Los británicos son unos tipos especialmente hipócritas porque son capaces de hacer perdurar sus tradiciones como si aquellas liturgias fueran la quinta esencia de la verdad, poblarse de inmigrantes, creerse el ombligo del mundo, intentar imponer sus dictámenes a europa pero sin ser europa, conducir al revés y terminar siendo el primo pijo de todos esos estadounidenses que van por ahí invadiendo países (como, según se ha demostrado, hacen los monos).
Un ejemplo de ello, ahora que está de moda la subida de impuestos y ajustes estructurales que afirman todos los países que nunca afectarán al buen ciudadano de a pie es el maletin de los prespuestos británicos.
Este maletin es exactamente el mismo que se ha venido utilizando desde 1860 y ha significado, como si fuera la pose de Ana Obregon en bikini cada verano, la tradicional fórmula que ha identificado al proletariado y a la burguesía inglesa con la continuidad de su supremacía mundial cultural e histórica como si de un maná económico fuera. (Sí, como la Obregon: viejuno pero en vigor)
En España, que siempre hemos sido un poco torpes con el tema publicitario-político, lejos quedan los años en los que aparecía una furgoneta en el congreso , cargada de folios como si fuera el sumario de la trama gürtel, con el prespuesto del ministerio de economía. Hace bien poco nuestros ministros aparecían con un minúsculo pen drive (como esos que se pierden) luciéndolo orgullosos ante los flashes como quien enseña un reloj parado.
Ahora, con furgoneta, pen drive o maletin ajado y asqueroso (que mi madre, obviamente no inglesa y sí tremendamente práctica, me hubiera obligado a tirar a la basura) los británicos suben el Iva, congelan los sueldos a todo el funcionario que gane más de 25mil€ (en uk, con el desayuno a 10€, todos) , suben los impuestos al ahorro un 10% y siguen diciendo que esto responde a su necesidad global de continuar siendo el faro que todo lo guía en el mundo mientras a su primer ministro aún se le escapa un ojillo al trasero (estupendo) de Carla Bruni.
Algún día tendrán que admitir, muy a su pesar, que son una nación como las demás: llena de mirones, cargada de deudas, con los mismos problemas y porcentaje de gilipollas que los demás y, desafortunada y exclusivamente para ellos, con el decepcionante bagaje de considerarse a sí mismos diferentes y mejores que el resto cuando, en realidad, son tan buenos, tan malos, tan listos o tan tontos como el resto de los habitantes de este mundo tan pequeño, aunque conduzcan al revés.
Allí también suben el Iva y perjudican a los ciudadanos del siglo XXI de los excesos de aquellas gloriosas épocas de bonanza ochentera. Podrían, de paso, devolvernos todo lo que nos han robado con su altiva hipocresía y esa manera tan británica que tienen de sodomizar al resto del mundo mientras sonríen en el espejo y no son capaces, tal y como afirmaba el sargento de la chaqueta metálica de, al menos, hacer una paja al sodomizado (min 3,33). Se llama humor británico.
Pd: cuentan las noticias que han jubilado el dichoso maletín, quizá algo está pasando en el antiguo y gris país de las maravillas que era aquel imperio venido a menos o simplemente es que mi madre, al ver el desastroso estado de aquello, ha llamado a Downing Street como cuando me llama a mí para que no use los vaqueros rotos.
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