El siglo XXI va a ser un siglo complejo. Las tendencias más enfrentadas se agarran al concepto globalizador para intentar coexistir. Jugamos a ser de los buenos o de los malos. Hetero u homo. Blanco o negro. Primer o tercer mundo. Si estás en el medio no estás definido. Si no estás definido no eres nada. Si no eres nada no existes.
Mirando atrás en la historia parece que englobamos todo en una única corriente. Todos los hombres del siglo XVIII llevaban sombrero. Todos los romanos togas. Todas las mujeres decentes del XIX llegaban vírgenes al matrimonio. Los niños cantaban la tabla del cuatro. Ningún cristiano faltaba a misa. Es falso. Sin embargo la simplificación que da el tiempo nos hace verlo así.
Dicen que tiene que pasar cincuenta años para tener una visión histórica real de lo sucedido. Las personas de más de cincuenta, en su mayoría, han decidido dejar de sentirse permeables a la realidad emergente, porque han visto de todo. No me lo creo. Me faltan 14 para los cincuenta. Me niego a ser impermeable porque sería una prenda de vestir en vez de una persona.
Además los cambios son cada vez más difíciles de entender. En el XX, a finales de XX, se inventó el ordenador, el microondas, las videoconsolas, la televisión, el DVD, el video (que murió antes que la estrella de la radio), el CD, las placas de inducción, los aviones a reacción, los cohetes interplanetarios, el teléfono celular, la clonación… Demasiado. Ni siquiera me han dado tiempo para asimilar y ya me están vendiendo productos que no necesito ni merezco. Mandaba cartas a mi primera novia y me felicita el cumpleaños con un email. Ninguno de los dos nos hemos casado y parecemos los mismos, pero el entorno está enmarcado en una película futurista. Socialmente han aparecido las relaciones virtuales e incluso el sexo virtual. Musicalmente tenemos el house, el acid, el funky, el rock, el reagge, el rockabilli , el trance, el tecno. Y convive con lo de siempre: la samba, el tango, el pasodoble, folclore. Prensa amarilla, sepia y normal. Las ofertas de trabajo tienen el color del papel reciclado. Homosexuales, lesbianas, heterosexuales, bisexuales, castos, zoofílicos, pederastas, fetichistas. Nunca sabes quien quiere tocar tu culo. MP3, CD, DVD, DIVX, DOC, ONU, OTAN, CCOO, PSOE, WAP, GPRS, PP. Se empeñan en llenarlo todo de siglas. Antidepresivos, antiestamínicos, bífidus activo. Cocaína, morfina, heroína, polen, costo, maría, crack, lsd, éxtasis.
¿Tengo que esperar 50 años para entenderlo?
Tengo que poner freno a lo que no entiendo. Hay quien se rinde a pensar que la realidad es algo demasiado complejo para entenderlo, pero por lo menos quiero saber de qué me hablan cuando veo el telediario. Desafortunadamente va in crescendo. Si me inventase un producto, una tendencia, una práctica sexual, una droga, un programa informático o simplemente un yogurt debería de llevar implícitas unas siglas, un ritmo, un color, una luz y un target de mercado claramente definido. No vale con que sea un buen invento. ¿Es acaso el siglo del marketing?.
“Me gusta esa camisa”. En ese caso soy un hombre de 47 años, divorciado, con tendencias homosexuales, que le gusta el trance, tengo un teléfono GPRS, consumo antidepresivos y de vez en cuando se hace un porro. No, joder, solamente me gusta esa camisa.
A eso mismo me refiero cuando intuyo que a lo largo de este siglo nos vamos a tener que ir decidiendo por determinados factores que van a acarrear otros, con el efecto de bola de nieve que trae consigo. Lo menos malo va a ser un factor determinante. La libertad de elección la coarta una sociedad que, como en una mala película de sábado por la tarde, está llena de buenos y malos.
Mirando atrás en la historia parece que englobamos todo en una única corriente. Todos los hombres del siglo XVIII llevaban sombrero. Todos los romanos togas. Todas las mujeres decentes del XIX llegaban vírgenes al matrimonio. Los niños cantaban la tabla del cuatro. Ningún cristiano faltaba a misa. Es falso. Sin embargo la simplificación que da el tiempo nos hace verlo así.
Dicen que tiene que pasar cincuenta años para tener una visión histórica real de lo sucedido. Las personas de más de cincuenta, en su mayoría, han decidido dejar de sentirse permeables a la realidad emergente, porque han visto de todo. No me lo creo. Me faltan 14 para los cincuenta. Me niego a ser impermeable porque sería una prenda de vestir en vez de una persona.
Además los cambios son cada vez más difíciles de entender. En el XX, a finales de XX, se inventó el ordenador, el microondas, las videoconsolas, la televisión, el DVD, el video (que murió antes que la estrella de la radio), el CD, las placas de inducción, los aviones a reacción, los cohetes interplanetarios, el teléfono celular, la clonación… Demasiado. Ni siquiera me han dado tiempo para asimilar y ya me están vendiendo productos que no necesito ni merezco. Mandaba cartas a mi primera novia y me felicita el cumpleaños con un email. Ninguno de los dos nos hemos casado y parecemos los mismos, pero el entorno está enmarcado en una película futurista. Socialmente han aparecido las relaciones virtuales e incluso el sexo virtual. Musicalmente tenemos el house, el acid, el funky, el rock, el reagge, el rockabilli , el trance, el tecno. Y convive con lo de siempre: la samba, el tango, el pasodoble, folclore. Prensa amarilla, sepia y normal. Las ofertas de trabajo tienen el color del papel reciclado. Homosexuales, lesbianas, heterosexuales, bisexuales, castos, zoofílicos, pederastas, fetichistas. Nunca sabes quien quiere tocar tu culo. MP3, CD, DVD, DIVX, DOC, ONU, OTAN, CCOO, PSOE, WAP, GPRS, PP. Se empeñan en llenarlo todo de siglas. Antidepresivos, antiestamínicos, bífidus activo. Cocaína, morfina, heroína, polen, costo, maría, crack, lsd, éxtasis.
¿Tengo que esperar 50 años para entenderlo?
Tengo que poner freno a lo que no entiendo. Hay quien se rinde a pensar que la realidad es algo demasiado complejo para entenderlo, pero por lo menos quiero saber de qué me hablan cuando veo el telediario. Desafortunadamente va in crescendo. Si me inventase un producto, una tendencia, una práctica sexual, una droga, un programa informático o simplemente un yogurt debería de llevar implícitas unas siglas, un ritmo, un color, una luz y un target de mercado claramente definido. No vale con que sea un buen invento. ¿Es acaso el siglo del marketing?.
“Me gusta esa camisa”. En ese caso soy un hombre de 47 años, divorciado, con tendencias homosexuales, que le gusta el trance, tengo un teléfono GPRS, consumo antidepresivos y de vez en cuando se hace un porro. No, joder, solamente me gusta esa camisa.
A eso mismo me refiero cuando intuyo que a lo largo de este siglo nos vamos a tener que ir decidiendo por determinados factores que van a acarrear otros, con el efecto de bola de nieve que trae consigo. Lo menos malo va a ser un factor determinante. La libertad de elección la coarta una sociedad que, como en una mala película de sábado por la tarde, está llena de buenos y malos.
6 comentarios:
Cierto, en este siglo si compras algo que no tenga una caja maravillosa, que no sea anunciado en television y que no lleve las instrucciones impresas en 10 idiomas parece que has gastado el dinero en nada.
En serio te lo parece? Pues eres memo.
He dicho que "PARECE" no que tenga o crea que es asi.
a lo que parece, o al ~.
1. locs. conjunts. U. para explicar el juicio o dictamen que se forma en una materia, según lo que ella propia muestra o la idea que suscita.
Ya se que has dicho. Esta ahi escrito y yo se leer. Has puesto: "Cierto, en este siglo si compras algo que no tenga una caja maravillosa, que no sea anunciado en television y que no lleve las instrucciones impresas en 10 idiomas parece que has gastado el dinero en nada" - A lo que yo te respondi: "En serio te lo parece? Pues eres memo."
Ahora te ha quedado mas claro?
EN CUALQUIER CASO: ES MEMA...QUE SEGURO QUE ES UNA TÍA....
¡Uys! Un momento para la tranquilidad, que en cada post veo más tensión...
¿pero esto qué es? ¿Es que no podemos tener puntos de vista diferentes sin ser tan... ?
En fin, quiero pedir un poquito de tranquilidad...no os hagais mala sangre; unas veces bien no merece la pena; otras, por mucho que insistamos hay palabras que no llegan.
De modo que en todos los casos es un gasto inútil de energías.
Lolita Peinetas:(despeinada)
Publicar un comentario