Cuando bajaba por trabajo a Jaen y necesitaba alguna de esas referencias visuales para adivinar el proceso del viaje descubrí que a mitad de camino entre Madrid y mi destino, en medio de alguna larga recta y en medio de la nada, una casa con un cartel enorme y el título "Los Angeles de Charlie" era más o menos, la marca de "50km a meta".
Ayer volví a ver una de esas películas, al estilo de "Amanece que no es poco", en las que siempre ves algo nuevo que te hace sonreir y que se titula "Airbag".
Hoy, al levantarme y releyendo la prensa, veo la noticia del mayor prostíbulo de europa (que está en la Jonquera) que a los 10 días de abrir al público ha sufrido una redada con 5 detenidas y 188 clientes identificados. Supongo que es un mensaje para los dueños por parte de las instituciones de esos que dicen "lo has abierto, sí, pero esto no se va a convertir en un puticlub del tipo "La Kokotxa palace"".
Por mi parte, haciendo caso omiso a las estadísticas, nunca he sentido la necesidad o la curiosidad de irme de putas. Probablemente porque en el peor de mis momentos siempre he mantenido una estrecha relación con la única que no me exige ni me falla que es mi mano derecha. Sin embargo comentan que el 32% de los españoles ha contratado alguna vez este tipo de servicios. Dicen incluso que el perfil del usuario ya no es el del señor mayor vicioso y sudoroso que deja a su mujer viendo la televisión en casa mientras va a esos centros de lenocinio sino un joven en busca de algún tipo de actividad que solamente conoce en las páginas de pornografía o que su enquistada rémora de educación cristiana no le permite perdirselo a su pareja habitual. Es más, uno de los efectos de que las relaciones de pareja sean tan fracturables como lo son en la actualidad es que algunos, cansados de tanto buscar el amor verdadero, deciden pagar en vez de hacer el paripé de la seducción en cada momento en el que las erecciones casi no le dejan dormir.
Desde mi punto de vista la prostitución, los toros y las drogas son ese tipo de elementos sociales que viven entre nosotros, que sabemos que existen y que se enmarcan en aquellas actividades que unos denostan y otros consumen. Si por mi fuera las tres hubieran desaparecido por falta de público pero siempre estuve a favor de dejarlas vivir legalmente entre nosotros siempre y cuando nadie me obligue a drogarme, a prostituirme o a clavarme banderillas.
Actuar como hacen las instituciones que es permitiendo la inversión en un macro club (con razón social de hotel) y después mirar debajo de las alfombras para ver si han pasado la ITV o si llevan chaleco reflectante mientras hacen un listado de los señoritos (y señoritas, porque la prostitucion masculina existe) que hacen uso de dicho local es lo mismo que hacer redadas de vez en cuando para confiscar unos gramos de farlopa poniendo pegatinas de "consumidor" al que pasaba por ahí y así tener contenta a la señora del señor vicioso y sudoroso que vota en las próximas elecciones. No cambia nada.
Y no dejan de ser 200 puestos de trabajo que si cotizasen podrían maquillar las cifras del paro que tanto le gusta de airear al gobierno si son buenas.
Hay 300.000 meretrices en España. Seguro que nuestro presidente, si baja de golpe 300.000 el numero de parados, se va a celebrarlo a la Kokotxa Palace con Pepiño y Pajin.
Pd:...porque un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama...
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