He de reconocer que recuerdo a Fraga como el primer personaje público que, al grito de "La calle es mia" se permitió la ordinariez de disfrazarse de macarra de barrio con prepotencias como armas y disparar a siniestro y a diestro (que siempre se le dio mejor la derecha).
Después llegó la manera de Alfonso Guerra de hacer del chulesco amigo malo del presidente del gobierno.
Esa actitud sacada de una peli de Harry el Sucio resultó especialmente rentable en programas de television (más rentable que la política) donde Jimmy Jimenez Arnau sacaba rédito económico de esa manera de insultar sin miedo a las demandas pagadas por su alto caché de tertuliano bocazas.
Los hemanos Matamoros perfeccionaron el método.
Después llegaron los bocachanclas de los grandes hermanos y aquella que hablaba con Dios y ahora presenta la teletienda de Intereconomía, donde residen los engominados contertulios de tercera que critican, como una mala copia de Chávez o Jimenez LoSantos, al gobierno como quien critica a la comunidad sin preocuparle que el vecino se llame Zp y en el descasillo viva Rosa Diez.
Como todo esto cada día ha sido más rentable Esperanza Aguirre, oportunista de sonrisa falsa, se subió al carro de la bordería (no confundir con el coloreado mercado barcelonés) y se sube una vez más cuando descubre con sorpresa que su presidente del observatorio para la violencia de género (que no entiendo su utilidad porque lo observa, como un búho en la oscuridad) declara: "Si no puedes pegarte un revolcón con una señora y, encima, no puedes tomarte un vino, no quiero vivir" que me recuerda a aquellas decaraciones de Aznar diciendo que "quien eres tú para decirme a mí las copas de vino que me tengo que tomar".
Se descubre que de Fraga al señor Neira, pasando por Coto Matamoros, Arzallus o Alfonso Guerra, poco cambia en este país de bocazas populistas con cargo televisivo o público.
Da igual la inclinación política.
De la misma manera que nos encantan para las solitarias noches de lujuria las personas malas aparentemente echadas hacia delante (en vez de follarte a una lista). Quizá es que nos apasiona pensar que Harry el Sucio es el dueño de nuestros destinos.
Tenemos lo que deseamos, como en casi todo.
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