Mal dia para buscar

2 de mayo de 2014

Monos sin ventaja

Estoy convencido de que existirá algún tipo de experimento científico en el que a un mono le den un utensilio que le permita una ventaja cuántica en su alimentación o en cualquiera de las necesidades macacas que tuviera y lo aprende a usar para hacer uso de esa mejora, y eso que dicen que lo que más mueve a un mono es poder fornicar cuanto más, mejor. Un perro, sin embargo, se mueve por comida y una mariposa busca la luz como una pazguata, quizá porque así cree que se acerca al Dios Osram, que es el Dios de muchos insectos.

También estoy seguro de que cuando a nuestros abuelos les hacían un gurruño con trapos eran capaces de convertirlo en la pelota de sus sueños y se embarraban en los solares que la revolución inmobiliaria convirtió en los pisos de sus hijos proletarios, que son los padres de los niños que no pueden jugar si no es con las botas de Messi.

Sé, porque me lo ha contado mi madre, que eran capaces de dar de comer a toda una familia aprovechando los restos del día anterior y que si ayer había garbanzos hoy teníamos caldo. Los padres de familia eran expertos en bricolaje, las madres arreglaban las camisas para los hermanos pequeños y en televisión se hacían programas en los que ganaba el que más cultura era capaz de demostrar y, casi en prime time, sesudos debates eran el tema de conversación en los bares los días posteriores. Algunos afirmaron en La Clave que el mileniarismo iba a llegar. Hace 30 años, cansados de hacer malas copias de coches italianos, un grupo de españoles llamaron a las puertas de los ingenieros de Porsche y cogieron lo poco que tenían para hacer el Seat Ibiza y aunque lo hicieron con las pequeñas ventajas que les quedaban, les salió bien.

Internet fue la gran ventaja del intercambio de información y lo primero que hicimos algunos fue buscar porno o ponernos a descargar música como posesos. Cogimos esa ventaja, nos limpiamos el culo con ella, y le dimos el uso que nunca supusimos que se iba a dar de una forma tan masiva.

Cuando Klennex decidió usar los restos de algodón de la primera guerra mundial en hacer toallitas desmaquillantes descubrió que las mujeres que las compraban se quejaban de que sus maridos las usaban para limpiarse los mocos. Simplemente se dió un giro a la publicidad para seguir vendiendo lo mismo.

Las redes sociales fueron una forma de estar en contacto más cercano con quienes, por la razón que fuera o por la propia extensión del mundo y la reducción del tiempo, no podían estar al corriente de nuestros anhelos o pequeños triunfos y fracasos. Quizá en más de un caso ahora son un gran prostíbulo donde saciar las necesidades sexuales macacas a golpe de click y de polvo facilón con el que calentar la cama después de tres copas o, incluso, hacer un take away sexual y creerse moderno y molón.

Nunca fue tan sencillo encontrar a tu media naranja, a aquella persona que pudiera ser un punto de apoyo o simplemente alguien con quién intercambiar impresiones sobre aspectos de la vida que pudieras tener en común y, sin embargo, una sensual foto de perfil es el pasaporte para evitar la soledad nocturna. Los monos no leen, sólo ven las fotos de las monas.

Los teléfonos eran una manera de comunicarse y, cuando fueron smartphones, una herramienta que nos daba ventaja y esa ventaja se llama, para muchos, "selfie". "Photobomb" lo llama un tipo que dice que ha revolucionado la televisión. Porque la televisión, ahora mismo, es un circo donde no hay espacio para aprovechar las ventajas que nos da la tecnología. Es un lugar donde seres anónimos que no son capaces de dar nada se van, por ejemplo, a una isla a hacer monadas y los productores esperan que copulen para ganar un poco más de audiencia en submundos vacíos de cualquier contenido. En este caso lo único que se espera es que se comporten como monos.

Y que sean monos que entretengan a monos tontos que no son capaces de aprovechar las ventajas cuánticas que tenían en sus manos.

Simplemente monos que han dejado de buscar la manera de usar las ventajas en algo que no sea entretenerse o fornicar y eso no es tan malo excepto si se convierte en lo único.

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