Esta mañana, cuando hacia una escapada para tomarme una tortilla en ese bar cercano donde las hacen tan ricas, me contaba el dueño que le habian intentado robar. Que habian entrado con una escalera por el piso superior y al encontrarse con dos perros se habían dado a la fuga , no sin antes echar por la ventana a uno de ellos pero que había aparecido sano y salvo a 20 km de distancia. Que no lo iba a denunciar, que no merecía la pena.
Eso es una forma de rendición.
Nos rendimos ante la burocracia, ya que es mayor el esfuerzo que el beneficio de la queja. Nos rendimos ante el sistema, porque creemos que vamos a salir perdiendo y nos rendimos, el la mayoría de los casos, antes las relaciones personales.
Hace unos años lei que la media de relaciones que tiene un persona antes de establecerse es de 7.
Y ayer me encontré, entre los textos abandonados, cartas que lancé al aire para no rendirme ante uno de los dias de mi semana sentimental. Recordé que ella, aunque no lo admitió nunca, se había rendido antes de que se lo diera. Se rindió porque no iba a cambiar su vida por mí. Se rindió porque no cambiaba yo mi vida por ella. Nos rendimos porque el sexo perdió fuerza en favor de la rutina y nos rendimos, probablemente, porque hay cosas que se mueren solas.
Lo único importante es que claudicamos.
Y lo que intento decir es que poco a poco los seres humanos estamos perdiendo el poco valor que nos quedaba para ir cediendo lo personal en favor de algún oscuro concepto que nos hace sumisos a base de pequeñas rendiciones.
Lo triste de todo ello es que no hace falta que nadie nos gane una batalla para rendirnos. Nos rendimos solos.
Quizá estamos creando una sociedad de cobardes.
1 comentario:
Mi alma de rojilla me puede y me viene a la cabeza aquello de:
"Prefiero morir de pie, que vivir siempre de rodillas".
(Una duda, ¿esto lo dijo el Ché o una prostituta?) ES BROMAAAAAA!!!
Lola Peinetas Rojas
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