Hubo un tiempo, supongo, en el que intentábamos poner excusas a nuestras miserias. Que si el perro se ha comido nuestros deberes, que si estuve enfermo el martes, que si cariño no es lo que parece o que un grupo de alienígenas ha estado haciendo experimentos con mi cuerpo durante las horas en las que tenía que hacer lo que tuviera que hacer.
Después todo dependía de si la otra parte se creía nuestras excusas.
Conozco a quien ha ingresado a sus padres y ha matado a sus abuelos cuatro o cinco veces.
Hasta ahí podemos incluso considerar correcto el juego de la excusa como la forma de no admitir que o bien no éramos capaces o no nos dio la gana de llevar a cabo lo que prometimos hacer.
Pero, como todo, ese es un arte que ha evolucionado.
En unos tiempos abarrotados de derechos ya no hace falta ningún tipo de escudo, solamente hay que victimizarse y enfrentarse:
-Como soy menor no hago los deberes por mi férrea convicción de lucha contra la meritocracia. Ahí, con dos cojones. Lo bueno es que te exime de hacer deberes no solamente ese día sino todos.
-Te he puesto los cuernos porque soy una mujer emponderada que lucha, de esta forma, contra la opresión machista.
-Me he metido en esa casa que no es mia porque no estoy dispuesto a luchar contra el capitalismo impuro que pervierte a las personas y acabará con el planeta.
-Bebo y llego borracho como un macareno porque me estoy reafirmando en mi sexualidad no binarie contra la que tú, heterosexual infame, no deberías de imponerte.
-Cruzo por donde me sale de los huevos porque, como jubilado, exijo un respeto de la sociedad que he ayudado a crear con mi esfuerzo durante tantos años.
Así que, obviamente, solo tienes que buscar dentro de ti la minoría victima a la que perteneces. Si por lo que sea te puedes hacer un combo, mucho mejor. Por ejemplo: mujer trans jubilada negra. Ya no importa si tienes razón o no, solamente hay que hacer una suma de minorías victima. Así , en una lucha a muerte, se hace la operación: hombre, válido, blanco, de derechas, empresario, occidental, heterosexual, mayor de edad... eso resta. Mujer, menor, de sexualidad difusa, de izquierdas, inmigrante, mal pagada, coja, gorda, con penales y alguna adicción diagnosticada... eso suma.
Entonces ya no importa sobre lo que se vaya a discutir. Se suma y se resta. Y el que saque más puntos, gana.
Lo curioso no es que sea verdad, que lo es. Lo curioso es como algunos te intentan convencer que son una minoría solo para que les des la razón. Cualquier dia aparecerá Pablo Iglesias intentando convencernos de que es una mujer negra con una regla muy dolorosa oprimido por los poderes del estado. O Abascal jurando que es de gay de izquierdas.
Pd: y todo esto viene por un comentario de hoy en un debate de la Ser en el que los que apostaban por que la primera ministra de Uk fuera Lizz ( ya que es mujer) , ahora que hace cosas que no les gusta se escudan en que es blanca. Porque ya no importa lo que haces o si tienes razón, sino lo que suman tus puntos. Y yo, personalmente, puntúo en negativo.
1 comentario:
A mi , que cada
uno se acueste con
quien quiera , y que
tenga el color que
tenga , lo que si
tengo claro ahora ,
es que estas feministas
(en realidad , sin serlo)
queriendo , o sin querer,
han creado una honda
division entre heteros ,
esto es, entre tios y
mujeres -
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