Mal dia para buscar

7 de abril de 2025

El futuro sentimental

Hace algunos años devoré, con curiosidad nostradámica, aquel documental de "La teoría sueca del amor" donde se diseccionaba la manera solitaria, quizá egoista y absolutamente triste que tenían los suecos de relacionarse. Daba, como es de esperar, unas pinceladas del cuadro al óleo descorazonador de nuestro futuro social. No éramos gordos, sedentarios y poseídos por pantallas como en Axiom (la nave de Wall-e), aunque casi.

Hoy comentan, en esas noticias de relleno que nos afectan más de lo que parece, que el modelo convencional de pareja está en retroceso y que el número de reservas en los restaurantes para una sola persona está en un crecimiento contínuo. Sí que es verdad que aunque en EEUU eso ha subido un 50% y en Reino Unido un 15%, en España solamente somos un 4% más. Es que en el mediterráneo somos muy de juntarnos, aunque sea para criticar a un tercero.

Eso me ha hecho recordar el fenómeno de los Johatsu. Esos son los más de 100mil japoneses que han desaparecido de sus vidas en los ultimos 40 años y que, además, no quieren ser encontrados.

Siempre me recuerda, en parte, a la serie, para mí de culto "Caida y Auge de Reginald Perrin" ( que dispongo en formato DVD) de 1976. Reginald, cansado de su vida, decide desaparecer y volver. La moraleja es que, después, la vida vuelve a resultarle aburrida y carente de interés. Supongo que es porque cuando escapas de algún problema tienes que pensar si acaso el problema lo llevas contigo.


"Necesito saber donde van a parar las noches que me pongo a pensar en esta cuidad y en tó lo que tengo que correr pa largarme fuera. Necesito buscar en algún rincón de tu espalda un lugar pa dormir, despertarme, darle la vuelta a las penas"- dice la letra de Invasión , del segundo disco de Pastora, en su cénit casi final.

Love of Lesbian, en la canción Belice, cantan: "Un día me iré, me iré de verdad. No sé si me ves del todo capaz. De cambiar nombre y edad. Y si me encuentras decirte ¿De quién me estás hablando?. No , no, no, no lo haré jamás. Me falta valor o fuerza vital. ¿De qué me sirve salir de esta inmensa ciudad si de quien pretendo huir seguirá dentro de mi y eras tú?. Y eres tú."

Según van pasando los años y los fracasos voy llegando a la conclusión que los fracasos sentimentales (considerando también la amistad como un tipo de relación) tienen bastante que ver con las expectativas. Las expectativas propias y las ajenas. Estar esperando que nuestra vida, porque alguien nos convenció que lo merecemos, se convierta en un final feliz de una película romántica es una espera que alimenta la frustración cada 14 de febrero, cada cumpleaños y cada noche en la que nos sentimos abandonados enfrente del monstruo de la subsistencia vital. Sentirnos insuficientes cuando queremos hacerlo bien, con la misma sensación del niño que va con su proyecto de ciencias al examen sabiendo que no está del todo bien, es parte del problema si eres autoexigente y nada excepcional.

Hay dos formas de enfrentarse a ese instante. Una, madura y reflexiva, es admitirlo como quien asume sus cicatrices. La otra es salir corriendo, que es lo mismo que desaparecer o irse a cenar solo. Decepcionarse a si mismo es más llevadero que decepcionar a alguien que respetas, admiras y quieres. Supongo que es lo mismo que no decirle a tu madre que has pasado por el quirófano porque no quieres que se preocupe. Se me ocurre la expresión "salir del armario de los sentimientos" y, sin embargo, quienes conozco que han salido del otro armario se han encontrado mayormente con la aceptación de quienes también les quieren.

Pero en una sociedad cobarde, crítica y enfocada, como una lección de un coach de tercera división, parece que si no somos superhéroes o supervillanos lo que somos es Npc´s. ( Non playable character). Eso significa que somos prescindibles y si nos sentimos así empezamos a creer que nadie nos echará de menos, que no habrá siquiera una sensación de vacío cuando no estemos y que, por definición, sobramos. Así que si somos japoneses desaparecemos, si somos suecos comercializamos nuestras relaciones sociales y si somos de Albacete podemos darnos al vino, a los videojuegos, a la vigorexia o a los puzzles. O suicidarnos, que es mucho más dramático pero, según el punto de vista, de una duración limitada. Llego a la pequeña conclusión de que nos han vendido un sentido de la vida cinematográfico, imposible, instagrameable y comercial. Lo que nos nos enseñaron es a tolerar determinadas frustraciones.

Nuestros abuelos asumieron que nunca saldrían del pueblo y tuvieron hijos que criaron de la mejor manera que supieron. Llegaron a la ciudad, salieron adelante y sus hijos crecieron medianamente sanos. Eso fue un triunfo. Nosotros vivimos convencidos que recorreríamos el mundo, seríamos presidentes de compañías poderosas, viviríamos una plena vida personal de amor maravilloso y siempre íbamos a ser jóvenes. Cualquier cosa por debajo se vive como un fracaso. ¿Ves? Son las expectativas.

Y son esas expectativas las que nos encierran en nuestra brillante mediocridad para terminar perdiendo. Perdimos nuestro propio sentido aunque nos mentimos y lo hacemos cmo la canción "desde que te perdí". Nunca como Kevin Johansen porque juramos que hacemos lo que nos da la gana y a veces lo que nos da la gana termina siendo sentarse en el sofá sin elegir película, abrir un vino y esperar al próximo día de trabajo. Ya ni siquiera conduzco sin rumbo esperando que el azar sea benévolo conmigo.



El futuro sentimental es gris.
Es culpa tuya, como si fuera poco para lo que mereces.
Es culpa propia, como casi todo lo que deja vacíos.

(Burning nunca sobra)

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