Hay muchas veces que consideramos el éxito un valor cuantificable: tanto dinero, tantas invitaciones, tanto sexo, tanto de todo... Sin embargo poco a poco va levantando la cabeza una generación que admiro y que no cuantifica más que en términos subjetivos. Eso lo explica el hecho de que últimamente encuentro a tremendos profesionales en pequeños talleres poco publicitados.
Tiene razón.
Una de las cosas que voy aprendiendo con el tiempo es que la ambición mal entendida es un objetivo infame.
También voy aprendiendo que la cuantificación es la excusa del inepto. (Puede que el argumento contrario, el que defiendo, sea la excusa del perdedor)
Como no se explicarlo bien, intentaré poner dos ejemplos:
1- con discos (que no con manzanas): el disco más vendido no suele ser el mejor, ni el más satisfactorio, aunque contenta a la mayoría.
2- con sexo (que no con manzanas): a mis 19 consideraba que el sexo era una cuestión atlética y ahora he aprendido que quizá reconforta más despertarte por la mañana (necesidades)
3- con manzanas: ¿y si no quieres más que un (o ese) par de manzanas?
Lo que nos diferencia de los cuervos es que podemos aprender a no dejarnos llevar por los elementos brillantes del entorno y quizá esos brillos sean sensaciones.
1 comentario:
Creo que esta perectamente explicado,
siempre esta el dicho popular "dime de lo que presumes, te dire de lo que careces"
el cuantificador de hechos, no tiene otra cosa mejor que hacer, que solo contar, coleccionar, exhibir, tan solo para poder creerselo el para poder sentirse alguien ante los demas. COMPLEJO DE INFERIORIDAD Y BAJA AUTESTIMA.
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