Mal dia para buscar

24 de abril de 2009

Mis macarras (italianos) de buen corazón

Hay que reconocer que Italia está lleno de contrastes. Cuando me imagino a un italiano me espero a un hombretón muy macho, con una cadena brillante, un alto concepto de sí mismo, unos zapatos en punta, un coche lustroso con un mal acabado mecánico y aunque profese una cristiandad desmesurada adora igualmente los pechos de copa D.

Me espero de él la vejez mal entendida de Berlusconi y no me explico cómo todos esos arquetipos han derivado en una sociedad que se codea, entre terremotos y picnics, con los que suponen dirigir el mundo.


Dicen que cada ocho minutos suena un insulto en la televisión italiana, que no hay italianos negros, que la mafia es la primera inversora en el extranjero y por supuesto que las mama chicho y esa extraña primera y onanista parte de Tele5 que desaparecieron de la misma forma que llegaron: rápido y de una forma un tanto procaz y húmeda, son la herencia cultural que nos dejan las últimas décadas culturales de aquél gran país.

Si los paises nórdicos me suponen una sociedad extremadamente correcta en las formas y viciosa en el fondo creo que Italia, con esa forma de estar dando una patada en el trasero de las buenas maneras, está repleta de malsonantes macarras de tercera que tienen una conciencia limpia y unas maneras sanas en la intimidad. (y si tienen que abandonar a sus hijos, qué mejor que en la puerta de una pizzería)

El macarra italiano (una especie de argentino con conciencia) es ese que te devuelve la cartera si se entera que estás en paro, el que le toca el culo a tu chica y luego te pide perdón si te das cuenta, el que se pega contigo pero mañana te paga una cerveza después de saldar las disputas.

El macarra italiano come una y cuenta veinte, suma un 23% a su sueldo y al velocímetro de su coche, se la ha medido alguna vez, canta melodramático bajo la ventana de alguna y, como en Cinema Paradiso, mantiene los sueños infantiles hasta la muerte.

La ibérica definición de "bocarrana" podría aplicarse al cuento, pero he de reconocer que si bien no todos los italianos son así ni todos los españoles somos de mayor un clon de Jose Luis lopez Vazquez, su imagen externa les pierde. Y Berlusconi, más. No en vano tiene ese aire de un Julian Muñoz que se ha gastado dinero a puñados para parecerse al maldito duque.

Pd: aunque entre ZP, Sarkozy, Berlusconi, la alemana mandona, el ruso que parece entrenarse luchando con osos y el inglés ese con cara de vestirse en la intimidad con ligueros y medias de red... la imagen de nadie está a salvo. Espero que no sea: por sus políticos les conocereis. (Y espero que Obama no engorde y se convierta en un clon de Bill Cosby)

1 comentario:

ilu dijo...

Preciosa monja

Los tópicos siempre son injustos, aún así tu descripción de macarra italiana se parece mucho al tópico de macarra español.
Lo de Berlusconi y el picnic es que no tiene nombre, no deja de asombrarme que un tipo así sea presidente de Italia o incluso de una comunidad de vecinos.

Reconozco saberme y haber bailado lo de mama chicho me toca...todos tenemos un pasado...era joven e inconsciente, ahora solo soy inconsciente