Ayer, mientras mi pelo de hippy volvía a su estado habitual, una madre preocupada me comentaba la inquietud que tenía en el cuerpo por aquellas cosas que su hija, una nínfula de 13 años, podía hacer en el Tuenti. "Habla con ella"- le aconsejé, muy almodovariano. "¿Y si no quiere hablar conmigo?". Ese sí que es un problema, porque aunque la protagonista no quiera ser protegida, algo habrá que hacer. Supongo que ese era el problema del padre del primer titular.
Los padres siempre se han tenido que enfrentar a elementos que no existían en su generación. Mis padres no han sabido nada de drogas. Para ellos un porro y un chute de heroína es casi lo mismo. Ahora quizá son las tecnologías las que diferencian generaciones y si bien el caso superior es un grandísimo exceso (porque la niña está actualmente en tratamiento, ergo él tenía razón), en algunos casos los padres no conocen las diferencias entre su percepción del mundo y la realidad que viven sus vástagos.
Así que, a veces, el proteccionismo maternal es excesivo. O interesado. O incluso pedófilo. O me genera "estupror".
1 comentario:
Necesito tiempo para asociar la palabra hippy contigo...., me he estancado ahí y mi cerebro no procesa esa información...
Publicar un comentario