Parece, cinematograficamente hablando, que este año se vuelven a poner de moda los superheroes de barrio. Parece que tenemos ante nosotros un grupo de películas y de muchachotes con poderes que lloran y sufren más que tú y que yo, porque son súper.
Quizá la primera vez que vimos algo similar fue cuando Superman, enamorado hasta las trancas de Lois Lane pedía a Marlon Brando, que hacía de su padre, convertirse en humano porque todos esos superpoderes no le hacían disfrutar del maravilloso estado anímico que es el amor verdadero. No he de decir que cuando se vió sangrando en la puerta de un bar de mala muerte, descubriendo que a Lois no le gustaba siendo un humano más y con el mundo en peligro volvió a ser super, que es mucho más divertido.
Cuando conoces a alguien que te ilusiona o te emociona tiendes a considerar sus superpoderes. Conocí a una chica que resultó emocionante pero cometió el error de no cerrar la puerta del baño mientras orinaba y cuando la vi perdió gran parte de su glamour. Nadie se imagina a Linda Evangelista o a george Clonney en el baño porque en tu mente nunca defecan. Conmigo pasa más o menos lo mismo y soy capaz de notar en sus ojos cómo paso de ser un superheroe a un mortal cuando dejo de ser un potente amante de fin de semana para convertirme en alguien que ronca por las noches y tiene miedo frente a los pequeños saltos de cada día mundano. Dejas de ser un personaje de cómic el día que dices que tienes miedo, que echas de menos, que quieres que estén acompañándote cuando te quedas acurrucado en la cama.
Ser súper es divertido y jugamos a ser así en nuestras relaciones sociales. Ponemos nuestro mejor perfil en las fotos que compartimos de facebook, nunca nos ponemos enfermísimos en nuestros estados de ánimo, no tenemos miedo, viajamos volando por el mundo y alguno creo que ha admitido que se siente capaz de volver el tiempo atrás dando vueltas en sentido contrario al giro del planeta. Volver hacia atrás el tiempo, yo lo sé, es imposible hasta en internet.
Dicen que siempre triunfa el diferente y en este mundo de superhéroes se supone que ahora toca el momento de los superhéroes de barrio. Los que tenemos miedo, los que echamos de menos, los que corremos delante de los perros y se nos cae la salsa del Kebab sobre la capa. Es nuestro momento. Lo dicen en Hollywood. Deja que piense que es verdad cada vez que veo a un superhéroe de mentira como un amigo nuevo en tu perfil social. Los superhéroes de verdad no son perfectos. Las superheroínas tampoco.
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