-En realidad- dice ufanamente- he dedicado mucho de mi tiempo a estudiar. Mientras otros se dedican a irse de fiesta yo- e hincha el pecho orgulloso- he leído e investigado cómo funciona todo eso que va a venir sí o sí. Creo que puedo decir que ya soy un experto en- y hace una pausa dramática- Cristomonedas.
-Eso está bien- digo yo. Y pienso: nunca está de más tener a Dios de nuestro lado.
Una de las teorías más entretenidas de los últimos años tiene que ver con la explicación de que lo que consideramos como real no es más que una simulación, que vivimos en un matrix. De ahí es facil llegar al trastorno de despersonalización, en el que uno se ve a si mismo desde fuera como si fuera el protagonista del Show de Truman viéndose en la tele. De pequeño pensaba, en más de una ocasión, si acaso me estaban viendo por alguna cámara cuando hacía cosas que son innatas a la ridiculez de la adolescencia. Luego descubrí que se llamaba pudor.
También existe, de la misma forma que la Kabbalah viene a defender que existen tantas realidades como personas, el solipsismo que establece que lo único que existe es el yo y que la realidad no se puede saber porque, casi como en el principio de indeterminacion de Heissenberg, al filtrarla o alterarla con nuestro conocimiento, la cambiamos.
Lo cierto es que el ser humano se ha preguntado desde hace siglos cual es la realidad real en contraposición con la realidad percibida. Un esquizofrénico, si lo pensamos, no es más que alguien con una percepción extrema de su realidad. Conozco a quien está convencida de haber encontrado a la virgen y hablado con ella, pero vive en un psiquiátrico. Si lo pienso bien, en realidad, no está loca. Estuvo loca ayer, pero fue por amor. (Como la canción). Hay realidades que asumimos como ciertas porque hemos de creer en algo pero tampoco tenemos tantas pruebas. Las creencias, en su validación más mental, calman muchos de nuestros miedos. Si no creyésemos en la bondad, en la seguridad que nos da el estado, en el paraguas que son nuestros padres o nuestros jefes, en las infinitas posibilidades de la ciencia o en la existencia de un Dios que nos protege, caeríamos en barrena por el desconcierto del azar ( en el que vivimos) que nos podría atormentar dentro de veinte segundos de mala suerte.
Supongo que no hay grandes diferencias entre una reunión de adoradores de Satán, convencidos que el demonio existe y vive entre nosotros, que una reunión de comunistas o una reunión de masones o un simposium de libertarios. Todos están convencidos de una visión de la realidad acorde con sus creencias de la misma forma que aquellos que se convencen del hecho que los extraterrestres vinieron a la tierra porque las pirámides de Egipto y las de los Mayas son parecidas.
Un supernumerario, un gran padre masón, un gurú, un alcalde, un ministro, un Papa o un presidente se diferencian entre si por la cantidad de seguidores que tengan en su propia concepción de la realidad. Algo parecido a lo que es Taylor Swift para algunos. Necesitan creer que todo lo que dicen es la verdad y aplacar al máximo el sentido crítico. Atontarse, porque eso calma.
Y luego decir que leen, que estudian y que son expertos en Cristomonedas.
Cuando no te atontas te conviertes en un esquizofrénico y te meten en un psiquiátrico o te queman en la hoguera.