Los "Cien mil hijos de san Luis" fue el nombre que se les puso a las tropas francesas que ayudaron a Fernando VII a restablecer el absolutismo en 1823, que no quiere decir que ningún santificado de nombre Luis haya copulado al menos esa cantidad de ocasiones con éxito en todas.
Cuando el Padre Blas se me acercó allá por el año 1989 y me explicó la diferencia entre pecado mortal y venial lo hizo más o menos de la siguiente manera:
- Si tú estás marchando a la universidad por la mañana, entre el tráfico y el ruido, y entre los múltiples pensamientos que pueblan tu cabeza aparece un pecho sin que tú lo hayas provocado, eso es un pecado, pero venial, porque no querías.
- Uhm...- asentí (visualizando un pecho)
- Sin embargo si estás en casa y cierras los ojos con la intención de visualizar un pecho hasta que por fin lo consigues, eso, eso es pecado mortal porque eres tú el que quiere cometer ese pecado.
Salí del despacho del padre Blas lleno de erotismo, obviamente.
Hoy, veinte años después y sin poder recordar su cara pero creo que sí aquellos dos pechos, me confieso: soy un mortal pecador. Como pecador que soy reconozco que he fantaseado de una manera más o menos forzada o forzosa con los pechos y otras partes de los cuerpos de infinidad de mujeres (inventadas, conocidas y digitales). No ha sido por vicio, ha sido por mantener el cerebro despierto, como quien hace un sudoku. Es ahora cuando descubro que eso me va a llevar a la perdición del infierno según el padre Blas.
Pero como ha sido el día del padre y yo no tengo hijos, este post va especialmente dedicado a todos los que no tuve pero que mi mente quiso hacer más de una vez, al menos cien mil.
2 comentarios:
cien mil hijos has querido hacer o cien mil polvos has querido echar? Que no es lo mismo ehhh.
Y para un poco que te vas a quedar ciego
¿Al menos cien mil pecados mortales?... vas al infierno de cabeza...
... allí nos veremos
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