Euskadi y la educacion para la ciudadanía

La justicia ha dicho que la Educación para la ciudadanía es algo que hay que estudiar si o si. Y me parece correcto.

Principalmente porque es una muestra de la evolución social que ha existido desde hace muchos años hasta nuestros días y principalmente porque la educación en valores que se basaba en las enseñanzas de la religión (mostrándonos las obvias diferencias entre el bien y el mal) tiene que tener otros puntos de referencia ya que la Iglesia y la sociedad viajan por caminos diferentes.

Desafortunadamente el paraguas protector de la familia (convencional o no) se ha convertido en un “efecto espejismo” que hace que los niños e incluso muchos adolescentes no sean partícipes de la realidad que les rodea. Una realidad que se compone de yonkis, de ejecutivos, de putas, de homosexuales, de ladrones, de ricos, de altos, de bajos, de negros, de amarillos, de blancos e incluso algún sonrosado. Y todos ellos y sus opciones personales son, si no afectan a la libertad de los demás, respetables.

Mostrar a quien tiene que participar de nuestra sociedad lo rica en variedad que es y las diferentes opciones que existen no quiere decir nada más que eso. Por explicar que hay gente que se lo hace con cabras no vamos a convertir a nadie en un zoofílico, porque en eso mismo está el sentido común.

Quien no sea capaz de entenderlo necesita ir a clase.

De la misma manera, y extrapolando este argumento hacia las elecciones vascas, la educación para la ciudadanía debe de hacernos entender que en Euskadi existen nacionalistas, no nacionalistas, independentistas y alguno que quiere asociarse a la república de Albania. Todas esas opciones, al igual que las otras, son respetables siempre y cuando no afecten a la libertad de los demás (ya sabemos por donde voy).

Así que quien no sea capaz de asumir estas dos verdades, necesita ir a clase.

Es curioso ver como curas e intransigentes viven en el mismo lado de la escalera, según la escalera que sea.