Parece ser que nuestro cerebro posee una serie de neuronas que se denominan neuronas espejo y que se activan cuando recibimos estímulos externos de los que aprendemos o incluso de los que somos motivados. Es más, son una parte importante de la neurociencia social que estudia la manera en la que nuestro cerebro reacciona según nos vamos relacionando socialmente.
De la misma manera que un macaco es capaz de imitar movimientos que percibe o activar partes de su cerebro si ve a alguien cogiendo un platano, nosotros activamos partes del nuestro cuando vemos determinados comportamientos.
Es, en definitiva, el motivo por el que ver porno, nos pone. No es un efecto malévolo derivado de una insuficiente moralidad humana, simplemente es una respuesta humana que algunos científicos incluso han denominado como "la erección visual". Y le pasa a todo el mundo. A tí y al Papa, también.
Como honesto soltero he de reconocer que ese tipo de erección la conozco. Y los estímulos visuales que puedo llegar a emplear, en este mundo aséptico y de posibles en el que nos movemos, van variando según el estado de ánimo en el que vaya navegando cada día. Reconozco que guardo en la recámara del recuerdo más excitante alguna foto de aquella persona que no me quiso y a quien recuerdo más de una noche. Pero también busco, de vez en cuando, y como cualquier hijo de vecino, estimular a mis neuronas espejo con la vida (sexual) de los demás. Todos tenemos alma de "vouyeur", eso era un hecho. Solamente le han dado carácter de científico a lo que tú, el Papa, los programadores nocturnos de cadenas de televisión locales y yo ya sabíamos.
Pd: (Anexo literario) Recuerdo un diálogo (basado en hechos reales, que escribí en cierta ocasión):
- Encendí el equipo y me conecté para hacerme una paja. Joder, no es tan malo. Así que me la hice y me encendí un porro para quedarme bien. Un par de horas después me llama al portero automático y yo bajo. Nos fuimos a tomar algo junto a mi casa. “¿Qué has estado haciendo?”-me preguntó. “Nada-le dije- viendo la tele y oyendo música”. Entonces me cogió la mano. Y me dijo: “¿Tú te has hecho una paja, verdad?”. Eso me dijo. Lo primero que hice, instintivamente, fue mirarme la mano. Yo soy un chico limpio y seguro que estaba limpia así que no puede oler más que a jabón, a porro o a un poco de queso que estuve comiendo en ese periodo de tiempo. ¿Por qué me olió la mano?
- No puede ser verdad lo que me estás contando.
- Te lo juro. Lo increíble es que era verdad y tampoco creo que me tenga que confesar por ello.
- ¿Seguro que sales con alguien y no con un perro antidroga de la guardia civil?
- Antipajas. El caso es que yo decidí admitirlo. No veo nada malo en ello. Ahora viene lo mejor. Entonces empieza a decirme que claro, que seguro que cuando me masturbo lo hago pensando en otros y no en él, y que eso es una forma de infidelidad. Que él cuando está con alguien no se masturba y que si acaso lo hiciera lo haría pensando en mí. Yo le dije que una paja es sólo eso. Y que se fantasea, que en eso consiste, pero que eso no quiere decir nada. Le dije que es como ver un poco de pornografía, pero que eso no quiere decir que seas infiel a nadie. Entonces empezó a subir y bajar los brazos, como un poseso, mientras se movía a mí alrededor. Me decía: “!Si es que no puedo confiar en ti que cuando me despisto te pones a ver películas porno y hacerte pajas!. ¡Cualquiera sabe qué más habrás hecho!. ¡Así no se puede confiar en nadie!”.
- No es verdad. Te lo estás inventado.
- Que no, de verdad. Estaba fuera de sí. Al final se fue completamente irritado y yo no sé si soy un enfermo o simplemente él un intolerante. Lo que sí que te digo es que ahora me da reparo hasta tocármela meando y llevo todo el día lavándome las manos. Pajas ni hablar.
- No puede ser verdad lo que me estás contando.
- Te lo juro. Lo increíble es que era verdad y tampoco creo que me tenga que confesar por ello.
- ¿Seguro que sales con alguien y no con un perro antidroga de la guardia civil?
- Antipajas. El caso es que yo decidí admitirlo. No veo nada malo en ello. Ahora viene lo mejor. Entonces empieza a decirme que claro, que seguro que cuando me masturbo lo hago pensando en otros y no en él, y que eso es una forma de infidelidad. Que él cuando está con alguien no se masturba y que si acaso lo hiciera lo haría pensando en mí. Yo le dije que una paja es sólo eso. Y que se fantasea, que en eso consiste, pero que eso no quiere decir nada. Le dije que es como ver un poco de pornografía, pero que eso no quiere decir que seas infiel a nadie. Entonces empezó a subir y bajar los brazos, como un poseso, mientras se movía a mí alrededor. Me decía: “!Si es que no puedo confiar en ti que cuando me despisto te pones a ver películas porno y hacerte pajas!. ¡Cualquiera sabe qué más habrás hecho!. ¡Así no se puede confiar en nadie!”.
- No es verdad. Te lo estás inventado.
- Que no, de verdad. Estaba fuera de sí. Al final se fue completamente irritado y yo no sé si soy un enfermo o simplemente él un intolerante. Lo que sí que te digo es que ahora me da reparo hasta tocármela meando y llevo todo el día lavándome las manos. Pajas ni hablar.
2 comentarios:
Supongo que al hablar de erecciones, limitamos lo de que el porno pone, solo a los hombres...
Leyendo lo de las neuronas espejo, yo me pregunto....Si es así, si imitamos comportamientos que vemos, si cuando ves porno tienes ganas de follar o de hacerte una paja, no sería igual de normal que cuando ves una película de asesinatos tuvieras ganas de cargarte a alguien? O quizá en ese caso, lo que imitamos, los supuestamente normales, es el comportamiento de la victima y no la el del asesino?
Respecto al texto...joer que horror, porque evidentemente cada uno se toca cuando le apetece y puede y no pasa nada, pero tampoco es muy agradable que cada vez que lo hagas, alguien te dijera que sabe que lo has hecho...
La foto es tremenda, si fuera un tio y tuviera erecciones visuales, esta muchacha me hubiese producido una, seguro.
A ver si pones algún muchachote o algo...
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