En cierta conversación de una película que hemos visto 4 locos él se sitúa sobre la cama, con un par de cojines en la mano, hablando a su interlocutora.
-La mayoría de las personas- dice- tienen unos u otros gustos, criticables o no. Puede que a ella le gusten las películas sencillas y siempre se incline por una de ellas cuando te arrastra al cine: "Los albondigas en remojo", "Colega donde está mi coche"... todas tienen un patrón - Y lo dice mostrando uno de los dos cojines-. Sin embargo cuando un día te dice que ha sacado una entrada para ver la última película de Iñarritu - como si fuera el otro cojín- Entonces algo está fallando, algún cambio hay en su vida, y debes de preocuparte.
Yo comparto la opinión del protagonista.
Pero creo que las influencias culturales, sean cinéfilas, literarias o musicales, también son un referente de la capacidad personal de cada uno de empaparse en lo cultural.
Conozco alguien que dispone de un cd en su coche para demostrarse a sí mismo el grado de complicidad que puede tener con otra persona. Queda con él y programa un viaje en el que va poniendo ese disco que está grabado con un orden concreto, de más complejo a más obvio, con grandes canciones que significan grandes estados de ánimo y todas aquellas cosas imperceptibles que eres incapaz de decir con palabras. Entonces se sienta al volante atento a la reacción de su acompañante. Según sea una u otra cree saber positivamente si aquello será un viaje o un único día de cama sin conversación digna de mención porque las influencias de uno o la receptividad musical de ambos ha valorado que son diferentes.
Yo aún recuerdo un día, hace demasiados años, en la que unos amigos, precupados por mi estabilidad emocional, metieron en mi coche a una buena mujer que, nada más entrar, descubrió un buen montón de discos diciendo: "Te gusta mucho la musica, ¿verdad?". "Sí- respondí aprovechando la oportunidad- dime qué es lo que quieres que ponga". "Ponme el último de Bisbal"- me dijo sonriendo y creo que pestañeando como Minnie Mouse. Quince minutos después y con los 40 principales profanando mi vehículo la dejaba en el portal de su casa porque soy un talibán musical y porque, obviamente, no habia futuro. En mi cabeza aparecí desnudo, despertándome en su cama, al grito de "Ave María, cuando serás mia" y esa posibilidad me cerró cualquier otra visión más agradable.
No hay un placer mayor que encontrar sin polvo y en la parte superior de la estantería de la persona con la que puedes estar jugando a conocerte uno de los primeros discos de Morcheeba o que suene Maceo Parker mientras ella se ha disculpado un momento para ir al baño. Si acaso te despiertas a su lado puede sonar, embaucador, el Lovers live de Sade , el Long Gone Before Daylight de los Cardigans o el primer disco de Cousteau.
Claro que todo esto va por gustos y vive en los barrios de las diferentes tolerancias musicales. En realidad todo esto viene porque algún estudioso con demasiado tiempo libre ha llegado a la conclusión científica que las personas que escuchan composiciones musicales más complejas tienen un coeficiente intelectual más alto.
Me enamoré de una amante del jazz que me dejó. Conocí una poligonera que no me hizo caso. Fumé porros en conciertos de reagge a su lado antes que se fuera con un tipo de rastas que no se lavaba el pelo. Vi a Placebo. Vi a Depeche. Vi a Pink Floyd. Me reconforté cuando Lights nos encontró. Fui tres veces a ver a Dire Straits. Bailé con Facto o con Pastora. Fui solo y acompañado a ver a Quique. Canté gozando con Burning y los árboles cruzados. Alguna vez me rendí por amor a algunas tonadillas indeseables. Anoche me acosté solo despertando sin música y unicamente con noticias en la radio. Ahora mismo estaré viendo a Bob Dylan en el Azkena Rock y cuando cante nasalmente alguna descarnada canción del Blood On the Tracks mi pequeño (y poco listo) talibán musical se pondrá tierno.
Mi parte ególatra se satisface al reconocer que tanta audición musical puede haber desarrollado mi capacidad intelectual pero cuando me meto en la cama sin ella me siento muy tonto, me despierto y busco alguna cancion oscureta entre la discografía de mi vida.
2 comentarios:
Me has llegado. Buen post.
La música, como casi todo lo que alimenta el alma rara vez se puede compartir.
Sé un poco flexible, que follar con tapones en los oídos tampoco está nada mal.
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