Una de las expresiones que más asco me dan es cuando alguien dice: el feis. (traducción: facebook) (versión jubilado 2.0: el frusfus)
Otra de las cosas que chirrían, como una puerta mal engrasada, son los que hablan de "ciberhacking" y de "pensamiento global", los que se revuelcan en los estados de opinión mundiales y definen a las redes como el único y exclusivo lugar donde se puede encontrar la verdad obviando que la red, como la vida misma, está llena de mentiras. Es más, la cacareada libertad permite incluso que no haya ni un solo filtro entre la paranoia, la estupidez y la certeza.
De la misma manera que una mentira repetida mil veces en anuncios publicitarios no se convierte en verdad, cientos de miles de tuits tampoco convierten nada en verídico. Millones de visitas a un video de youtube no le da credibilidad, sino popularidad. Milli Vanilli eran muy populares y nunca cantaron. Hasta les dieron un grammy de la misma forma que, a más de uno, un premio bitácoras o un millón de followers.
Vivimos en una época de fakes que nos encanta creer que son verdad gracias a la excusa de lo masivo. Vivimos rodeados de personas que son, en sí mismos, fakes con ínfulas.
Y los fakes y las paranoias tecnológicas se alimentan de los herederos del bricolaje. De la misma manera que mi padre se encerraba con sus herramientas de black&decker para hacer discutibles estanterías, miles de personas, poseídas por los tutoriales que encuentran en internet, se enclaustran con un par de destornilladores creyendo que veinte minutos después tendrán en sus manos la nueva ciberherramienta con la que derrocar al gran poder, al monstruo de siete cabezas que nos somete desde los grandes y blancos despachos en los rascacielos de nuestras ciudades. Cada vez más y con más virulencia se acerca una ufana horda de listos, en el sentido más irónico de la palabra, que se consideran a si mismos unos activistas que compran por internet mejor y más barato, que creen bloquear webs de bancos extranjeros o que se las dan de piratear cualquier software, perfil, animal o cosa que se les ponga por delante.
También son de izquierdas o de derechas, pero siempre radical y sin ningún respeto a quien no piensa igual porque ese es el enemigo. Se les llena la boca con machismo, con capitalismo, con comunismo, con democracia, amor por los animales y las causas justas, con los pobres. Sin embargo, aburridos de hacer "likes", nunca dieron nada a un pequeño banco de alimentos. Hablan de cultura gratuita pero exigen que su sueldo sea digno y la dignidad, en ese caso, si tiene más ceros es mejor. Insultan a los que creen que son poderosos y son solidarios con todas aquellas cosas que no les toca ni el bolsillo ni la moral, porque cuando se trata de ética personal, miran hacia otro lado exactamente con el mismo orgullo con el que compran camisas de Zara porque son baratas y luego se van a quejarse porque el mismo Zara usa mano de obra infantil, por lo mismo que vuelan en compañías de mierda y exigen trato Vip, por la idéntica razón con la que reclaman que el médico que les trata y cobra de los impuestos que procuran no pagar no les ha sonreído al hacerles el tacto rectal.
Así que se sientan en sus casas a hacer algo que denominan "hacktivismo" y, después, escriben tonterías en twitter y cuentan los retuits. Se toman una cerveza a tu lado y te dicen, ufanos y orgullosos: "nos vemos en el feis".
Quiero pensar que es una epidemia que se cura con el tiempo, unas cuantas bofetadas y la visión en bucle de vídeos de mascotas resbalando hasta que vomiten. Mientras tanto están ahí, mandando una y otra vez el mismo chiste por whatsapp.
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