Mal dia para buscar

30 de junio de 2014

Carlos Cros

Carlos Cros presenta un disco titulado "Nadie se Resiste al amor" y la culpable de mi escucha es esta crítica, esta presentación y esta canción:

29 de junio de 2014

Los que no están en las trincheras.

Cuentan que en la primera guerra mundial los enemigos cavaban zanjas, uno frente a otro, y esperaban, días incluso, insultándose de una a otra. En muchos casos tanto lodo, tanta peste, tantas chinches y tanta sinrazón terminaba con ambas parte compartiendo un trago y firmando un armisticio parcial sobre alguna explanada europea.

Es por eso por lo que los mandos, aun a riesgo de sus propias tropas, les empezaron a exigir poner alambre de espino entre ambos lados y un poco más atrás para no poder desertar. En realidad el alto mando descubrió que en medio de la guerra lo importante era evitar la posibilidad de que alguien se diera cuenta de la estupidez de luchar.

Cuantas veces las trincheras han pasado a ser nuestro día a día. Cuántas veces se han separado a las aficiones con barreras, a dos manifestaciones con un alambre de espinos en forma de antidisturbios o a dos ideologías por el Hola en medio del kiosko.

Porque se sabe que si se pasa esa rabia irracional de alistarse para ir al frente llega un momento en el que, en medio de la serenidad, los conflictos cicatrizan solos.

Otra cosa es que, a los que no están en las trincheras, les siga interesando que nos aniquilemos.

Pd: metáfora en estado puro basada en un dato real.

28 de junio de 2014

Las plantas carnívoras de los buscadores de chollos.

Una de las más extrañas alteraciones del comportamiento humano tiene forma de oferta. Da lo mismo que el razonamiento diga, con exclamaciones tanto al principio como al final, que es mentira. Es una oferta, una oportunidad, es un ahora o nunca. Antes era mucho más, es la última unidad. No vale para nada pero está de oferta. Y si no me lo llevo yo se lo llevará otro y no va a ser de otro. Tiene que ser mio. Lo compro. Es mi tesoro y Mordor está gobernado por un publicista sin escrúpulos.

La segunda unidad al 50%. Si una unidad vale 100 y la segunda nos cuesta 50 tenemos que pagar 150 por algo cuyo coste era 200. Es un 25% menos pero ponia 50% y es más que probable que, como los días sin iva de Marimar, haya subido un 30% de ayer a hoy. La ropa de Zara alcanza un 70% en rebajas. Yo, que debo de ser tonto como un mirlo en invierno, tirito con un margen del 10% y nunca hago descuento. Claro que mi problema es el altavoz, la desfachatez del cartel. Cuanto más grande es el rotulador estoy convencido que es mayor la mentira o la verdad a medias, que son las verdades de Mayra Gomez Kemp.

El marketing no es barato y se paga con los descuentos engañosos.

Pero hay una clase social, un estrato popular, que vive de oferta en oferta, de outlet a liquidación. Corretean con sus bolsas buscando productos con tara, segundas manos imposibles, saliban viendo contenedores abandonados en el canal discovery. Se creen más listos, más hábiles, son los Frank de la Jungla de la selva del consumismo. Llegas a sus casas y sacan sus nuevas adquisiciones haciendo hincapié sobre la oferta, sobre lo baratísimo, sobre el 50%, el 70%, sobre el última oportunidad. -"Esta es mi mujer, estaba de oferta"- podría ser una definición absurda aplicable a una camiseta de Primark a la que se le tiene cariño o a una estantería de Ikea de la sección de oportunidades. Estoy convencido que, a veces, también es así. Las últimas unidades de las seis de la mañana.

Internet es un mundo moderno en el que nada aparece sin el cartel de oferta ni el de descuento. Hasta los abonos a las páginas pornográficas, los besos virtuales, los superpoderes y los falsos antivirus que entran cuando pasas de soslayo por softonic tienen el cartel de "precio especial".  Estoy cansado de ver tabletas compradas por internet que parecen tablets, tienen botones de tablet pero están en chino y no funcionan ni cargan ni aguantan ni tienen garantías. En ese momento han dejado de ser baratas a ser una estafa pero nadie acepta que fue estafado porque dejaría de ser más listo.

Esa es la parte del cerebro que el neuromarketing necesita para ser rentable: el escándalo y hacerte creer que eres más listo.

Engaños con clase. Ziritione. Ecosistema informático. Barato. Oferta. Descuento. Da igual que el teléfono llame porque tiene una funda de diseño, da lo mismo si el coche anda porque tiene un equipamiento multimedia.

Las rebajas empiezan el lunes.

De la misma forma que uno sólo perdonaba los crímenes si es que eran pasionales yo sólo me creo las ofertas cuando veo la necesidad en los ojos del comerciante vapuleado por la crisis. Y , en ese caso, soy tan lelo que creo que no merece perder. Mucho menos a manos de las plantas carnívoras que son los buscadores de chollos, carne de cañón de la publicidad de mentira.

Se arregla, como muchas otras cosas, pensando. ...pero es tan emocionante no pensar...

24 de junio de 2014

Exceso, criterio y medio.

-Si hubiera sabido que existía Podemos, les hubiera votado- me dijeron hace una semana. -Bueno...- interpelé - podías haberte preocupado por saber quien se presentaba a las elecciones pero... ¿por qué?- Y esperé una respuesta. -Porque si hubieran ganado las elecciones ya no habría corrupción- Y me quedé ojiplático con esa idea tan absoluta en la que aparece un genio en una lámpara, hace chás y se arregla todo sin esfuerzo.

Pero es que los españoles somos así.

Ganamos un mundial y somos los reyes del mundo para después ser los peores. Era mucho más divertido caer en cuartos, que no es nada, pero da gustito. Hemos pasado de ser el milagro español a batir todos los records de paro global y juvenil. Hemos pasado de tener la clase política de categoría que hizo la transición a insultar a cualquiera que se llame político a si mismo. Tuvimos la gran explosión cultural de los 80 para tener a Melendi. Bueno, eso último es verdad.

Parece que, de la misma forma que se anulan las clases medias, se han anulado los orgullos de los sextos puestos, de las participaciones honrosas o del trabajo bien hecho sin llegar a ser brillante ni una soberana chapuza casi como un aforamiento real.

Queremos con pasión o bloqueamos el whatsapp. Algo nos gusta y lo compartimos, lo retuiteamos o lo insultamos con cólera mediterránea. Se está en un bando o se está en el bando contrario y se gana o se pierde, pero siempre con demasiada intensidad. -Estoy viviendo un mal momento- puedes decir mientras todo, absolutamente todo se convierte en una mierda purulenta. Se sale a tope, se bebe a tope o se desploman unas melodramáticas lágrimas en un probador de El Corte Inglés.

En algún lugar debe de existir el punto intermedio del españolito medio.

Los telediarios hablan de los records mundiales, de Nadal en Roland Garros, de las cifras sobrepasadas en blanqueo y en drogas, en deshaucios y en divorcios. Se habla de que es la época histórica en la que más ha sucedido algo, de que va a ser el verano más caluroso y de que hemos dejado atrás el invierno más frio.

Se espera, con ansiedad e impaciencia, a la próxima cifra espectacular. Da lo mismo que sea hacia arriba o hacia abajo pero tiene que ser espectacular. Da lo mismo que sea personal o global, económica o deportiva. Follemos mil veces, insultémonos con mil culebras. Veamos los vídeos más virales, cantemos las canciones más radiadas o compremos esa estantería de mierda que es líder de ventas en Ikea.

Y creemos que tenemos criterio porque tenemos exceso. Da igual hacia donde, da igual el amor o el odio, la generalización o los goles. Que sea mucho y con mucha intensidad. Parece que "eso" es que estamos viviendo y , sin embargo, lo que hace es arrastrarnos en cien direcciones opuestas.

En el medio está la bondad.

Pero no hay medio.

23 de junio de 2014

Greatest hits (primer semestre 2014)

Me he dado cuenta que este año no hice un recopilatorio de los posts de los primeros meses. En realidad, casi de una manera proporcional a la falta de lectores y al hastío de descubrir que el ser humano es ser humano y no cambia nada se han convertido, los textos, en repetitivos y densos, agónicos y mecánicos como la rutina.

Y, sin embargo, están llenos de intensidad.

Alguna conclusión he asumido en medio de la infructuosa evolución: las noticias se repiten y las personas se niegan a crecer porque es mucho más sencillo exigir crecer a los demás. "Consejos doy que para mi no hago". "Virgencita, virgencita, que me quede como estoy". Ir en contra del refranero popular es ser un apestado incomprendido que habla con el señor Wilson desde su isla desierta, que es mucho más desierta cuando está llena de personas.

Allá van:

26/2: Californication y los riesgos cardiovasculares.
14/4: Los superhéroes bipolares.
13/5: Artificios mentales (excusas) y cadáveres fuera.
3/5: La impaciencia de los hombres buenos.
14/2: San Valentín y el refugio

y el tremendo: 10/3: La invasión de los místicos.

Como hoy es San Juan y hay que quemar algo, habrá que Quemar tus recuerdos.

21 de junio de 2014

Verano digestivo.

Hoy, a las 12:51, ha empezado el verano
En realidad es un tiempo extraño, de esos en los que los calcetines y las chanclas se encuentran por la playa. Son esos meses en los que se pone encima de la mesa la esperanza, peliculera y tontuna, de que se arregle como en un cuento de hadas lo que no se pudo solucionar en invierno, ni en otoño, ni con las luces ilusionantes de la primavera. Al principio es un "esta vez sí" y a mediados se convierte en "ya verás como". Al final es un "ahora o nunca". En EEUU se ha puesto de moda el YOLO, que es la estupidez supina de vivir cada día como si fuera el último porque se agarra a la obviedad "coheliana" de que cada día es único. El problema es que es el único para cagarla, también.

Por supuesto que cada uno lo vive como quiere. Puede ser el año del whatsapp o puede ser uno de esos en los que se procura que las fotos tengan un bonito paisaje y una sonrisa enorme para autoconvencerse que es el mejor de todos o, como efecto colateral, mejor que el de los demás. Esto de estar por encima de los demás es muy humano. Follar más, ir más lejos, beber más rápido, tener más visitas en los videos de youtube, más amigos en facebook o simplemente más followers. Da igual la calidad, la entereza, el efecto que genere sobre nuestra parte más interna o nuestra psique más personal, el caso es que sea más. Si es más, como una audiencia extrema, se le presupone mejor.

Y no, no lo es. Hace tiempo, mucho antes de que Bisbal fuera citado por los nuevos reyes en vez de algún músico virtuoso, que la mayoría demostró que no es sinónimo de bondad o de felicidad. La mayoría es simbolo de saturación, como un outlet de centro comercial en un sábado con niños. ¿La mayoría es tonta?. No. La mayoría es FACIL.

Fácil es tostarse al sol sin hacer nada, comer comida precocinada, ir a lugares marcados en las guías turísticas con una estrella. Fácil es la telebasura y la canción del verano, crtiticar al gobierno, hablar de fútbol. Fácil es decir a todo que sí y no hacer nada, culpar a los demás, esconderse en una cueva o en la cueva de la multitud.

Es difícil asumir los errores propios, sentarse en la hierba para tomar aire y enfrentarse a uno mismo identificando las mil maneras en las que nos protegemos de nosotros y marcar los cien motivos para no cortarse de un tajo las venas. Es difícil decir sinceramente "quiero verte a tí" y estar preparado para recibir un "no" sin saltar al cuello de las debilidades ajenas. Es dificil sentarse a ver los desvíos incorrectos. Es difícil aprender, después de una siesta veraniega, que puede que las cosas no sean ningún cuento, que estemos hechos de hielo, que nos derrita el verano o que no lleguemos al invierno y, aún así, sigamos sin ir por el lado fácil de la vida que se metamorfosea en una estación en la que vuelven a ganar los mediocres. Y las reposiciones. Y los mundiales perdidos.

No espereis a John Wayne al frente del ejército mientras viene a salvaros al son de una corneta.No hay salvación en el lado fácil aunque pero me han dicho que es mucho más divertido hasta que llega septiembre.

Ni tú ni yo somos John Wayne.

Una canción de Los Enemigos no es más digestiva que una de Disney, pero dice mucho más aunque no  deje bañarte.

14 de junio de 2014

Primera temporada.

"Hay algo adictivo en los sentimientos negativos, hay algo magnético en intentar comprobar cuál es tu límite, cuán abajo puedes llegar a acariciar el fondo con la yema de los dedos. La ansiedad se apodera de mí y toma forma en la proyección de pesadillas y fantasmas de mi imaginación. ¿Qué es lo peor que podría estar pasando?. Pues eso es lo que creo que está pasando. Los sueños son poderosos porque al final se acaban materializando."

Primera Temporada. de Enric Pardo.

(un libro que podría haber escrito yo pero que tiene: A)el coraje de escribirlo y B) un final feliz. Ambas cosas imposibles en mi.

Ah, y pocas o ninguna referencia musical.)


13 de junio de 2014

Los hijos de las lechuzas.

Dos cosas me enseñó la literatura en mi más tierna infancia: que no es un sombrero sino una serpiente que se ha comido un elefante y que, aunque se sea una gaviota, el precio de actuar diferente es la soledad hasta que encuentras a un grupo de raros como tú.

Nadie  me explicó que ser uno más es bastante más cómodo y mucho más rentable.

No hacer ruido, adorar el fútbol, sacar entre un 6 y un 8, progresar adecuadamente, dejarse llevar por el marketing más extendido y ver las series popularmente aceptadas sin contrastarlas con la realidad o con precursores minimalistas. Oir únicamente los 40 principales. Hacer un Harlem Shake en su momento y seguir "el legado de Tibu" como un gafapastas más.


Lo que no soy capaz de adivinar es el momento en el que tomé la senda del desatino. Supongo que fue en algún momento entre 1989 y 1994, quizá buscando ansiosamente música en Radio3 o quizá cometiendo ese error tan poco contemporáneo de preguntarme el por qué de las cosas. En medio de esos años yo cursaba la glamurosa y elegante carrera universitaria superior en ingeniería industrial. Los Altos Hornos de Vizcaya se pudrían y se decidió hacer la Acería Compacta de Bizkaia que representaba, casi como si fuera otro lugar por el cambio autonómico y "nomenclátor" de la provincia, un salto cuántico. Los compañeros hicieron sus explicaciones en clase sobre aquella empresa. Hablaron del reciclaje de metal, de los procesos que elaboraban casi una segunda vida en las carrocerías de los automóviles, de los electrolitos, de las optimizaciones en el consumo energético. Yo me quedé para el final. Expliqué que había cogido el coche y madrugado para ver la entrada del turno de las 6. Conté que, en los bares situados en los bajos de esas casas grises de hormigón, las películas pornográficas y los operarios con sus primeros copazos de brandi iban a ser los principales damnificados por el modernísimo cambio industrial y que, a mi parecer, ese era el punto a tener en cuenta a la hora de estudiar dicha compañía muy por encima de la ductilidad del material. Repetí curso. Mi padre se enfadó. Yo me decía a mi mismo que esa no era la manera de hacer las cosas y, sin embargo, como una mala adicción, fue a peor. En más de una ocasión he llegado a pensar que me empeño en hacerlo todo de alguna forma extraña o, al menos, alejándome de la mayoría. En alguna ocasión he querido pensar que no soy Truman en el Show de Truman sino que todos y cada uno teneis un conversador interior y en otras ocasiones he llegado a la conclusión que lo habeis matado y ocultado su cadáver en una estantería de ikea con diéresis.

En realidad mi profesor de termodinámica de cuarto tenía razón. "¿Son ustedes unas lechuzas?"- nos dijo interrumpiendo la clase y haciendo una pausa dramática. "Están quietos, siguiéndome con los ojos muy abiertos y sin moverse. No preguntan y no hacen nada. Luego se marcharán y comerán. Ustedes no son inteligentes, ustedes son lechuzas".

Las lechuzas acabaron la carrera y, ahora, dirigen el mundo.

Así que tenemos un mundo sin grandes cambios reales, sin alternancia cultural y con más publicidad en tres clicks de Internet que en los seis minutos de una pausa televisiva. Bebemos coca-cola, nos fiamos de los comparadores de viajes y solamente algún tipejo sin criterio como yo navega desde la barra de direcciones en vez de dejarme guiar por el interesado, cotilla y comercial Google de turno.Yo he visto cosas que vosotros no creeríais, yo he buscado en Altavista.

Cuando explico lo que eran las BBS más de uno hasta se asusta de la misma forma que cuando se hacen documentales sobre las diferentes explosiones culturales desde finales de los 70 hasta finales de los 90. Aquellas revoluciones tuvieron lugar por ese ansia, similar a la que tiene un niño al abrir los regalos, que se extendió por el mundo cada vez que se caía un muro o se moría un dictador. Todo valía y todo se probaba. También es cierto que dejó aniquilada a más de una generación. En los bares y en las calles se juntaban mods, punkys, heavys y en la televisión estaban Tocata y los electroduendes. Quizá entonces las personas se miraban a la cara y ahora miran a las pantallas de sus teléfonos porque la información editada parece mucho más ocurrente que poder ver los granos de la cara de tu contertulio.

¿Es posible una revolución cultural liderada por los que ahora están entre 18 y 25 años con la música como catalizador? Pues pensando en lo del crowdfunding, en lo de los viajes compartidos, en los grupos de interés, o, el indie, el pseudorock, el pop de bandcamp y en la coleta de Podemos se podría pensar que sí. Claro que teniendo en cuenta que detrás de casi todo hay una campaña publicitaria en forma de viral, un hastío generalizado, una creencia en la imposibilidad de ganar una lucha contra el omnipotente sistema y que la semana pasada me harté de oir Shakira, Regetton y diez o doce ritmos catatónicamente machacones, quizá haya que decir que no.

"No teneis música más..."- y dejé la pausa caer delante del que, con su mac, sus Nike y su camiseta molona, tenía el poder en forma de touchpad. "Por supuesto"- me dijo. Y puso AC/DC mientras afirmaba que "para Coldplay no es el momento". Me negué a explicar que Coldplay es la suma de U2, Radiohead y un desdén de Gwyneth Paltrow.

Es lo máximo que pude ver, aparte de descubrir que era hijo de una lechuza.

12 de junio de 2014

Putas, yonkis y cifras españolas

Hace no demasiado tiempo el gobierno de España decidió cambiar la manera de medir el IPC para saciar su ansia de triunfos estadísticos.

Ahora, teniendo en cuenta que de una u otra manera hay que plasmar datos estadísticos que reflejen que todo es de rosa flúor, que si tiene el apelativo "flúor" ya es de moda excepto si es dentífrico, han decidido subir el PIB entre el 2.7% y el 4,5%. De golpe, sin avisar, casi como una herencia que llega de América o de un tio abuelo soltero, amargado y rico.

En las próximas estadísticas nos vamos a lamer los genitales de gusto como si nos metieran LSD desde la sección de economía con pastillas con la cara de Montoro.

No es una expresión al azar, es que han decidido contabilizar putas y yonkis (prostitución y drogas blandas).

Como todo el mundo sabe España es un pais de puteros. Y lo de las drogas ya se les ocurrió a los californianos antes aunque lo hicieron los uruguayos.

En ese afán tan políticamente moderno de modificar las estadísticas a voluntad propongo ideas para los próximos estudios:

1- Considerar los desplazamientos al trabajo como viajes de placer.
2- Establecer las discusiones futbolísticas como violencia de género.
3- Introducir a todos los que usen el catalán, el euskera, el gallego o el bable como separatistas radicales
4- Sumar a los que digan "CagoenDió" como cristianos practicantes.
5- Añadir, junto a las corridas de toros, las uniones heterosexuales al "bien cultural"

De esa forma subirá el turismo, hará falta más gasto en policía, necesitaremos un gobierno central más fuerte y eliminar las culturas poco españolas, dar más dinero a la Iglesia Católica y matar a todos los homosexuales en pro de la cultura. Todo ello como consecuencia estadística imponderable.

Y luego decir, en un debate y con un gráfico en la mano, que "es lo que dicen las cifras".


Pd: dime que es casualidad que estas cosas sucedan el mismísimo día que empieza el mundial.

11 de junio de 2014

El dinero, el coche compartido y yo.

"El dinero es una cosa muy mala"- dice, a veces, mi madre.

La verdad es que existen dichos populares con grandes dosis de razón, no sé, quizá eso de que no hay que dejar el coche, la novia o dinero a un amigo porque se pierde al amigo y lo que se le deja. Quizá existe, debajo de todo, la tendencia a que haya un componente mundano que lo arruine todo.

Hablamos de lo de los coches compartidos. Y cuando hablamos de los coches compartidos descubrimos que las páginas web que se usan hablan de contaminar menos, de hacer amigos, de ser solidarios o de ser modernos pero, debajo de todo, hay una pequeña transacción económica y es ésto lo que parece que lo estigmatiza.

Yo he compartido mi coche y bastantes veces. Existen viajes que me he aburrido de hacer solo y, una vez, decidí probar. Mi primera vez llevé a una chica de Bilbao a Madrid y tuve el temor tan natural de no saber lo que iba a suceder. Había quedado cerca del ayuntamiento y no disponía de más datos. Así que paré y esperé. Por una calle aparecieron un grupo de punkys con sus correspondientes perros y sus adheridos porros. Mucho chandal gastado y bastante ropa oscura. Vinieron hacia mi. La metralleta de mi cerebro que lanzó cien millones de mensajes de alarma, cien millones de arquetipos y, sin embargo, aguanté como un campeón. Entonces, del grupo, una chica se despidió de todos y de algún perro. Cogió una mochila, se separó el pelo a la zona de la cabeza que no estaba afeitada y vino hacia mí. Se presentó y partimos de viaje. Sucedió como lo que sucede con los arquetipos: que sorprendentemente no son verdad. Dos carreras, bastante más culta que yo, una conversadora intachable y logramos estar casi cuatro horas con una conversación de nivel sobre Friedrich Wilhelm Nietzsche y su manera de pensar en la sociedad caótica y moderna actual.

Después he llevado a adolescentes, a madres con sus hijos (que vomitan), a una abuela, a parejas de viajeros e incluso a un tipo que estaba haciendo una mudanza de vida entre una ciudad y otra. Creo que una vez dos mujeres iniciaron una relación sentimental en el asiento trasero porque, al llegar y sin que estuviera previsto en un principio, se bajaron juntas y se fueron a casa de una.

Y en todas las ocasiones, como ponen las normas, cobré. Eso de cobrar es lo que parece que es un delito.

En realidad yo no me siento un delincuente y, probablemente, no lo sea. Sin embargo también sé que, al haber dinero de por medio, más de uno utiliza esta plataforma como una manera de hacer negocio al estilo español,  que es en B. Sé que más de un transportista acumula viajeros como quien acumula inmigrantes ilegales en la frontera de México, que les hacina junto a los paquetes en las furgonetas y de esa forma se saca un extra. Sé, porque alguno de mis pasajeros me lo han contado, que hay personas que organizan viajes casi como si se tratara de una línea regular donde hacen la gestión y subcontratan a personal en paro con coche y forma de conductor para llevarse una tajada. Eso, sinceramente, empieza a ser un delito.

Así que las líneas regulares de transporte de viajeros se han enfadado y el gobierno ha decidido que, de una manera u otra, tiene que dar un toque de atención priorizando a los profesionales del sector. Así que hay que saber que si la policía intuye que estás haciendo negocio con tu coche te pueden meter 600€ de multa. En Francia se pagan impuestos y en España se supone que terminará igual.

Estoy absolutamente convencido que si el uso de este servicio fuera en todos los casos honesto y siguiera las líneas de solidaridad y ecología que promulga no sería posible ningún debate, multas o leyes. Terminaría siendo lo que fue. Pero, como cada vez que hay dinero por medio y de la misma forma que algunas ONG se convirtieron en fraudes perjudicando a la mayoría honesta, hay que joder a todos por la miserable actitud de unos pocos que pensaron que era un negocio libre de cotización y de responsabilidad, el far west del transporte de viajeros hipsters.

Ahora algunos se enfadan por lo de que el gobierno meta mano en otro sitio que creíamos nuestro, moderno, barato y molón.

Y es que el dinero es una cosa muy mala.

10 de junio de 2014

Las cartas, el tiempo y la guarrada.

Una de las sensaciones más amargas que tiene la vida es descubrir que no estoy en el lugar que creo que me merezco, y eso es una guarrada.

Normalmente es una guarrada porque nunca es el lugar en el que estoy, sino uno mucho mejor. No es el sitio en el que me siento sino un lugar más luminoso con una guapa e inteligente (más inteligente que guapa porque la inteligencia aguapa a las mujeres y la estupidez las telecinquea) mujer que pasea por casa con una bragas feas pero sexys, una bata a medio cerrar y que me quita el cigarro para darle una calada rápida y apagarlo mientras me sonríe diciendo que debo de dejarlo y me da una patada en el culo casi como si fuera correa para ir al trabajo con energía.

En realidad nunca pienso en un lugar peor que el que me rodea. Soy así de convencional por mucho que me lleve esforzando más de un año en admitir que lo que tengo es lo que tengo y que no puedo pedir que me cambien las cartas con las que me ha tocado jugar y con las que, en realidad, tampoco tengo todas las de perder pero no todas las de ganar, que es lo que sucede con la mayoría de las manos de póker: ese juego que no comprendo porque no quiero. Es una de esas cosas sobre las que prefiero no saber y, así, en un desconocimiento, poder vivir la emoción de ver por primera vez una película que se queda grabada a fuego en la memoria o disfrutar de la ilusión de la suerte, en los juegos de azar, que dicen que tiene el novato.

El problema es ser un novato eternamente, entrenarme y no competir, coger las cartas y no hacer apuestas, arriesgarme únicamente al solitario. No saber si soy o no resiliente aunque, en mayor o menor medida lo soy, pero nunca de forma consciente. Me sobrepuse, lo superé, caí , volví, me recuperé, resbalé en un charco con mi sudor, en otro con mis lágrimas y en un tercero con aceite del motor de un coche que tuve. Creo que aquel día de abril, entre semana, en una cuneta de Despeñaperros con un cigarro, fiebre y sin ningún sitio donde ir, tuvo más importancia de la que parecía. Soy tan orgulloso que nunca llamé a la grúa y, casi como el cuento del lobo cambiado, el día que llamé nadie creyó que necesitaba asistencia porque se habían acostumbrado a que nunca pidiera ayuda.

Así que estoy en un lugar, físico e indefinido, que no está tan mal pero no es el que quiero. Por una vez, quizá, creo tener definido un destino posible. Lo es porque carece de perfección, porque ella tiene arrugas en las rodillas, hay una humedad en la pared que no desaparece, el niño tose y yo no soy perfecto sino que simplemente soy yo. Y soy la carta, marcada, gastada, perdida en una baraja vieja que lleva años en un cajón del salón, con la que han decidido jugar la partida. Lo importante es jugar, estar, participar, conversar, ni siquiera acabar contando los puntos o hacer un repoker. Ganar es lo menos importante, compararse una estupidez, exigir otro juego una imposición y dar lecciones es una carta extra que inclina la balanza.

Vuelvo a poner "peros". Los mismos "peros" que me han puesto siempre, los que he puesto para no quedarme, los que me han tirado a la cara para que me fuera, los que impiden mirar dentro o los que esperan un mundo mejor ya mismo y ahora mismo como si fuera una competición social de felicidad y bondad absolutas a la que se puede llegar con un doble check.

Empiezo, otra vez, a fantasear con un lugar mejor con tintes de imposibles.

Y va pasando el tiempo, quizá esa es la guarrada.

8 de junio de 2014

Till we get the healing done


Down those old ancient streets Down those old ancient roads Baby there together we must go Till we get the healing done Till we get the healing done Till you're satisfied with your life Till you're satisfied with your life Till you're satisfied with your life And it's running right, and it's running right Till you deal with the poison inside Sometimes you've got to sit down and cry When you deal with the poison inside Till we get the healing done Till we get the healing done Till you feel the tingle up your spine Till you're satisfied and you're mine Till you feel a tingle up your spine Till we get the healing done Till we get the healing done Till you live in the glory of the One Till you live in the land of the sun Till you feel like your life has just begun Till we get the healing done Till we get the healing done Till we dwell in the house of the Lord Till you don't have to worry no more Till you open a brand new world Till we get the healing done Till we get the healing done Till it makes you feel alright Till you're satisfied with your life Till you know you live in the Light Till we get the healing done Oh till we get the healing done Till you look at the mountains every day Till you wash all your troubles away And you live right here in the day Till we get the healing done Oh till we get the healing done Oh till it's Truth and it's beauty and it's grace Till you've finally found your true place Till you know your original face Till we get the healing done Oh child, till we get the healing done Oh when everything's going right Till you're satisfied with your life Till you're living in the Light Till we get the healing done Oh till we get the healing done Oh when you feel it, when you feel it in your soul Baby, and you really know That you reap just what you sow When we get the healing done Oh till we get the healing done Till you know that it's working every time Till you work it out in your mind And you know it straight down the line Till you get the healing done Oh make no worry till we get the healing done Oh we gonna go back, back to our favourite place Oh look at it again See it all through different eyes When we get the healing done Oh when we get the healing done Oh we're living for the grace of the Lord Baby feel so good about it all Oh give thanks every day Till we get the healing done Oh till we get the healing done Till we get the healing done Oh baby, baby till we get the healing done Till we get the healing done Baby you got to stay Till we get the healing done If it takes to the break of day Till we get the healing done Till we get the healing done Till we get the healing done Till we get the healing done You got to stay all night long Till we get the healing done

7 de junio de 2014

Gilipollas de la tercera edad

Una de las cosas que tiene envejecer es asumir, casi como una imposición gubernamental, que hay cosas que ya no se pueden hacer. Esto, desafortunadamente, es independiente de la manera en la que se envejezca. Se puede envejecer mal como el rey o como Mazinger Z. Se puede envejecer con glamour o con categoria como Nick Nolte o como Elle McPerson. En realidad el problema a la hora de envejecer no es la tos o los dolores musculares, ni siquiera son las patas de gallo, el tímido clarear de la piel o pasarse por el arco del triunfo la moda de ese verano en cuestión de complementos. El problema es negarse y convertirse en un gilipollas.

Gilipollas es el tipo que, camisa abierta y copazo en mano, babea como un estúpido creyendo que aún tiene 25 años. Es el mismo tipo que se ha comprado un deportivo para hacer tronar su tubo de escape en medio de la zona de bares de la ciudad en cuestión. Es el de las gafas grandes en las que me veo reflejado o el que manda un whatsapp con una tontería que estaba carente de gracia en el 2010. Es, para ser más exactos, el gordo hediondo que pidió asesoramiento informático (ayer) para poder poner fotos de chicos guapos en badoo y, así, verles el culillo a dos docenas de sudamericanas adolescentes.

Gilipollas es la señora que se pone unos leggins de leopardo, al estilo push up, para sacar a uno de esos perros pequeños que, estoy seguro, gimen en el aire cuando les das una patada. Es la que dice en el supermercado que se tiene que ir a Cuba a pillarse un negro como si fueran carnaza sexual para insatisfechas de la tercera edad. Es la que va pintada a la playa haciendo un top less infame, la escotada madre de familia separada que se empeña en comportarse como la menor de sus hijas adolescentes, la que lleva pamela a los actos sociales de poca importancia y la que espera, un segundo, a que la miren cuando baja del autobús con las bolsas reutilizadas de la frutería.

En realidad son todos aquellos que han sido incapaces de asumir sus nuevas limitaciones o las limitaciones adquiridas con el tiempo.

Es cierto que hemos aprendido a menospreciar a los adultos de la misma manera en la que los niños han descubierto que la wikipedia es más sabia que sus padres. Lógicamente eso ha generado un vórtice que ha llevado a más de uno a una espiral de insustancialidad. Ser el adolescente eterno es una imposiblidad, trasnochar con más de 35 es un ejercicio físico complejo y encontrar una satisfacción al descubrir que se hacen las cosas que hacían nuestros padres cuando éramos mayores es casi el final de una terapia cara.

No es ilógico que en medio de esa necesidad de vivir con mútiples goces, un millón de amigos, capacidad sexual infinita y juventud eterna, se desprecie la verdad cuando la verdad es que somos viejos, que nos duele la espalda y que esa camiseta, ese corte de pelo, esa modernidad o esa actitud nos convierte en gilipollas.

Gilipollas de la tercera edad. A saber: un poco después de la adolescencia que acaba a los 35. Antes de jubilarse. Las edades se alargan y se estrechan. Será cosa de la viagra y los antiestamínicos.

Me voy a hacer deporte y hacer el ridículo en porcentajes variables.

1 de junio de 2014

Los mártires de la política

Vivimos en un pais libre. Cualquier idea, cualquier proyecto o cualquier acierto o estupidez puede defenderse de una manera pública y democrática. Eso es una chulería.

Así que, como somos así de chulos y así de modernos, decimos cosas al aire y expresamos deseos que nunca se cumplen pero que intentamos dejar como improntas. Y, debido a la necesidad humana de asociarse en grupos, formamos nuestros equipos deportivos intelectuales con la forma de partidos políticos.

Y vió, el poder social, que era bueno.

Así que unos, sentados frente a una cerveza en medio del tiempo atmosféricamente loco de la península, hacen pública su libertad de razonar aquello en lo que creen que creen, casi como una fe de quita y pon. Hablan de la economía y de la justicia, de la necesidad de generar una población ética y de educar a quienes desvirtúan las leyes. Se callan al oir opiniones diferentes para aportar en vez de destruir. Pagan la segunda ronda y esperan llegar a casa con un matiz del contrario en alguna de sus dudas.

Entonces alguien dice: "hay una cosa que no soporto. Cuando estamos un grupo y aparece un gilipollas con el uniforme de mi ideología y se pone a defender las que se supone son las mismas ideas te tengo yo y lo hace literalmente con el culo"

Y entonces veo en él un mártir. No en el tonto o el el forofo, sino en el que, haciendo uso de su libertad, ha tomado partido por un programa electoral.

Porque hay alguno que va con la camiseta de Lacoste con los cuellos con la bandera española diciendo que hay que echar a los inmigrantes. Otros van con un palestino al cuello y barba mal arreglada hablando de abrir fronteras y ocupar las casas de campo de los ricos. He visto al algún gafapastas con ropa cara jurar que la regeneración democrática desde el poder es posible para acabar con el franquismo imperante y, después, pedir ayuda para pasar un nivel del candy crush. He visto a más de uno, con el traje regional moderno (chándal vasco, hipster desarrreglado catalán, gallego multicultural) asegurar que si tiene granos es culpa del agua española que corre por sus cañerías.

Son los arquetipos del contrario convertidos en realidad, casi como un cosplay sociocultural.
Y, a su lado, bajando la mirada. Siempre hay alguno que siente vergüenza de los de su equipo.

En esta España en los que cada uno es seleccionador nacional y tiene una opinión sobre Podemos aquellos que han llegado a alguna idea política (todas válidas) a base de criterio, razonamiento y capacidad intelectual de mayor o menor calidad pero con respeto por si mismo y por el contrario son los verdaderos mártires de la política.

El resto son tifossi. hoolligans, ultras, grupies, fans... se diferencia por el uniforme y al descubrir que razonan con el orto. (Luego, en una cuestión espacio-tiempo, son los que pasado mañana son radicales del equipo contrario).

Pd: voy a poner un ejemplo. Una cosa es que alguno le de por pensar y pueda llegar a creer que la independencia de Cataluña sea una opción racionalmente defendible y otra es que alguien diga este tipo de cosas (ver sentado)