Lo explico, claramente, en un caso verídico relatado a forma de conversación:
- Lo que te decía, me he convertido en un santo varón. Así que el domingo estaba en casa aburrido y como me había dicho que tenía que preparar cosas para el lunes yo ya no contaba con él. Encendí el equipo y me conecté para hacerme una paja. Joder, no es tan malo. Así que me la hice y me encendí un porro para quedarme bien. Un par de horas después me llama al portero automático y yo bajo. Nos fuimos a tomar algo junto a mi casa. “¿Qué has estado haciendo?”-me preguntó. “Nada-le dije- viendo la tele y oyendo música”. Entonces me cogió la mano.
Fernando coge la mano de Juan y la huele. Se la suelta fuerte, abre los ojos, y dice:
- “¿Tú te has hecho una paja, verdad?”. Eso me dijo. Lo primero que hice, instintivamente, fue mirarme la mano. Yo soy un chico limpio y seguro que estaba limpia así que no puede oler más que a jabón, a porro o a un poco de queso que estuve comiendo en ese periodo de tiempo. ¿Por qué me olió la mano?
- No puede ser verdad lo que me estás contando.
- Te lo juro. Lo increíble es que era verdad y tampoco creo que me tenga que confesar por ello.
- ¿Seguro que sales con alguien y no con un perro antidroga de la guardia civil?
- Antipajas.
- Lo que sea. De un gobierno de derechas me creo lo que sea.
- Yo decidí admitirlo. No veo nada malo en ello. Ahora viene lo mejor.
- No puede ser mejor. Tus historias rayan a un alto nivel.
Fernando deja la cerveza casi terminada en la barra. Mata el porro y se prepara para la resolución final del evento.
- Entonces empieza a decirme que claro, que seguro que cuando me masturbo lo hago pensando en otros y no en él, y que eso es una forma de infidelidad. Que él cuando está con alguien no se masturba y que si acaso lo hiciera lo haría pensando en mí. Yo le dije que una paja es sólo eso. Y que se fantasea, que en eso consiste, pero que eso no quiere decir nada. Le dije que es como ver un poco de pornografía, pero que eso no quiere decir que seas infiel a nadie. Entonces empezó a subir y bajar los brazos, como un poseso, mientras se movía a mí alrededor.
Fernando empieza a gesticular con los brazos y a poner cara de loco mientras da vueltas alrededor de Juan diciendo: “!Si es que no puedo confiar en ti que cuando me despisto te pones a ver películas porno y hacerte pajas!. ¡Cualquiera sabe qué más habrás hecho!. ¡Así no se puede confiar en nadie!”.
- No es verdad. Te lo estás inventado.
- Que no, de verdad. Estaba fuera de sí. Al final se fue completamente irritado y yo no sé si soy un enfermo o simplemente él un intolerante. Lo que sí que te digo es que ahora me da reparo hasta tocármela meando y llevo todo el día lavándome las manos. Pajas ni hablar.
- Yo pensaba –dice- que al que le pasaban cosas increíbles era a mí pero veo que no, que siempre tienes que quedar por encima aun a riesgo de tus más bajos hábitos
- Ya ves. Si no es por una cosa es por otra. Cualquier día lo dejo todo y me marcho a otra ciudad donde pueda empezar a hacer las cosas bien. Pero tampoco he hecho nada malo. No lo sé.
- Que no, hombre. Si cada vez que alguien con pareja se masturbase se rompiera una relación este sería un mundo lleno de solteros y solteras pajilleros. Además lo lógico es fantasear. Es como la diferencia que me explicaban a mi los curas entre pecado mortal y venial. Si vas por la calle andando y de repente, en tu cabeza, ves una teta pero tú no querías, entonces ese es un pecado venial. Pero, eso sí, si piensas: quiero ver una teta, quiero ver una teta… y la terminas viendo, entonces eso es mortal. El padre Blas me lo explicó muy claro y no pude más que certificar en mi mente lo lejos que está la religión del común de los mortales que soy yo.
- Pues eso mismo, que es una visión retrógrada del mundo.
- Nadie te ha dicho que no, Fer. ¿Qué vas a hacer?.
- ¿Yo?. Yo no sé lo que va a hacer él.
- ¿Él? Se convertirá en el detector moral de la masturbación global. Y venderá su superpoder a la iglesia
Fernando coge la mano de Juan y la huele. Se la suelta fuerte, abre los ojos, y dice:
- “¿Tú te has hecho una paja, verdad?”. Eso me dijo. Lo primero que hice, instintivamente, fue mirarme la mano. Yo soy un chico limpio y seguro que estaba limpia así que no puede oler más que a jabón, a porro o a un poco de queso que estuve comiendo en ese periodo de tiempo. ¿Por qué me olió la mano?
- No puede ser verdad lo que me estás contando.
- Te lo juro. Lo increíble es que era verdad y tampoco creo que me tenga que confesar por ello.
- ¿Seguro que sales con alguien y no con un perro antidroga de la guardia civil?
- Antipajas.
- Lo que sea. De un gobierno de derechas me creo lo que sea.
- Yo decidí admitirlo. No veo nada malo en ello. Ahora viene lo mejor.
- No puede ser mejor. Tus historias rayan a un alto nivel.
Fernando deja la cerveza casi terminada en la barra. Mata el porro y se prepara para la resolución final del evento.
- Entonces empieza a decirme que claro, que seguro que cuando me masturbo lo hago pensando en otros y no en él, y que eso es una forma de infidelidad. Que él cuando está con alguien no se masturba y que si acaso lo hiciera lo haría pensando en mí. Yo le dije que una paja es sólo eso. Y que se fantasea, que en eso consiste, pero que eso no quiere decir nada. Le dije que es como ver un poco de pornografía, pero que eso no quiere decir que seas infiel a nadie. Entonces empezó a subir y bajar los brazos, como un poseso, mientras se movía a mí alrededor.
Fernando empieza a gesticular con los brazos y a poner cara de loco mientras da vueltas alrededor de Juan diciendo: “!Si es que no puedo confiar en ti que cuando me despisto te pones a ver películas porno y hacerte pajas!. ¡Cualquiera sabe qué más habrás hecho!. ¡Así no se puede confiar en nadie!”.
- No es verdad. Te lo estás inventado.
- Que no, de verdad. Estaba fuera de sí. Al final se fue completamente irritado y yo no sé si soy un enfermo o simplemente él un intolerante. Lo que sí que te digo es que ahora me da reparo hasta tocármela meando y llevo todo el día lavándome las manos. Pajas ni hablar.
- Yo pensaba –dice- que al que le pasaban cosas increíbles era a mí pero veo que no, que siempre tienes que quedar por encima aun a riesgo de tus más bajos hábitos
- Ya ves. Si no es por una cosa es por otra. Cualquier día lo dejo todo y me marcho a otra ciudad donde pueda empezar a hacer las cosas bien. Pero tampoco he hecho nada malo. No lo sé.
- Que no, hombre. Si cada vez que alguien con pareja se masturbase se rompiera una relación este sería un mundo lleno de solteros y solteras pajilleros. Además lo lógico es fantasear. Es como la diferencia que me explicaban a mi los curas entre pecado mortal y venial. Si vas por la calle andando y de repente, en tu cabeza, ves una teta pero tú no querías, entonces ese es un pecado venial. Pero, eso sí, si piensas: quiero ver una teta, quiero ver una teta… y la terminas viendo, entonces eso es mortal. El padre Blas me lo explicó muy claro y no pude más que certificar en mi mente lo lejos que está la religión del común de los mortales que soy yo.
- Pues eso mismo, que es una visión retrógrada del mundo.
- Nadie te ha dicho que no, Fer. ¿Qué vas a hacer?.
- ¿Yo?. Yo no sé lo que va a hacer él.
- ¿Él? Se convertirá en el detector moral de la masturbación global. Y venderá su superpoder a la iglesia
- !Pero si es gay!
- Ya, pero gay con moral
- Eso tiene que ser malo
- Sí, seguramente...
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