Mal dia para buscar

28 de agosto de 2016

Medidas de protección cautelares

"Hace años que no veo un conductor muerto en una carrera"- podría sonar especialmente macabro. "Ya no hay niños con heridas en las rodillas de caerse de los columpios"- es la versión light de la misma idea.

De una forma u otra se han ido adoptando medidas de protección en cada segundo de la vida que nos rodea. Tenemos alarmas contra incendios, puertas blindadas, cascos, guantes, quitamiedos, airbags, sensores, chivatos que dicen entre qué cojín del sofá están tiradas las llaves. Tenemos rescates financieros y refinanciaciones de créditos, bocas de incendios, teléfonos de ayuda en las carreteras abandonadas. Tenemos los componentes de las golosinas en prospectos y las calorías que contiene el donut que te comes. Tenemos pequeñas carpas junto a los aparcamientos de fin de semana para medir las tasas de alcohol en sangre, los posicionamientos gps y los cascos para los niños que aprenden a montar en bicicleta.

Y es bueno.
Y es una mierda.

No hay miedo a hacerse daño. No hay miedo a caerse, a romperse, a que por un despropósito alguien tropiece con nuestro desastre y se rompa una pierna. No hay miedo a perderse porque vendrán los servicios de protección civil con sus helicópteros naranjas a por nosotros. No hay temor a la resaca porque hay pastillas fantásticas ni miedo a la vejez porque la viagra engañará a nuestro cuerpo. No hay, casi como un pensamiento positivista convertido en realidad, límites.

Sin miedo lo que queda es inconsciencia. Sin esa protección que nos indica, casi como un sentimiento animal, que hay daño a partir de este punto, lo que hay son despropósitos. Ahí va, con sus gafas graduadas, el traje ignífugo, el casco de kevlar, las pastillas para los temblores y sobre un circuito con protecciones, el abuelo con sus 103 años a los mandos de un coche con 600 caballos derrapando en las curvas. Detrás viene un adolescente puesto de speed con las gafas de sol en la cabeza. La culpa, si es que sucede algo, es de las medidas de protección que fallaron. La culpa, después de eliminar el miedo, es de otro. Ya vendrá alguien a limpiar éste desastre.

Así que no hay miedo y no hay culpa. Casi se parece a la liberación sexual antes de la llegada del Sida, cargado de culpa y miedo. Las medidas de protección salvan vidas pero crean gilipollas. Se suponía que esas advertencias nos harían conscientes de los riesgos pero, como un backfire, son carteles luminosos que señalan las carreteras del desastre y conozco a quien va por ellas haciéndose selfies que envía a sus amigos.

A veces el desastre es que algunos se salven. Los semáforos en rojo son para no pasar y, sin embargo, parece más emocionante cruzarlos así y contar el tiempo que tarda la ambulancia en llegar. Alguna vez he pensado que un niño debe de aprender que duelen las rodillas al caerse, que tiene que estar pendiente de no perderse de la mano de sus padres en los pasillos de El Corte inglés o que no puede meterse en la boca cualquier cosa que parezca comestible. Muchos padres sobreportegen y los niños hacen lo que les da la gana porque saben que les van a salvar en algún momento. Y no crecen nunca. Muchos adultos, como si fuera una demostración del "miedo a la libertad", hacen lo que les da la gana porque saben que se les va a salvar en algún momento. Y no crecen nunca. 

Mientras tanto las medidas de protección cautelares son más poderosas que nunca. Sólo se mueren los toreros.

26 de agosto de 2016

45

...como no soy directo, ni fácil ni honesto... me he hecho un remedio con lo que había dentro. Es sólo cuestión de fe (bis). Y cómo tengo problemas para decir te quiero por prejucios extraños, por esnobismo erotismo agorero, voy a morir de pie.

Supongo que eso es una buena definición.

En dos años me he vuelto viejo o, quizá, he aprendido a vivir con el niño caprichoso, déspota y miserable que llevo dentro. He mirado mucho a las personas por la calle y me he fijado en cómo el estómago es más importante que la cabeza. En este un mundo cada día menos sentimental y más falso, más estúpido y  que necesita reafirmarse con la siguiente copa, el próximo polvo o la nueva gilipollez. La zona de confort es el campo de juego. Simplificarse es la forma de sobrevivir. La complejidad es un sinónimo de fracaso. Hace años llevar un libro de Kant debajo del brazo resultaba ser una declaración de intenciones, una excusa para una conversación que intentara arreglar el mundo y, en casos extremos, una relación sexual en ciernes. Luego fue conocer a los dramáticos cantantes pop o los atormentados grupos punk. Quizá pudiera ser tener un vinilo de Carlos Berlanga o una camiseta de Nirvana (sabiendo siempre que era un grupo y no una marca de ropa como "Ramones" (ironic mode on)). Saberse las letras de Julio de la Rosa, de Rafa Pons, nadar en lo que ha publicado este año Coque o todas las canciones del disco de Egon Soda.

Pero eso mismo, hoy en día, es una manera de espantar.

Así que me disfrazo de espantapájaros, soplo las velas y se va cayendo el lastre.

El lastre que yo he sido, la culpa como lastre cargada en las espaldas. Los 112 pechos de lastre sobre la cama. Cuatro penes como lastre que viven en tu teléfono. La soledad con una sábana por encima y agujeros para los ojos asustando al final del pasillo o en el recibidor de casa. Los sueños no cumplidos cargados de arena que impiden subir al globo de los deseos. Todo eso es lastre aunque en realidad no lo es. El lastre es no saber el motivo por el que se hace lo que se hace. El lastre es el síntoma de la enfermedad y la enfermedad es el pavor a mirar dentro y a diferenciar el estómago de la cabeza y la cabeza de la escápula.

Y se va diluyendo el niño por mucho que me guste ser un adolescente.

Un adolescente ajado como Houellebeq. Con los músculos abotargados, las pupilas sangrando de mirar y las ojeras aburridas de las noches pensando en el motivo por el que me convertí en el tipo que quise pero no estoy en el lugar que deseo.

Y eso se repite, hoy, 45 veces.

Como un final de libro perdido, como una logística descorazonadora, como mirar desde abajo, como soplar las velas de un nuevo cumpleaños de tonta rima. En el fondo soy un experto en gestionar las pausas dramáticas para acabar en chiste. Experiencia contrastada. Disponibilidad. Carnet de conducir. Seré un viejecito encantador. Aprenderé que a pesar de todo no hay una conspiración contra mi, que las horas que paso dormido no hay un cónclave reunido maquinando maneras desconcertantes de sabotearme. Mi terrorista, fui yo.

Pd0: 43
Pd1: 42
Pd2: 41
Pd3: 40
Pd4: 39


18 de agosto de 2016

La economía hipster

En medio de un verano demasiado parecido al aparatoso invierno laboral hago lo mismo que en invierno: me duermo viendo las noticias, las novedades y alguna entrevista moderna que habla de lo chulo que es el mundo que vamos a crear con nuestras mil millones de bondades. Así que aparece, en una sala casi barroca con dos sillones modernos, de esos que son más modernos que el Ikea porque parece que abrazan los culos en vez de martirizarlos, una entrevistadora elegante y un tipo con un poco de barba, una camiseta con cuello de pico y una chaqueta que le hace aparentar seriedad o, al menos, intelecto. Y hablan. Hablan de proyectos en escuelas de Africa. Hablan de las nuevas formas de educar a nuestros niños con juegos y con elementos que les lleven a un desarrollo cognitivo superior. Hablan de encuestas y de datos recibidos, de los días en los que la educación convirtió, sin decirlo por supuesto, a este mundo en un planeta de gilipollas y cómo él mismo, con una sonrisa perfecta, está convencido que eso se terminó porque va a seguir con sus proyectos por todo el mundo hasta encontrar el cáliz de la verdad. Y se gusta tanto que me fijo si acaso se ha quitado alguna costilla para las noches de soledad entre proyecto y proyecto.

En otro canal, de manera enésima, Julia Roberts le pregunta a Richard Gere qué es lo que fabrica. Él se queda quieto y, tras titubear, dice que nada. Coge empresas, las particiona y las vende. "¿No fabricas nada para ser rico?"- creo que le pregunta. "No"- responde él.

Y yo vuelvo a la entrevista para ver si acaso me entero de donde sale el dinero que permite, al jodido hipster, viajar tanto y tener los dientes tan blancos, porque eso no es natural, eso es blanco de dentista caro. No lo dice. Sigue con sus banalidades sobre la bondad de la infancia, que seguro que es bondadosa. Sigue con sus proyectos y sus estudios, lo cual me parece muy bien porque hace falta que haya mentes preclaras que nos guíen al resto de los mortales sin cerebro pero, en una parte de mi, en la prostituta de gran corazón que tengo dentro, me pregunto qué es lo que fabrica.

Podría decir que fabrica niños listos, pero tampoco lo tengo tan claro. Está bueno eso de ser honesto y bondadoso pero, joder, hay que saber coger un destornillador o amasar el pan. Es muy bonito saber de Feng Shui pero antes hay que poner correctamente los ladrillos en las casas. Antes del decorador está el pintor, antes del pintor el albañil y antes del albañil el arquitecto. Luego ya veremos si el cabecero de la cama apunta al norte o al sur. Entonces creo que algo estamos haciendo mal. Mi abuela hablaba de empezar la casa por el tejado y yo creo que primero hay que saber pensar, luego usar las manos y después ya nos podremos chupar las pollas, como la canción.

La nueva economía es molona. Todos nos queremos, todos somos un equipo, todos vamos juntos de acampada y hay alguien que ha puesto un tobogán en la sala de juntas. Esas son las bondades de las que se habla. Hablar de dinero es un poco más jodido. Hablar de trabajo, sudor, esfuerzo, sacrificio y mancharse las manos resulta casi una herejía. Conozco a quien abandonó su trabajo porque no le gustaba parte de él. Le gustaba arreglar los Aston Martin DB9 pero cuando le traían un Opel Corsa lo despreciaba. Ahí está, esperando Aston Martin rotos en la cola del paro preguntándose por qué. Pero claro, el truco de los nuevos ricos es que no tienen nada a la venta. Venden aire y, lo que es más curioso, se lo compran sin embotellarlo. Parece que ahora mismo sólo se manchan las manos los tontos, los pobres o los que van a los realitys de las islas lejanas. No hay que fabricar nada y mucho menos hacer algo mejor que la competencia. Ningún anuncio habla de lo mejor de un producto sino de lo feliz que te va a hacer, lo guapo que eres, lo mucho que vas a ligar o lo gracioso que es el ego del publicista. Ningún referente popular fabrica nada. Algunos golpean pelotas, otros hacen gorgoritos y la mayoría manda a hacer gárgaras a su público mientras se toca las pelotas. Y los niños quieren ser futbolistas, politólogos, youtubers o gilipollas, que viene a ser lo mismo por mucho que les eduquen al estilo "todo el mundo es bueno" del tipo desconocidamente remunerado de la entrevista del canal 24h.

Estamos sumergido en una cultura en la que se aspira a ser opinador, a decir, con estadísticas múltiples, lo que se debe hacer, cómo se debe hacer y cuantas veces se debe hacer. "Según un estudio..." dicen en televisión cuando ni uno de ellos ha trabajado en la puta vida llevando un saco, madrugando para ir a un puerto, apretando una tuerca o simplemente viviendo de lo que son capaces de generar por ellos mismos. Ni uno sólo de los mil opinadores ha ido a la puerta de un cliente que no le paga, de una gran empresa que le ha dejado un agujero o, simplemente, ha tenido que buscar en lo más profundo de sus capacidades la forma de ganar dinero para comer ese mes. Al menos eso parece quizá por la falta de respeto con la realidad. 

Porque en realidad, si estamos en una isla desierta, necesitamos un tipo que nos haga una balsa, otro que corte los troncos, alguno que haga los remos o el timón, las velas o incluso que estudie el cielo para conocer el rumbo. Quizá vendría bien una planificación del trabajo o hacer una cabaña para dormir los días de fabricación de la balsa pero no veo en esas necesidades a alguien que se dedique a dar por el culo contínuamente recitando lo mal que lo hacemos todo. Tampoco uno que me quiera alquilar la balsa que he hecho yo y mucho menos a alguien que me quiera vender balsas de una gran superficie porque en algún sitio ha deducido que quiero una balsa.

En la economía hipster se adora al investigador, al elucubrador y el triunfador es el que no hace nada y eso, sinceramente, es algo muy malo porque, si lo piensas bien, no es que no fabriquen nada mejor, es que no fabrican nada.



(Aclaración: fabricar en el sentido de generar un bien. Ejemplo: Un médico fabrica porque las personas están sanas y van a sus trabajos donde hacen cosas que ayudan a los demás. Un cirujano plástico que sólo pone tetas a las celebrities que no las necesitan porque arreglar las caras de los accidentados en tráfico pobres le da asco no fabrica nada)
(Aclaración 2: quería ir por otro lugar pero me he liado)




Test:
             Responde a la pregunta: ¿De dónde sale tu sueldo? 

16 de agosto de 2016

All my friends


Thought I might get a rocket ride
When I was a child
But it was a lie
That I told myself when I needed something good
At 17 had a better dream
Now I'm 43 and it isn't me
But I'd think of something better if I could
All my friends and lovers
Will leave me behind
And I'm still looking for a girl
One way or another
I'm just hoping to find a way
To put my feet out in the world
Caught some grief from a falling leaf
As she tumbled into the dirty ground
And said I should have put her back there if I could
Well everyone needs a better day
And I'm tryin' to find me a better way
To get through the things I do and the things I should
All my friends and lovers
Will leave me alone
To try to have a little fun
One way or another
I just wish I had known
To go out walking in the sun
To find out if you were the one

does it make you wanna come a little closer now? 
and did you want to dance with me? 
Did you wanna hum a little harder now? 
can you see her? 
waiting there
can you see her?
because I'm almost there
can you see her
waiting there for someone like me
Well all you want is a beauty queen
But not a superstar
But everybody's dream machine
All you want is a place to lay your head
You go to sleep dreamin' how you would
Be a different kind if you thought you could
But you come awake the way you are instead
All my friends and lovers
They shine like the sun
Well I just turn and walk away
One way or another
I'm not comin' undone
I'm just waiting for the day
All my friends
Ah
All my friends