Soy un hombre cerebral. Al menos eso parezco. Salto de la cama con energía casi adolescente y voy intensamente concentrado hacia el trabajo donde rindo a un nivel aceptable esperando el día en el que todo ese esfuerzo sea recompensado. Me alimento frugal y sano para que mi organismo desarrolle con soltura sus capacidades sin llevar al cielo las transaminasas. Pago siempre alguna ronda a los amigos e intento ser cuidadoso con el medio ambiente. Procuro ser honesto y quiero a quien me quiere. Me cuido de ordenar el entorno y las ideas en la mente. Hago reflexionar a mis conocidos algo desequilibrados y voy buscando ese futuro perfecto con el que sueña el ser humano y yo mismo cuando me vuelvo a mi lado de la cama.
Entonces descubro que aún no aprendí que nada es perfecto.
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