Mal dia para buscar

29 de abril de 2013

Anti estrés de un informático autónomo

Levantarse un lunes y descubrir que ya has pagado el IVA, las retenciones, a un par de proveedores, las nóminas, el alquiler y los autónomos. Además algún cliente, apretado por la falta de liquidez, te ha devuelto una bonita cantidad de dinero de algún recibo que te pagará "cuando pueda". En ese momento recuerdas que, después de haber probado con las pantallas, con algún portátil o con más de un ratón... los teclados son la pieza antiestrés de mayor capacidad para desatar tu propia rabia. Si es Logitech, por si lo quereis hacer en casa, mejor. Aguanta más.


Pd: Sí, ese soy yo. Después de barrer está siendo un día con una calma descomunal y un pequeño dolor de espalda.

28 de abril de 2013

La degradación del elemento productivo

En un mundo en el que nos habían vendido que podíamos llegar a todo ahora nos bombardean con la sodomización de nuestros sueños.

Aparece por televisón una enana petulante contándonos que tendremos que hacer más hueco en nuestros anos y un calvo ceceante afirma que ya tiene preparado el dildo de nuestra penuria. Mientras tanto los informativos se llenan de parados que muestran, con algo parecido a un campo de prisioneros de la crisis, las caras de los que seguramente serán gaseados a lo largo de los próximos meses.

Y no hay ningún abrazo que compense la densa lluvia que cae al otro lado de la ventana.

Nos hablan de escapar de estas calles llenas de comercios vacíos hacia futuros inciertos, lugares a los que no pertenecemos como si fueramos ratas que debieramos de abandonar los barcos que creíamos de oro. Nos hablan, casi como si fueran expertos, del momento exacto en el que todo se fue a la mierda.

Y la inmensa mayoría del mundo se centra en el puto dinero como si fuera lo único, como si el ser humano hubiera nacido para eso y para ser inmensamente feliz en una opulenta casa llena de oro y con una pareja perfecta que le lleva al orgasmo múltiple todas y cada una de las veces que lo intenta.

Es lógico, entonces, desesperarse en el momento en que eso, exactamente eso, no sucede y, además, viene alguien a repetirnos que no va a pasar. En ese preciso instante es cuando entran las ganas de rendirse porque también nos cuentan que no se debe uno meter en guerras que no puede ganar.

Existe una campaña de pubicidad basada en un experimento. Básicamente una persona, experta en retratos robot, hace dos dibujos. Uno con lo que la propia persona le cuenta sobre ella misma y otro con lo que otras personas le cuentan de la primera. El resultado es que la impresión que uno tiene sobre si mismo es peor y más alejada de la realidad que lo que son capaces de ver los demás.
Con nuestra vida, con nuestras amistades y con nuestras parejas vivimos la misma situación. Creemos y nos intentamos convecer de excesos. Y esos excesos son muy negativos en este momento de nuestras vidas. Quisimos la perfección y si no se da, entonces, lo degradamos todo a niveles paupérrimos. Exactamente a los mismos niveles dramáticos que puede tener el periodismo destructivo que exalta la pena con el mensaje de que "puedes ser tu".

En los años 80 nos sorprendía ver a todos esos niños famélicos de Etiopia sonreir a las cámaras con una sinceridad pasmosa mientras nos contaban estadísticas mugrientas sobre las tasas de mortalidad. En el año 2013 los niños son los 6 millones de parados sin sonrisas como si hubiéramos admitido que el único parámetro válido fuera ese y que nos quisieran o que nos abrazaran no fuera algo que mereciéramos por el mero hecho de ser personas productoras que no pudieran producir.

Somos mucho mejores de lo que creemos ser, de lo que nos quieren hacer creer que somos en este momento. Arrastrarse es dejarse llevar.

Principalmente porque somos algo más que un elemento productivo y somos mejores de lo que creemos. Solo hay que mirar los retratos.

24 de abril de 2013

Perrovintage

Existen elementos que son inversamente proporcionales a la verdad. Hay muchos más teléfonos de última generación en poblados chabolistas que en el mismísimo barrio de Salamanca. Urdangarín va en un golf de tercera mano.

Ostentar ya no es cool. Lo que mola es llevar una chamarra  gastada, comerse un pincho de tortilla sentado en un escalón cerca del bar y liarse un cigarro antes de irse a dormir a un hotel de cinco estrellas y, aunque quemes la ropa cada vez que te la pongas, volver a parecer un buscavidas por la mañana con la barba a medio afeitar, algún roto en el pantalón, unas zapatillas casual, una camiseta básica y la misma chupa de cuero que el tipo del anuncio.
Hubo una época en la que los ricos tenían que demostrar que lo eran de la misma forma que en la edad media aquellos que eran pálidos y casi albinos tenían en su tez la demostración absurda de que eran más que los demás. En los años 80 sacar el ladrillo que era un móvil o tener un coche aún más grande era el equivalente a la blancuzca piel medieval. La globalización del cambio de siglo y las copias chinas casi imperceptibles cambiaron aquello. A partir del 2000 hasta el más gilipollas tenía un iphone y el último soplagaitas se había comprado un Chayanne Cayenne que rugía junto a los BMW M3 de los chicos con pelo corto y gafas en la cabeza en los semáforos.

De alguna forma habría que diferenciarse de los demás. Las demostraciones públicas de poderío las podía hacer cualquiera.

Así que alguien descubrió que lo vintage era la seña de los nuevos ricos. Y una nueva banda de "posh" dejó Marbella para irse a las playas recónditas de Ibiza donde hacer picnic, liarse unos porros, jugar al voley playa y esperar a que el mayordomo les vaya a recoger con su yate. Claro que lo del yate sólo lo ves a última hora, cuando has pasado toda la tarde pensando que querían robarte el bocadillo de la toalla.

Conozco a quien afirma que un rico es un tipo que parece que te va a robar pero que huele bien. Más o menos un "perrovintange".

Mi abuela diría que las chicas de Desigual son unas cabareteras descocadas. En el último anuncio de Louis Vuitton las modelos parecen prostitutas.
Parecer rico es de pobres. Ironías del siglo XXI. Ya no te puedes fiar.

22 de abril de 2013

Estado de excepción mental.

Algunos psicólogos afirman (lo siento, es un artículo del periódico que luego he descubierto que está de pago en internet, pero gratis con un cafe en un bar) que toda esa parafernalia gritona y excesiva de la televisión está empezando a pasar factura a nuestra sociedad. Dicen que se estan dando cuenta que muchas personas imitan esos comportamientos erráticos y excesivos que ven por sus pantallas, que lloran y se enfadan como un tertuliano al borde de un ataque y que se levantan y se indignan en medio de las conversaciones de la misma forma que algunos se ciclan como los musculitos promíscuos de alguno de los shores y se considera que se puede llegar a algún lugar de éxito con la capacidad intelectual que se muestran en gran hermano.

Dicen que por alguna razón extraña se están adoptando esos roles como un modo de comportamiento normal que pasa del drama a la comedia, del enfado al sexo desenfrenado y de la amistad al odio de maneras impredecibles.

A mi me han dicho más de una vez, como conclusión casi infalible, que querían una relación normal y es ese "normal" el muro infranqueable de la verdad porque para muchos, poseídos por la pose de las supuestas parejas perfectas y las series de "divinity" que siempre acaban con un abrazo y un fundido a negro, lo normal es un salto cuántico, en el agujero negro de la vida, a lo imposible.

En medio de una sociedad poseída por los Gps da la sensación de que muchas veces importa el destino del viaje sin preocuparse de las estaciones intermedias por las que haya que pasar, como un tren de cercanías en contraposición a un Ave que desprecia las ciudades del trayecto. Sin embargo muchas veces lo mejor es el viaje y saborear el aire limpio de un pequeño arcén ferroviario. Es mucho más gratificante viajar en moto por carreteras comercales que acelerar con el coche por una aséptica autopista casi desierta.

Si lo extendemos a las cosas que nos pasan nadie se para a pensar en los pasos que existen entre el delito y la pena, entre los prolegómenos y el orgasmo, entre estar tranquilo, quererse, amarse u odiarse. Cuando una noticia aparece en televisión queremos a un culpable abatido a tiros en Boston, un duque entre rejas y una folclórica arruinada cantando por dinero en las calles de Chipiona. No nos vale, nunca, el proceso o la paciencia del tiempo que nos lleve de un lugar a otro o incluso a un lugar que nunca pensamos que fuera nuestro destino. No nos vale que aquel mensaje quedara sin resolver y si tuvimos que salir solos,  sintiéndonos abandonados, quisimos volver a las 7 profundamente borrachos para hacer más honda la herida de la distancia como si fuera una venganza. Y, además, consideramos como cierto que el resto del mundo funciona con las mismas premisas porque así nos lo enseñó la televisión, la radio y el telediario de las 9. No existe nunca un punto intermedio en los lugares en los que nos encontramos y en los que creemos que vive el resto del mundo. Si vemos a una pareja por la calle creemos que se adoran y si discuten esperamos la agresión como quien espera un misil nuclear desde Corea del Norte. Todas las reconciliaciones las pensamos como borbotones sexuales del ático de Grey y todas las separaciones como las luchas a muerte de las telenovelas venezolanas.

Y, por mucho que nos bombardeen haciéndonos creer que la verdad es esa, no lo es.

Principalmente porque es agotador vivir, a la espera del nuevo subidón, la próxima depresión o el nuevo improperio, en estado de excepción mental a todas horas.

20 de abril de 2013

Boza.

Hay dias en los que, mientras una lluvia fina cae por la ventana antes de ir a trabajar en sabado, que es cuando trabajan los autonomos y los que van a turnos, recuerdas "de lirios y éxtasis" y te encuentras con esto tras una de esas noches en las que hubieras matado por no dormir solo pero la falta de tolerancia a la frustración, las circunstancias o la cobardía te han proporcionado todos los lados de la cama.

19 de abril de 2013

Estúpidas modas en video

Le das a toda una sociedad la posibilidad de intercambiar información en forma de videos y un dia, más allá del Harlem Shake,  descubres que se pone de moda hacer que se caen en los supermercados. Entonces piensas que es una pena.

Más tarde te cuentan que hacer que nadan en los pasillos de sus institutos es lo último de lo último. En ese momento certificas lo extraño que es el comportamiento humano.

Pero cuando ves que hay más de 40.000 (cuarentamil) videos diferentes de adolescentes que realizan el reto del condon (que es meterselo por la nariz y sacarselo por la boca), en ese preciso instante, justo cuando ves al fondo , colgado de la pared, el poster de Justin Bieber, es cuando descubres que la estupidez humana no carece de límites.

17 de abril de 2013

Desmayos, que es lo que les jode

Los grandes siempre supieron retirarse a tiempo. Pelé lo hizo cuando era el más grande, y eso le hizo un poco más enorme. Magic se retiró siendo el mejor, por mucho que idolatren a Jordan. Las estrellas del rock mueren a los 27: Hendrix, Joplin, Cobain. Hasta Chiquito de la Calzada supo cuando había llegado su momento. Isabel Pantoja no tiene ni idea y se desmaya buscando la misma pena que un niño cuando llora buscando que alguien se compadezca de él después de saber que algo hizo mal si es que se cagó en la alfombra del salón de su tía. Pone la misma cara del perro que te espera con ojos lánguidos en la puerta porque sabe que eso de comerse la pata de madera de la cómoda de la abuela no fue una mala idea, como tampoco fue llevarse el dinero público de Marbella.

Y los mismos que le gritaban ese incomprensible "guapa" mientras ella hacía caja con la muerte empitonado de su marido torero son los que ahora le gritan "choriza" antes del desmayo que sufre cuando su chófer se alza sobre las cabezas desde el techo de su coche pidiendo comprensión para la delincuente condenada.

Pantoja, casi como la incultura pueblerina y vergonzante de la España profunda, no sabe que pasó de moda y se ha convertido, desde hace demasiado tiempo, en un esperpento con un hijo Dj que se gasta los 3000€ que le pagan por bolo en invitar a quien le acompañe y en esa misma noche. Le falta sacarse un pecho en Interviú o que Paquirrín venda un robado con un huevo al aire para terminar de arrastrar la dignidad que no le queda.

Nadiuska murió sola, pero murió digna. Jurado murió estirando el mito de la folclórica magnífica hasta que su marido, una sombra que se moja los labios con liros de alcohol que corren por sus venas, no supo ser honrado y proclamarse el asesino que fue. Lina Morgan se retiró en el hostal Royal Manzanares y Pedro Ruiz esconde su prepotencia en obras de teatro donde acuden sus nostágicos y, según me han dicho, Inma del Moral escondida tras unas gafas de sol.

Desconozco si Belen Esteban superará el desgaste mediático vomitivo de Isabel Pantoja cuando la encuentren vendiendo un robado en los arcenes de la Casa de Campo de Madrid. Lo que es seguro es que ninguna ha sabido agradecer esa donación incomprensible que tiene la sociedad para con algunas personas que nunca se lo merecieron. Ni la buena muchacha, grupie de toreros, embarazada de casualidad. Ni la folclórica campechana que le quitó el marido a una yonki muy guapa que murió mucho más digna y menos mangante.

"Desmayos, que es lo que les jode"- debió de pensar haciendo un papelón de remake sobreactuado y bajo presupuesto, por mucho que el millón de euros lo terminen pagando los marineros de luces.

Estoy esperando ver a Urdangarín y a la infanta desmayarse a la salida del juzgado de Palma mientras el reportero de tele5 les da aire con una cartulina con la película que den a las 22h00.

Nunca vi desmayarse a los padres de Marta del Castillo y estos sí que tienen motivos.

15 de abril de 2013

Faceskynet

Una de las cosas que lleva consigo el facebook home es que va a decidir por ti un buen montón de cosas y además te lo venden diciendo que es lo que se lleva. Se supone que si el teléfono se queda quieto más de seis horas por las noches en la misma ubicación el programa decidirá que esa es tu casa y así lo publicará porque no es capaz de pensar que te hayas echado una amante, estés de vacaciones o te hayas quedado en el mismo banco del parque durante un tiempo. Si el GPS se mueve a ritmo de cabllo trotero publicará que haces deporte y si tienes muchos amigos homosexuales, por extensión, te mandará publicidad del último número de Shangay o de la remasterización de los grandes éxitos de Olivia Newton John. Más o menos facebook pensará por ti aunque no sea capaz de diferenciar entre una amiga sin mas, un momento de debilidad, una relación muerta o ese cariño amable y cómplice de lo que pudo ser y no fue. A más de uno le encantará porque, en realidad, una de las partes del ser humano desea que piensen por él.

Hace unas semanas veía un reportaje sobre la guerra por control remoto y planteaba el problema ético por el que ahora mismo es perfectamente posible meter en el cerebro electrónico de una máquina de matar la imagen renderizada del malo al que liquidar y darle la orde de "muerte". En ese instante el robot se irá , con sus metralletas y sus misiles, a la caza y captura irracional del tipo de la foto hasta acabar con él. Los bit y los bytes decidirán todo lo necesario para llegar a su destino porque en el mundo de la guerra importa el fin, nunca los medios.

En los dos casos, casi como un antecesor de Skynet , se deja en la supuesta ejecución metálica de la verdad aquello sobre lo que nos aburre tener control.

Cuando en nuestra sociedad todos nos creímos superhombres dejábamos que una avalancha de inmigrantes realizaran todos los trabajos que no quisimos y por eso, casi de soslayo, los gobiernos convertían las fronteras en coladores y las nuevas promociones inmobiliarias en torres de Babel donde el occidental era el único que no se manchaba las manos. Aquello fue un Skynet social de la misma forma que contratar a un becario para que actualice tu estado en facebook.

Es absolutamente cierto que vivir, hoy en dia, es más complejo que hace unos años. Parece que hay que poner las fotos de tus viajes en facebook, ser ocurrente en twitter, responder a los whatsapp con soltura, tener el coche con la revisión pasada y la caldera de casa a punto. Hay que ser un hipster con todos los detalles, llevar los calzoncillos a la moda por lo que pudiera pasar, tener opinión sobre la coyuntura económica y social, actualizar el sistema operativo y cuidar el bronceado mientras disfrutas de la democracia.

Mi madre me contaba que ella, después de la guerra civil, tenía un vestido igual al de sus hermanas que era el que se ponía los domingos. No tenía otro así que se lo ponía y lo lavaba el lunes para dejarlo preparado para el siguiente fin de semana. "Ahora abro el armario de tu sobrina y tiene tantas cosas que no me extraña que tarde tiempo en decidir"- me decía.

En realidad nos hemos creado muchas obligaciones que no son más que correas invisibles que nos atan a demasiadas cosas y, casi de manera instintiva, ahora buscamos que sean las máquinas las que lo hagan por nosotros. No nos gustó lavar e inventamos la lavadora. No nos agrada limpiarnos el culo y hay unos sofisticados retretes mecánicos con chorrillos a presión. Hasta ahí casi todo tiene que ver con la capacidad del ser humano para hacernos la vida más cómoda. Incluso aprendimos a volar. Sin embargo, casi como una necesidad comercial de la modernidad, nos creamos necesidades que no son necesarias y ahora, cuando se han convertido en excesivas, queremos que las máquinas las hagan por nosotros en vez de hacer lo que hacía mi madre: preocuparse de diferenciar entre lo necesario y lo superfluo.

El problema es que da la sensación que lo necesario es Google y lo supérfluo comer.

Cada día veo más personas en un burguer haciendo fotos para subirlas a facebook con la wifi del establecimiento. Da igual que sea carne de vaca. Da igual que sea carne. La cámara de seguridad ya le ha etiquetado y le ha llegado un cupón promocional con las ofertas en patatas con salsa. Las pringles no son patatas, es una pasta de harina.

12 de abril de 2013

Zara, la esclavitud y un filete de panga.

Han vuelto a denunciar a Zara por la utilización de talleres esclavos en Argentina para confeccionar sus prendas. Esto, que es profundamente indignante, se enfrenta de cabeza contra esa cantidad de personas, orgullosos y justos defensores de las buenas artes, que compran en Zara porque, entre otros argumentos,  es barato.

Eso es parte de la dualidad malévola que tiene el capitalismo cuando lo enfrentas a la sensibilidad humana.

Hay una serie de planteamientos básicos que resultan incorrectos, uno de ellos es que el dinero es infinito y otro que las cosas por las que pagamos no le cuestan al que nos las vende. Tal y como están las cosas, probablemente gracias a la publicidad engañosa, algunos consumidores creen que los descuentos pueden ser infinitos. Quizá por eso más de uno empieza a tratar de convertirse en un regateador digno de un delantero centro de un equipo regional. No me lo invento. He visto a señores muy dignos haciendo contraofertas en los mostradores de El Corte Ingles.

La capacidad de empatía con el contrario es una gran carencia del mundo contemporáneo. La consideración, casi impuesta, en que el mundo que vivimos es el mismo que viven los demás resulta de una imposición extrema. Si mandas un mensaje esperas una respuesta inmediata porque supones, estúpidamente, que la otra parte está sentada esperando para responderte. Si tienes frio presupones que ellas tienen los pezones señalando al norte y si necesitas un abrazo te enfadas porque los demás, egoistas y malévolos, no lo hayan adivinado sin haberles dado pistas. Si crees que necesitas un jersey y está caro en Zara crees que Amancio Ortega lo hizo para hacerte daño a ti.

Algunos viven en la creencia, casi como el Show de Truman, que el mundo gira a su alrededor de una manera ególatra, soez y procaz. Es agotador pensar, en la mayoría de los casos, que comprar ropa barata fomenta la esclavitud, comprar filetes de panga ayuda a que la guerra del Congo continúe, montar en Ryanair da un argumento más a que los sueldos de sus trabajadores sean miserias y consumir en el bazar chino de la esquina mata a un comercio de toda la vida si es que aquel chino escapó de las condiciones infrahumanas  con las que Foxconn fabrica tu iphone .

Algunos creen que el ideal de la democracia es comer una hamburguesa barata los sábados por la tarde antes de que te quieran de manera eterna toda la noche bajo sábanas de raso.

Y hay días en los que te recuerdan el precio.

Mañana se te olvida mientras te haces una foto con tu camisa nueva sonriendo por la rebaja que lograste.

6 de abril de 2013

El lado oscuro de la estupidez

Ya no es cool tener un blog. Ahora lo moderno es copiar un link ocurrente y sectario, a ser posible del menor numero de carateres posibles o con una frase de esas ñoñas y tontas que te desean felicidad extrema. Es cool ser un talibán como supongo que es cool follar como un animal junto a la ventana de la cocina, con la ropa interior en los tobillos en vez de abrazarse oyendo el mar desde la cama. Quizá es que eso lleva demasiado esfuerzo, tanto por el que lo hace como por el que lo recibe, porque quien recibe también hace un trabajo.

Cuando nos imaginábamos el mundo de la tecnología desde el prisma de los juegos pixelados de los años 80 creímos en la realidad virtual y en escenarios que simularan las situaciones reales. Supusimos máquinas ultrapotentes que nos sumergieran en un mundo fantástico donde fuéramos los protagonistas de nuestras aventuras y, sin embargo, lanzar cerdos es el juego de moda. En Windows8 hay millones de descargas del Pong. Desconozco si es el elogio de la simplicidad o la vagancia innata del ser humano.

En cierta ocasión me expulsaron de un periódico por tener opinión opuesta a la linea editorial del mismo. En una llamada de teléfono el mismo periodista que me fichó me dijo, casi a modo de confesión, que la prensa moderna no es un escaparate de ideas sino un negocio. Me explicó que se venden más periódicos cuando al lector se le da aquello que ha venido a buscar sin hacerle pensar más allá, no sea que se aleje de todo lo que esos papeles representan. Da igual la izquierda o la derecha, da igual la prensa rosa o la sepia. Lo importante son los mensajes fáciles y rápidos, la radicalización extrema de una idea sin pensar si acaso es puntualizable o siquiera si es verdad.

Ya no es cool socializarse tomando copas sino agarrarse la borrachera del año para justificar los excesos e intentar socializarse mamado como un adolescente que se ha metido un tampon empapado en alcohol. Sabemos que para subir la tasa de alcohol en sangre no hace falta tener un máster en nada.

Es cool, como me decía alguien perdido en su propia y decadente pérdida de la adolescencia, hacer unas muescas cada vez que te inviten a una boda para sentir subir el ego a base de polvos de hotel con extraños y, a ser posible, escaparte después del orgasmo. Una sensación de tristeza me recorrió el cuerpo al imaginarlo pero, supuse, la mejor manera de escapar de la verdad es simplificar el resultado.

Querer, pensar o escribir ya no es moderno. Lo moderno es ser un ultra de algo y da lo mismo que sea de Apple, de Android, de un equipo de fútbol, de Intereconomía o del Gran Wyomin. Los que copiaban las bromas sobre zapatero lo hacen sobre rajoy sin ruborizarse lo más mínimo. Las páginas web con tetas o gatitos son las más visitadas de la red.

Algunos nos hemos convertido en eremitas de un pasado extraño en donde se mandaban cartas de amor manuscritas donde se despedazaban los sentimientos que la mente no era capaz de poner en orden. Ahora se folla después de mandar un mensaje que alguien ha copiado del twitter de gran hermano o de algún shore.

Todos los días tengo ganas de perderme en el lado oscuro de la estupidez.

5 de abril de 2013

Socialista de derechas

Hoy me decía un amigo, economista metido en política, que ha llegado a una conclusión. Afirma, casi como dogma de fe, que el español medio está convencido que vive en una sociedad injusta donde existen unos ricos que se aprovechan de los demás, unos ladrones que roban a los demás y unas desigualdades cada vez mayores entre unos y otros pero que, con la misma intensidad con la que se exige que quien gana mucho gane menos y que quien tiene más lo comparta, se reconoce que uno mismo no gana lo suficiente ni está lo suficientemente valorado.

Cuentan que un padre hablaba con su hija sobre la derecha y la izquierda y que ella defendia la igualdad. En ese momento le preguntó por esa amiga díscola y un poco cabaretera que todas tienen y ella le comentó que estaba suspendiendo porque tanta fiesta tenía que dejar huella en sus notas. Le decía que si bien, como una buena muchacha, ella se retiraba pronto para estudiar el día siguiente, la amiga se quedaba hasta tarde y no sacaba más de un 4 en cada examen. -¿Cual es tu media?- le consultó. -8- respondió ella orgullosa. - Bien, le das un par de puntos y tu amiga tendrá un 6 igual que tú y sereis iguales- dedujo su padre. Ante eso ella lo negó. -!Que estudie más!- sentenció enfadada.- Bienvenida a la derecha- le dijo su padre como si acabara de llegar al lado oscuro.

Pd: la anecdota no es mia, creo que ni siquiera es real.

4 de abril de 2013

Naúfragos.

Ayer me encontré, de camino al trabajo, a una clienta que esperaba, cigarrillo en mano, a que pasara el tiempo mientras su hija jugaba en la puerta del bar. Me saludó y me paré. Le pregunté, casi de manera protocolaria, que tal le iban las cosas. En ese momento dejó caer la ceniza como cuando se deja caer algo sin fuerza y los ojos se le impregnaron. Me contó que estaba esperando a una amiga, que la empresa que tenía a medias con su marido se había ido al garete y que habían aparecido unos señores muy serios en su casa exigiendo el dinero que aquel se había gastado en drogas y putas mientras ella le esperaba en casa. Le dijeron que sentían tener que recordarla que tenía dos hijas preciosas y que se veían en la obligación de cobrar las deudas de una forma u otra. Me dijo, lógicamente, que había recogido todo y se había mudado a casa de sus padres con sus 50, sus cuentas en rojo y sus niñas con preguntas del motivo por el que ya no podían ver a papá. Me dijo que estaba en juicios por la pensión a sus hijas, la empresa cerrada y la vergüenza de volver al seno familiar después de descubrir que el sueño no era verdad, que aquellos años de dinero y viajes, de coches y ordenadores, televisiones de plasma y cenas con velas fueron espejismos que no duran siempre. Me dijo que, quizá por orgullo o simplemente por no pedir en casa como quien pide la paga, su amiga tenía que aparecer con 50 euros para poder salir con sus niñas a la hora de cenar.

Hoy, lluvioso y gris como una primavera que no llega, una pareja con arrugas recién salidas apuraba la penúltima cerveza en el extremo de la barra donde otros desayunamos, como los jueves laborales. Él habla del trabajo que no tiene y se enfada al ver a un político en televisión pidiendo sacrificios que ya no puede hacer. Habla de otros tiempos y le pregunta a ella, que se le sale la cerveza por la comisura de los labios por no poder beber con equilibrio, que si acaso se hubiera imaginado estar con él como quien se soprende de lo que está viviendo. Ella balbucea -yo soy una tía cojonuda- y se agarran la mano entre los taburetes como quien se sujeta para no caerse. No son dos borrachos cualquiera, son dos naúfragos. Aprendí a diferenciar entre la mala suerte buscada y la mala suerte desde la parte de atrás de un mostrador. Ellos están perdidos y golpeados como un boxeador aturdido por los ganchos que te da la vida sin esperarlo.

A última hora de ayer presté 50€ porque no llegó la amiga. Adjunté un paquete de tabaco. A esta hora espero que, al menos, un sueño deje pasar la resaca a algunos que parecían estar perdidos en estas islas abandonadas donde, quizá, nos está dejando a nuestra suerte tanto maremoto injusto forjado con las mareas de la economia que no entiende de felicidad y sí de balances.

Los jóvenes viven en el desconcertante destino, los ancianos en un futuro lleno de resignación. Muchas veces se nos olvidan los que están en medio, los naúfragos. Me encontré con tres sin fijarme demasiado.

I used to like to go to work but they shut it down
I got a right to go to work but there's no work here to be found
Yes and they say we're gonna have to pay what's owed
We're gonna have to reap from some seed that's been sowed


Pd: no es inventado.

2 de abril de 2013

El mismo asco, los mismos idiotas.

A mi esto:
y esto:
Me producen el mismo asco.

Lo curioso es que viviendo en Bilbao tuve que coger la primera foto de internet y la segunda la hice en Madrid hace dos dias.

Y supongo que es una prueba más de aquella teoría en la que los extremos se tocan, se parecen y son igualmente idiotas.