Creo que lo tenemos todos bien claro. Porque tengas una cámara en el móvil o te compres una reflex no eres fotógrafo. De la misma forma no eres informático porque un día instalaste un windows o no eras músico cuando el casiotone hacía soniditos y a tí te parecía la versión orquestada de Satirway to Heaven.
No eres programador web por tener un blog o Fernando Alonso por acelerar en una recta de la autopista y pasar a una vieja que conduce un coche coreano. No eres un trotamundos por montar en un avión hacia un resort de punta Cana ni Rocco Sigfredi por haber echado cuatro polvos. Hay quien se cree un crítico literario por leerse el libro de Mario Vaquerizo y el de Belen Esteban y quien se considera un cinéfilo porque aguantó hasta el final todas las de Fast And Furious.
Claro que también existen esos que adoran el arte que no entienden y el cine lento y aburrido, las canciones que son ruido y las esculturas que hay que leer para saber lo que se supone que significa el zurullo que llena la estancia. Homer Simpson fue el mejor artista de Springfield y a nadie le extrañó porque hablamos de interpretaciones anárquicas de la verdad.
Han premiado a Stockholm que es, para el que no lo sepa, una peliculilla que podría haber guionizado mi sobrina y que no resulta más de un videoclip de Malú de hora y media donde que trata (spolilers) de chico al que le gusta una chica, se lo curra, se la tira, pasa de ella, entonces ella quiere que la quiera y como no le regala flores se suicida. Y no hay más. Pero de verdad que no hay más. No hay mensaje subliminal ni reflejo de la sociedad caótica. No hay un análisis de las nuevas relaciones de la juventud 2.0 ni un par de diálogos que pudieran tener algo más de trasfondo. No lo hay. Ni siquiera un poco de pasión, emoción o reflexión necesarios en cualquier expresión artística. Hay una escena de Grandes Esperanzas que tiene mucho más punch que toda la película junta y es bastante más intensa diciendo lo mismo.
Ahora es cuando aparecen los mismos a los que les encantó La Soledad y se van a casa contentos de creerse tan modernos. Ahora es cuando algunos, abrumados por el fenómeno de Verkami, hablan de la capacidad de los nuevos autores para sacar adelante sus proyectos en este pais castigado por las instituciones.
Y sí, es verdad, vivimos en un pais donde sacar adelante una expresión artística es complejo. El viernes pasado estuve en la presentación de un libro de poesía. De pie con nuestras cervezas asistimos a la lectura de poemas artificiosos de un joven con gafas de pasta, un poco de mala leche y una barba retocada. En medio de un bar lúgubre y alternativo en todas sus facetas el oximorón de la modernidad llenaba el ambiente como lo llenaba antes el humo del tabaco. Por una parte pensé que eso lo podía haber escrito cualquiera que supiera unir tres palabras seguidas y por otra alabé el valor de publicar un libro (básicamente porque yo nunca tuve tanto valor).
Así que publicar un libro en España, hacer un disco como Sandro Rey o llevar hasta alguna pantalla películas casi financiadas de recoger envoltorios de chupa chups por la calle es un triunfo. Es un logro loable y valiente. Es absolutamente digno de mención aunque sea artísticamente criticable.
Es muy español criticar lo que hacen los demás cuando uno no hace nada.
Pero los halagos llegan hasta ahí porque tenemos cientos, miles de artistas, encerrados en sus casas. Notodofilms lo demuestra cada año que pasa. Tenemos fotógrafos, de esos que saben usar objetivos y tienen un don para la luz y la oportunidad. Tenemos músicos, de esos que leen solfeo y hablan de jazz como si les resonara en la cabeza. Tenemos pintores que emocionan y algún Stanley Kubrick que se ha ido a su trabajo rutinario en Murcia esta mañana.
Aun así porque se haga un disco, una foto o una peliculilla no podemos confundir el arte con el valor. ni siquiera confundir el arte con la emoción. Hay películas grabadas con dos docenas de pesos bolivianos que resultan maravillosas y videos de Beyoncé, coreografías sexualizadas, que harían temblar el producto interior bruto de un pais pequeño.
Cuando se pasa de valorar los medios para premiarlos como una expresión artística se comete un error. Ese es el error de Stockholm y de muchas de las veces en las que se encumbra, por interés o moda, a algún creador. Los Sex Pistols fueron una expresión artística de interés pero eran unos músicos infames.
Se define Oximorón com un imposible, un milagro, una contradictio in adjecto, una inversión de las leyes de la naturaleza de incierto significado.
Y sí, es verdad, vivimos en un pais donde sacar adelante una expresión artística es complejo. El viernes pasado estuve en la presentación de un libro de poesía. De pie con nuestras cervezas asistimos a la lectura de poemas artificiosos de un joven con gafas de pasta, un poco de mala leche y una barba retocada. En medio de un bar lúgubre y alternativo en todas sus facetas el oximorón de la modernidad llenaba el ambiente como lo llenaba antes el humo del tabaco. Por una parte pensé que eso lo podía haber escrito cualquiera que supiera unir tres palabras seguidas y por otra alabé el valor de publicar un libro (básicamente porque yo nunca tuve tanto valor).
Así que publicar un libro en España, hacer un disco como Sandro Rey o llevar hasta alguna pantalla películas casi financiadas de recoger envoltorios de chupa chups por la calle es un triunfo. Es un logro loable y valiente. Es absolutamente digno de mención aunque sea artísticamente criticable.
Es muy español criticar lo que hacen los demás cuando uno no hace nada.
Pero los halagos llegan hasta ahí porque tenemos cientos, miles de artistas, encerrados en sus casas. Notodofilms lo demuestra cada año que pasa. Tenemos fotógrafos, de esos que saben usar objetivos y tienen un don para la luz y la oportunidad. Tenemos músicos, de esos que leen solfeo y hablan de jazz como si les resonara en la cabeza. Tenemos pintores que emocionan y algún Stanley Kubrick que se ha ido a su trabajo rutinario en Murcia esta mañana.
Aun así porque se haga un disco, una foto o una peliculilla no podemos confundir el arte con el valor. ni siquiera confundir el arte con la emoción. Hay películas grabadas con dos docenas de pesos bolivianos que resultan maravillosas y videos de Beyoncé, coreografías sexualizadas, que harían temblar el producto interior bruto de un pais pequeño.
Cuando se pasa de valorar los medios para premiarlos como una expresión artística se comete un error. Ese es el error de Stockholm y de muchas de las veces en las que se encumbra, por interés o moda, a algún creador. Los Sex Pistols fueron una expresión artística de interés pero eran unos músicos infames.
Se define Oximorón com un imposible, un milagro, una contradictio in adjecto, una inversión de las leyes de la naturaleza de incierto significado.
Eso es lo que creo que sucede con "el arte" muchas veces. Podemos hablar de los que reciben premios tras pasar por concursos televisivos y los que tocan en bares los fines de semana. Tener un micrófono en las manos no te hace Barbra Streisand. A veces eres un borracho en un karaoke aclamado por otros borrachos o por esos amigos que no tuvieron el valor de vociferar en público.