"Buenas noches. Un beso"- puede poner en el teléfono. "Otro"- quizá se puede responder o también se puede poner ese emoticono con una cara que lanza un corazón. O se puede escribir Bss e irse a dormir ocupando toda la cama.
Supongo que es lo mismo que despertarse con un pequeño gruñido cuando se desean los tres segundos de una sonrisa. Supongo que para algunos es suficiente el placebo tecnológico que existe para la soledad. Lo que estoy seguro es que lo que no es, es estar.
Se puede firmar en Change.org pero no ir a las manifestaciones cuando llueve, criticar junto a la barra de un bar, ser fan de un grupo pero nunca acudir a un concierto. Puedes asegurar que me quieres pero, por una razón u otra no dejar que me quede, no quedarte nunca o hacer lo imposible porque no tenga valor para quedarme. Puedes no responder los mensajes, bloquear a un usuario o mandar a la carpeta de spam. Hay muchas maneras de no estar.
Hace unos años se habló de lo maravilloso que es el teletrabajo. En tu casa, a tus horas. Haciendo tus cosas en bata y siendo responsable. Alguien demostró que el hecho de tener que ir a tu trabajo ayuda a mejorar como persona, que vivir en las cuevas sin salir, como un hombre que trabaja en pijama, nos atrofia y nos hace un daño que no somos capaces de comprender.
He de reconocer que cuando tengo que salir a la calle mi aspecto mejora exponencialmente, que cuando me quieren sonrío más amplio, que cuando me desean me siento más guapo.
"Recuerda"- dice un diálogo de una película- "aquel momento en el que fuiste feliz". Entonces ella le mira y hace una pausa. "¿Lo tienes?. Fíjate en los detalles. ¿Estabas solo?. A eso me refiero". En realidad no se está solo y, sobre todo, se está.
Estar es una especie de asunto pendiente. Es un paso agotador que desgasta o que asusta. es una puerta que se abre y a veces es un salto a un agotamiento desconocido como un entrenamiento sin calentar, como una inversión con riesgo o como jugar a un juego sin seguridad de éxito o conocimiento de las normas. Estar, aunque fuera en la reunión de vecinos, es la manera de poderse quejar cuando hay una derrama para pintar el portal de un color que no me gusta. Es la manera de crecer y de saber si hace falta comprar pan o huevos, porque he estado delante de la nevera mirando lo que hace falta. Es una forma empírica de descubrir si todo lo que nos había ilusionado sigue ahí al llegar la mañana.
Estar cuando te duele la cabeza, cuando no estás guapa, cuando tienes miedo, cuando se te arruga la piel alrededor del ombligo porque va pasando el tiempo y, sin embargo, estás preciosa. Estar en el desayuno y estar esperando, si es que vienes a la cama. Estar en medio de tus deseos y estar a un lado cuando necesitas tu espacio, pero sabiendo que si te vas a caer, estoy para recogerte y estás para recuperarme.
Estar en la calle, oliendo la realidad, oyendo a las señoras que se quejan por lo mal que está todo, viendo a ese anciano que vive mirando la vida pasar desde la ventana de un bajo moviendo un poco las cortinas y sintiendo los golpes que se dan al salir por la puerta del metro en una hora punta.
Porque se puede mandar un mensaje, pensar en el bien ajeno, desear cosas bonitas e incluso opinar ilustradamente pero lo importante, aunque cada vez es más difícil en este cúmulo de sucedáneos que nos hemos agenciado gracias a las distancias y la tecnología, gracias a las burbujas en las que vivimos cuando compartimos el aire, lo importante es estar.
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