En cierta tienda de australia han decidido poner camaras en los probadores para que los clientes puedan ver si ese pantalón les hace un buen trasero. Visto así es una idea interesante pero nos va a privar de ese especial momento en el que la ves descalza en un espacio mínimo, a medio vestir y teniendo que mirarla con detenimiento para explicar tu visión de la prenda en cuestión. Visto así esa cámara es el infierno de "los amigos que acompañan".
Al contrario de lo que pudiera parecer, acompañar a una mujer (deseada, se supone) de compras es una de las actividades más cercanas al vouyerismo sin irrumpir en el proceloso mundo del delito contra la intimidad. Al fin y al cabo es ella quien cierra la cortina de una manera inversamente proporcional al numero de prendas probadas. Más prendas equivale a menor cierre.
Desconozco si acaso vosotras, las mujeres de vientre plano, trasero firme y turgentes pechos llegais a ser conscientes que cuando un hombre os acompaña de compras hay que dejarle ver sin dejarle entrar en el probador. "Me queda un poco justo, ¿no crees?". "Súbeme esta cremallera". Son frases absolutamente pecaminosas sobre todo ahora que el arquetipo de la delgadez extrema se está perdiendo pero la lucha de sexos está establecida con la más impúdica utilización de las armas aquellas que, como en otras muchas cosas, las mujeres teneis más.
En estos tiempos extraños que vivimos llenos de tecnología, por favor, que no cunda el ejemplo australiano. Hacerlo por los mirones de buen corazón que amistosamente os preguntan si quereis otra talla de ese estrechísimo pantalón con el que os imaginan caminando por el pasillo, con la espalda desnuda y en el cuello, un poco de saliva ajena.
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