Hace nada comentaba las tonterías (a mi parecer) de la "normalización linguística" o compartía el post de Punset sobre la indefensión ante el Estado. Realmente ratifico parte de mis planteamientos. Me parecen tremendamente impositivas aquellas directrices gubernamentales que se meten en nuestra vida privada, y cada vez hay más.
Hoy es la tontería de la nueva normativa que obliga a usar el euskera en los comercios (al estilo del esquema catalan) pero no lo quiero catalogar dentro de "la discriminacion positiva" (que es una discriminación al fin y al cabo) sino entre esas leyes que nos quieren regular dentro de nuestra casa.
Y es que si mi empresa es privada, si yo lo pago, si yo me lo curro, si yo me lo gano... !déjame hacer con mi empresa lo que me de la gana!. Contrato a quien quiero (sin contratos esclavizadores, of course), abro cuando quiero y hablo lo que quiero. Y si me apetece ser el único comercio que habla y rotula exclusivamente en polaco, pues lo soy, porque para eso es mio. Y si sólo quiero contratar hombres o sólo mujeres... ese es mi problema. No entiendo que un gobierno tenga que venirme a decir como debo de hacer mi trabajo. Si lo hago mal, ya se encargará la sociedad, que para eso es más sabia que tu y que yo, de mostrarme el camino correcto.
Los gobiernos, enquistados muchas veces en cuestiones absurdas (paso de hacer un listado) deberían de estar centrados en que, por ejemplo: el paro sube por primera vez en junio o que la economía se estanca. O que el Banco Santander ha ganado ya (ojito, en un peridodo de crisis) 10.000 millones de euros. Mira tú, a ese seguro que no le tocan.
Al ritmo que vamos tendremos un inspector mirando si las lentejas que usamos son del país o el algodón de nuestra ropa interior de la calidad obligada por alguna normativa (por aprobar) y volverán a detener al mismo delincuente por el mismo delito y lo volveran a poner en la calle.
Siempre he pensado que los políticos están para servirnos y para ayudarnos en nuestros asuntos, no para generarnos problemas que no habiamos reparado tener. Menos aún, dentro de nuestra casa. Menos aún, cuando los problemas de verdad siguen creciendo ahí fuera.
(¿o es que como no saben arreglar lo de verdad se justifican dando por el saco con soplapolleces?)
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