Al último comando de ETA le han encontrado cocaína, marihuana y otros productos de corte. A Txeroki le encontraron también unos porrillos.
Y es que ya no hay glamour en el terrorismo autóctono.
Lejos quedan aquellos años en los que ETA, que se había autodenominado el referente ideológico de la sacrosantamente aria raza joven vasca, decía ajusticiar a los pequeños traficantes (y los mataba) porque les acusaba de echar por tierra las ilusiones de los jóvenes vascos. Mal visto estaba, entre los más radicales de mis conocidos abertzales, quedarse en casa fumando unos porros en vez de subir con las botas chirucas a la cima del monte Gorbea.
Ahora sólamente van al monte a esconder sus bombas en los zulos o para hacer los videos de primera con pistolas en la mano y esos pasamontañas con color de gato muerto. El resto del tiempo que les deja el agotador trabajo de matar o quemar contenedores lo pasan en casita echando unas partidas con la play y con una nube que les persigue a todas partes, como en la canción.
En ese parvulario en el que se ha convertido el terrorismo han calado las nuevas tecnologías y los nuevos vicios. No me extrañaría encontrarme en Twitter algúna entrada de pocos caracteres a favor de considerar el tráfico de drogas como el impuesto revolucionario que colabora con nuestros amigos guerrilleros colombianos del otro lado del charco.
Reconozcamos que, como un equipo de fútbol que ha bajado a tercera preferente, estos asesinos que se visten en el decathlon como si fueran perroflautas, ya no son ni la sombra de esos carniceros de primera que se jactaban de ser. Ni siquiera aprendieron del IRA ese look digno y rudo de Burberry.
Desafortunadamente hasta el miserable acto de matar se puede hacer de muchas formas, algunas hasta elegantemente. Sin embargo ya dicen en muchos sitios que las drogas te vuelven (aún más) loco, más feo y menos glamuroso.
Los chicos malos del independentismo se han convertido en yonkis de tercera.
3 comentarios:
perroflauta tu puta madre
ole!
El ole a quien va dirigido?
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