Hace unos meses, en un arranque de esos feroz de 10 segundos que a veces me dan, decia que "quiero lo que no tengo". También tuve un arraque similar pensando en que, al ser un hombre moderno y capaz, el problema residía en saber "lo que quiero yo".
Hoy, sin ganas de escribir y agarrándome a la viga que me mantiene vivo, como Harol Lloyd, me pregunto (en pleno proceso evolutivo) si acaso un día descubro realmente que sí puedo tener lo que no tengo y ademas lo quiero... seguro que es poco posible.
Es parte de la naturaleza pesimista que me comprende.
Porque si un día, al levantarnos, no hay hambre en el mundo, ni guerras, ni amores perdidos, ni retribuciones económicas decepcionantes, ni plagas de termitas asesinas, ni obras inacabadas... ¿tendría sentido esforzarse por algo o disfrutar con la resolución de pequeños problemas (resolubles, tipo B) personales?. Quizá la imperfección es el sentido de la vida.
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