Mal dia para buscar

6 de agosto de 2023

Provocar bien no está de moda

Hay provocaciones o actos de valentía, según se mire, que son encomiables. También es verdad que muchos rozan la estupidez porque la línea que hay entre el valor y la tontería la marca el primer imbécil que salió de una trinchera, agitando una bandera, en dirección al enemigo.

También vivimos en una época en la que las reivindicaciones, con esa necesidad del marketing mal asimilado, pueden interpretarse malamente. En el libro "nadie se va a reir" se cuenta cómo en una marcha del 8m alguien desplegó una gran bandera española con la frase "por una España feminista" al paso de la manifestación. Algunos, algunas y sobre todo algunes manifestantes fueron, enfadadísimos, hacia la bandera y se encontraron con un ¿pero no es esto lo que se reivindica?. Quizá, que de eso va el libro, es que tenemos un país que quiere manifestarse pero solamente de la manera estandarizada.

De la misma forma estoy absolutamente convencido que más de uno, una o une se sienten ultra valientes publicando fotos besándose delante de pancartas de Vox pero ven con malísimos ojos y esperan un tremendo escarmiento físico y judicial si un tipo vestido de torero se pasea por delante de la sede del Pacma. Algunos creemos que viene a ser lo mismo y, pensándolo friamente, el torero tiene muchos más boletos para terminar en el hospital. Los que se besan delante del cartelito verde radical de derechas no van a darse el lote a la plaza principal de la capital de Iran ni de Zimbawe.

El caso es que, independientemente de los provocadores sin riesgo que vienen a ser los que nadan con manguitos de la reivindicación, cuando alguien hace alguna cosa valiente tiene que existir un riesgo y alguna posibilidad de éxito. Sin esos dos componentes eres un idiota. Puede ser por ganarte un tiro entre trinchera y trinchera o por pedir la paz mundial, que ambos carecen de posibilidad de éxito. También puede ser por reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres en un país que ya la tiene legalmente o hacer una manifestación por Alá en las calles de Kabul. En los cuatro casos eres un tonto a las tres ( o a las seis, que es cuando se hacen las manifestaciones que pueden acabar de bares)

Era una valiente Rosa Parks, Nelson Mandela, Martin Luther King, el Cid, Harvey Milk o incluso Blas de Lezo ( aunque éste se dejaba partes en cada batalla). En grados menores fueron unos valientes mis padres cuando se fueron de casa, con mi hermana bien pequeña, a ganarse la vida lejísimos. Todas esas personas asumieron un riesgo jugando con un éxito no asegurado. Soy capaz de admirar a aquellos que, aunque no piense igual, hayan luchado por sus ideas.

Pero desprecio con furiosa cólera a aquellos a los que se les llena la boca contando lo provocadores que son porque dicen que son gays en, y me enorgullezco por ello, la ultratolerante España del 2023 ( aunque menos que la de 1990). Aborrezco a los que creen que llevar una pulserita con la bandera (que debería ser de todos y me da igual la bandera que sea) son más que los otros. Me enerva ver a políticos fruto de la Eso que dan lecciones morales de concordia insultando al adversario. Samanta Hudson no es una provocadora, es un espantapájaros. Una pija progre haciéndose fotos con niños en favelas y seguridad privada a su alrededor. En psicología hay una figura que en algunos sitios llaman Backfire y no es más que la demostración de como se genera el efecto contrario cuando se es demasiado insistente. Quizá por eso viene la juventud menos tolerante de la historia apretando con fuerza.

Porque provocar ha de ser una especie de incitación a la reflexión en vez de una declaración de guerra.

No es provocación si no tiene riesgo y una férrea orientación a mejorar la relación entre el provocador y el provocado. Viene a ser como llamarte a las tres de la mañana diciendo que te echo de menos. No es provocación si me explicas lo bien que te empotra Ramón, aunque me ponga como un basilisco. Tampoco lo es si me haces un listado de todas las veces que me equivoqué o no estuve a la altura.

Por eso provocar bien es un arte que no está de moda.

Cuando yo intenté provocar pensé que lo hacía bien porque me caían hostias de todos los lados, pero solamente era un imbécil multilateral. El libro de Gora España ( Arriba Euskal Herria) ha sido censurado desde los dos lados. Por idiota.

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