Existen determinadas personas y personajes que sólamente con nombrarlos parece que se ha nombrado al anticristo. Aznar, la SGAE, los terroristas vestidos de lagarteranas, Bush, Berlusconi...
Desconozco si se vive bien en ese lado del camino, porque no conozco a ninguno de ellos, al menos personalmente.
Sin embargo, como soy un tonto que no cree en la maldad intrínseca de las personas, creo que esa "frikización" de los personajes es un recurso válido para la calma social.
Supongo que si un día nos encontramos en una calle oscura a Aznar o a Teddy Bautista vestido de lagarterana nos va a entrar un miedito en el cuerpo digno de mención. Pero cuando haces un chiste te sucede como con aquellos eternos del ministro de exteriores Morán: era una baza segura para el éxito.
Existirá, seguramente, una explicación psicológica a ese placer desmedido por convertir a algunos personajes poderosos en la copia personal de Ronald McDonald de la misma manera que descubres cómo estás pasado de moda cuando los amigos de tus ex hacen chistes sobre tí. Enfadarte, en ese caso, es una guerra perdida.
Lo que sucede es que a determinadas personas parece que disfrutan con esa especie de repulsa desmedida. Todos nos escandalizamos cuando un grupo de jóvenes le llamaron asesino a Carrillo en la complutense y sin embargo como le han gritado a Aznar y éste les ha hecho una peineta (que no sabía yo que se llamaba así) nos hace gracia e indigna que se responda. No niego que Aznar se haya ganado a pulso los insultos y las mofas, porque lo ha hecho a golpe de chulería. No niego que Zapatero sea la copia burlesca de Mr Bean. No se me olvida ese seseo de Rajoy que seguramente tiene su barba llena de esputos. Ni siquiera defiendo al irracional recaudador de la Sgae, o a cualquier bufón que hayamos creado. Sólamente creo que cuando un perro está atado es muy fácil hacerle burla y reirse cuando ladra. Ponte delante de un pit bull suelto y saca la lengua, que te la arrancará de un bocado. Riéte de la pareja de tu amiga, en vez de su ex.
Anoche me desperté entre sudores fríos soñando que se reían de mí. Saqué un dedo fuera de las mantas. Hice una peineta. En algún sitio me tienen vestido de lagarterana. Me duele, pero me aguanto.
Hubiera sido más elegante seguir durmiendo.
1 comentario:
Lo que a mí me sorprende de la situación no es que unos universitarios insulten a Aznar. De intransigentes está el mundo lleno.
Lo que me parece vergonzoso es que un ex-presidente del Gobierno se comporte como un quinceañero. Vergonzoso, que semejante espécimen de cuerpo adulto y mentalidad infantil sea un ex-presidente de Gobierno.
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