Una de las cosas que tienen casi todos los cambios de ciclo es algo parecido al desprecio por el ciclo anterior. Supongo, y eso es mucho suponer, que necesitamos aceptar como cierto que venimos de algo peor cuando vamos a algún lugar nuevo. Que nuestra ex se merecía mucho más daño que el que sentimos, que no se puede ser más explotador capitalista que nuestro anterior jefe, que el año que terminó no va a ser peor que el que empieza y que los remedios de la abuela eran tonterías.
Lo curioso es cuando, pasados varios ciclos, te descubres a ti mismo poniéndote frío en un dolor de muelas ( como hacía tu abuela) y descubres que te calma. Aceptas como cierto que el año puede empeorar, que trabajar requiere un esfuerzo y que, en realidad, los ciclos son ciclos. Sin más. En algún sitio lo llaman madurar.
Pero para todo eso hay que tener una cosa llamada perspectiva. La perspectiva viene a ser como la memoria histórica. Es necesaria para no caer en errores de bulto en el que ya cayeron otros antes. Es necesaria y tiene como obligación básica entenderlo en su contexto sin juicios de valor presentistas. A ver si ahora vamos a juzgar a Grease como una película sexista. No sé, exigir que los Aristogatos se retiren porque no podemos permitir que nuestros hijos vean a los gatos siameses de esa película como un guiño a la maldad del pueblo asiático. Censurar "Lo que el viento se llevó". Tildar de esclavista a Volkswagen o a Ikea. Quizá, mirado así, la memoria es una asignatura pendiente porque vivimos todavía en el estado negacionista de todo lo anterior. Es mucho más entretenido y calmante para la psique achacar nuestras miserias a otros en vez de procurar mirar hacia delante. Si España, por decir algo, es el pais europeo en el que más ha crecido el desempleo femenino en los últimos dos años y ademas ha bajado 10 puestos en el ranking WPS de los mejores paises del mundo en los que ser mujer, podemos pensar que algo hacemos mal o directamente culpar a Alfonso XIII por haberse olvidado de su pueblo en 1931. La culpa de todo la tiene Yoko Ono.
Siempre he mantenido que las sociedades son una especie de seres vivos que evolucionan y crecen más lentos que el ser humano normal. Si un año de un perro son 7 años humanos, 100 años humanos son un año social. Dicho así y poniendo como perspectiva el año 1 de nuestra era, tenemos 21. ¿Qué hacen los de 21?: Sexting, quejarse, notas de voz, intentar seguir siendo niños sin aceptar responsabilidades de adulto, bloquearte si les dices algo que no les gusta, echar la culpa al perro de comerse sus deberes, buscar la hora feliz en el bar y la oferta (real o no) en la página web con más anuncios que encuentren, considerarse a si mismos como los primeros que descubrieron la justicia social y no aceptar que fomentan la esclavitud cuando piden cualquier cosa a domicilio. Le sonríen al repartidor y eso les vale para pensar que le han tratado dignamente. También hay quienes se sientan y trabajan, obtienen resultados, ayudan y actúan con solidaridad real, pero es más divertido generalizar en el otro lado porque hacen más ruido y algunos están en el gobierno.
Pruebas de que vivimos en una sociedad sitiada culturalmente por los amantes de los 80 y mentalmente por los postadolescentes hay demasiadas. Unos se encargan de que Pretty Woman, Regreso al Futuro, los Gremlins, Terminator o Star Wars se repitan cada semana.
Otros, ignorando completamente que llevamos miles de años equivocándonos y que la velocidad de equivocación ha crecido exponencialmente en el último siglo, cometen los mismos errores que debían de haber aprendido a no cometer y en vez de aprender de ello buscan, con agilidad sorprendente, la culpa en cualquier otro lugar mientras intentan que la historia no sea la verdad sino lo que les conviene que sea verdad. Dame mi título, mi casa, mi trabajo con 16 semanas de vacaciones.
A veces se me olvida que un 10 en 1988 es un 14 ahora. También que alguien descubrió el maravilloso mundo de los títulos por encima de los conocimientos. Se puede ser ingeniero con un cursillo en vez de con los 6 años de pelea en los que entrábamos 500 y salíamos de 50 en 50. Pregúntale a Patxi Lopez que nunca pasó de primero. A mi no me tenía manía el de química de segundo sino que yo era un paquete. Con ese revisionismo viejuno no digo que fuera una época mejor pero sí menos infantil. La comodidad impide crecer.
Pero un día, después de negar mil veces el valor de lo que te dejaron de herencia, vuelves a encontrarte usando los remedios de la abuela. Y te has hecho mayor.
Entonces es cuando al caminar por la calle te ves en aquel portal donde diste aquellos primeros besos. Te ves jugando en el patio del colegio, sentado en el muro en el recreo o escondiendo una revista porno debajo del colchón. Y estás ahí, mirándote de lejos con una sonrisa. Puedes saborear aún aquel cuello inquieto de la única mujer casada que pasó por tu vida y darte cuenta que, de una forma u otra, todo eso te hizo ser quien eres ahora. Porque ya no eres aquel y nosotros no somos lo que fuimos pero renegar, jamás. Asumir errores, eso sí. Pensar que si la abuela lo hacía será por algo, siempre.
Me dijeron: "ok, boomer. Tú sacaste un 9 y yo tengo un 11. ¿Ves? !Un 11!". Y se alejaron con el tremendo error de no mirar atrás ni pensar en las razones del otro. Porque 11 es más que 9. Entonces es cuando yo pienso que 1430 es más que 911. Pero uno es un Seat de 1979 y otro un Porsche.
Pd: Es como comparar el punk con el regetton. Se protestaba mucho mejor antes, eso no se puede negar.
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