Mal dia para buscar

4 de abril de 2011

Los trabajos, los sueldos y la ética.


Hasta que llegó la crisis nuestra empresa o nuestro trabajo era nuestro segundo apellido. "Mi nombre es XXXXX, frutero"- podían decir. "Maxwell, FBI, se te ha caído el pelo"- decía el acompañante del Gran Héroe Americano, aquel profesor torpe al que unos alienígenas le regalaron un traje con superpoderes y perdió el manual de instrucciones.

Ahora casi puedes diferenciarte diciendo "XXXXX, trabajador" en vez de "XXXXX, parado".

En Pretty Woman hay una escena en la que Julia "buzondecorreos" Roberts le pregunta sobre qué es lo que fabrica para tener tanto dinero y Richard Gere le responde, después de un momento de duda, que nada. Ella se sorprende porque, al igual que yo, es de esas personas que consideran que las grandes personas son las que hacen grandes cosas.

El dinero y las retribuciones nunca han estado bien repartidas. Que un futbolista gane tanto es un reflejo de las diferentes maneras de valorar el esfuerzo de los demás que tiene nuesra sociedad. Lo cierto es que a favor de ellos hay que decir que tienen a sus espalda una pléyade de seguidores que son capaces de quedarse sin comer para lograr lucir una camiseta de su ídolo de esta temporada. Lo que ganan, aunque a base de fomentar la estupidez de los demás, lo generan.

Pero no fabrican nada y, probablemente, les importará bastante poco su capacidad de aportar nada a la sociedad que tan generosamente les trata.

A nuestro alredededor existen ejemplos contínuos de estos casos: Brokers de bolsa, científicos ganadores de los premios ignobel, adivinadores, contertulios de la prensa del corazón... e incluso personas que, aunque realizan un trabajo con una buena orientación final, se sienten absolutamente ajenos a la dirección final de su esfuerzo sin importarles si se usa para fabricar armas que maten niños o inventos milagrosos que nos ayuden en nuestras limitaciones.

Estoy completamente convencido que cuando Einstein formuló sus teorías no se podía imaginar que eran parte fundamental en que hoy en día nuestros gps funcionen correctamente. Lo más seguro es que esperara que con aquellas fórmulas pudiera salir de la oficina de patentes para tomarse un buen filete sin mirar el precio.

Pero también es verdad que cuando una persona me cuenta en un bar su ocupación actual me pregunto en muchas ocasiones el motivo por el cual trabaja, porque soy incapaz de encontrar la satisfacción mínima que puede sentir alguien que se sienta en una silla a gastar su tiempo en un trabajo rutinario del que no pueda responder sobre qué es lo que fabrica o lo que aporta a los demás.

No sé si es 1 de cada 10 españoles el que trabaja en lo que le gusta pero sí tengo la sensación de que 1 de cada 10 no sabe en que trabaja o que incluso le importa bastante poco su trabajo, excepto que le paguen a fin de mes.

Yo sigo sintiendo un orgullo muy particular cuando veo uno de mis equipos funcionando y mi hermana se congratula cuando consigue sanar a un enfermo con los medios que le aporta la seguridad social. Conozco a quien se alegra al ver que una persona a la que ayudó paseando por la calle desenganchada. Sé que la satisfacción de un amigo es máxima si consigue que sientas algo especial con los sonidos que salen de sus guitarras y que alguno se queda mirando las obras para adivinar si la ferralla es como la que diseñó para que aguantara más que la que había antes.

En el resto del grupo un broker rico se sorprende de nuestra emoción y dos funcionarios administrativos de los que viven tras un mostrador rellenando formularios preocupados por la hora de comer asienten como las vacas mirando al tren.

Nadie dijo que hubiera que hacer nada pero la verdad es que nadie te paga por las satisfacciones. Ni siquiera por lo que eres capaz de aportar.

Es más, algunos de los trabajos más tontos y menos provechosos para la sociedad siguen estando mejor pagados y sigo siendo tan tonto que admiro mucho más a un albañil pobre que a un abogado rico. Quizá porque levantar una casa me sigue pareciendo mágico y aquel es como la canción de Lennon: un héroe de la clase trabajadora.

Conozco a quien se niega a trabajar en Nike porque explotan a niños en sus fábricas. Conozco a quien mataría por trabajar en Nike sin importarle más que en su tarjeta figure el logotipo bien claro. Soy de los que se sientan a pensar que el trabajo, aparte de para satisfacer nuestro bolsillo o nuestro ego, tiene que valer para algo.

Preguntate: ¿fabricas algo?. ¿Aportas algo?. ¿Te importa lo que hacen con tu trabajo?.

Pd:¿Acaso lo único que importa es el dinero que te pagan?. Entonces estas vacío pero con el bolsillo lleno.Enlace

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No importa el dinero que te pagan. Importa lo que haces con el dinero que te pagan. Idealmente, lo que te salga del **** (palabra de cuatro letras que representa el lugar de donde salen las cosas importantes). Iedalmente, intentar ser medio feliz

Anónimo dijo...

se trata de si te importa el resultado de tu trabajo. Si acaso trabajas como un engranaje mas o realmente te preguntas si con tu trabajo se consigue algo bueno o si te importa una mierda lo que suceda con ese esfuerzo.
Te preguntas para qué vale tu trabajo o sólo t preocupa tu nomina?