Reunión de antiguos alumnos. 25 aniversario. Conversación verídica de esas con la pausa que tienen los fumadores al reencontrarse sobre el bordillo del restaurante.
- Es curioso.
- ¿El qué?
- Que estamos la mayoría pero la mayoría de nosotros, así, aparentemente, somos gente que se podría considerar dentro de la normalidad. Unos están felizmente casados, otros divorciados, otros en su zona de confort... pero casi todos parecemos estar dentro de la media.
- ¿Y?
- Que no ha venido nadie que esté o aparente estar destrozado. Ya sabes, con 90 kilos de más y la cara de llevar la carga de mil errores a las espaldas.
- Eramos la generación iba a vivir mejor que nadie y aquí estamos, pero nadie dice que nosotros no la tengamos.
- Cierto, pero no lo parece.
- Eso sí
- Y tampoco nadie que nos pueda restregar por las narices que ahora es un gran triunfador, que llegó a la meta que se puso con 14 años.
- Por cierto.
- ¿Qué?
- ¿Qué sabes de "Txalo"?
- Joder. ¿Te acuerdas cuando subía la cuerda en escala?
- Si, claro. Tambien os diré- apuntilla una chica- que yo le gané una vez en una carrera y luego me dejó de hablar una temporada.
- Porque le gustaba ganar a todo.
- Si.
- Yo sí sé de él. Le vi en la contraportada del ABC. Es investigador.
- Le pega
- ¿Por qué le pega?
- Os voy a contar el motivo. Teníamos, no sé, 15 años. Y yo fui a su casa a hacer algún trabajo o algo así. Entonces, encima de su escritorio, que estaba ordenado y organizado de una forma, según él, que fomentaba la productividad, tenía un calendario con anotaciones, con marcas en los diferentes días. Yo le pregunté qué significaba. Me dijo que era una manera de controlar el gasto de energía. Que si un día se masturbaba una vez, con el bolígrafo verde, hacía un círculo en el calendario. Si lo hacía dos veces, entonces, lo marcaba con el bolígrafo azul y si eran tres o más, entonces en rojo. De esa manera podía controlar su energía y estar en perfectas condiciones para los días que le exigían más. A saber: un examen o una competición. Me pareció una buena idea y yo quise hacer lo mismo. Fui a mi casa, cogí un calendario y puse a su lado un bolígrafo de esos multicolor. Y un día, antes de la evaluación de sociales o lo que fuera, a las dos de la mañana y con unas ganas locas de hacerme una paja, porque en ese momento tienes 15 años y es algo superior a tus fuerzas, llegué a la conclusión de que iba a suspender. Mi calendario estaba ahí, rojo como una bandera china, sin fallar un solo día. Y estoy seguro que el de Txalo estaba blanco en ese momento. No he de decir que suspendí y él volvió a sacar otro sobresaliente.
- Eso es lo del experimento de los Marshmallows.
- Lo que sea, pero era un crack. Aunque ser así con 15 años es un poco raro.
- Y ganarse la vida como investigador en España.
- También.
Nuestra adolescencia pone las bases de nuestra madurez. Si. Lanza señales que no las vemos hasta conocer casi el final del cuento. Yo nunca tuve un calendario pero sí un bolígrafo de cuatro colores. Y los plastidecor. Garabateaba en vez de ser un tipo organizado.
1 comentario:
Pues tu reunión fue aburrida entonces. Cuando hicimos la mia a los diez años la mayoría estaban bastante perdidos en la vida.
Supongo que será porque la mayoría eran niños de Papá y estaban más cerca de la mamandurria que de disfrutar la vida.
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