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Después, cuando yo tuve a mis comerciales, les indicaba que el mero hecho de esforzarse haría que los clientes terminaran respondiendo, y creía firmemente en ello.
Sin embargo descubro con estupor que esos valores de esfuerzo, sacrificio y mérito están anticuados. Mucha gente se sienta en su casa y se enfada porque no tiene aquello a lo que "tiene derecho". Mucha gente llega a su trabajo y solamente por ir cree que "merece" un aumento, unas vacaciones y un coche de empresa. Lo triste es que algunos lo consiguen.
Yo voy llegando a la decepcionante conclusión doble que dice que mi madre se equivocaba, pero la tengo dentro, tanto, que se que es un valor marcado a fuego en mi persona.
Y también voy llegando a la conclusión de que esos derechos se basan en que todos somos iguales, lo cual es muy bonito, pero el mundo está lleno de gilipollas. Y la opinión de un gilipollas vale lo mismo que la mía, por mucho que me esfuerce y me discipline en hacerle entrar en razón.
3 comentarios:
Cuanta razon.
La opinión... y el voto. Gilipollas que eligen a gilipollas que nos representen... Así nos va.
Yo debo ser una gilipollas, pero me gusta pensar que aunque sea una minoría, mi opinión también es importante.
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