La manera moderna de lanzar mensajes es hipócrita y miserable. No se libra nadie. No se libra la prensa ni se libra la televisión. No se libra tu prima de Albacete ni se libra el tercero de la lista a las elecciones autonómicas que, sinceramente, no tienes ni idea de quien es pero le vas a votar. No sabes el nombre del último premio nobel de física pero sí el nombre de la mascota de ese cantante efímero que sonríe en el hall de su casa en el Hola. Cuentan que cuanto mayor es la cantidad de información que recibimos es mayor también la cantidad de gilipollas a los que hacemos famosos.
El tema es que hoy en día, no sobreinformados pero si sobrebombardeados, vivimos en un momento en el que para que el mensaje tenga que llegar ha de ser algo más excesivo que el último. La transgresión, que dicho así es algo hasta romántico, se ha vuelto en contra pero, si lo pensamos bien, no va en contra de la verdad.
Por eso mismo los políticos y la prensa no mienten. Nunca.
Por eso mismo los políticos y la prensa lo que hacen es contar la parte de la verdad que les resulta interesante o la que, sin decirlo, puede derivar en una mentira que jamás dijeron.
-¿Pagó usted la seguridad social de su empleado cuando usted ganaba 8000€ al mes?.
-El sistema económico es muy duro. (no es mentira)
-El rey yo yo hemos establecido una amistad (no es mentira, se saludan por la calle)
-Tengo un máster (tenerlo lo tiene)
Ante todo eso la naturaleza humana, que es una perra, lo que hace es poner el acento en quien lo dice en vez que qué es lo que dice. Es más, hay una tendencia absoluta a subir el listón de la apuesta de los propios que sobrepasa el límite de lo posible. En Nueva York el antiguo alcalde lanzó un mensaje a sus habitantes diciendo que no tenían dinero para todo y había que decidir entre más policía o no sé cuantos parques. Salió, como siempre que hay una votación en atmósfera de miedo, más policía. Aquí no, aquí viene uno diciendo que te va a dar más parques, más policía, un bastón de oro y te va a subir el sueldo. Y si es de los nuestros nos lo creemos. Si lo dice el contrario es que me quiere engañar. Los partidos políticos que no ganan nunca ni pueden se han convertido en expertos en prometer el cielo. "Hay dinero para dar una casa a todos los españoles". Y es verdad, lo hay. Claro que hay que dejar de pagar a todos los médicos y a los jubilados. Mentir, lo que se dice mentir, no miente.
Las promesas electorales se han convertido en panfletos de promesas imposibles que da igual que se rompan una vez que se alcanza el poder. Y las promesas, en realidad, siempre son posibles porque esas verdades lo son siempre y cuando no se haga una concepción global de las mismas. Hay quien se cree que Cataluña independiente será un pozo de alegría y crecimiento, hay quien piensa que los camareros han de ganar un salario de verdad sin subir el precio del café y hay quien es tan tonto que no sabe que su ropa ha esclavizado a niños en la India. Hay quien se cree que el grandioso sexo prometido será realidad si llegas hasta la cama. Las verdades imposibles son la nueva moneda de cambio, y te la cambian por un voto.
En ese sentido algunos pensábamos que esa neurona loca que le quedaba a alguno en la cabeza iba a terminar poniendo en su sitio a todos esos que se la habían jugado a las verdades imposibles. Y nos equivocamos. Nos equivocamos cuando Pablemos decía que cada español debería de ganar 1500€ al mes mínimo y estábamos convencidos que no se le podía tomar en serio porque eso era (y es) una barbaridad económica del mismo volumen que eso de que si se le da a un español 800€ por no trabajar lo que hará será esforzarse por buscar un trabajo mejor (la Sexta noche). A un español le das 800€ y te hace una manifestación diciendo que es poco y que el otro partido le ha ofrecido más. La caída de votos de Podemos en España es igual que la subida de votos de Vox y eso es porque hay un grupo de gilipollas importante que va dando bandazos de un lado a otro de la indignación y le importa una puta mierda si queman al empresario o al inmigrante siempre y cuando no le quemen a él. En vez de desconfiar de las barbaridades nos hemos convertido en receptivos a barbaridades mayores.
Ahora llegan elecciones, 3 de golpe. Unos prometerán el cielo y otros, creyendo que eso no es una apuesta suficiente, el cielo y dos huevos duros. Todos dirán verdades. Incluso dirán verdades para meterse con el enemigo. Arcadi dijo, y es verdad, que los que tienen el sindrome de Down son peores que los que no lo tienen. Pero llegó Risto, que es un manipulador interesado que busca gasolina para alimentar a su ego, y dijo algo que era verdad pero que presuponía que Arcadi mata niños por las noches. Y se enfadaron. No me importa cuando es un juego y todos conocemos las reglas pero el problema es que las reglas no te las cuentan y el mundo se llena de intereses disfrazados de eslóganes. Hay monologuistas que, como no les contrataron de cómicos, dan mítines y la diferencia es muy pequeña.
No nos engañemos. Nos van a prometer más teniendo que aportar menos. Nos van a prometer virilidad infinita, un follamigo, un coche no contaminante, una casa nueva, una subida de salario, una pensión dos puntos por encima del ipc, una bajada de impuestos, a tu enemigo pisoteado y un basurero elegante en la puerta de tu casa cada vez que peles un plátano. Eso, precisamente, es el capítulo 200 de los Simpsons. ¿Como acaba? Mal. Lo curioso es que Homer no miente cuando le eligen, exactamente igual que en nuestras elecciones.
Se soluciona haciendo dos cosas: evitando pensar quien lo dice y pensando si es posible con todas las consecuencias. Pensar dos veces. Mucho para un español.
Claro que si te dicen la verdad completa ya no es publicidad aunque es muy entretenido creer que lo que cuesta 100 se puede comprar por 2, y que es igual.
Si es muy bonito (o muy malvado en boca del enemigo), amiguitos, es mentira.
Se vive mucho peor en las dudas infinitas. Sálvese quien pueda
1 comentario:
A ti te llegan tres. En Asturias, las Autonómicas son el mismo día que las Europeas y las Municipales.
¡Cómo mola la democracia!
Gracias.
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