"Caída y auge de Reginald Perrin" supone la edición, con cierto retraso (se emitió en TVE allá por 1984) de la que probablemente ha sido una de las grandes series realizadas en la historia de la televisión (al menos así la recuerdo). El protagonista, harto de la vida que está viviendo, de su mujer, de su trabajo tedioso y aburrido, de los compañeros empalagosos que hablan como si estuvieran absorbiendo líquido por el ano (muy inglés esa apreciación) y de la vida en general decide suicidarse en el mar sin gran éxito.
Sin embargo le dan por desaparecido y vuelve a su mismo entorno para hacer todas aquellas cosas que siempre quiso hacer partiendo del hecho que no es reconocido por nadie. Su gran éxito en esa "otra" vida es llevar a la cumbre un nueva empresa especializada en vender cosas que no sirven para nada (El vino de su cuñado, campanas sin badajo, aros cuadrados, hueveras que no sujetan bien los huevos, colonia con mal olor...). Reginald se hace rico y triunfa.
Sin embargo todo se le vuelve incómodo, repetitivo y aburrido... y decide volver al mar. (el final no os lo cuento)
Es una imagen reflejada de todas las veces en las que pensamos lo bien que seríamos capaces de estar en otra situación, en otro lugar, con otros brazos o en otro trabajo y sin embargo, al final de todo y como resultado de plantearse las cosas, cualquier opción te hace ver mejor la anterior.
Camilo José Cela, creo, decía que ninguna persona que sea capaz de plantearse las cosas puede ser feliz porque siempre encontrará algo mejor en otro lugar. Don Camilo seguramente conocía esta serie que ya está decorando mi estantería y alimentando mi nostalgia.
2 comentarios:
Si tenemos el pelo liso...lo rizamos. Si lo tenemos rizado...lo alisamos. Parece que nunca estamos contentos con lo que tenemos.
Los más inteligentes son los que saben apreciar y disfrutar de lo que la vida les ofrece. Dicen por ahí..."Ten cuidado con lo que deseas...que puedes llegar a conseguirlo"...a veces idealizamos lo que deseamos y cuando lo tenemos nos damos cuenta que antes estábamos mejor. Nos proponemos unas metas y no disfrutamos del camino hacia ellas...Es como el viaje que hicimos de Bilbao a Donosti, la meta era Donosti...pero por el camino nos esperaban otras muchas cosas tan buenas o mejores como un delicioso solomillo con foie.
Aunque me falta mucho por aprender, creo que sé apreciar lo que tengo e incluso lo que no tengo
Muy buena Ilu. El camino es más importante que el destino. Me ha encantado. Un abrazo, Sr. Mostaza.
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