Hoy ha sido un dia de descubrimientos sencillos.
El más elemental y menos aberrante es descubrir lo bien que se come un menu (de 20€, pero menu estupendo) en el restaurante ibaigane (el del casino) de Bilbao.
Otro es haberme sentado a oir a Blonde Redhead despues de recordar mi rock&roll con The Duke Spirit. (Buscando, supongo , la banda sonora de otro verano solitario)
Después he aprendido uno más de los múltiples instrumentos sexuales (eróticos?) que existen. Esto es, el huevo vibrador. Supongo que uno no se sienta a comer y le saludan con un "buenos días, hace 3 jugué con un huevo vibrador...". No. Lo que ha sucedido es que en uno de esos momentos de complicidad que da el tinto de crianza (incluído en el menu) he aprendido una actividad imposible para los hombres y, a priori y tal y como me lo contaban, divertida: Parece ser que estos huevos tienen un mando a distancia de cierto alcance. El juego consiste en que un grupo de amigas hacen bote y compran unos huevos. Luego juntan los mandos y cada una tiene a su vez un huevo (en su interior) y un mando que no sabe de quien es. Y se van a la calle. Así que en cualquier bar o cuando se encuentran a sus abuelos por la calle, la "amiga" puede encender la vibración. Mi pregunta es lógica. "¿Como sabes quien es la poseedora del huevo que funciona con tu mando?". La respuesta es empírica. "Lo sabes". Y mientras me lo contaba tenía la misma cara de traviesa que tengo yo cuando llamo a los timbres y salgo corriendo, que no corriendo-me, ya que los hombres,que yo sepa, no hacemos esas cosas.
Tambien he descubierto este video...
El más elemental y menos aberrante es descubrir lo bien que se come un menu (de 20€, pero menu estupendo) en el restaurante ibaigane (el del casino) de Bilbao.
Otro es haberme sentado a oir a Blonde Redhead despues de recordar mi rock&roll con The Duke Spirit. (Buscando, supongo , la banda sonora de otro verano solitario)
Después he aprendido uno más de los múltiples instrumentos sexuales (eróticos?) que existen. Esto es, el huevo vibrador. Supongo que uno no se sienta a comer y le saludan con un "buenos días, hace 3 jugué con un huevo vibrador...". No. Lo que ha sucedido es que en uno de esos momentos de complicidad que da el tinto de crianza (incluído en el menu) he aprendido una actividad imposible para los hombres y, a priori y tal y como me lo contaban, divertida: Parece ser que estos huevos tienen un mando a distancia de cierto alcance. El juego consiste en que un grupo de amigas hacen bote y compran unos huevos. Luego juntan los mandos y cada una tiene a su vez un huevo (en su interior) y un mando que no sabe de quien es. Y se van a la calle. Así que en cualquier bar o cuando se encuentran a sus abuelos por la calle, la "amiga" puede encender la vibración. Mi pregunta es lógica. "¿Como sabes quien es la poseedora del huevo que funciona con tu mando?". La respuesta es empírica. "Lo sabes". Y mientras me lo contaba tenía la misma cara de traviesa que tengo yo cuando llamo a los timbres y salgo corriendo, que no corriendo-me, ya que los hombres,que yo sepa, no hacemos esas cosas.
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Y es que es un dia de descubrimientos. Aún me queda alguno, que no se si me va a divertir o gustar... No siempre la palabra descubrimiento es síntoma de bondad... puedes descubrir que llueve.
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