Mal dia para buscar

23 de abril de 2025

Algunas cosas que nos arrastran

Aunque en realidad fue una cuestión de dinero, como casi siempre, la selección inglesa de futbol siempre cuenta que no participó en las tres primeras ediciones de los mundiales (1930, 34 y 38) porque se creían mucho mejores que los demás y llegaron a la conclusión que competir con gente inferior era degradarse. Después solamente ganaron en 1966, y en casa con polémica.

Al contrario que los ingleses pero también con sangre anglosajona, los americanos del norte mandaban a los chiquillos a jugar baloncesto en las olimpiadas hasta que les sacaron los colores. Llamaron a Jordan, Magic, Bird, Ewing, Barkley, Stockton y demás familia. Ganaron todos los partidos con una media de 43 puntos de diferencia. Yo era fan de ese equipo, y lo sigo siendo. Sobre todo porque Chuk Daly, el entrenador, les cogió en un entrenamiento y les convenció que allí se iba a trabajar y que daba igual ir ganando de 50 porque tenían que darlo todo. Y lo dieron. Las imágenes de ese entrenamiento en el que el equipo de Magic perdió contra el equipo de Jordan, mientras Larry estaba en la banda con dolores de espalda, son míticas. También tuvo que ver que un equipo de universitarios les ganó en un partido a puerta cerrada y eso les hizo ver que también eran mortales.

Supongo que la enseñanza de todo eso es que aunque seas muy bueno, hay que currárselo. Disponer de una alta valoración de uno mismo puede tener la virtud de ayudarte a sobrepasar el inquieto filo de la incertidumbre pero después, si sale mal, el ridículo es mayor. Quizá por eso y por una protección mental, algunos tenemos asumido que nunca vamos a ganar y, mira tú, tampoco ganamos. Ir con la derrota por delante tampoco es una buena idea, aunque seas la selección de futbol de San Marino. Los coach de tercera división te intentan convencer que has de pensar que lo puedes todo pero la obviedad es que hay aceptar hasta donde eres capaz de llegar. No es una novedad afirmar que jamás estoy contento con la ejecución de mis actividades y que eso me ha llevado a no presentarme a exámenes que hubiese aprobado porque no me valía un 5 y no me veía para un 10.  El caso es que nunca fui Inglaterra ni el Dream Team.

En cierta ocasión terapeútica me comentaron, con mucha razón, que intentamos llevar las cosas hacia los terrenos en los que creemos que podemos ganar o, al menos, no hacer el ridículo. Como no soy un gran boxeador yo siempre intentaré que una pelea sea dialéctica. Si es un duelo deportivo y puedo elegir armas, será un frisbee. Si es una lucha a muerte musical, música en español. Tendemos, por autoprotección, a llevarlo todo a esos lugares en los estamos cómodos. Hay quien lo está en un bar y quien lo está en un sofá. O en una tertulia. Hay personas invisibles que se convierten en mágicos sobre un escenario. Tuve un compañero de universidad insoportable (hasta desagradable) en grupo pero encantador y muy buen tipo en el cara a cara. Todo esto son esas pequeñas cosas que hacemos sin pensarlo, pero las hacemos. Nos arrastran muchas más veces de las que somos conscientes.

De todas formas nos gusta, en esa faceta tan hipócrita que nos define contemporaneamente, jurar lo que apostamos por los que lo tienen más dificil, los pequeños y los autónomos. Luego, en realidad, guardamos los ahorros en bancos poderosos, alardeamos de nuestras marcas universales y nos acercamos a aquellos que van por la vida perdonándosela a los demás porque son muy superiores al resto. O se lo creen. O nos han hecho creer que lo creemos. No seas tonto porque te gusta estar en el equipo del que te ha convencido que es el mejor del mundo. Por eso ganan las elecciones los que prometen cosas imposibles y jamás gana alguien que te asegura que la verdad es la que es y que hay que currárselo. Eso me da mucha rabia porque estoy seguro que ella se fue con quien le prometió el cielo y ni siquiera la llevó a ver la orilla del mar, o un tanque abandonado en el centro de Castilla, que fue lo máximo que yo pude llegar a comprometerme. Prometer exclusivamente aquellas cosas que sabes que vas a ser capaz de cumplir es empezar el partido con tres goles en contra.

Será que me he acostumbrado a no ganar, o que me he vuelto aburridamente existencialista.

Si me hago fan de algo, lo hago con todas las consecuencias. Si me hice fan de ti lo seré todo el rato y no como los presidentes de los club de fans que, como los minions, necesitan un líder que gane. Y que gane siempre. Hay quien ya no es del Madrid porque no ha ganado la copa de Europa este año. Pero hay más fans del Madrid que del Alcorcón. El 27 de octubre del 2009, en diezyseisavos de la copa del rey, el Alcorcón le metió 4-0 al Madrid. A veces pasa. Y a veces la presidenta de tu club de fans se hace presidenta de otro club. Es lo mismo: nos arrastran cosas que hacemos sin pensar más veces de las que somos conscientes.


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