Mal dia para buscar

3 de agosto de 2018

Cada uno su verdad

Supongo que ante la obligada necesidad de vivir cada día ella tomó la determinación de vivirla de la mejor manera posible: alejando el dolor que producen los excesos, tomando mucho el sol, teniendo un amante oficial y dos en el banquillo. Preocupada por las cosas fáciles que están a su alcance: la forma en  la que le queda un determinado vestido y si le han hecho una raya en un pequeño deportivo para el que ha comprado unas gafas que le hacen tener un punto más de glamour en los semáforos.

La mejor manera de no sentir que la deriva del universo arrastra a lugares desconocidos, por definición incontrolables, es crearse un mundo a medida. Se parece a esas noticias de algunas cadenas que hablan de ellas mismas y hacen de serpiente comiéndose la cola en un ciclo infinito. Los seres humanos tenemos un entorno vital que no suele superar los 10km cuadrados. Dicen los científicos que tener más de 150 amigos es imposible para la capacidad humana. Es más que seguro que cada uno nos creamos de manera consciente o inconsciente un universo a medida donde las cosas son  como nos interesan. No sé, todos los ricos son malos, los ex unos hijos de puta,  los inmigrantes almas de cántaro y los gin tonic deben de llevar pepino. Si te sacan de ahí la cabeza explota como una bomba atómica.

En verano, casi como quien lee el periódico que le dice lo que quiere oír, algunos se crean y retozan como piaras en los lodazales de sus universos. Los que se van de viaje a un resort y dicen que conocieron  el país. Los que persiguen las actuaciones de artistas que ya saben que les harán cantar. Las que quieren sentirse adoradas por argentinos amables que las tratan de "vos". Quienes están convencidos que descansar es dejar la mente en blanco preocupada sólo por las quemaduras del sol. Hay quien  ignora lo que fue y se inventa lo que quiere ser entre las anécdotas que se decoran con una cerveza entre el atardecer y altas horas de la madrugada.

Pocos terminan en el Gran Hotel Budapest, escuchando.

No hay ninguna crítica en mis palabras. Es más, hay una envidia desatada. Casi la misma que me lleva cuando alguien, en medio de una comparación, me pone en el lado del "antes" haciendo el símil con las fotos de productos para adelgazar.

La interpretación de las palabras es mucho más peligrosa que las mismas.  Mucho más.  Jugamos con los significados de maneras infames. Unas veces no queremos darnos cuenta y otras llevamos al rincón que nos duele las mismas frases, poniendo limpias las sábanas de nuestros fantasmas.  Nunca volvió a llamar y ese engranaje podrido la dibujaba desnuda,  con la piel erizada,  las alas abiertas y sintiendo,  susurrando incluso que esa sensación nunca se la podría dar ni siquiera por equivocación o borracho,  que es cuando se me caen los filtros. No es verdad (o si) pero hay un momento entre la cena y el sueño en el que sube esa idea desde el estómago hasta un músculo que no existe cerca de la garganta,  impidiendo respirar con propiedad.

El error consiste en imaginar un universo incontrolable.  Un universo infinito. Un lugar donde da igual lo que haga,  lo que diga,  lo que sea o en el que me convierta en un superhéroe porque no pertenezco a ese espacio.  Para los amigos que ya no están lo que sucede es que no existes.  Lo mismo para las amantes que cerraron la puerta al salir. 

Y aunque, en esa gestión de la culpa unida a la nostalgia que lleva la constatacion de la ausencia,  queramos creer que hay una solución para todo, no la hay. Teletransportarse no es una buena idea si la cápsula de destino está sellada porque es del mundo a medida de otra persona.  Una burbuja que ya ha terminado el aire. 

Así que como hay que vivir,  y eso es casi una obligación insana,  ella puso las piezas que consideró y ahí va,  de un lugar al otro sin salir ni un milímetro.  Sonríe y los ojos miran donde ve lo que quiere,  donde ponen una y otra vez "Love Actually " y donde llega al orgasmo,  la ducha tiene un fluido y agradable caudal de agua,  donde la toalla limpia la sujeta encima del pecho  y sobre todo donde casi nada perturba las normas no escritas que debe cumplir la verdad. Un lugar donde es el centro,  la reina,  todas las princesas y solo suenan canciones y opiniones aprobadas por su señoría. Un espacio con los dramas a medida y donde el doble check azul solo lo vea quien sea adecuado para ese momento.  

Y es una verdad. Hay tantas como veraneantes.  


1 comentario:

gemmacan dijo...

Pues así es. No hay nada que alegar. Cada cual con su vida y su verdad, que no tiene que ser, ni es, la nuestra (la del otro que te observa)
A veces -a mí por lo menos siempre me ha costado bastante arrastrar con ciertos temas de la vida- hay que procurarse una historia a medida, aunque esté falseada, pero que te permita no tirar la toalla y tomarte un frasco de seroxat.

Muy buen post ;)