Mal dia para buscar

21 de septiembre de 2025

El mundo es un trastero a subasta, amigos.

No sé si alguna vez habrás visto algún programa de esos en el que un grupo de americanos arquetípicos se dedican a comprar trasteros abandonados y tras la parte de la subasta llega ese momento en el que van descubriendo lo que se encuentran dentro. Entonces van sacando cosas y poniéndole precios ficticios que va haciendo subir un contador de dinero obtenido que se contrapone al dinero pagado.De pronto, y sin avisar, pone cara de asombro y grita que ha encontrado algo sorprendente. Empieza la publicidad.

Después de los anuncios volvemos al momento hallazgo. Puede ser un arma, que es muy americano. Puede que una coleccion de cromos de valor desconocido o algún tipo de dispositivo que necesita de un "experto" que nos cuente la historia de dicho elemento y nos de un valor maravilloso que hace sonreir al que compro ese mugriento trastero abandonado,

Mientras el experto habla se puede ver una expresión de altísimo interés en la otra parte. Es apasionante cómo nos explica, con una aceptable pasión y horrible doblaje, cual es la historia del fabricante o de la manera en la que se emplea o se empleaba tal o cual producto a valorar. Viene a ser como descubrir un ópalo entre los muros de una mina abandonada pero lo que realmente le importa al de la tele es si vale algo o no. Si te encuentras La Mona Lisa en un trastero te la pela si es más antigua o más moderna. Si te estremece los sentidos o pudiera resultar una representación de la historia del ser humano. Lo único que importa es que valga pasta. ¿Vale pasta? Entonces es bueno aunque sea una colección de zurullos petrificados de los beatles en su gira de EEUU. 

Así que aprendemos que el valor de algo no es su valor intrínseco, que es el que me han estado un rato contando, sino el que alguien esté dispuesto a pagar por ello. No es que sea bueno de por si, sino que haya alguien que lo paga. Entre un motor de agua que realmente funciona y aquello del culo de Lennon, el pagador manda. Es el mercado, amigos.

Desafortunadamente esta es una anécdota que vale perfectamente para el mundo real. Uno puede tener en su mano un pedazo de historia o un invento maravilloso. Se alegra por ello. Es más, aparenta sorpresa y emoción mirando a cámara. Después toma aire y pregunta: ¿cuánto puedo sacar por esto?. Y eso, solamente eso, es lo que le importa.

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