacer la carrera de turismo felizmente. Las discriminaciones están en los ojos de los que miran. Mis compañeras de clase no eran más valientes que yo, eran mis compañeras. Tratarlas de otra forma, a favor o en contra, es sencillamente incorrecto.

Si embargo algunos que casi son fruto de la ESO llegaron al gobierno y me quisieron convencer que mis abuelas eran una rareza histórica, que mis compañeras sufrían el señalamiento social y que mi hermana o mi tía eran las Rosa Parks del mundo académico español.

Esos mismos que llegaron se propusieron, en firme convencimiento de una realidad que yo no veía, acabar con todo lo que oliera a rancio o a machista. Y pidieron que se cancelara a Bertin osborne, El Hormiguero, Jorge Cremades, lidia Falcon, Paco becerra, C Tangana, José Errasti y Marino Pérez, Quico Alsedo, el documental de Silenciados, Bola de Dragón y la Patrulla Canina. ( no me invento ninguno, que lod e bola de dragon se trató en la comunidad valenciana y lo de la patrulla era cosa de Adelante Andalucía). Se pidió que se dejara de leer Mortadelo y Filemon, que no se comieran conguitos, que no se compraran comics de tintin, no ver friends porque no hay negros ni gays al igual que Grease. Exigieron que no trabajase Ferreras ni Ana Rosa, que se echara a la calle a Vallés. Básicamente todo aquello que no ratificara al cien por cien su exclusiva visión del mundo debía de ser podado sobre todo porque había que compensar la poda anterior. Había que hacer a las mujeres bombero e ingenieras, aunque no quisieran. Hay que hacer que aborten y que no tengan hijos de alquiler. Ese es el problema porque en vez de obligarlas a hacer algo que no desean, hay que obligarlas a hacer lo contrario que no desean pero eso es porque no lo saben. Pasar de obligar a coser a obligar a emponderarse es obligar igualmente, que yo tengo alguna amiga que siempre quiso ser una mantenida. Y Abel, que pilló con una rica y va a gym por las mañanas.

Curiosamente ayer se quejaban de la falta de libertades que vienen. Ojo que no les quito razón pero acepto como verdad que se han quedado finitos de censurar.


No solamente es eso. Hay que dar paso a una economía mucho mas igualitaria y dejar que la modernidad llegue. Todos sabemos que Amazon, Google, Uber, Glovo o Facebook son un ejemplo de respeto por sus trabajadores y se alejan enormemente de la explotación laboral de Talleres Jose Luis. Por eso , probablemente, es por lo que en este puto pais ( y no en otros de Europa) se permitió que las plataformas llevaran camisetas de Winnie the Po a las casas en pandemia cuando no podía abrir su tienda Mari Tere. Había que hacerlo por respeto a los derechos de los usuarios, excepto al de Mari Tere, que es una facha.

La llegada de la modernidad mal entendida nos ha llevado a titulares infames en el que parece que yo tengo que pedir perdón por ser ingeniero, ingenieria o ingeniere. Por higiene lo que tenemos que aprender es que somos iguales. Mi primer libro empezaba con un "me da igual tu sexo, tu religión, tu raza pero lo que no te permito es que seas estúpido". También mantenía que la estupidez lo joderá todo, y así está siendo.

Los que censuraron se quejan de la censura de otros y Arnaldo habla de si mismo como el representante del partido de la esperanza. El barbudo ese que le pone a mi amigo gay se cree en virtud de ser el espejo irracional derechoso de las irracionalidades de la izquierda. La que habla a la gente como si estuviera en barrio sésamo ya ha deslizado que hay que impedir que nadie diga algo que no le guste. Y así nos va.

Sin embargo nadie acepta que es imbécil o que miente. Cambian de opinión y legislan según están convencidos que debe ser, porque viven en un mundo creado acorde con su convencimiento personal donde el dinero es publico  e infinito y los malos son los demás.

Aquí lo que cambia es la serie en la que creen que viven mientras el mundo de verdad se sigue levantando por la mañana y mira de reojo la próxima barbaridad que nos viene.

Un abrazo a mis compañeros y compañeras de clase que no eran mejores ni peores que yo. Eran más listos, eso sí. Mucho más. Libres y plenos parece que no éramos ninguno.