En realidad vivimos una época de desprecio absoluto a muchos de los valores que se han ido manteniendo con el tiempo: Las croquetas caseras, la sobremesa familiar y, particularmente, el romanticismo.
Romanticismo son las largas cartas de amor, el cortejo, emocionarte cuando te mira, buscar sus ojos a la derecha en un aeropuerto lejano, sentir que es para siempre... focalizar, en una palabra. Y sentirse focalizado. Eso es romanticismo. Pensar en actividades pero siempre con el común denominador de la misma persona.
Esta sociedad nos ha hecho ganar en relaciones, en múltiples probabilidades de pasar una noche de lujuria con tres animadoras del equipo olímpico rumano de natación y sin embargo cuando te levantas tres dias seguidos en tres camas diferentes descubres que eso no es emocionante. No niego que tiene su gracia, sobre todo si tienes 19 años y toda la actividad sexual se basa en una competición, pero nada puede igualar el soplo de aire que te falta cuando es esa persona la que te mira.
Dicen que la media de relaciones que se tienen antes de encontrar a la de verdad son siete (y creciendo). El problema es que de la misma manera que tu parte más moderna, tras sentirse arropada por el suave vino del hogar, desprecia ese momento para acomodarlo en una esquina mientras el trabajo o incluso la rutina de la vida moderna se van haciendo con el control de tus acciones y tu hiperactividad global y multicultural tan chula.
Después, con doce premios que certifican tu triunfo profesional, ves que nadie espera en casa. Si fuera al revés, es cierto, echarías de menos esos premios. Por mi parte, creo que he vivido todas las 64 maneras de romper con mi(s) parejas.
Y he llegado a la conclusión de que son, realmente, tiempos difíciles para el romanticismo.
Pd personal: mi padre, tras 45 años trabajando en una empresa (y triunfando en lo suyo) me confesó muy bajito: "no hagas lo que yo, no merece la pena". Ahora insiste en las reuniones familiares.
5 comentarios:
Sin embargo, si no vives las 7 pruebas, las echas en falta un día y se jode el invento.
Porque somos así de gilipollas, inconstantes, inseguros y nétamente folladores.
Por cierto, el último vídeo lo ha realizado un gurú vital, con toda seguridad.
El romanticismo está en cada uno. Todo depende de lo que prioricemos.
Mis respetos a tu señor padre, por unas palabras que tardaron en tallarse tanto tiempo en su alma.
Salu2
Es la primera vez que me paso por tu blog, y debo decirte que me ha gustado mucho. Sobre todo esta entrada... supongo que soy una romántica que sigue adorando las croquetas de mamá.
Lo que está en crisis, más que el romanticismo, es la fidelidad, que se ha terminado convirtiendo en la justificación para tener tropecientas tarjetas de mierda de un montón de supermercados y centros comerciales que demuestran que, en el fondo, puedes ser fiel a todos a la vez, sin necesidad de romanticismos. ¡Viva el progreso!
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