Este 2009 va a ser definitivamente el año de la fragmentación cultural. Debo de explicarme.
Hasta ahora, como si tuviéramos en la espalda el empuje de una desaforada alegría económico-cultural, hemos desarrollado en España más centros comerciales que Francia, Reino Unido y Alemania JUNTOS. Nos hemos metido en grandes megaconstrucciones (como si fuera un reportaje del canal ingeniería) que hace que nos parezcamos a Dubai o algunas zonas de Asia y que parece que nos hace decir al mundo "mira que huevos tenemos los españoles que hacemos las casas más grandes y los comercios más fastuosos".
Este año que termina nos hemos dado de frente contra el fantasma de los oropeles. Ahora resulta que el 60% de los centros comerciales se inauguran desocupados.
De las misma manera, todas esas construcciones que se iban a convertir en un referente logístico de la nueva economía española son, al menos en el caso de las torres de Madrid, un gran vacío de oficinas sin alquilar.
Por alguna razón me recuerda a un pequeño paisaje de catástrofe postnuclear donde en un impoluto mundo futuro no hay nadie.
Así que quizá ese es el ejemplo del resultado de los excesos, de convertirnos en lugares de servicios que después no tienen a quien servir.
Aún así hay quien adora los centros comerciales. Hay quien disfruta dejando a los niños pasear por esos pasillos llenos de (carísimas) ofertas creyendo que por ser cliente y estar ahí todos los demas son escoria que ha nacido para servirles, como si fueran el nuevo hombre blanco. Considera que aquellos que deciden pasear por la calle son un grupo de pobres cuidadanos de tercera establecidos en la pirámide social por debajo de ellos mismos.
Por otra parte cada vez más y con una edad cada vez más reducida asoma la cabeza un espécimen que rechaza el consumo desaforado y la impersonalidad en el comercio. Pasea por las calles y puebla las partes más antiguas de las cuidades. Conversa e incluso se para para oir a músicos callejeros. Le gusta reconocer a sus amigos y aborrece la impersonalidad de los servicios de atención al cliente.
Ellos dos son ejemplos de la nueva fragmentación.
¿A cual perteneces?
2 comentarios:
a los centros comerciales yo voy:
1. cuando llueve
2. cuando voy al cine
3. cuando voy a una tienda en particular
pero hay que decir que hay gente que se le ve muy feliz morando por las cavernas del consumismo
Se ha pasado de crear ciudades a la medida de las personas, a que las personas se adapten a la medida de las ciudades.
Salu2
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