Mal dia para buscar

27 de mayo de 2016

El otro del trío, la oposición cobarde.

Siempre he mantenido la imposibilidad personal que tengo, ante la ocurrencia, de hacer un trío. Sin embargo es lógico, por comodidad y falta de consecuencias, que lo ideal es ser el invitado. 

Lo ideal es ser el otro, el segundo, el que se puede ir a su casa a ocupar toda la cama y después, por la mañana, sentir la capacidad moral de criticar a los otros dos si es que se cruzan por la calle de la mano como una pareja al uso.

"Que cabrón"- me decía un amigo al cruzarnos con un tipo y su pareja- "no me saluda pero hace tres días no paró hasta que me metió en su cama". Y le criticó, le crucificó y habló de las mil cosas que no estaba haciendo bien cuando, en realidad, su único crédito es haber sido "el otro" por un momento.

Es la capacidad crítica del subcampeón.

Porque ser segundo es estar ahí sin tener que ejercer de primero. "Tu hija"- le decía a mi hermana cuando mi sobrina era un bebé en mis brazos- "se ha cagado". Se la daba entonces porque la mierda la tiene que limpiar quien le corresponde, porque los cargos tienen sus cargas y es bonito jugar con un niño si te sonríe, creerte un educador pero evitar las noches en vela, las enfermedades infecciosas y la mierda hedionda y escurridiza de un pañal.

Así que lo bueno es ser el que está ahí pero no tiene responsabilidad, ser la pareja de una persona rica pero no el rico que se preocupa de mantener sus bienes y sus inversiones. Ser quien monta en el yate, quien valora la decoración del salón de la residencia de invierno, quien retoza en las sábanas de raso y quien protesta furibundamente cuando el servicio no es como debiera.

Lo mejor es vivir como quien manda pero hacer oposición y decir, en cada momento: "yo no lo hubiera hecho así" pero no hacerlo nunca. Ser quien aparece furtivo después de que se duche y tenga masticado el  deseo, poder recorrer esas piernas, mirarla encima en el espejo pero no tener la responsabilidad o la obligación de llegar cuando se siente sola y lo único que puede es llorar de forma desconsolada. En esos momentos, cuando hay que estar, no estar porque, racionalmente, no es la responsabilidad del que no tiene el título, el nombre, la apuesta o el ordenamiento.

Lo mejor es ser diputado, cobrar como diputado, oponerse al gobierno, criticar cada gesto, decir "yo no lo hubiera hecho así" y no hacer nada. Por eso, en las elecciones que llegan como un dejavú, algunos a donde apuntan es al subcampeonato de los cobardes.

Yo he tenido críticas de todos los colores y he sido muy crítico demasiadas veces pero he estado pocas acompañando una enfermedad, nunca he cambiado un pañal y me he permitido demasiadas veces dar consejos. Será por eso que ahora, un poco enfermo, también estoy solo. Soy un opositor fenómeno que nunca ha tenido el valor de formar gobierno. Las pocas veces que pude tomar decisiones, la cagué.


En un país donde todos tienen opinión y serían capaces de hacerlo mejor me temo que, en realidad, nadie quiere tener la responsabilidad de hacerlo porque hacerlo es equivocarse. Hace años que envidio a los que se equivocaron y desprecio a los salvadores que gritan contra el administrador de fincas pero no se atreven a ser presidentes de su comunidad (de vecinos).


Pd: es una crítica electoral decorada. Es fácil.

4 comentarios:

Alberto Secades dijo...

Me alegro ver que vas cogiendo forma.
Me gustan Los Alimentos, ¡qué incomprendida fue la Ono!
Gracias.

pesimistas existenciales dijo...

Los alimentos hicieron un disco dedicado a la ruptura con dolor llamado "San Antonio". De ahí es la canción. (La culpa de todo la tiene Yoko Ono, es de DefCon2).
No he dejado nunca la forma, pero estoy procrastinando para no meterme con el final del libro.
Y me cabreo mucho con lo electoral porque me suena a tomadura de pelo.

Alberto Secades dijo...

Hay un artículo que escribí un día que tenía que hacer algo importante (y que consulto a menudo, como forma de eludir mis obligaciones):

http://www.comunsinsentido.com/2014/09/dios-y-la-procrastinacion.html

Me consuela considerar a Dios un aprendiz (y un innovador, por supuesto).

Anónimo dijo...

Tu tan solo y yo queriéndote tanto,que injusto!!